Alejandra
Méndez Bujonok: sus respuestas y poemas
Entrevista
realizada por Rolando Revagliatti
Alejandra Méndez Bujonok nació el 3 de enero
de 1979 en la ciudad de San Cristóbal, provincia de Santa Fe, la
Argentina, y reside en la ciudad de Rosario, en la misma
provincia. Ha sido difundido su quehacer en medios electrónicos
y en soporte papel, en programas radiales y televisivos.
Integra, entre otras, las antologías
“Poesía y narrativa actual” (2005),
“Cuentos de contadores, un viaje al fondo del océano” (2005),
“Fin zona urbana”
(2010), “20 años: XX
Festival Internacional de Poesía de Rosario” (2012),
“Sumergible II”
(2013), “Abat-jour.
Antología poético-nocturna” (2014),
“La juntada” (2015),
“Corte al bies”
(2016), “Treinta y tantos”
(en revista “Luvina” nº 85, Universidad de Guadalajara,
México, 2016), “Antología federal de poesía” (2017), “Francotrinadores santafesinos” (2017).
Poemario publicado:
“Tarde abedul” (1ª edición en 2013 y 2ª edición en 2015).
Alejandra Méndez Bujonok - Foto de
Julieta Eseverri
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Alejandra Méndez Bujonok con Leonardo Martínez y Paulina
Vinderman
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1 — Me informé:
así que nacida en la originariamente (1881) Colonia San
Cristóbal.
AMB
—
Sí, también conocida como
“la puerta del norte santafesino”. Mis abuelos paternos
formaron parte de esa interesante y dura historia de la zona,
porque trabajaron en La Forestal, cuyo casco central se
encontraba en la Estancia San Cristóbal, que luego fue vendida a
don Cristóbal Murrieta. Allí se conocieron y se casaron. Mi
bisabuelo, José Laborde, fue el primer cartero de aquellos
lugares; de hecho, figura su nombre en el único libro que existe
de la historia oficial de San Cristóbal: su autor es Osvaldo
Giussani.
Nací un viernes a la noche. Mis padres, Emilia y Luciano,
nacieron en el campo; él, en Aguará Grande, y ella, en la
Colonia de Santa Elena; mi madre fue maestra, mi padre,
colectivero. Tengo dos hermanos, Roberto, el mayor y Verónica,
la menor.
Mi
madre es una gran lectora y me permitió los primeros
acercamientos a la biblioteca. Casi todos en mi familia se
inclinaban al arte. Recuerdo a un tío abuelo que se llamaba
Bautista tocando el acordeón en las fiestas; o a mi padre
recitando algún verso de Argentino Luna en los fogones que se
armaban: “El Malevo”, por ejemplo, lo sé de memoria, aún lo
escucho en su voz. Y al final de su existencia, mi padre nos
dejó su autobiografía que llamó
“Reflejos de mi vida”
y que tuve el honor de corregir. Ahora entiendo que era natural
la circulación de la palabra artística, que mi relación con la
poesía se dio también así, de manera natural.
Me crié en una ciudad pequeña, donde se podría decir que
nos conocíamos todos o casi todos, con lo bueno y lo malo que
esto tiene. Hay algo de verdad en eso de
“pueblo chico, infierno
grande”, aunque también hay un cielo enorme y mucho verde,
que hace que el espíritu de una niña de pueblo, sea diferente,
sea amplio y simple. Mis amigos de la infancia siguen siendo mis
amigos, aquellos mismos niños con los que enfrentábamos el temor
desde el jardín de infantes hasta la osadía o las locuras de
juventud.
Evoco a las bestias de hierro, durmiendo en las vías,
donde jugábamos en sus lomos, en sus adentros, en las largas
siestas. Siendo el mismo lugar en que luego nos reuníamos para
escuchar bandas de rock. Los trenes: un elemento importante de
mi poesía.
Fui una niña curiosa y mis padres me apoyaban siempre, en
cada desafío que emprendía: bailé folclore, estudié guitarra y
canto. También fui a cerámica y formaba parte del club de niños
pintores. Pero padecí una infancia asmática, de internaciones y
temporadas de encierro por mi enfermedad: eso desarrolló más aún
el interés por las lecturas.
Siempre conservé una inclinación, se podría decir,
melancólica, de una pasividad notoria, quizá por el asma, donde
alimentaba la contemplación; me recuerdo sentada en la vereda,
mirando las estrellas, imaginando seres de otros planetas,
mientras mis amiguitos del barrio jugaban a las escondidas o a
la mancha. A veces pensaba en ellos y sus mundos, trataba de ver
más allá, de comprender sus comportamientos. Sus voces aún me
vienen, como dictándome poemas.
Mis roles en los juegos eran bastantes específicos:
ideaba el escenario para jugar a la casa, o a las maestras,
dirigía los concursos de baile, presentaba a los cantantes,
organizaba la comparsa del barrio y la radio. Hasta habíamos
armado una orquesta desastrosa que impedía la siesta de los
mayores. Coordinaba lo que sucedería, digamos. Les daba a cada
uno su papel, sin ser la líder, era naturalmente lo que me salía
bien. Es evidente que puede ser un precedente a mis trabajos de
gestión, organizadora de eventos y de producción artística.
Los hechos que me marcaron siguen siendo fuente de
inspiración para crear, para sacar de ellos lo que se pueda,
desde las discusiones de mis padres hasta los accidentes que la
vida va poniendo ante los ojos. Un momento doloroso fue uno en
donde a mi hermana casi la mata el perro de un vecino, un dogo.
De ahí surge “Cicatriz” (poema de mi libro publicado).
Sin dudas, los temores tempranos, las muertes tempranas,
calan hondo en cada uno de nosotros. Las muertes de mis abuelas
fueron muy significativas. Cuando murió Teresa, mi abuela
paterna, yo tenía doce años; tuve la necesidad de escribir una
poesía en que la despedía y dejársela
en el ataúd; eso fue muy comentado por familiares y
amigos, tanto en relación a mi actitud como al escrito. Hay en
“Tarde abedul” una
poesía que se llama “Caracola”, que la invoca a ella,
nuevamente.
Cuando murió Rosa, mi abuela materna, yo tenía veintiséis
años; con ese desgarro que trae la pérdida, escribí “Mamoushka”
y tiempo después apareció “Aljibe”, otra poesía que de alguna
forma la recuerda.
También han muerto algunos amigos, muy jóvenes. Entre
lágrimas escribí, a mis dieciocho años, una poesía dedicada a
Sebastián, quien se había suicidado. O el poema en el que
aparece la noche trágica donde muere otro amigo (“patito”, le
decíamos) en un accidente. Y luego, en el 2012, la muerte de mi
padre, a mis treinta y tres años. Recién ahora pude escribirlo,
hay algo del orden de una voz que está apareciendo a modo de
charlas, voces masculinas y cercanas a lo que fue la vida de mi
padre, se me imponen y yo las sigo. Es uno de los poemarios que
sacaré
próximamente: “Charlas con
Cuchúa”. Tengo tres libros inéditos, anteriores a este
trabajo, que ya veremos, están esperando.
Alejandra Méndez Bujonok a los nueve meses de edad
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Alejandra Méndez Bujonok con su padre, Luciano, y con su
hermana, Verónica
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Alejandra Méndez Bujonok con Cecilia Gallino
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2 — ¿Y cómo se fue
constituyendo la Alejandra lectora?
AMB
—
De a poco, casi azarosamente, como suceden las cosas que nos van
formando. Cada libro que terminamos son constelaciones futuras,
puertas de entradas a nuevos mundos. He leído
“La Biblia” ilustrada
para niños, por ejemplo, o la colección de la revista
“Anteojito” de los clásicos de la literatura universal:
“La Ilíada”,
“El Quijote de la Mancha”,
Antonio Machado, José Martí. Aquellos universos a los que volví
una y otra vez con diferentes lecturas. En la adolescencia
circulé por los surrealistas, que me dejaban alucinada:
Guillaume Apollinaire, Paul Eluard, André Breton, Antonin
Artaud, los argentinos Oliverio Girondo, Alejandra Pizarnik,
Enrique Molina. Después por la literatura italiana de posguerra,
como Giuseppe Ungaretti, Salvatore Quasimodo y Eugenio Montale.
O el neorrealismo italiano con Cesare Pavese o Italo Calvino.
También me acerqué al simbolismo con el gran Charles Baudelaire,
o Stéphane Mallarmé, Arthur Rimbaud, Paul Verlaine. Hasta que
llegó el tiempo de la vanguardia latinoamericana con César
Vallejo a la cabeza o Vicente Huidobro, luego. Es como que una o
un poeta va llamando al otro, otra y así. Violeta Parra,
Gabriela Mistral, Alfonsina Storni (me retrotraigo al recreo del
colegio secundario, leyéndolas. La bibliotecaria de la escuela
era la escritora Nilda Moráz; ella notó mi interés, me ayudó en
la búsqueda, me animó. Le estaré eternamente agradecida.) Hasta
que los poetas de nuestro litoral, como Juan L Ortiz, Beatriz
Vallejos, Francisco Madariaga, Estela Figueroa, Aldo Oliva,
terminaron de constituir mi identidad poética.
Creo que además, mi sangre, mezcla de polacos, rusos,
franceses y españoles, me ha permitido una amplitud de registros
de lecturas y de intereses. También me ha instado a estudiar e
intentar traducir a escritores como Joseph Brodsky, Wislawa
Szymborska o Czeslaw Milosz. Como lectores nos vamos
constituyendo permanentemente, siempre hay algo por descubrir,
algo que nos está esperando y que al conocerlo, nos hará
diferentes.
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Alejandra Méndez Bujonok con Camila Sosa Villada y Juana Luján -
Foto de Cecilia Pasquini
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Alejandra Méndez Bujonok con Gabriel Baudo
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Alejandra Méndez Bujonok con Cristian Molina
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3 — Leés de todo.
AMB —
Todo lo que
puedo. Amo la filosofía y la historia. El género epistolar, las
biografías y los diarios íntimos. Las revistas que me interesan,
las colecciono; por ejemplo: “Sudestada”, “La Guacha”, “La
Buhardilla”, “Diario de Poesía”, los suplementos de cultura de
algunos periódicos, en fin, que también los guardo, me sirven
como materiales de estudio para mis talleres literarios.
Me entusiasman los poetas contemporáneos, porque además,
no en todos los casos, pero en su mayoría, hay un plus que es el
de conocerlos, escuchar su voz y si el cosmos acompaña,
conversar, tomar vino con ellos. Eso es lo más cercano al
paraíso para mí (un paraíso borgeano, claro). Desde los más
próximos, con los que comparto más el día a día, como Sonia
Scarabelli, Vicky Lovell, Marta Ortíz o Leandro Llull, hasta
aquellos compañeros estimados pero que viven más lejos, con los
que intercambiamos correo; hoy la tecnología nos da esa
posibilidad. Me estimulan los diálogos literarios con Franco
Rivero, por ejemplo, o los audios de
Whats App
con amigos del exterior: como Gerardo Grande. Se aprende
mucho, el intercambio, sea de la forma que sea, es un gran
maestro. También me gusta hablar por teléfono fijo, con aquellos
más renegados de la tecno y recibir aún por correo postal, los
libros y las cartas de los poetas más románticos. Eso es muy
bello.
Vine a estudiar Psicología a Rosario en 1997 y entendí
que éste sería mi lugar en el mundo, así que me quedé. A causa
de esta carrera, creo que tengo una marcada inclinación de
escucha psicoanalítica, aunque me he dado cuenta que esa agudeza
de oído metafórico, viene de mucho antes, de la infancia. En lo
que contribuyó mi paso por la facultad fue a aumentar la
precisión y, claro, el bagaje de lecturas de cultura general,
que despiertan para siempre, la curiosidad intelectual.
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Alejandra Méndez Bujonok con Miguel Martínez Naón en 2016
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Alejandra Méndez Bujonok con Javier Saleh
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Alejandra Méndez Bujonok con Javier Roldán
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Visitando al
grupo del taller literario de una biblioteca en Mina Clavero,
Córdoba, Argentina, 2016
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4 — Tu lugar en el
mundo: rosarina, entonces, por adopción.
AMB
—
Lo que me hace verla siempre con ojos de viajera, pero no con
los de ciertos turistas, de esos pasatistas, sino de aquellos
viajeros comprometidos y siempre atentos. A veces, necesito
extrañarla un poco, así que me alejo unos días, viajo a otros
destinos, para volver al encuentro cual amante fiel.
Convivo con mi pareja, Gabriel, quien también escribe y
es fotógrafo, y con mis perritos salchichas, Frida y León.
Escribo desde los doce años y desde muy joven empecé a
organizar diferentes encuentros en relación a lo literario en
Rosario, donde encontré los espacios propicios para
desarrollarme. Gracias al poeta Hugo Diz coordiné por primera
vez un ciclo de lecturas: “Poesía en los Bares”, auspiciado por
la Secretaría de Cultura y Educación de la ciudad de Rosario.
Fue la puerta de entrada para seguir gestionando otros. Uno de
ellos, “Poetas del Tercer Mundo”, por donde pasaron las primeras
ediciones de las trasnoches del Festival Internacional de Poesía
de Rosario (2010-2011). Al irme dando a conocer fui invitada a
leer en distintos espacios literarios de esta ciudad y de
localidades de otras provincias del país, así como también en
Uruguay, Chile y Brasil. Y aunque no me fue posible concurrir,
me invitaron a Colombia, Cuba, México y España.
Me he formado con poetas como Concepción Bertone: el
coordinado por ella fue mi primer taller de poesía. Con Sonia
Scarabelli actualmente corrijo mis textos.
Concurrí a clínicas
de poesía presenciales que han dictado Damián Ríos, Diana
Bellessi, Mario Ortiz, Irene Gruss, Osvaldo Bossi y Alicia
Genovese, entre otros. Pero sobre todo me he formado y lo sigo
haciendo, de manera autodidacta, con las lecturas de maestros
que no tendré el gusto de conocer, y otros que tal vez pueda
conocer algún día. Me pasaron cosas mágicas en relación a esto:
te cuento: le acerqué un poema mío a Ernesto Cardenal, él me
miró a los ojos y me tocó las manos mientras me decía:
“Nunca abandones este
oficio”. O cuando tuve la oportunidad de charlar con poetas
como Juan Carlos Bustriazo Ortiz,
Diana Bellessi, Leopoldo “Teuco” Castilla, Circe Maia, Jorge
Leonidas Escudero o Juan Gelman. Para mí eso no tiene precio, es
de un valor incalculable, es ser una afortunada.
El arte me atraviesa, no concibo la vida sin el arte. En
la actualidad me formo en pintura y hago talleres de canto.
Trabajo como directora y guionista de un documental sobre poetas
rosarinos, soy la responsable de las lecturas mensuales en la
Biblioteca Argentina de Rosario, invitando a poetas de todo el
país. Y coordino mis propios talleres literarios. Podría decirte
que soy una persona realizada, que amo hacer lo que hago y que
no podría no hacerlo. A veces postergo mi obra, para darle lugar
a la difusión de la obra de los otros, pero me siento plena en
esa tarea. Me levanto cada día pensando en la creación artística
y me acuesto dispuesta a soñar con ella, en cualquier área y en
cualquier rol.
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Alejandra Méndez Bujonok con Humberto Lobbosco y Gilda Di Crosta
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Alejandra Méndez Bujonok con Jorge Fandermole y Franco Rivero
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Alejandra Méndez Bujonok con Alejandra Correa, Leonardo
Martínez, Patricio Torne, Paulina Vinderman, Marisa Negri y
Roberta Iannamico
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Con Patricio Raffo, Ana Russo,
Jorgelina Paladini, María Paula Alzugaray y Mariana Vacs en 2014
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5 — Psicología,
psicoanálisis, agudeza de oído metafórico, precisión… Y poesía.
AMB — Durante mucho tiempo pensé a estas dos pasiones por
separado. Creía que no tenían relación y me planteaba esos
problemas existenciales, en dónde poner el foco de atención,
digamos. Sin embargo, luego lo entendí; la herramienta
fundamental en ambas, es la palabra, el trabajo con la palabra.
De allí la importancia del oído en el poema y en el diván.
Antonio Machado decía algo muy bello en relación al
silencio: “Para conocer es
muy importante escuchar, y luego, seguir escuchando”. Creo
en esto, que es un más allá de títulos o diplomas. Si se ejerce
o no determinada profesión. Lo sabio es aprender y seguir
aprendiendo, hagas lo que hagas en tu vida siempre hay algo que
te será dado si estás atento y dispuesto.
Además, poseo una paciencia constante, no tengo ningún
apuro para nada (eso es muy exasperante para algunas personas);
pero no me preocupa el paso del tiempo, o las carreras en ese
sentido. Por lo tanto no me preocupa editar desesperadamente; si
en algún momento siento que se tiene que editar, lo hago y es
una fiesta de verdad, no una obligación.
Alejandra Méndez Bujonok con Bruno Di Benedetto, Nara Mansur
Cao, A. Méndez Casariego, N. Toselli, Laura Yasan, G. Sironi,
Paula Jiménez España, Patricio Torne, etc.
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Alejandra Méndez Bujonok con Bruno Di Benedetto, Melisa Mauriño,
Alejandro Crotto, Alejandro Méndez Casariego y Paula Jiménez
España en 2016
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Alejandra Méndez Bujonok con Fernando Marquinez en 2010
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Alejandra Méndez Bujonok con Mariana Vacs, Mercedes Gómez de la
Cruz, Patricio Raffo, etc.
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Alejandra Méndez Bujonok con Ernesto Gallo, Nahuel Militano,
Ignacio Benítez y Germán Mangione
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Alejandra Méndez Bujonok con Nancy Toselli y Cristian De Nápoli
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6 — Nos adelantaste sobre qué
gira uno de tus
próximos poemarios. ¿Y los otros tres?
AMB —
Es
difícil hablar sobre esto, porque los libros de poesía se van
armando de manera misteriosa, de la misma manera que vemos nacer
un poema. No tengo un tema específico a tratar. Son como piezas
de un rompecabezas que van encajando hasta formar la imagen
final, y cuando se logra verlo desde arriba, en su totalidad,
aparece el sentido o el nombre que puede invocar algo del orden
del sentido.
En
“Rapsodia de los
descontentos”, que es el más antiguo cronológicamente, hay
un tono grave, es como una música dolorida, son poemas escritos
en un momento muy duro de mi vida. Tienen así, algunas
referencias a la realidad individual que es al mismo tiempo una
realidad social. Pero manteniendo algo de la voz de
“Tarde abedul”.
Luego vino “Cantos repentinos”, donde pienso y celebro a las mujeres de mi
vida. El tono aquí es más armónico y espontáneo. Hay una alegría
que se adhiere a la reflexión, como cuando se va silbando por
las mañanas.
Y con “El gusano en la tanza y otros desvelos” (título provisorio)
aparecen pensamientos más extendidos, algo así como trazos de
incesantes movimientos en contradicción; es más filosófico, si
se quiere, y hay una búsqueda de expansión de los versos, se
alargan, la respiración es otra. Y de alguna manera, va dando
lugar a la voz que está apareciendo en ese último libro que te
comentaba que estoy terminando.
Alejandra Méndez Bujonok con Ana Tomé en 2017
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Alejandra Méndez Bujonok con Alicia Salinas, Susy Shock y
Pablo Castro Leguizamón en 2011
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Alejandra Méndez Bujonok con Franco Rivero, Alicia
Genovese, Ivonne Coñuecar, Paula Jiménez España y Natalia Romero
en 2017
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Alejandra Méndez Bujonok con Mariano Acosta, Jotaele
Andrade, Gonzalo Hermo, Mario Ortiz, Marisa Negri, Gabriel
Martino, Gerardo Grande y Marcelo Díaz
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Alejandra Méndez Bujonok con Cecilia Ulla, Fernando
Marquinez, Adriana Borga, etc., en 2013
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Con Yandry
García, Patricio Torne, Claudia Giaccone, Santiago Alassia,
Leandro Llull, Patricia Severín, Carlos Battilana, etc.
7 — Guionista y directora de un documental sobre poetas
rosarinos. Así, rosarinos: ¿no, santafesinos?...
AMB —
Sí, rosarinos. En Rosario hay una vastedad de voces y
estéticas que han sido formadores de nuevas voces y estéticas.
Hay tradición, hay escuelas. Además, cuando se piensa en estos
proyectos, se piensa en lo que no hay, en lo que está faltando;
y el registro audiovisual en el momento en que nos surgió la
idea, brillaba por su ausencia.
Sería interesante, por supuesto, extenderse a Santa Fe o
a la región del litoral, pero, en primer lugar, el concepto es
otro, y en segundo lugar, en este tipo de trabajos de producción
independiente, se complica si no hay suficientes recursos. De
hecho, se interrumpió un tiempo, ahora estamos retomando las
actividades fílmicas y de edición, para ir dándole forma
lentamente: en algún momento verán la luz.
Alejandra Méndez Bujonok con Miguel Culaciati, Fernando
Marquinez, Fabricio Simeoni, etc.
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Con Irene
Ocampo, Sonia Scarabelli, Selva Almada, Leandro Llull y Nicolás
González Marzzucco
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Alejandra Méndez Bujonok con Patricio Valverde y Fernando
Marquinez
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Alejandra Méndez Bujonok con Erickia Furrer y Yanina Beltramino
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Alejandra Méndez Bujonok con Marta Ortiz y Adriana Borga
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8 — ¿Leíste públicamente tu poesía en San Cristóbal?
AMB
—
Sí, por primera vez en 2016, en el marco del Ciclo “Historias de
Poetas Santafesinos”, organizado por Yamil Dora. Fue una gran
emoción volver a mi pueblo, a la Biblioteca San Martín. Ver en
el público a mis amigos, a mis familiares y a mis primeras
maestras, a la profe de lengua y literatura del secundario y a
casi todos los poetas de mi pueblo (de quienes aprendí mucho).
Me sentí acompañada, celebrada.
Con Louis Philippe Hébert y Hester
Knibbe en el Festival Internacional de Poesía de Lima, Perú,
2017
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Alejandra Méndez Bujonok durante una actividad en una escuela
primaria de Rosario
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Alejandra Méndez Bujonok con Verónica Yattah, Gabriela De Cicco,
Patricio Foglia y Beatriz Vignoli
9 — ¿Dónde fue tu
encuentro con el pampeano Juan Carlos Bustriazo Ortiz
(1929-2010)?
AMB —
En
Rosario, en el marco del Festival Internacional de Poesía de
Rosario, en 2008. Yo estaba por esos tiempos trabajando en el
stand de la Editorial Ciudad Gótica. Y lo escuchaba por primera
vez. Cuando se acercó a la feria de editoriales, lo saludé, le
expresé mi admiración y mi cariño, le acerqué su
“Herejía bermeja”, lo
firmó y charlamos un rato. Le comenté que también escribía, así
que hablamos de eso, de la pasión en común, y me dijo frases
hermosas que guardé en mi diario.
Alejandra Méndez Bujonok con Yamil Dora, Claudia Giaccone, etc.
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Con Thomas
Boberg en el Festival Internacional de Poesía de Lima, Perú,
2017
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Alejandra Méndez Bujonok con Nadia Prado en 2016
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Alejandra Méndez Bujonok con Diego Colomba y Federico Tinivella
en 2015
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Alejandra Méndez Bujonok con Juan Carlos Maldonado, Marta Ortiz
y Diego Colomba
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10 — José Tcherkaski puntualizó en su libro
“Rebeldes exquisitos”
(Inteatro, editorial del Instituto Nacional del Teatro, Buenos
Aires, 2009), que con Alberto Ure (1940-2017)
“aprendí a entreleer los
textos. A desconfiar de las palabras.” ¿Desconfiás de las
palabras?
AMB —
No, yo no desconfío de las palabras, desconfío del uso de las
palabras, en todo caso. Siempre el texto tiene su intertexto.
Estoy de acuerdo con que hay que aprender a leer en entrelíneas,
de otro modo no sería posible la poesía. Pero ¿desconfiar de las
palabras? No, las palabras son maravillosas, cada una con su
peso, con su textura, con su acento, su ritmo, su historia, sus
contextos, sus destinos, sus bagajes, sus devenires. Eso sí, hay
que adentrarse en ellas, estudiarlas, conocerlas.
Alejandra Méndez Bujonok con Sonia Scarabelli, Diana
Bellessi y Concepción Bertone
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Alejandra Méndez Bujonok con Ivana Mondelo, Lisandro
González, Fabricio Simeoni, Eugenio Peperino, Mariana Vacs,
Patricio Raffo, Bernardo Conde Narváez Elia, etc.
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Alejandra Méndez Bujonok con Luciana Jazmín Coronado en
2016
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Alejandra Méndez Bujonok con Mercedes Gómez de la Cruz,
Alicia Salinas y Marcela Atienza
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Alejandra Méndez Bujonok con Germán Roffler en 2009
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11 — ¿Qué autores del género narrativo te resultan
paradigmáticos, y por qué?
AMB
— Hay muchos. Un paradigma, para mí, es Virginia Woolf, de impresionante
sensibilidad; expone sus ideas de avanzada para su época, con
una fuerza desgarrada y desgarradora.
Otro paradigma indiscutible es James Joyce, por su
revolución absoluta en la lengua. No sólo por sus escenarios o
sus procedimientos, sino también por su mirada singular del ser
humano. Nunca más se puede ser la misma, luego de su lectura.
Doris Lessing, con su gran capacidad de trasmitir de
manera exquisita, y desde la experiencia autobiográfica, sus
pensamientos pacifistas, feministas, comunistas. Volver a su
lectura, resulta necesario siempre.
Y Samuel Beckett. Se puede hablar tanto de este talentoso
de originales formas, donde el mundo es mirado desde un
nihilismo existencialista que me rompió la cabeza.
Alejandra Méndez Bujonok con Tom Maver y Natalia Litvinova en
2015
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Alejandra Méndez Bujonok con Silvio Mattoni, G. Sironi, P.
Torne, P. Jiménez España, A. Méndez Casariego, M. Miranda, L.
Yasan, Alejandro Crotto, Nancy Toselli, etc.
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Alejandra Méndez Bujonok con Franco Rivero
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Con Pablo Castro Leguizamón,
Verónica Laurino, Tomás Boasso, Germán Roffler, etc.
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Alejandra Méndez Bujonok con Liliana Ancalao
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12 — ¿“Consagrar la vida”,
“Embargarse por la
emoción”, “Ser un
predestinado”, “Salvar
el pellejo” o “Poner
el hombro”?
AMB
—
Yo diría más que embargarse, embarcarse en la emoción y en el
intelecto; agregaría, que indefectiblemente es poner el hombro,
a veces más hacia un lado, a veces más hacia el otro, y a veces
se conjugan varias aristas armónicamente.
Nadie se salva el pellejo con nada, y creer en lo predestinado
es un pensamiento mágico que no compro.
Alejandra Méndez Bujonok con Astor (en brazos) y Gabriela
Larralde
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Alejandra Méndez Bujonok con Germán Roffler
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Alejandra Méndez Bujonok con Carlos Battilana, Silvia
Castro y Patricio Torne
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Alejandra Méndez Bujonok con Fabricio Simeoni
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Alejandra Méndez Bujonok con Marta Cwielong en 2009
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13 — ¿Te “pesan”, te “han pesado” tus referentes poéticos
en la concepción de tu obra?
AMB
—
No, al contrario, eran, son y serán el alimento del que me
nutro. Claro que los excesos son delicados y constantemente hay
que trabajar en ello. Los maestros son muchos y siempre se puede
aprender de los compañeros.
Con Sonia
Scarabelli, Patricio Torne, María Julia Magistratti y Alejandra
Correa
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Alejandra Méndez Bujonok con Cecilia Ulla, Javier
Magistris, Concepción Bertone, Leopoldo Castilla, María
Casiraghi y Claudio LoMenzo
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Alejandra Méndez Bujonok con Álvaro Mata Guillé en 2009
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Alejandra Méndez Bujonok con Gioconda Belli
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Con Patricio
Foglia, Ramiro Michetti, Malén Denis, Silvia Castro, María
Teresa Andruetto y Osvaldo Bossi
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Con otras
poetas, en mesa de lectura del Festival Internacional de Poesía
de Lima, Perú, 2017
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Alejandra Méndez Bujonok con Franco Rivero y Federico Tinivella
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14 — Transcribo una frase de la editorial del nº 8, 2005,
de la Revista de Poesía “La Guillotina”, de Buenos Aires:
“Trabajar por la poesía es
una ardua y no pocas veces ingrata tarea: que lo digan si no los
coordinadores de cafés literarios.” ¿Con cuáles aspectos
ingratos te fuiste topando?
AMB —
Ardua, sí, ingrata no, al menos para mí; de haber resultado una
ingrata tarea, hubiera preferido no hacerla, ya que nadie me
obligó. Los aspectos más ingratos con los que una puede toparse
son aquellos con los que podés chocarte haciendo lo que hagas en
la vida. En la organización de eventos literarios: lidiar con
los egos, las personalidades, los problemas de cartel (como las
vedettes), ciertos conflictos humanos, nada de otro mundo.
Después, tenemos las cuestiones económicas, políticas e
institucionales: depende de dónde se realicen las actividades.
Siempre se está negociando, pidiendo, esperando
cosas para mejorar los espacios en la cultura y tal vez nunca
llegan: eso sí es ingrato. Con el tiempo se empieza a entender
el juego y vas surfeando un poco mejor esas olas.
Alejandra Méndez Bujonok con Victoria Lovell
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Alejandra Méndez Bujonok en Uruguay, 2013
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Alejandra Méndez Bujonok con Diego Colomba en 2015
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Alejandra Méndez Bujonok con Paula Fierro e Ignacio Benítez
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15 — ¿Tendrás algún episodio desopilante o desconcertante
del que hayas sido más o menos protagonista y que nos quieras
contar?
AMB
—
Sí, puedo tener unos cuantos episodios, y de todo tipo, de los
que he sido protagonista o testigo. Pero, justamente, una de las
cualidades que debe tener una gestora cultural, es el cuidado a
sus invitados. Trato de ser lo más discreta posible, por lo
tanto, no los contaré. En cuanto a la producción cultural, por
ejemplo, algo feo que me pasó y que a varios compañeros míos les
ha pasado, es que te roban los proyectos: vos vas con tu
carpetita, haciendo todo lo que se debe hacer, y pensando que te
van a dar una mano, que les interesa sumar, y en realidad lo
cajonean y después un día, si están faltos de ideas:voilà! Lo hacen suyo y le ponen el sellito.
Alejandra Méndez Bujonok con Ana María Intili en 2017
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Con Omar
Aguiar, Pilar Almagro Paz, Fabricio Simeoni, Matías Camargo,
etc., en 2013
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Alejandra Méndez Bujonok con Gabriela De Cicco y Cristian
Molina
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Alejandra Méndez Bujonok con Gabo Ferro
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16 — ¿Implementás un determinado método de corrección de
tus textos o han ido variando?
AMB
—
Los métodos van cambiando, así como nosotros, como nuestras
poesías. Acepto las críticas, escucho sugerencias y después tomo
decisiones. Podo bastante los textos, pero igual, aquellos a los
que no les encuentro la vuelta, que no me convencen, los dejo
reposar, el tiempo que necesiten, tal vez meses o años, no los
apuro ni los fuerzo.
Alejandra Méndez Bujonok en mesa de lectura y en un
colegio, en el marco del Festival Internacional de Poesía de
Mendoza, Argentina, en 2016
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Alejandra Méndez Bujonok con Felo Ferreyra y Solange
Delannoy en 2016
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Con Germán
Roffler, Federico Tinivella, Alicia Salinas y Mercedes Gómez de
la Cruz
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Alejandra Méndez Bujonok con Marcela Atienza y Jorge
Boccanera
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Alejandra Méndez Bujonok con Gabriel Martino, Marisa Negri
y Ana C. Adjiman Gache
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Alejandra Méndez Bujonok con Roberto Lobos y Fernando
Marquinez en 2017
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17 — “Los cuatro fantásticos” es el título de una
película estadounidense dirigida por Josh Trank. ¿A qué cuatro
personalidades revolucionarias en algún sentido les cabría
semejante calificación, y porqué?...
AMB —
Qué difícil,
porque respeto mucho a la revolución; para mí, revolucionarios
son Juana Azurduy, el Subcomandante Marcos, Camilo Cienfuegos,
Rosa Luxemburgo, José Martí, Adelita
[Adela Velarde Pérez, 1900-1971], el Che Guevara, Emma Goldman.
También desde otra connotación de la palabra, puedo ubicar ahí a
Mijaíl Bakunin, Sigmund Freud, Karl Marx, Pablo Picasso, en fin,
personalidades que rompieron con lo establecido, que se animaron
a decir y hacer otra cosa. Si tengo que pensar en los que
revolucionaron en la poesía y en mí, desde la poesía, me vienen
a la cabeza: Vicente Huidobro, Delmira Agustini, César Vallejo y
Alfonsina Storni. Todos de sentir en alto vuelo, todos
latinoamericanos, todos idealistas.
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Alejandra Méndez Bujonok - Autorretrato
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Alejandra Méndez Bujonok con Felo
Ferreyra
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18 — De las siguientes citas, Alejandra, ¿con cual o
cuales (más) te quedás?:
Roberto Juarroz
(1925-1995): “La poesía es
el último recurso contra la incomunicación, pero también frente
a los excesos y las deformaciones de la comunicación.” María
Zambrano (1904-1991): “...he tenido el proyecto de buscar los lugares decisivos del
pensamiento filosófico, encontrando que la mayor parte de ellos
eran revelaciones poéticas. Y al encontrar y consumirme en los
lugares decisivos de la poesía me encontraba con la filosofía.”
Gaston Bachelard (1884-1962):
“La imagen, en su simplicidad, no necesita un saber. Es
propiedad de una conciencia ingenua. La imagen es antes
que el pensamiento. En los
poemas se manifiestan fuerzas que no pasan por los circuitos de
un saber. En poesía, el no-saber es una condición primera.”
AMB
— Elijo la de María Zambrano. Sintetiza, de algún modo, a las
otras dos citas. Ella, en
“Filosofía y poesía”, cuando se pregunta por el nacer del
pensamiento y habla de la admiración, y de ahí llega a la
multiplicidad del desprendimiento de las maravillas que se
generan en torno a la existencia, dice que al igual que la vida,
esa admiración es infinita, insaciable. Así entendemos cómo el
“Mito de la caverna” origina tanto a la filosofía como a la
poesía, por un elemento central: La revelación.
Y le da una vuelta más en torno a la poesía; afirma que
en ese primer momento de asombro (del pensamiento), no hay dudas
de que en el poeta se prolonga, pero no es que no pueda salir de
ahí: “La
poesía tiene también su vuelo; tiene también su unidad, su
trasmundo. De no tener vuelo el poeta, no habría poesía, no
habría palabra. Toda palabra requiere un alejamiento de la
realidad a la que se refiere; toda palabra es también, una
liberación de quien la dice.”
Alejandra Méndez Bujonok con Guillermo Coda, Gustavo Tisocco,
Sonia Scarabelli, Leandro Llull, Diana Bellessi, Ángel Oliva y
Yamil Dora
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*
Alejandra Méndez Bujonok selecciona poemas de su autoría para acompañar esta
entrevista:
Caracola
Tenían quietudes azules/ sus ojos
Cantábrica profundidad/ marítima su alma Inaccesa/ toda alma
todo cielo toda vida/ Caracola en movimiento. Tenían la
ductilidad de los vientos/ sus vientos. Me miraba su historia
– abuela – como queriendo Salirse de usted. De niña
entendí/ solo viéndola mirar/ que todo Es un acantilado
lejano.
(de su “Tarde abedul”)
*
Hoy la sombra
se desliza con la fresca,
es mediodía y
un círculo imperfecto
brota ante mí
sobre la mesa
a través de
las ramas del naranjo
y rezo desde
el silencio:
luz del día,
oye a tu hijo
que escapa
del descontento.
Ella viene
con su ramito de tomillo
mezclando los
aires al pasar
los olores
que respiro,
su ser en
forma,
viene y me
toca su perfume
en breve
instante el alma.
Me dejo
dormir en el lomo del árbol conocido.
Hay una
confianza desigual en la siesta,
todo parece
entrar en este tiempo sin tiempo,
en esta
especie de agujero sin fondo.
El que estuvo
preso sabe que la cárcel
existe
primero en nosotros.
Las paredes
pueden ser fronteras
o mares o costas.
(de su poemario inédito “Charlas con Cuchúa”)
*
Te pregunto por la memoria,
¡qué extraño gato
zigzagueante!
Decime cómo veías vos
nuestras cosas,
pequeñas o grandes
cosas, eso depende.
¿Recordás la tarde
que matamos al bayo
por pura picardía
nomás? Me persigue todavía.
Pienso al trote en su
caída, su pelaje, su temple,
el porte, el pecho de
ancho río.
Ahí su centro, su
gravedad, su brillo extremo.
Yo amaba acariciarle
el anca.
Dicen que para
cinchar un ancla del Titanic
llevaron 20 shire.
¡Qué animalidad,
esa fuerza delantera
y esa cosa sobre el mar!
(de
su poemario inédito “Charlas con Cuchúa”)
*
Parecía de otro mundo el recuerdo.
Nos vestíamos y
andábamos por la quinta,
por la escuela,
rodeados de más niños de ese otro mundo,
de sus campos o sus
caballos crecientes de luna llena.
El bayo cayó al pozo
como si fuera un rollo de seda.
Él murió con el sabio
don del país que entiende su devenir.
Sus ojos nos miraban
ya desde otro lugar
consolándonos.
(de
su poemario inédito “Charlas con Cuchúa”
*
Profecía
Del día en que caía
el globo del espacio,
del silencio hecho muerte
impenetrable. Era:
un hueco vacío, como el ombligo de dios.
Jirones de rayos luminosos
descendían cuando el cielo
velaba la costa del río
escamada y dolorida.
En la luna se observaban
extranjeros movimientos,
del sonido hecho carne
impenetrable. Era:
un gran incendio, como todo buen poema.
(de su poemario inédito
“Rapsodia de los descontentos”)
*
El
reloj de esta mujer
El
reloj de esta mujer
anda
como un galgo con rabia,
a veces
me quedo mirándola
y me
recuerda a su madre,
a mi
abuela lejana
como el
acantilado. No es
de
ahora que está enferma
su
soledad viene
de
siglos pasados.
A veces
me quedo mirándola
y me
recuerda a ese verso
de
Katherine donde ruega
a dios
para que sea él
quien
endurezca su corazón.
(de su poemario inédito
“Cantos repentinos”)
*
Alejandra Méndez Bujonok en 1988
y en 1990
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Alejandra Méndez Bujonok y compañeros, probablemente en
1990
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Alejandra Méndez Bujonok a los doce años, con su hermana
Verónica y sus mascotas Jem y Cone
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Alejandra Méndez Bujonok con su padre, Luciano
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Alejandra Méndez Bujonok en 2016
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Alejandra Méndez Bujonok en 1989
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Entrevista realizada a través del correo electrónico: en las ciudades de
Rosario y Buenos Aires, distantes entre sí unos 300 kilómetros,
Alejandra Méndez Bujonok y Rolando Revagliatti, mayo 2018.
www.revagliatti.com
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