Vieques libre

 

Hoy no sé de auroras

gaviotas

ni de botellas perdidas en altamar

 

Hoy no sé de la noche

ni de lluvias

produciendo chasquidos

que arrecian o amainan

según su melancolía

 

Hoy no sé de viajes

ni de penumbras

sí de alumbramientos

 

Sé de la libertad

ensanchando sus alas

pronunciando sus versos

incendiando la piel

y la sangre

de un trópico rebelde

 

Vieques libre

¡Viva tu canto!

 

 

1º de mayo de 2003

Salida de los marines

norteamericanos

de Vieques, Puerto Rico

 

 

 

La espiga

 

 

I

 

Pudiste haber escrito una canción

en el vaho sideral que dejan los aviones

o en el rapto de las rosas

para obsequiar a los cometas

 

Y así llegar despacio

al asesinato de mi única palabra

de mi voz de mar      de cielo

hoja de atardecer que se sacude

                                   en medio del otoño

 

Pudiste susurrar el sonido

que oías de las estrellas

a la hora en que soñabas ser

la joven que espera

en un pueblo perdido de volcanes

empeñada en coleccionar un alfabeto portátil

hundido en la memoria

 

Pudiste obsequiar margaritas

a los ojos de las muchachas tristes

tan cerca del asesinato y el naufragio

de la pureza colérica del más enfebrecido

cofre de palabras

 

 

En las tardes de descampado amor perdido en los hoteles

tenías la edad del bronce y una mirada que arrasaba con la tibieza

de las paredes viejas      en aquel pueblo de verdes monosílabos

que de vez en vez se despertaba con los alaridos ebrios

de los muchachos que cantaban loas a la noche

                                                                       y al amanecer

empeñados en lamer el vaho del cielo

con sus lenguas de vino y de placeres

 

 

II

 

Las trampas de la aurora

para reunir a los de ojos de volcán

a los de manos de río y corazón de voces

perdidos e iluminados por el camino del eclipse

 

Aquel talismán para irse y no volver

para abrir la noche y atribuir a los poetas

los versos más osados        que nos convencían

de lo bueno que era hacer el amor en las ventanas

en los parques

            o en azoteas de casas ajenas e ignotas

 

Para soñar con el poeta que vive dentro

y dejarlo oceánico rompernos la piel

con sus coletazos de ola y labios

en una dentellada y otra

confundidos en el dolor de cada sorbo

 

 

Burbujeantes botellas de vino

formadas y vacías      como un ejército rendido

después de la batalla

 

 

 

III

 

Ahora podría escribir:

"El Amor naufragó en los confines más cercanos del olvido"

pero la pluma es torpe         y se repliega

en el instante en que entrar y salir del Paraíso

tan sólo requiere de mi pasaporte único de las palabras

 

 

 

Sin pájaros ni madreselvas

 

A Benjamín Anaya

 

Pasaré por tu calle como por tu cuerpo

con un poema desnudo de toda enciclopedia.

 

Quién soy yo para nombrar tu claridad

en un amanecer que se sonroja

boca de mirlo con sed y sin abrigo.

 

Para ti no tengo coartada, ni gloria, ni infinito

no tengo amaneceres, ni pájaros, ni madreselvas

no tengo avestruces en cuyo vientre acurrucarte.

 

Para ti no hay espinas, ni aduanas, ni soldados

no hay sombras, ni famas, ni gorriones

no hay púas, ni codornices en el estómago del día

para ti sólo tengo mi vocación de gaviota triste

mi vuelo

y voluntad de arena.

 

 

 

La luna es un grafitti sobre la ciudad

 

Cuando no hay canícula

sino lluvia

la luna está fuera de nosotras

 

Con el beso de la luna retorno a un cuerpo

- que como a Marge Piercy -

le gustaría quitarse el sexo

y dejarlo guardado

en el armario

 

Cuando en la canícula

los insectos arden

Sucede que me canso

de aullar los deseos

 

Entre la carroña que encuentro

al atravesar la ciudad

resulta que soy pura

 

que obligo a mis apetitos

a salir de cacería

aunque la selva

sea un paraje de concreto

 

Sobre la alfombra polvorienta

despierto con la certeza

de haber estado con dos leopardas ebrias

 

 

La ciudad es una olla express

que gotea sus vapores sobre sí

mientras la luna es el grafitti

más bello de la noche  

 

 

 

Perla y jade

                                  

 

La mujer                    dice el tiempo se ha apagado

El hombre                    intenta conciliar el sueño

La mujer                      pone cara de reloj descompuesto

El hombre                    se apresura a componerla

La mujer                      cree que es una flor y se marchita

El hombre                    le da una cerveza por el tallo

La mujer                      llora una lluvia de estrellas sobre el frutero

El hombre                    se las come hambriento

La mujer                      canta mariposas

El hombre                    abre la ventana para verlas volar

La mujer                       trae a casa un oso

                                   y un delfín para ver morir la luna

El hombre                    aúlla sin convertirse en lobo

La mujer                      va a la playa y regresa

Al hombre                   le han crecido dos ramas

La mujer                      tiene un girasol en la mirada

El hombre                    es una guitarra azul

La mujer                      va a un mitin

El hombre                    siempre ha estado ahí

La mujer                      resbala por el índice del Tiempo

El hombre                    la atrapa en el pulgar del Cielo

La mujer                      ronronea

El hombre                    lame

La mujer                      da a luz una Letra

El hombre                    se llena de gozo

 

La letra balbucea y se convierte en música

se alza y ya es una palabra

Pronto será un texto vivo

 

 

 

Jade y perla

 

Pronto será un texto vivo

se alza y ya es una palabra

La letra balbucea y se convierte en música

 

La mujer                      se llena de gozo

El hombre                    da a luz una Letra

La mujer                      lame

El hombre                    ronronea

La mujer                      lo atrapa en el pulgar del Cielo

El hombre                    resbala por el índice del Tiempo

La mujer                      siempre ha estado ahí

El hombre                    va a un mitin

La mujer                      es una guitarra azul

El hombre                    tiene un girasol en la mirada

A la mujer                    le han crecido dos ramas

El hombre                    va a la playa y regresa

La mujer                      aúlla sin convertirse en lobo

El hombre                    trae a casa un oso y un delfín para ver morir la luna

La mujer                      abre la ventana para verlos volar

El hombre                    canta mariposas

La mujer                      se las come hambrienta

El hombre                    llora una lluvia de estrellas sobre el frutero

La mujer                      le da una cerveza por el tallo

El hombre                    cree que es una flor y se marchita

La mujer                      se apresura a componerlo

El hombre                    pone cara de reloj descompuesto

La mujer                      intenta conciliar el sueño

El hombre dice             el tiempo se ha apagado

 

 

 

Botón de lluvia

 

A las niñas de la calle

 

I

 

Los desplazados desfilan

por tu memoria de patria pobre

y despojada

los muertos se levantan

no han sido enterrados

 

 

II

 

Araceli dormirá esta noche

de lluvia en la Alameda

tiene una alcantarilla en la mirada

un vidrio roto en el corazón

sus días son el rocío seco de hojas callejeras

exhalaciones fétidas de la ciudad amortajada

 

Gritos

sangre

lluvia de piedras

el miedo es un dolor agudo

un ansia de quitarse de encima

                                               ,;la persecución

 

Araceli es un botón de lluvia

                        que cae en el baldío

y sobrevive mil noches

de luna en el abismo

 

 

 

Las hijas de la Luna

 

 

Las hijas de la Luna

viajamos de piel en piel

            de pez en pez

de magia

en consumado hechizo

           

En las alcobas de la luna

            sueñan las chavas punks

            duermen las vírgenes

            y navegan las sirenas

            acompañando los navíos naufragantes

                                               de las noches ebrias

 

Desde las azoteas

            las concubinas huelen los versos de sus amantes

            convertidas en musas terrenales durante el ángelus

 

Las hijas de la luna somos mujeres cálidas

terrestres

leopardas

vagando por Wirikuta

 

Luna llena

que bañas de plata a los jaguares

            Ojo de mar   de mar de luna

            de rayos de solsticio y sal

 

¡Celebración de la lengua!

            en la piel del astro

            la fiesta india

            es el papel amate de mi cielo

 

 

 

La caída

 

A mi amigo, Arturo Souza +

 

 

No volveremos nunca

a ver la caída de la estrella en el charco

a caminar los desiertos de luna

con el Sueño que nos enlazó el ombligo

 

No se verán más lágrimas

en el dolor del cementerio

que ve partir a los amigos

 

No más el polvo del eucalipto y el ciprés    

cubriendo el Tercer Mundo

con la estela de hojas

en el camino

en las piedras rodantes

en las canciones de amor

y en los Cien años de Macondo

 

Las tardes tranquilas devoran libros

de la Biblioteca Universal Circulante

e iluminan anárquicas miradas

al amparo del hongo rosa de la fiesta

 

Para extrañarlo todo

la foto de Elisa en el póster de la universidad

los poemas de Wirikuta

las canciones de Paraíso

el manifiesto pacheco

la expedición a Tamazunchale

para buscar al unicornio

y las manos alzadas en los mítines

 

Las pintas en las bardas de la ciudad

los conciertos de rock

las enseñanzas de Burroughs

y las etílicas madrugadas de lucidez

                                                           para el poema

 

El llanto de luciérnagas

el día de tu muerte

la voz de Patti Smith

la inocencia perdida del suicidio

y el paradigma de Jesús

en la cripta 33 del ciprés y el eucalipto

 

No volveremos nunca

a ver la caída de la estrella

en el vaso de cerveza

pues la soga ha quedado vacía

y nuestros cuerpos mueren

en esta tarde ebria

donde la tristura

cobra con creces los cien años de Lolita

quien espera en la llegada de la aurora

la canción más íntima

o los ladridos de los perros

que anuncien la próxima partida

 

No volveremos juntos

a ver la caída de la estrella

                                   en el charco

 

 

 

(C) LETICIA LUNA

 

 

Leticia Luna
 
(México, 1965). Poeta,  ensayista y editora. En 1999 publicó los libros de poesía “Hora lunar” y “Desde el oasis”, y en 2003, la primera edición de “El amante y la espiga”. Ha realizado las antologías “Mujeres poetas en el país de las nubes” (2000) y en coautoría con Maricruz Patiño y Aurora Marya Saavedra (+), la Trilogía poética de las mujeres en Hispanoamérica (pícaras, místicas y rebeldes), publicada en 2004, que reúne poesía femenina de ocho siglos y veinte países del ámbito hispanoamericano.
 

Obras suyas han sido compiladas en las antologías: 76 poetas en Generación (2001), En el rigor del vaso que la aclara, el agua toma forma. Homenaje de poetas jóvenes a Gorostiza (2002), Las flores de la dicha. Antología de la poesía alegre (2003), Eco de voces. Generación poética de los sesenta (2004) y Memoria del x Encuentro de Poesía de Bogotá, Colombia (2004), entre otras. Ha publicado en diarios y revistas de diversos países latinoamericanos. Dirige la editorial La Cuadrilla de la Langosta y pertenece al Consejo de colaboradores de la revista “Alforja” de Poesía.