EL SUICIDA

Como un reto
a la ruindad de la memoria
a sí mismo se instaló en la nada
anticipándose a la usura del tiempo.
Escueta fue la crónica policial
y menor la congoja de los deudos.
Ni una nota que explicara
el abandono, la molestia súbita
de una vida a ciegas.                                                                                     

Qué pueden decir sus huesos subterráneos
de lo que buscó con una bala en la quijada.
 

Apenas constan,
en la nube turbia de la culpa,
el roer de nuestras conjeturas,
la temblorosa baba de los que sobreviven
a quien no quiso prolongarse en vano.



FUEGO

Ella pedía fuego,
fuego para su cigarrillo:
una llamita que encendiera el tubo de papel,
el tabaco apretado.

Nada más que eso pedía ella:
fuego, para su cigarrillo.
Ni una pausa ni una cercanía ni un punto de fuga.
Nada más.
Ningún mensaje extra
en el humo que se dispersa agrio
y sube hacia el techo de la habitación.





HOY

                                     a Diego Formía

Cuestión de tonos, de colores que suenan
o de gemidos que encienden las palabras.
La llovizna tiene un páncreas,
la torta aplaude la soledad del compañero,
la cama es un bote inmóvil en el invierno del alma.
En el reino del símbolo, a sí misma se excede
cada cosa y los nombres son una red hambrienta.
Lo que vale para uno no vale para nadie
(o algo así) escribió el filósofo
antes de dormirse. Tal vez quería pan para sus dientes,
del que se hace con harina, sal y levadura.
Una cama tibia y quieta, quería, tal vez. Hoy
que el agua se dispersa liviana,
la soledad se acuesta con sus huesos
y el mundo, como siempre,
no es un capricho del lenguaje.





MONÓLOGO CONCÉNTRICO

Líquida y alcohólica, la tristeza ocupa las neuronas.
Adentro, como en una mazmorra, se tropieza con los fósiles
que la memoria tiende sobre el desierto de la víspera.

Para el que sigue huyendo de mamá, deseoso de otro trago,
el bar es una isla que se hunde en un pantano de cemento.
Quien beberá el vino del mañana con labios encendidos,
no conoce esta copa, esta mesa para uno,

esta hora de motores anónimos y estrellas frías.




TRADUCCIÓN

No era asunto de entendimiento
sino de traducción: las agitadas
capas de aire, de sonido
de la multitud convocándose
ocupaban el recinto de la tarde.

El mensaje no estaba en los carteles
ni en los cantos, sino en los cuerpos
que desplazaban su energía por las calles.
 

No había que entender sino incluirse
en el rumor y el movimiento,
trasladar el fracaso a otro orden,
hacer de uno mismo una versión impensada,
traicionarse.





FLORES

Mamá no se pregunta
por la belleza de las flores
cuando compra cada sábado
una docena de crisantemos para mi padre.
Va al cementerio, se detiene en el sitio
donde se achican los huesos del ausente
y con paciencia acomoda en el jarrón
los tonos de su desdicha.





POÉTICA DEL AMOR

Cada uno era un astro para el otro:
él, un planeta de órbita barroca ella,
una tórrida galaxia.

           Después

el mapa del deseo ajustó sus dimensiones
a este mundo sublunar donde
cada uno se repliega a roer su hueso íntimo.

              Ahora
el amor
es esta casa mísera:
ni techo ni paredes,
una madeja de orificios.





MOJARRAS

Nosotros no peinamos cabelleras de muertos.
Tampoco viajamos en barcos piratas ávidos de perlas.
Bajábamos al arroyito a la hora de la siesta.

Alguna que otra gallina picoteaba las lonjas de tierra.
Siempre había un perro pelado,
latas y vidrios entre el pasto ambarino.
De vez en cuando el sol encendía
un arco iris rápido
en las escamas de las mojarras
que giraban aburridas
adentro de una botella de plástico.

 

 

 

(c) JOSE DI MARCO

 

(de  "Mundo Sublunar".ediciones Cartografías 2007)


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                         José Di Marco

Nació en Río Cuarto en 1966. Codirige el proyecto editorial Cartografías.

"Mundo Sublunar" (2007) es su primer libro editado.