Claudia
Schvartz responde
“En cuestión: un cuestionario”
de Rolando Revagliatti
Claudia Schvartz nació el 3 de diciembre de 1952 en Buenos Aires, donde reside, capital
de la República Argentina. Es dramaturga y actriz (interpretó
monólogos teatrales de su autoría). Publicó el volumen de
cuentos para niños
“Xímbala” (1984), el de ensayo
“Miyó Vestrini o el
encierro del espejo” (2002, Editorial Blanca Elena Pantin,
en Venezuela), y otro con prosas,
“El papel y su futuro”
(2015). En 2018 apareció su nouvelle
“Nimia”. Poemarios
editados: “La vida misma”
(1987), “Pampa
argentino” (1989),
“Tránsito es nombre” (2005),
“Ávido don” (2008;
Mención del Premio Nacional de Literatura 2001),
“Eólicas” (2011) y
“Alcanfor” (2018).
“Ávido don” fue
traducido al francés en Quebec, Canadá (2015, Éditions de la
Grenouillère) y al portugués (2016, Poética Edicioes). Fue
incluida en antologías de su país y del extranjero. Tradujo,
entre otros, “Sonetos y
elegías” de Louise Labé,
“Cementerios: la rabia
muda” de Denise Desautels,
“La libertad del espíritu”
(textos de Paul Valéry y Antonin Artaud),
“Tú, mi único”
(antología de poesía femenina provenzal). Citamos, de las
diversos volúmenes que compiló,
“Antología de la poesía
erótica” y “Nueva
antología del amor”.
“Nací en noche de tormenta y antes de lo pensado el 3 de diciembre de
1952. Al llegar, conocí a mi familia. Y después, en mi segundo
año, nació mi hermana, quien me transformó en la hermana del
medio. Mi abuela fue esencial en mi vida puesto que mi brillante
madre durante su tercer embarazo comenzó la carrera de Historia
en la Universidad de Buenos Aires y fue siempre una presencia
esquiva. Fui alumna mediocre, lectora, muy ocupada en pasar
desapercibida en familia de gente muy brillante. Estudié
italiano con Marcella Milano. Primaria, en la Escuela Normal nº
4. Secundaria (e idioma francés), en el “Lenguas Vivas”. Egresé
en 1970.
A los catorce años viajé a Tilcara [provincia de Jujuy, la Argentina],
fundamental en mi existencia. Viajes sucesivos anuales.
A los quince años, viajé a Paris, La Sorbonne, curso de idioma
in situ. Allí conocí a
gente talentosa; varios, desaparecidos, como Irene Claudia
Krichmar, Gloria Correa. Sobrevivimos Gustavo Vainstein y pocos
más.
Primer trabajo, con Oberdan Caletti. Luego en “Fausto”, librería
fundada por mi padre, el gran editor y librero Gregorio Schvartz
(Siglo Veinte y otras editoriales).
16 años: Clases de teatro (para vencer la timidez, según mi madre) con
Heddy Crilla y Lito Cruz.
A los dieciocho, Sergio Rondán nos lleva a estudiar con Alberto Ure, y
marxismo con Raúl Sciarretta.
A los diecinueve me caso con Adolfo Dorin, compañero de teatro.
Empiezo a realizar traducciones y correcciones para las editoriales de
mi padre.
Imparto clases de teatro para niños y adolescentes junto a Juana
Droeven.
En 1975 nace mi única hija, Lucía maravillosa.
1976: Mi hermana Marcia parte al exilio. Desesperación y Miedo. En mi
hogar, quema de libros y ausencia.
A los veinticuatro, separación violenta. Depresión.
1978: Trabajo en periodismo amarillo. Proyecto demente, un largometraje
dirigido por Miguel Bejo, argumento de Bejo y Jorge Hayes (quien
interpreta al personaje protagónico), Román García Azcárate
colaborando en el guión con los ya citados, textos de Edgardo
Cozarinsky, y entre otros actores, Ingrid Pelicori, Rubén
Szuchmacher y Jorge Rey. Actúo y produzco. Nunca me quedó claro
el título de la obra (los tuvo alternativos). Algo así como
“Vito Nervio y las fuerzas oscuras del mal”. Aunque confirmo
ahora que oficialmente quedó “Beto Nervio contra las fuerzas del
mal”. Genialmente peligrosa. Una parte de los participantes
emigraron.
1979: Viajo a Barcelona a ver a Marcia con mi hijita de tres años.
Decido quedarme. Espero carta de Adolfo Dorin. Dice que se queda
con la nueva esposa. Residirán en París. Lucía ya tiene una
hermana.
Además, el mundo de mi hermana en una Barcelona que ya no existe más.
Escribo “Xímbala”,
libro de cuentos para chicos.
1980: Viajo a París a dejar a Lucía con su papá durante un mes. Me
encuentro en Roma con amigos. Conozco al hombre imposible,
Andrzey Sliwowsky, un científico franco polaco. Nos mudamos a
París. Trato de sacar los papeles de inmigración, inútilmente.
Hago traducciones, correcciones, formo parte de varias películas
francesas. Curso de teatro con la profesora Vera Gregh.
1982: Llegamos a Buenos Aires el 30 de marzo. En Plaza de Mayo, primera
manifestación obrera contra la dictadura, varios muertos. Dos
días después, declaración de guerra. Camino locamente por la
ciudad, desesperanza, nadie en sus cabales. Lucía va al colegio,
rápidamente recupera la escritura en castellano.
Empiezo época de actuaciones titerescas: Kiki La Plume, Reina del
Bambo, La Niña de la Giba, Mossquito, La Papusa, etc. Café
Einstein, Teatro Espacios, Teatro Cervantes. Los Redondos. El
Hilván es un Estilo (teatro patrio). Actuaciones en varios bares
y cafés que ya no existen.
Publicaciones en revistas, diarios, suplementos.
En la revista “Fausto”, 2ª época, secretaria de redacción. Duro poco,
al comprender que si seguía allí, rodeada de adulaciones, me iba
al carajo como posible escritora.
Sigo fracasando en cine, teatro y vodevil. Sin amor.
Escribo publicidad radial y otros, deferencia de mi hermana mayor, para
parar la olla.
Empiezo análisis. Dejo el teatro con gran esfuerzo. Época demencial de
enorme sufrimiento.
Tengo que parar la olla. Entro a trabajar en la librería “Fausto”, de
lo que huí todo lo posible. Escribo, escribo...: bodrio tras
bodrio.
Ya estoy viviendo con Lucía en una casa chorizo por Villa Crespo.
Caminatas barriales. Escribo
“Pampa argentino”.
También reúno papeles en
“La vida misma”.
Amistad con Ricardo Zelarayán, con Ricardo Carreira. Y desde 1984, a
través de Ure, cuando ensayaba “El campo”, la pieza teatral de
Griselda Gambaro, amistad con ella. Allí comprendí profundamente
mi interés por el títere. Y después, todos los personajes que
creé fueron a partir de ese yo títere que siempre me asombra.
En 1993 muere mi Nonna. Encuentro refugio en el Tigre, al fondo del río
Carapachay. Sola pero, como nunca, en paz.
En 1994 edito (Editorial Leviatán) mi primer libro,
“El corazón disparado”,
de la brasileña Adélia Prado, que tradujimos Fernando Noy y yo.
Librera en el día a día.
Empiezo a traducir a Louise Labé. El libro será publicado en Venezuela
por el sello Angria:
“Sonetos y elegías”.
En 1998 nace Clara, mi primera nieta. Después nacieron Pedro y Theo.
En 2001 conozco a Gerardo “Pico” Manfredi, en una lectura a la que me
invita la poeta Alicia Gallegos. En diciembre fallece mi padre.
A mediados de 2002, cumpliendo la promesa hecha a él, y con el
apoyo de mi madre,
comienzo a ser la editora
responsable de Editorial Leviatán.”
Claudia Schvartz con Edel Morales, Roberto D. Malatesta, Gerardo
Manfredi y Denise Desautels
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Claudia Schvartz con Roberto Di Giano
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1:
¿Cuál fue tu primer acto de “creación”, a qué edad, de qué se
trataba?
CS:
A los cuatro años inventé la palabra
embustera. De a poco fui comprendiendo.
Claudia Schvartz en 2016
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Claudia Schvartz en 2016
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2:
¿Cómo te llevás con la
lluvia y cómo con las tormentas? ¿Cómo con la sangre, con la
velocidad, con las contrariedades?
CS:
A medida que el tiempo ha pasado, mi relación con la lluvia fue cambiando.
Me encantaba caminar bajo la lluvia, chica, joven… algunos
momentos deliciosos están ligados a la lluvia en mi infancia.
Entrar en el mar bajo la lluvia, quedarse en el agua más tibia
que el aire mientras en la playa, ya nadie… Tal vez en la orilla
solo mi nonna que urgía para que saliéramos… una infancia con
hermanas, claro. Después me volví cauta, responsable. Los
truenos y los rayos pegaron más cerca, tal vez. Conocí en los
cerros a una muchacha aterrorizada con la proximidad de la
tormenta. Una mujer-pila que se había salvado por un pelo.
Pero se agravó la
naturaleza, ¿no es cierto? Todo fue muy rápido. Se talaron los
grandes bosques, se envilecieron los mares, la atmósfera se
llenó de petróleo, se perforó la capa de ozono y también está lo
nuclear, las fisuras desagotan en los mares y el agua es una
sola, como se sabe. Cosas graves aprendí a medida que envejecía.
El mundo fue cambiando violentamente en ese breve interín. Ahora
cunden nuevos lenguajes en los que soy analfabeta. La velocidad
ha devorado el mundo que conocía. Lo que dejamos a los más
jóvenes es aspaviento, una consistencia que ellos deberán
descubrir. Es decir, sin aquella consistencia. Muchas veces,
comiendo, me pregunto qué es lo que mastico. Convivir con el
peligro, podría llamarse esta civilización en la que resistimos,
sin embargo.
Claudia Schvartz en 2016
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3:
“En este rincón” el
romántico concepto de la “inspiración”; y “en este otro rincón”,
por ejemplo, William Faulkner y su
“He oído hablar de ella,
pero nunca la he visto.” ¿Tus consideraciones?...
CS:
La comparación con Faulkner es fallida a mi entender. Un novelista es un
constructor.
Cuando logro un
poema largo o corto, y lo siento logrado, por supuesto hay un
trabajo, pero sobre todo una confianza extrema en la adherencia
y la inmersión. En ocasiones, un tema para llegar a ser requiere
descartar íntegra la primera composición, que resultó rígida
—por ejemplo— por otra donde el tema ha decantado y corre
respirando libremente, superando la primera redacción en
profundidad y ritmo. El tiempo juega un papel importante. Antes
un escrito descansaba en el olvido hasta que volvía a aparecer
casualmente, muchas
veces.
Claudia Schvartz con Edel Morales, Roberto D. Malatesta, Gerardo
Manfredi y Denise Desautels
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4:
¿De qué
artistas te atraen más sus avatares que la obra?
CS:
Tengo una pésima memoria. Los sucesos en la vida de las personas no sé si me
interesan demasiado. Realmente no puedo recordar a ningún autor
por sus hazañas. Si las he conocido fue a partir de la obra:
Louise Labé, Francois Villon, William Shakespeare siempre son
enigmas… Emily Brönte… a todos los leí antes y después de
conocer algún hecho de su biografía. Por ejemplo, Jane Austen le
pidió a su hermana Casandra que destruyera todas sus cartas.
¿Prudente, no es cierto? Italo Svevo, James Joyce… en fin.
Literatura. Tampoco soy chismosa con mis amigos. Si me querés
contar algo lo escucho y no lo suelo comentar por ahí. Queda
entre nos.
Y si pienso en la
literatura argentina, de inmediato se mezcla con la historia de
modo inseparable. Juan Bautista Alberdi, por ejemplo. Domingo F.
Sarmiento, el más miserable de todos y grande, sin embargo. O
Lucio V. Mansilla. Puro siglo diecinueve, eh? Con Griselda
Gambaro charlamos mucho de plantas, libros, lecturas, recuerdos,
política… y le cuento cosas que me pasan. Tiene una forma de
escuchar que me resulta fundamental.
Claudia Schvartz con Dolores Etchecopar, Jorge Rivelli, Luis
Bacigalupo, María Julia De Ruschi, María Mascheroni, María del
Carmen Colombo, Mónica Tracey y Liliana Ponce
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Claudia Schvartz en 2016
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5:
¿Lemas, chascarrillos,
refranes, proverbios que más veces te hayas escuchado divulgar?
CS: Una
frase del Viejo Bribón que me gusta repetir:
“Adelante con los
faroles.”
Creo que no tengo
otra. O están tan incorporadas que no las registro. También,
“Tengamos la fiesta en
calma”, que da cuenta un poco, del tenor violento que
conozco.
Claudia Schvartz con Claudio LoMenzo, Ricardo Rojas Ayrala,
María Cristina Santiago, Marta Miranda, Marta Cwielong, Patricia
Djamkotchian, Yirama Castaño Guiza, Noelia Aindia, etc.
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6: ¿Qué obras artísticas
te han —cabal, inequívocamente— estremecido? ¿Y ante cuáles has
quedado, seguís quedando, en estado de perplejidad?
CS:
¿Estremecimiento? ¿De placer? Odilon Redon. Un
pequeño óleo en el Museo Nacional de Bellas Artes. El
estremecimiento incluye contradicción, oxímoron si se quiere. O
un abanico de sensaciones que no permanece inmóvil. Siendo así:
Un pequeño autorretrato en verdes y azules de Vincent Van Gogh
que sólo vi una vez. Parecía que Vincent se asomaba a una
ventanuca, solo para mí. Las esculturas en madera talladas por
Paul Gauguin. Un cuadro de Marcia Schvartz, entre los muchos de
ella. Algunas esculturas de Juan Carlos Distéfano y otras de
Norberto Gómez. Y siempre vuelvo a las pinturas de Cándido
López. Y me gusta la pintura de Jorge Pirozzi.
Emily Brönte sí, me estremece. La leí muchas veces, año a año.
“Alicia en el país de las
maravillas” fue una de mis obras preferidas durante mi
juventud. Otra obra que me encanta recorrer es
“Ulises”, de Joyce. Shakespeare me estremece una y otra vez. Lear. O
el horrible Ricardo.
¿Perplejidad?:
Nikolái Gógol.
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Claudia Schvartz con Cecilia Harari, Acacia Biloba y Juan
Fernando García en 2018
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7:
¿Tendrás por allí alguna
situación irrisoria de la que hayas sido más o menos
protagonista y que nos quieras contar?
CS: Tengo
gran vocación por el ridículo. Si recuerdo alguna situación
específica más allá de la natural cotidiana ridiculez que
padezco, la contaría con detalle. Pero mi mala memoria me juega
pasadas tremendas.
Claudia Schvartz con Carlos Rígel, Alberto Oris, Daniel
Quintero, Ana Tonelli, Gerardo Manfredi, etc., en 2017
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Con Ana Lafferranderie, Alicia Genovese, Nurit Kasztelan,
Alejandra Correa, Débora Mundani, Cristina Feijóo, etc.
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8:
¿Qué te promueve la noción de
“posteridad”?
CS: No
llegaré. Esa es una certeza tranquilizadora.
Claudia Schvartz con Ana L. Espita Vega, Cristina Suárez, G. De
Cicco, R. Rojas Ayrala, M. C. Santiago, G. Perosio, M. Miranda,
G. Manfredi, Yirama Castaño Güiza, etc.
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Claudia Schvartz con A. Arzoumanian, E. Campos Medina, J.
Galarza, S. Rodríguez Ares, G. Yocco, I. Verolín, L. Bacigalupo,
Rubén Sacchi, S. Cella, P. Jiménez España, Hilda Guerra, etc.
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9:
“¿La rutina te aplasta?”
¿Qué rutinas te aplastan?
CS:
Yo misma soy mi rutina. Me recorro con espanto. Muchas veces.
Otras, puedo ponerme a salvo de mí misma. Escribir es la única
manera en que salto el límite y logro sustraerme de mi
deficitaria clave. Eso, o leer. Esa fascinación del
descubrimiento de un libro, que en mí fue sobre todo en la
adolescencia, la pubertad incluso, cuando eso sucede, oh
maravilla, todo se silencia y solo existe ese mundo
extraordinario.
Con Juan Fernando García, Patricio Torne, Cristian De
Nápoli, Ana Arzoumanian y Daniela Camozzi
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Claudia Schvartz con Alba Murúa, Rosa Oviedo, Jorge Figueroa,
Omar Cao, Víctor Damián Cuello, Gerardo Manfredi y María Sueldo
Müller en 2017
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10:
¿Para vos, “Un estilo
perfecto es una limitación perfecta”, como sostuvo el
escritor y periodista español Corpus Barga? Y siguió:
“…un estilo es una manera
y un amaneramiento”.
CS:
¿No será que una es su propia limitación? Tal vez esa limitación
sea el mundo que se relata, esa obsesión. La perfección es una
búsqueda abrumadora.
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Claudia Schvartz en 2016
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11:
¿Qué sucesos te producen mayor
indignación? ¿Cuáles te despiertan algún grado de violencia? ¿Y
cuáles te hartan instantáneamente?
CS:
Creo que la indiferencia política es lo que me resulta
violentamente insoportable. Lo considero el rostro más peligroso
del capitalismo.
Lo deshumanizado.
Y los estúpidos del arte,
insoportables negociantes.
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Claudia Schvartz con Graciela Perosio en 2019 - Foto de
Natalia Leiderman
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12:
¿Qué
postal (o postales) de tu niñez o de tu adolescencia
compartirías con nosotros?
CS:
A los trece años, o tal vez catorce, fui aceptada en un grupo
del Colegio Nacional Buenos Aires que viajaba a Tilcara. Se
estaba trabajando entonces en la recuperación arqueológica del
Pucará. Mi madre, Hebe Clementi, era una de las profesoras
elegidas por el grupo de alumnos, y ella me “coló”. Aprendí
muchas cosas, como dije. Por bastante tiempo dejé, con tristeza,
de ver a esos antiguos compañeros, a los que, sin embargo,
guardé en el corazón. Ese viaje se repitió varias veces. Cada
viaje es otro viaje, pero el sentimiento del cerro, esa soledad
y esa amistad con la piedra y su música, su virtud, creo que es
algo insustituible, un baluarte en mi vida. Y aparece siempre en
lo que escribo, una de mis casas.
Claudia Schvartz en 2016
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Claudia Schvartz con Gino Bencivenga, Martín A. Biaggini,
Gerardo Manfredi, María Sueldo Müller, Alba Murúa, Elisabeth
Molver, Beatriz Vanella, etc., en 2017
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13:
¿En
los universos de qué artistas te agradaría perderte (o
encontrarte)? O bien, ¿a
qué artistas
hubieras elegido o elegirías para que te incluyeran en cuáles de
sus obras como personaje o de algún otro modo?
CS:
Ese sentimiento corresponde a mis
lecturas de la pubertad. La primera adolescencia. Hubiera
querido que nunca se terminaran los tres libros de Italo Calvino
que aparecen bajo el título “Nuestros antepasados”:
“El vizconde demediado”,
“El barón rampante” y
“El caballero inexistente”.
Todas delicias. Otro,
“Orlando”, de Virginia Wolf. Y de todavía más chica, algunos
de Julio Verne, “Un
capitán de quince años”, por ejemplo. Y un libro de
historias de piratas, de un famoso autor cuyo nombre ahora no
recuerdo. Más tarde, Carson McCullers, Clarice Lispector, Sara
Gallardo. Y ah, el Alejandro Dumas de mi niñez. Y otra cita es
“Cumbres borrascosas”, de Emily Brönte, que no sé cuántas veces he
leído, a decir verdad.
No sería personaje de ningún libro
ajeno. Bastante con una misma.
Claudia Schvartz con Gerardo Manfredi
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Claudia Schvartz con Gerardo Manfredi, Liliana Capiel, etc., en
2017
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14: El silencio, la
gravitación de los gestos, la oscuridad, las sorpresas, la
desolación, el fervor, la intemperancia: ¿cómo te resultan?
¿Cómo recompondrías lo antes mencionado con algún criterio,
orientación o sentido?
CS: Los
gestos son fundamentales en mi modo de conocer las relaciones
entre y con las personas. Un pequeño gesto me devuelve la
memoria, a veces. Siempre es revelador, un entramado de
relaciones permite la lectura a partir de un pequeño gesto.
El silencio puede
ser una larga conversación. O seco como un golpe en la
mandíbula.
No he tenido
sorpresas agradables. No recuerdo ninguna, al menos. Prefiero
que se anuncien.
Fervor… creo que
conozco. La intemperancia, también. Muy dolorosa.
En cuanto a la
oscuridad, tengo una relación próxima e intensa; sin embargo,
soy del ojo más que del oído, del tacto más que del olfato.
Claudia Schvartz con Gerardo Manfredi, Laura Estrin, Jorge
Quiroga y Claudia Cúneo en 2018
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Claudia
Schvartz con Gerardo Manfredi y Juan Fernando García
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15:
¿A qué artistas en cuya obra prime el sarcasmo, la
mordacidad, el ingenio, la acrimonia, la sorna, la causticidad…
destacarías?
CS: Yo
quitaría el ingenio de esa lista. Sin ingenio, no hay arte. Puro
tedio. La lista cunde hacia la ironía, ¿no? Quisiera nombrar a
Juan Carlos Onetti, que es un trágico, pero domina todos esos
matices agudos. Lamborghini, ambos (Osvaldo y Leónidas). Alberto
Ure. Susana Thénon. Y Mijaíl Bulgákov. Anita Brookner, también.
Y Flannery O’Connor.
Claudia Schvartz con Gerardo Manfredi en 2019
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Claudia Schvartz con Gabriela De Cicco, Acacia Biloba, Ricardo
Rojas Ayrala, Gerardo Manfredi, María Cristina Santiago, Marta
Miranda, Celia Iribarne, etc.
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16:
¿Qué apreciaciones no apreciás?¿Qué
imprecisiones preferís?...
CS: El
narcisismo elevado a la sordera me saca de quicio. Prefiero las
conversaciones donde se decanta lentamente el sentido preciso,
precioso. Conversaciones son diálogos. Y necesitan tiempo,
interés por el otro, y algo de memoria.
Claudia Schvartz con Francisco Mondolfo, Silvia Cazoll, Ramiro
Núñez, etc., en 2016
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Claudia Schvartz con Edel Morales,
Temsula Ao y Jorge Paolantonio
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17:
¿Viste que uno en ciertos casos quiere a
personas que no valora o valora poco, y que en otros casos
valora a personas que no quiere? ¿Esto te perturba, te
entristece? ¿Cómo “lo resolvés”?
CS: Valorar
es un verbo un poco retorcido. Las personas que quiero son muy
valiosas para mí porque hacen a mi confianza, a la valoración de
mí que me sostiene en pie. Después hay gente muy socialmente
valorada. Y bueno, chapeau! A veces yo no tengo nada en común
con esa gente pero nos saludamos y coexistimos. Soy bastante
poco curiosa. Hay gente que quiero pero solo habla de sí misma.
En ocasiones, pierdo la presencia de ánimo. Sobre todo cuando
conozco en carne propia ese desprecio del que habla tu pregunta.
Claudia Schvartz con José Casas
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Claudia Schvartz con Jorge Paolantonio, Temsula Ao y Graciela
Aráoz
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18:
¿El
mundo fue, es y será una porquería, como aproximadamente así lo
afirmara Enrique Santos Discépolo en su tango “Cambalache”?
CS: Hay
muchas corrientes por navegar, por suerte. Hay que ver a qué
mundo querés “pertenecer”. Y cuál es tu tabla de salvación. Muy
chiquito, muy grande… Beber champán en idioma extranjero o
apacibles mates camperos. Todo lleva al mismo sitio. Incluso
puede convivir si la porquería es verdaderamente arte.
Claudia Schvartz con Jorge Paolantonio y Temsula Ao
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Claudia Schvartz con Jorge Monteleone y Fabián Marcelo Banga en
2016
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19:
Por la fidelidad y entrega a una causa o
proyecto, ¿qué personas (de todos los tiempos y de todos los
ámbitos) te asombran?
CS: Antonio
Porchia. Edgardo Antonio Vigo. Antonio Berni.
Claudia Schvartz con Hilda Guerra y Eduardo Jozami
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Claudia Schvartz con Hilda Guerra en 2018
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20:
¿Qué te hace
“reír a mandíbula batiente”?
CS: Algunos
comentarios de mis nietos, cuando cada tanto logro encontrarlos
reunidos. Y si se suma alguien más de la familia, mejor.
Claudia Schvartz con María Julia De Ruschi, Dolores
Etchecopar, Jorge Rivelli, Luis Bacigalupo, María Mascheroni,
María del Carmen Colombo, Mónica Tracey y Liliana Ponce
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Claudia Schvartz con María del Carmen Colombo, Gerardo Manfredi,
Marcelo Rodrígues, Hilda Guerra y Estéban Martínez en 2018
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21:
¿Cómo afrontás lo que sea
que te produzca suponerte o advertirte, en algunos aspectos o
metas, lejos de lo que para vos constituya un ideal?
CS: Lo
acepto como un querido fracaso más.
Claudia Schvartz con María Cristina Aparicio, Norma Starke,
Gerardo Manfredi, María Cristina Briante, Eduardo Dellano,
Alejandra Mendé, Fernando Kofman, etc.
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Claudia Schvartz con Luis O. Tedesco en 2019 - Foto de Natalia
Leiderman
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22:
El amor, la
contemplación, el dinero, la religión, la política… ¿Cómo te has
ido relacionando con esos tópicos?
CS: Cosas
bastante dispares…; el amor y la contemplación podrían ser parte
de una misma cosa. Como hipótesis. La política y la religión
también por caso. Dinero, siempre poco.
Ardua conquista,
ser.
Claudia Schvartz con Luis Filipe
Sarmento, Eduardo Silveyra e Ingrid Pelicori en 2016
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Claudia Schvartz con Luis Filipe Sarmento y otros panelistas
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23:
¿A qué obras artísticas —espectáculos
coreográficos, films, esculturas, música, pinturas, literatura,
propuestas teatrales o arquitectónicas, etc.— calificarías de
“insufribles”?
CS: …tal
vez no fueran artísticas, ¿no? Tal vez fueran solo
divertimentos. Prefiero la literatura, sobre todo. A veces veo
cosas fundamentales. Iris Scaccheri bailando será un recuerdo
hasta el último día. Si es insufrible me levanto y me voy. Por
eso los clubes de teatro, con su estructura tan expuesta, me
resultan claustrofóbicos. Quiero decir también que cuando no se
va al fondo, no pasa nada. Por eso consumo poco.
Claudia Schvartz con Luis Fernando Lanza, Graciela Perosio,
Gerardo Manfredi, etc., en 2019
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Claudia Schvartz con Liliana Ponce, Verónica Pérez Arango y
Graciela Perosio
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24:
¿Qué
calle, qué recorrido de calles, qué pequeña zona transitada en
tu infancia o en tu adolescencia recordás con mayor nostalgia o
cariño, y por qué?
CS: Nací en
la calle Bacacay, detrás de las vías del Ferrocarril Sarmiento,
en Flores. Un edificio no muy alto, y nosotros vivíamos en la
planta baja. Arriba vivía doña Amanda, que era una morena
hermosa. Había tenido varones y le encantaba una casa con tres
nenas. Un jardín había en casa y en el fondo casuarinas y una
hamaca de vaivén y el canto del ferrocarril.
Más arriba vivían
los Calviño, con su hijo Jorgito, que salía apenas. Una pareja
grande, sus padres se habían casado por decisión de los
espíritus de sus ex cónyuges en la Escuela Científica Basilio.
En la planta baja, adelante, vivían los Scarfó. Eran tres chicos
de más o menos la misma edad nuestra. Jugábamos en la vereda,
pero seguramente poco. Enfrente había un pequeño taller de un
zapatero, siempre con mucha tarea. En la esquina, un antiguo
almacén de los de a granel y en la vidriera una publicidad de
Puloil o de jabón en polvo, ya entonces descolorida, verde
clarito…; era un mensaje discriminador, pero el dibujante había
puesto gracia inolvidable. En ese entonces por el barrio venía
la panificación a caballo, y hasta recuerdo al lechero con su
vaca y el ternero. Duró poco pero pude ver ese carro lleno de
tarros de metal esperando el regreso del lechero, el caballo
girando la cabeza con sus orejeras y una especie de bolsa llena
de algo para comer, para que no se distrajera de la ruta que
conocía de memoria.
Pero los Scarfó,
decía: el padre de los chicos era un hombre inmenso, con gran
chambergo oscuro y un traje cruzado, a la usanza. Era el hermano
menor de América, la novia de Severino Di Giovanni [1901-1931].
A la madre de los chicos no la recuerdo, solo sus gritos desde
adentro de la casa. Jugábamos en la vereda de Bacacay todos los
pibes. De los tres, sólo sobrevivió el mayor. Eran hermosos
todos, muy inteligentes. No nos asustaba la fama anarquista,
porque algo del tema también conocemos: tenemos pariente
anarquista. Mi abuela Fanny Kulichevsky y Simón Radowitsky
[1891-1956] eran primos.
Claudia Schvartz con Julia Larrañaga,
Magdalena Arnoux, etc., en 2018
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Claudia Schvartz con Julia Larrañaga en 2018
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25:
¿Cómo reordenarías esta
serie?: “La visión, el
bosque, la ceremonia, las miniaturas, la ciudad, la danza, el
sacrificio, el sufrimiento, la lengua, el pensamiento, la
autenticidad, la muerte, el azar, el desajuste”. Digamos que
un reordenamiento, o dos. Y hasta podrías intentar, por ejemplo,
una microficción.
CS: ¡No!...
Rechazo esta pregunta por barroca y pedigüeña.
Claudia Schvartz con Juano Villafañe, Hilda Guerra y Eduardo
Jozami en 2018
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Claudia Schvartz con Juan Fernando García, Irene Gruss y Andi
Nachon hace un buen tiempo...
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26:
“Donde mueren las palabras” es el título de un filme de 1946,
dirigido por Hugo Fregonese y protagonizado por Enrique Muiño.
¿Dónde mueren las palabras?...
CS: Una
buena pregunta. Al pie del patíbulo. Y la literatura idisch
también esto lo pondría en duda.
Claudia Schvartz con Juan Fernando García y Rosana Guardalá
Durán en 2016
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Claudia Schvartz con Juan Fernando García y Osvaldo Bossi
en 2016
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27:
¿Podés
disfrutar de obras de artistas con los que te adviertas en las
antípodas ideológicas? ¿Pudiste en alguna época y ya no?
CS: …en una
época juvenil era muy obediente a lo que “había que leer”.
Después comprendí que cierta angustia se disolvía si abandonaba
la lectura de Yukio Mishima, por ejemplo.
Claudia Schvartz con Juan Fernando García y Alicia Genovese
en 2017
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Claudia Schvartz con Víctor Damián Cuello en 2016
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28:
¿Cómo te cae, cómo procesás la decepción
(o lo que corresponda) que te infiere la persona que te promete
algo que a vos te interesa —y hasta podría ser que no lo
hubieras solicitado—, y luego no sólo no cumple sino que jamás
alude a la promesa?
CS:
Tengo un largo entrenamiento en
decepción. E igual no he podido dejar de esperar incluso con la
certeza de que era un callejón sin salida. Por supuesto, cuando
un amigo te deja en banda, no solo duele.
Claudia Schvartz con Silvana Franzetti y Fabián O. Iriarte
en 2017
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Claudia Schvartz con Rosana Guardalá Durán, Osvaldo Bossi, Juan
Fernando García, Lucas Soares, Federico Llera y Martín Vázquez
Grille en 2016
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29:
No
concerniendo al área de lo artístico, ¿a quiénes admirás?
CS:
Algunos gestos de valor y renuncia. Y
sobre todo, el coraje que no hace alharaca.
Claudia Schvartz con Rosana Guardalá Durán y Osvaldo Bossi en
2016
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30:
¿Tus pasiones te pertenecen o sos de tus pasiones?
Pasiones y entusiasmos. ¿Dirías que has ido
consiguiendo, en general, distinguirlos y entregarte a ellos
acorde a la gravitación?
CS:
Soy emocional, dicen. Mi lectura del
mundo está teñida por esa mirada. Pero no sólo: a veces, gestos
que consideraba de camaradería o entusiasmo fueron leídos como
extemporáneos o incomprensibles y mancharon para siempre
complicadas redes de relaciones. Pero no aprendí mucho de la
experiencia y repito algunos errores que dicta el entusiasmo.
Claudia Schvartz con Pedro Chappa y Gerardo Manfredi en 2017
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31:
¿Qué artistas estimás que han sido alabados desmesuradamente?
CS:
A mí me gustaría que artistas
importantísimos, que nutren la base de muchos otros artistas —y
son tan poco poquísimamente nombrados incluso por quienes los
leen y conocen— fueran más conocidos, más leídos, más nombrados.
Ricardo Carreira, Juan Andralis, Vigo. A Luis Thonis, a Liliana
Guaragno, a Noemí Ulla. Otra desaparecida: Susana Cerdá… Soares,
el gran cuentista. Y hay muchos más.
Claudia Schvartz con Pedro Chappa y Gerardo Manfredi en 2017
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32:
¿Acordarías, o algo así,
con que es, efectivamente,
“El amor, asimétrico por naturaleza”, tal como leemos en el
poema “Cielito lindo” de Luisa Futoransky?
CS:
Acordaría, sí, con Luisa.
Claudia Schvartz con Patricio Foglia y
Osvaldo Bossi en 2016
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33:
¿El amanecer, la franca
mañana, el mediodía, la hora de la siesta, el crepúsculo
vespertino, la noche plena o la madrugada?
CS:
Una mañana que llegue a la tarde, sería
perfecta. Si hay mediodía, almuerzo, siesta…: bajón asegurado. A
veces, la madrugada solitaria, exquisita. Pero todo según el
para qué. El anochecer me gusta: las luces se encienden y las
casas se habitan. Es momento de dar una vuelta por el barrio.
Claudia Schvartz con Pablo Queralt, Susana Villalba, Miguel
Gaya, Paz Busquet y Carlos Aprea en 2016
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34:
¿Qué
dos o tres o cuatro “reuniones cumbres” integradas por artistas
de todos los tiempos y de todas las artes nos propondrías?
CS: Soy
solitaria, disculpá! Seguramente no asistiría aunque me
invitaran.
Claudia Schvartz con Mercedes Araujo, Graciela Perosio y Luis O.
Tedesco en 2019 - Foto de Natalia Leiderman
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35:
Seas o no ajedrecista:
¿qué partida estás jugando ahora?...
CS:
Resistencia.
Claudia Schvartz con María Luisa Müller en 2018
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Claudia Schvartz
en 2019
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*
Cuestionario respondido a través del correo electrónico: en la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, Claudia Schvartz y Rolando
Revagliatti, abril 2019.
http://www.revagliatti.com/act0509/Huasi_schvartz.htm
http://www.revagliatti.com/030519_pub.html
http://www.revagliatti.com/040705.html
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