El silencio como vidrio
en su peor error turbio
se quema con el instante enardecido
de segundos
de horas
en espera
Siente cómo el aire lo roza
cómo la caverna lo protege
y en su tiempo se vuelve agua.
Su café amargo ya no vuelve
y en él
morirá
cubierto de niebla
En este instante
que es todos los instantes
aquí
en el calor del fin del verano
baja
en estos días
duele su belleza tosca
En este año de su edad
que son todos los años
su silencio
duele.
LUCHA
Ahora debo contar lo que sucede:
alguien habla de la lluvia
con un lenguaje marcado por la sombra
y la voz en la oscuridad, todavía en la
cama,
rodea a un espejo y envuelve después
el roce y la celda de palabras.
(Pero, ¿por qué tenía que ser así?, inmundo
y exacerbado,
pedazo agitado de la neutra realidad)
Debajo de la mesa, sonreía, con una duda
terrestre,
herrada por un olvido simultáneo
y una mano insegura.
(Y los ojos despedazados observaban)
¿Por qué habría de ser yo uno de ellos?
En un rincón escribí:
vuelve todo a empezar,
algo en esa calma cubre este tiempo sin
huellas.
La maleza que discurre con suavidad
y a lo lejos, un desconsuelo mercurial.
Magnetismo. Inquietud. Vértigo.
Es un arduo esfuerzo de la noche por
apoderarse del día.
II
Si es que realmente sé lo que sucede,
era un olvido que estaba en todo sitio.
Para que pueda estar con las verdades
y las antorchas encendidas,
no basta una ansiosa transparencia,
hay que desprenderse de los limbos
y caer en la indolencia para ser vista,
desde la sequedad del agua
hasta un lugar donde vivir puede valer la
pena.