LA ESCRITURA COMO ARTE
 

 

 

Escribir ( notas borrador / metáfora sobre metáfora ) :

Aprendizaje venido del descubrimiento. Cuando en acción, suspende parte del espectro abarcado por la mirada, lo oscurece, lo cual obliga a mirar de otro modo, por entre pliegues. Esta suspensión cambia el paso del diálogo interior, ofrece un ritmo nuevo al pensar, lo pone a su disposición. Este paso nuevo del diálogo interior, junto con el oscurecimiento de parte del espectro abarcado por la mirada, no se hace sentir salvo indirectamente, como si ocurriera en otro lado ; la mirada deja de ser un sentido tradicional, el pensamiento se presenta como ruido a descifrar. La lectura completa ; pero, de no ocurrir, pensamiento y mirada seguirían de todos modos por el camino que iniciaran, solidarios con el movimiento inherente al escribir, movimiento que es el escribir. Aun sin lectura, la cual siempre es posterior, estos nuevos movimientos del mirar y del pensar acuerdan una lógica que se afirma en e impulsa latraza. Estos movimientos se recuerdan como vividos en un sueño aun cuando la lectura posterior del texto producido los empape de significado ; y, al igual que los sueños, dejan una impresión fantasmal, ajena, desde la acción en sí misma, a la lógica del dicho significado. Estos movimientos no son subjetivos ni objetivos, continuos ni discontinuos, funcionan dentro de, o amparados por, un imaginario que se sostiene gracias a la promesa de sentido entramada en todo texto, promesa que la lectura hará cumplir : como dice Sollers, de la Divina Comedia : "Dictado del sentido que permite ir significando", dictado que se enuncia a sí mismo, o, también, que las distintas intervenciones del autor —como actor, y como lector en potencia— dan como resultante que se refleja y traza sobre sí al mismo tiempo que hacia adelante. Estos movimientos producen lenguaje dentro del lenguaje, la traza viene limitada por un lenguaje, no se trata de grafismos al azar, esto es : no completamente al azar, se incrustan en el azar de una lengua en particular, y esta lengua en particular viene incrustada en ellos como necesarios al impulso que los mueve. Aquello que el sueño no permite sacar fuera de sí, aquello que el movimiento vivido como sueño no puede pronunciar —porque la lectura está suspendida—, se funde con latraza favorecida por la ausencia de sentido similar a como una corriente de agua es atraída hacia las partes más bajas del terreno por donde pasa : ¿ley del menor esfuerzo o embalse donde la energía se acumula hasta ser liberada? ; esta liberación ocurre, en el texto, con la llegada de la lectura. Resaltemos, por las dudas, que ley del menor esfuerzo no es lo mismo que ley del sin esfuerzo, tampoco que el esfuerzo vaya a ser escaso ni, mucho menos, pobre. Tales movimientos, los que acompañan a la vez que impulsan el escribir, por estar saturados en la atmósfera del sueño, no son memoria ni son olvido, pero, dado que no son ajenos al principio de incertidumbre, dejan la sensación de haber visitado un país que les ha impuesto, como condición para el regreso, no poder contar lo visto allí salvo indirectamente, como escenario presenciado entre la niebla, crónica de una metáfora. No se trata de que el autor determine el escribir, tampoco que siga los dictados de otra voz —musa, ángel o demonio— ; el escribir es movimiento independiente, latraza va hacia latraza, la escritura proviene de movimientos reflejos, se escribe para sí, desde y hacia sí, a sí misma

 

 

  (c) DANIEL MOURELLE

 

POESIAS DE DANIEL MOURELLE EN LEXIA