HOTEL DE LAS NOSTALGIAS
Música de Elvis Presley

 

Nosotros
los adolescentes de los años 50
los del jopo en la frente
y el pucho en la comisura
los bailatines de rock and roll
al compás del reloj
los jóvenes coléricos
maníacos discomaníacos
dónde estamos ahora
que la vida es de minutos nada más
asilados en qué Embajada
en qué país desterrados
enterrados
en qué cementerio clandestino
Porque no somos nada
sino perros sabuesos
Nada
sino perros.

 

( extraído del Blog Cuaderno digital)

 

 

 

Visión de Hiroshima

 
 
Arrojó sobre la triple ciudad un proyectil
único, cargado con la potencia del universo.
Mamsala Purva
(Texto sánscrito milenario)
 

Ojo con el ojo numeroso de la bomba
que se desata bajo el hongo vivo.
Con el fulgor del hombre no vidente, ojo y ojo.
  
Los ancianos huían decapitados por el fuego,
encallaban los ángeles en cuernos sulfúricos
decapitados por el fuego,
se varaban las vírgenes de aureola radioactiva
decapitadas por el fuego.
Todos los niños emigraban decapitados por el cielo.
No el ojo manco, no la piel tullida, no sangre
sobre la calle derretida vimos:
los amantes sorprendidos en la cópula,
petrificados por el magnesium del infierno,
los amantes inmóviles en la vía pública,
y la mujer de Lot
convertida en columna de uranio.
El hospital caliente se va por los desagües,
se va por las letrinas tu corazón helado,
se van a gatas por debajo de las camas,
se van a gatas verdes e incendiadas
que maúllan cenizas.
La vibración de las aguas hace blanquear al cuervo
y ya que no puedes olvidar esa piel adherida a los muros
porque derrumbamiento beberás, leche en escombros.
Vimos cúpulas fosforecer, los ríos
anaranjados pastar, los puentes preñados
parir en medio del silencio.
El color estridente desgarraba
el corazón de sus propios objetos:
el rojo sangre, el rosado leucemia,
el lacre llaga, enloquecidos por la fisión.
El aceite nos arrancaba los dedos de los pies,
las sillas golpeaban las ventanas
flotando en marejadas de ojos,
los edificios licuados se veían chorrear
por troncos de árboles sin cabeza,
y entre las vías lácteas y las cáscaras,
soles o cerdos luminosos
chapotear en las charcas celestes.
  
Por los peldaños radioactivos suben los pasos,
suben los peces quebrados por el aire fúnebre.
¿Y qué haremos con tanta ceniza?


 

 

 

 

 Ciudad en llamas

 

Entrando en la ciudad por alta mar
la grande bestia vi: su rojo ser
Entré por alta luz por alto amor
entréme y encontréme padecer
Un sol al rojo blanco en mi interior
crecía y no crecía sin cesar
yel alma con las hordas del calor
templóse y contemplóse crepitar
Ardiendo el más secreto alrededor
mi cuerpo en llamas vivas vi flotar
y en medio del silencio y del dolor
hundióse y confundióse con la sal:
entrando en la ciudad por alto amor
entrando en la ciudad por alta mar
. 

                                 

 

 

 

 

¿Por qué escribe usted?


 

Porque el fantasma porque ayer porque hoy:
porque mañana porque sí porque no
Porque el principio porque la bestia porque el fin:
porque la bomba porque el medio porque el jardín
Porque góngora porque la tierra porque el sol:
porque san juan porque la luna porque rimbaud
Porque el claro porque la sangre porque el papel:
porque la carne porque la tinta porque la piel
Porque la noche porque me odio porque la luz:
porque el infierno porque el cielo porque tú
Porque casi porque nada porque la sed
porque el amor porque el grito porque no sé
Porque la muerte porque apenas porque más
porque algún día porque todos porque quizás

 

 

 

 

 

Soy una piedra lanzada de canto


 

Muerte escondida en los arrabales del silencio
en los sutiles pliegues de las sombras
¿soy el lanzado como una piedra por la mano de Dios
en el agua de la existencia?
¿soy el que en ondas circulares irá creciendo
hasta desbordarse en el vacío sin fin?
Porque ahora
como una tangente en agonía
toqué el acuoso círculo de las ondas despeñables
y lleno de pavor
como quien ve resucitar a sus muertos olvidados
sentí hambre de espacio y sed de cielo
Se romperá el espejo de mi vigilia
y no reflejará mis carnes en la florida tierra
Pero hay que morirse con las uñas largas
para poder cogerse del recuerdo
 

 

 

Televidente


 

Aquí estoy otra vez de vuelta
en mi cuarto de Iowa City

Tomo a sorbos mi plato de sopa Campbell
frente al televisor apagado

La pantalla refleja la imagen
de la cuchara entrando en mi boca

Y soy el aviso comercial de mi mismo
que anuncia nada a nadie

 

 

 

  Oscar Hahn (Chile, 1938)