El aire y el aura
Ciega la boca. ¿Qué dice el aire noctívago, pequeño? ¿Qué significa la brisa del silencio expectante que nos precede, ese minúsculo abismo que tensiona en su teatralidad la balanza equilibrada? A este murmullo, que parece perpetuo, siempre entramos como tomando el cielo por asalto, transitando el horizonte azul, el río que se quiebra, se esfuma y se desplaza haciéndose lluvia. El vacío cae sobre nosotros y se hace palabra, saliendo del aire al aura tierna.
(c)Federico Martín Juega Sicardi
Deudas. a G.B.
le debo a tu oscuridad mi brillo como el relámpago le debe a la noche su intensidad en el tiempo de lo negro
la negación de ese fondo que lo engendra la viva claridad que lo mantiene en suspenso
le debo a tu insistencia lo macabro lo que me ha despertado del ensueño lo que se niega a ser tenido entre paredes
como el sobrante que presta a consumirse en el teatro de los cuerpos confundidos
le debo a tu lenguaje mi lenguaje esclavo todavía de mis manos esclavo de los medios de los fines
mas pronto transformado en abandono andará la indecisión de la frontera
“La noche tiene la violencia de la luz, y no la oscuridad del pensamiento.”
(c)Federico Martín Juega Sicardi
Almas errándose Lasciate ogne speranza, voi ch`intrate. Dante Alighieri.
va sonando bastante agudo vacío gritos almas errándose cerrándose en sí mismas en una repetición en otra repetición no sólo con los ojos se ve ante el más mínimo detalle almas desesperadas
(c)Federico Martín Juega Sicardi
Un suspiro en el perfume
Un viento débil, un suspiro; algo nace y se pierde entre las flores invisibles, en sus perfumes ubicuos que en el aire todo lo conquistan.
Un suspiro en el perfume es como una palabra en el murmullo.
Una idea delicada, un verbo; algo brota y se marchita entre los párrafos del caos, en sus significados posibles que en el Verbo todo lo asimilan.
Un verbo entre tantos significados es como un suspiro en el perfume. (c)Federico Martín Juega Sicardi
Observaciones
1 brillan las minúsculas heridas de mi boca y el silencio que secciona el murmullo: cisura hiladora del sentido
2 furtivas densidades las ideas pícaras viboritas saliendo del ombligo el pensamiento es una panza redonda
3 escupidas sobre la pared manchas de pintura desgajada se desprenden los recuerdos de la memoria lenta
4 los claroscuros del bosque el sol me quema y me olvida las soledades son difíciles de leer
5 la luz solar pide cielo azul el mar pescadores abusando de los peces
6 (Haikú) en el silencio es perfecto el vacío déjenme solo
(c)Federico Martín Juega Sicardi
Presente continuo
Me voy yendo, me voy yendo… ¿Acaso es continuo el abismo? Las arrugas del tiempo golpean con insistencia los pies que se arrastran sobre la tierra endilgando los pasos. ¿Por qué es necesario el martillo? Nadie puede aferrarse a los mares cuyas olas se elevan y se hunden. Preferiría una luz invisible, una vasta extensión de sembrados campos verdes cayendo en mi cuerpo; que se planche la superficie ni pienso ocupar un vacío, sólo pretendo asir mi silueta al hueco de su sonrisa alargada.
Burlarse, amar la desidia, mejor aún si es con la picardía del niño endiablado e insolente. El sol calienta mis mejillas y escupo una baba pastosa: el día está lleno de juegos y se va yendo, se va yendo sin que me dé cuenta.
(c)Federico Martín Juega Sicardi
Soledades.
Soledades mías, única edad de sol, de los más altos sonidos, música imposible, caminos, de lomas, altos o nidos donde se produce un tránsito en suspenso. Mi soledad, agua que corre, ríos sin tiempo, de grandes saltos son y dos veces repetidos cada vez que chocan entre sí. Lluvia verde del bosque que se ensancha hacia el último día, que es el primero. Soledad que me devuelve a mí mismo, que transgrede la recencia del último residuo de mundo.
(c)Federico Martín Juega Sicardi
En la cornisa.
En la cornisa se abisma mi fantasma, se despeña y se apelotona, como aire imbuido en el aire, como una araña enmarañando el espacio, como el hormigueo nervioso sobre las hojas de la lluvia cayendo; mi fantasma se acosa, pasa, traslada, avanza por campos de orquídeas y de murciélagos -debilidad y ceguera-, como la vida adaptada a su destino.
(c)Federico Martín Juega Sicardi
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Luces y sombras de la memoria
un juego de luces y de sombras de nubes y de vacíos proyectados por el sol sobre la capa más superficial del altibajo relieve creaba una impresión acuática como un mar cuya perpetua cadencia musicaliza las imágenes del mundo la tierra en la que todo se apoya y se duerme en la que todo se arremolina se mezcla como papeles salvajes como cuerpos encarnados unos con otros líquidos mojados grises espesos y muertos como los muertos de siempre que mueren entre tantos muertos entre tantas historias entre tantos recuerdos que se marchitan como los testículos resecos de los viejos al final de sus delicias y se transforman en olvidos
El juego de la vida.
tiro los dados vuelta a vuelta mi suerte se sanciona en cada segundo a segundo después del primer chispazo que a la nada se opone o pone en juego mi existencia y la seguidilla de sensaciones unas tras otras o tras los muros de la incertidumbre a los que íbamos y vamos continuamente circulando como actores por la escena ese natural modo que tiene el universo de representarse y de presentar selecciones de momentos circunstancias alternativas que se niegan se confunden se continúan se vuelven segundo a segundo a repetir
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