Dead Man Walking (tercera cantata electrónica del
aire) a Jemand, in
memorian podés ser brujo y babosa
puro colmillo y otros espantos
nube
guirnalda
así cambiando de roles
entre una reencarnación y la siguiente
y despertar o algo parecido
con ninguna certeza en el blanco del ojo
esquivar el fondant agridulce que transpira la luna
y envenena los malvones
y jugar unos boletos a la buena fortuna de los sonámbulos
llegar hasta el otro lado
como pluma o nadando
incluso caminar sobre las aguas
y las brasas
o la sutil atracción de los árticos
y si te agarran en falta los esbirros del Cielo
podés decir dónde estoy quién soy
cómo llegué hasta aquí
y ver así hasta donde se pueda y el más allá
todo el horizonte como una pintura japonesa
plano contra plano
azul contra azul
todo azul
lo que se pierde se gana
y lo que se encuentra ya estaba allí
desde hace siglos pero se debe
ni modo, manito
en caso de desesperación imprevista
podés encender un fuego en el living
lejos de las ventanas
para no alertar a los vecinos
o también aferrarte a la idea
que sos un beduino y perdiste la caravana
y en el más oprobioso de los desiertos
bajo una noche que nunca llega al fondo
te das el lujo de encender un fuego
y ver lo sagrado que flota en un té sucio
con cara de transeúnte perpetuo
elegante
pase lo que pase
aunque ardan las dudosas mansiones del cerebro
y no haya lugar a donde regresar
u otras imprecisas maneras de morir viajando
en las que algunos hombres no mueren
se dejan de ver nomás
…………………..
De Lima a Chiclayo escribo ahora
a cuenta de lo que ya pedí fiado al cielo
y me cuelgan los harapos de las noticias más horrendas
espasmos de criaturas
acuchilladas en las puertas de las discotecas.
me cubro con esos trapos
lo que vestí una vez al costado de una
espantosa
ruta
panamericana
y viajo en un Datsun
de Lima hasta Chiclayo
con dos sujetos drogados
que podrían apuñalarme
por un mísero cheque de viajero de 20 dólares
mierda de bruma
colgando de las nubes
y los balcones en balanceo eterno
sismo de la desesperación de las avenidas
donde están los hoteles de mala muerte
el karma
el infinito dolor sobrevolando todo
me da igual
no me quejo bajo el cielo
azul fantasmal de borrachera pasando
pensando en Ginsberg intentando dormir
entre las pulgas del Hotel Comercio
Ginsberg frío en la soledad de Lima
y bombillas de luz raquítica
pienso en la Muerte
jugando a que es la última noche que duermo
en una cama decente
Once upon a summertime (Chet Baker vive)
A las cinco de la tarde de una tarde cualquiera Chet Baker todavía vive.
Hay un tumulto de nubes hacia el oeste del cielo, un par de benteveos y el zumbido de las abejas revoloteando sobre el trébol.
A las cinco de la tarde de una tarde cualquiera hay millones de sonidos en millones de lugares, cualquiera sea la hora sobre la tierra.
Están las transmisiones de radio, canciones llenas de cencerros y trompetitas y gentes vociferando barbaridades alrededor del planeta.
Está el ruido de los puertos. Está el ruido de los gallineros, el de la selva, el de los camiones en las rutas.
Supongo que hay ruidos como el de los pintores de autos, o el ruido sigiloso de los bazares, el del papel de envolver, el de los radares, el de las tripas de los elefantes y el de las tripas de los que cazan elefantes.
Pero a las cinco de la tarde de una tarde cualquiera en algún lugar parecido a este, a pesar de la inimaginable cantidad de ruidos, algunos más molestos que otros, hay un tipo escuchando la trompeta de Chet Baker.
17 The cat walk
a Leo Larini
Un gato no es para cualquiera. O sea, no cualquiera se banca un gato. No me banco la gente que no se banca los gatos. La función de un gato es ser un gato. Nada más que un gato. Los que no soportan a los gatos no soportan ser nada más que lo que son. Los que no soportan a los gatos nacieron para que otros no soportaran a otros y así la especie se volvió insoportable. Al lado de un gato un faraón no era más que un faraón. Pruebas al canto: ya no hay más faraones. Al lado de un gato, si un gato nos elige para estar a su lado, somos alguien al lado de un gato, y eso es impardable.
(c)SERGIO RIGAZIO
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Sergio Rigazio (Buenos Aires, 1957) ha publicado
los siguientes libros de poesía: Espejo Retrovisor
(Puebla, México, 1979), Lo que cuelgan los lunáticos
(Cuadernos de Villa Tranquila, Junín, 1986), Mandalas Bebop
(Ediciones de La Pampa Chata, Junín, 1996), The Buick
Project y otras canciones de viaje (Ediciones LLanto de Mudo,
Córdoba, 2006) y las novelas Los Pelados (Beatriz
Viterbo Editora, Rosario, 1999) y Maragám Blues
(Editorial Leviatán, Buenos Aires, 2006)
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