Carlos Juárez Aldazábal: sus respuestas y poemas
Entrevista realizada por Rolando Revagliatti
Carlos Juárez Aldazábal
nació el 4 de junio de 1974 en Formosa, capital de la provincia
homónima, República Argentina, donde permaneció apenas durante
siete días; se crió en Salta, capital, a su vez, de la provincia
homónima, y reside en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Es
Doctor en Ciencias Sociales, Magister en Comunicación y Cultura,
Licenciado en Ciencias de la Comunicación, por la Universidad de
Buenos Aires, donde es docente del Seminario de Cultura Popular
y Masiva y del Taller de Expresión I, cátedra Klein (carrera de
Ciencias de la Comunicación, Facultad de Ciencias Sociales). En
el género ensayo es co-autor, junto a Julieta Mira, del volumen
“Reconstruir el tejido
social: La trama de Palermo Viejo” (Editorial Corregidor,
2003); en 2009, a través de Ediciones del Centro Cultural de la
Cooperación Floreal Gorini, aparece
“El aire estaba quieto.
Cultura popular y música folclórica” (Primer Premio de
Ensayo del Fondo Nacional de las Artes). Ya el Fondo, en 2002,
le había otorgado la Beca Nacional de Investigación Literaria
con el tema “Literatura y Deporte.
‘Penúltimo poema del
futbol’ de Bernardo Canal Feijóo”. Y en 2016, la misma
institución le otorgó una Beca a la Creación para escribir un
poemario, aún inédito. Por su poética obtuvo, entre otros, el
Premio Alhambra de Poesía Americana (Granada, España), el Primer
Premio Regional de Poesía (NOA) de la Secretaría de Cultura de
la Argentina, el Primer Premio del II Concurso “Identidad, de
las huellas a la palabra”, organizado por Abuelas de Plaza de
Mayo. Además de participar como expositor en Jornadas y
Congresos, ejerce el periodismo cultural y coordina el Espacio
Literario Juan L. Ortiz en el Centro Cultural de la Cooperación
Floreal Gorini. Fue incluido, por ejemplo, en las antologías
“Los poetas interiores
(una muestra de la nueva poesía argentina)”, compilación a
cargo de Rodrigo Galarza (Amargor Ediciones, Madrid, España,
2006); “Poesía joven del
noroeste argentino”, compilación a cargo de Santiago
Sylvester (Fondo Nacional de las Artes, 2008);
“Poéticas al encuentro.
Poesía argentina y libanesa contemporánea”, compilación a
cargo de Edgardo Zuain y Sabah Zouein (Editorial Tantalia,
2008). Publicó los poemarios
“La soberbia del monje”
(1996), “Por qué queremos
ser Quevedo” (1999),
“Nadie enduela su voz como plegaria” (1ª Ed.: 2003; 2ª Ed.:
2017), “Heredarás la
tierra” (2007), “El
caserío” (2007), “El
banco está cerrado” (2010),
“Hain. El mundo selk’nam
en poesía e historieta” (2012),
“Piedra al pecho”(1ª
Ed.: Valparaíso Ediciones, Granada, España, 2013; 2ª Ed.: Grupo
Editorial Kipus, Cochabamba, Bolivia, 2014),
“Las visitas de siempre”
(2014) y “Camerata
carioca” (2017).
Carlos Juárez Aldazábal en 2017
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Carlos Juárez Aldazábal en 2010
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Carlos Juárez Aldazábal con Jorge Galán, Roxana Méndez,
Daniel Rodríguez Moya, Federico Díaz-Granados, Fernando
Valverde, Raquel Lanseros, Alí Calderón, etc.
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Carlos Juárez Aldazábal con otros participantes en un encuentro
sobre poesía y fútbol
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Carlos Juárez Aldazábal con Mario Montalbetti, etc.
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1 — Por un poema, en 2006 obtuviste la Corona de Plata
del Poeta en el Festival Literario Musical “El Eisteddfod del
Chubut”, en la Patagonia.
CJA
— Sí, tuve la sorpresa de ganarlo. La
ceremonia, de origen galés, tiene la particularidad de convocar
a poetas de todas partes del mundo que escriban en español y en
galés (son dos categorías distintas). Muchos poetas que viven en
la Patagonia, como Graciela Cros y Ariel
Williams, lo
ganaron antes que yo. Y en la última edición, Carolina
Zamudio, poeta argentina que vive en el extranjero, fue la
elegida. Me enteré de casualidad, estaba pasando las fiestas en
Trelew (hace varios años que mi madre y una hermana viven ahí),
y con un poeta amigo pensamos en participar. Tuve suerte y mi
poema fue elegido. Nunca supe quién fue el jurado, y esa es una
de las peculiaridades del Eisteddfod. Al ganador se lo anuncia
durante la ceremonia y el premio implícito es el viaje (yo pude
volver a visitar a mi familia), además de una bandeja de plata y
una corona, que en mi caso terminaron siendo juguetes de mis
sobrinos. En contra de lo que se pueda suponer con esto de la
corona, es una tradición democrática, que habla del modo de
comprensión de la poesía de un pueblo que llegó a la Argentina
con la esperanza de un nuevo comienzo, sin abandonar sus raíces.
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Carlos Juárez Aldazábal en 2016
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2 — Y si más al Sur nos vamos, daremos con un singular
mundo del que te has ocupado. Cuenta con ilustraciones de
Eleonora Kortsarz el poemario de 2012. Y nosotros contamos con
nuestro interés por saber cómo lo fuiste gestando, desde el
embrión hasta la consumación gráfica.
CJA
— Se publicó originalmente en 2003, y en 2017 se volvió a
publicar en Colombia con el título
“Nadie enduela su voz como plegaria”. Se trata de un
poemario que responde a lo que yo llamo “poesía antropológica”,
y que tiene que ver con utilizar técnicas propias de la
antropología para acercarse a un universo cultural distinto del
propio, y desde allí escribir los poemas. En 1997 conocí a Anne
Chapman, la antropóloga que interactuó con algunos de los
últimos hablantes del pueblo selknam (ona). Fuimos con un amigo
antropólogo a tomar el té a su casa, y quedé muy conmovido con
la historia de ese pueblo y de ese genocidio, del que yo, siendo
de Salta, no conocía nada.
Me acuerdo de
que esa tarde empecé a escribir algunos poemas. Después
apareció la posibilidad de una Beca a la Creación que por ese
entonces otorgaba la Secretaría de Cultura de la Nación. Armé el
proyecto, y salió elegido, y debido a esa beca pude viajar a
Tierra del Fuego y efectuar una suerte de trabajo de campo, que
fue redondeando el libro. De aquella versión a la del 2001,
cuando el libro obtuvo un importante premio que organizó Abuelas
de Plaza de Mayo, los poemas se fueron asentando, hasta que
finalmente el libro se publicó y se
presentó en el 2003, con la presencia del querido Osvaldo
Bayer. Eso fue en el marco de la Biblioteca Nacional. En 2012,
Mario José Grabivker,
director de la colección Desde la Gente, del Instituto
Movilizador de Fondos Cooperativos, me propuso hacer una edición
para ese
sello, y a mí se me ocurrió agregarle lo de la historieta. Creo
que el resultado fue muy bueno, gracias al talento de
Eleonora Kortsarz, dibujante salteña a la que ya conocía por
haber ilustrado otros libros. Por sugerencia de
Grabivker
se le puso un título más “vendible”, y quedó
“Hain, el mundo selk’nam
en poesía e historieta”. Esa edición me trajo la alegría de
poder volver a la Isla [provincia de Tierra del Fuego] para
presentar el libro, y eso, además, tuvo el interés de que
aconteciera en el día del indígena fueguino, en la sede de la
Comunidad Rafaela Ishton de Río Grande, lo que habla del
resurgimiento de la identidad selknam en el contexto de la Isla.
Carlos Juárez Aldazábal en 2012
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Carlos Juárez Aldazábal con Alí Calderón y Víctor Rodríguez
Nunez en 2015
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Carlos Juárez Aldazábal con Eduardo Robino y Eduardo Atilio
Romano en 2016
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Carlos Juárez Aldazábal con Telésforo Pedraza y Mario
Montalbetti
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Con Roberto D. Malatesta, Estefanía Ceballos, Laura Yasan,
Ornella Barraza, etc., en 2016
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Carlos Juárez Aldazábal con Xavier Oquendo Troncoso, etc., en
2016
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3 — Prosigamos con
“Poesía ante la incertidumbre. Antología de nuevos poetas en
español”, primero publicada en España, y luego, por lo menos
en otros diez países.
CJA
— Fue una antología que el sello Visor editó en España y que se
replicó en distintos países a través de otras editoriales. En la
edición original, la de 2011, la única argentina que figura es
Ana Wajszuk. Yo me sumé a las de 2012 que salieron en México,
Colombia, Chile y Argentina. Y en otras se fueron sumando más
poetas, por ejemplo, de Ecuador o de Bolivia.
Ya la edición de 2011 tenía un prólogo (texto que se
mantuvo en todas las ediciones a modo de manifiesto) que en su
momento fue polémico, porque muchos críticos tomaron
literalmente la discusión entre una poesía críptica y otra
comunicativa (discusión que para nosotros, en Argentina, hace
mucho que ha perdido interés, al menos en esos términos),
ignorando otros momentos del prólogo donde, en mi opinión, se
enunciaba lo central: cómo se para la poesía, cómo se para el
arte frente a las crisis cíclicas del capitalismo (que en el
prólogo se enuncia como “incertidumbre”). En 2011 España vivía
los coletazos de la crisis del 2008, y en algunos países de
América Latina parecíamos a salvo de esa “incertidumbre”, que
ahora, con los nuevos gobiernos neoliberales que mandan en la
región, nos vuelve a interpelar, a desacomodar la vida y la
sensibilidad.
Para mí la antología significó conocer a muchos
estupendos poetas hispanoamericanos a los que quiero y admiro, y
con los que comparto una búsqueda y una mirada común sobre la
poesía y la existencia.
Carlos Juárez Aldazábal con Soledad Castresana, Diana Bellessi y
Rosario Andrada en Ecuador, 2015
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Carlos Juárez Aldazábal con Laura Yasan, etc., en 2016
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Carlos Juárez Aldazábal con Sujata Bhatt, Méraly Reytov, Sarah
Holland-Batt, Rubén Márquez Máximo, Seeräuber Jenny, Michael
Augustin, etc., en 2014
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Carlos Juárez Aldazábal con Sara Mamani, Adolfo M. Ponti y
Teresa Parodi en 2017
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Carlos Juárez Aldazábal con Laura Yasan y Roberto D. Malatesta
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4 — Estuve releyendo el volumen
“La nueva poesía de
Salta” (1990), cuyo compilador fue el poeta Horacio Armani.
En su prólogo destaca
“Panorama poético salteño” (1963), de Raúl Aráoz Anzoátegui,
“Poesía de Salta.
Generación del ‘60” (1979), de Hugo Roberto Ovalle y
“Cuatro siglos de
literatura salteña” (1981), de Walter Adet. Si te
encomendaran la compilación de una antología de poetas de tu
provincia, ¿cómo la encararías? Y, por extensión, Carlos, en la
hipótesis de que te encargaran una federal, cómo la encararías,
en qué andurriales procurarías no caer, cómo harías para
eludirlos y aumentar tus chances de no ser (severamente)
objetado.
CJA
— Por suerte esa antología ya la hizo, en tono
regional,
Santiago Sylvester. Fueron dos tomos editados por el
Fondo Nacional de las Artes en 2003 (“Poesía
del noroeste argentino. Siglo XX”) y en 2008 (“Poesía
joven del noroeste argentino”). Ahí están casi todos los
poetas de Salta, sino todos, que figuran en las antologías
citadas por Armani. De esas, recuerdo la de Adet, porque, de
algún modo seguía circulando y se conseguía en librerías cuando
yo era chico.
En principio, dudo de que me encarguen semejante trabajo,
justamente porque ya lo hizo Sylvester, y a eso habría que
agregarle lo que elaboró Samuel Bossini para el Consejo Federal
de Inversiones (CFI), una antología del país, por regiones,
bastante inclusiva, al menos en lo que hace al Noroeste, y
específicamente a Salta.
Supongo que lo que me entusiasmaría, si no tuviera más
remedio, sería hacer algo parecido a lo de Adet, un panorama de
la poesía de la provincia con los autores por venir. Pero sería
algo muy complicado, con el problema, presente en toda
antología, de la arbitrariedad y la consecuente enemistad
gratuita que acarrea.
El asunto se dificulta aún más si hablamos de antologías
de la poesía argentina. En 2012 fui el responsable de una
muestra de poesía argentina para una revista digital. Y no quise
utilizar la palabra “antología”, preferí “muestra”, porque esos
veintiún poetas no eran una totalidad, eran apenas una parte de
un todo más extenso. Hace poco, por ejemplo, salió una antología
temática, que como idea está muy bien. Pero que los autores
elegidos para esos temas sean esos y no otros habla más del
conocimiento (o desconocimiento) y de las afinidades de los
autores de la antología antes que de la inevitabilidad de esos
nombres para esos temas. Por ejemplo, hablan de Juan L. Ortiz
como un representante de la poesía del paisaje, pero ignoran por
completo a Manuel J. Castilla, que para otro compilador sería
indispensable.
En nuestro presente, quizá la función de las antologías
del pasado haya sido reemplazada por la circulación en las redes
sociales. Como sea, hoy por hoy, ninguna muestra, antología o
como queramos llamarla, termina de funcionar como marca de
canon, lo que me parece muy bueno. En nuestro presente, la
complejidad, riqueza y diversidad de la poesía argentina
contemporánea hace que cualquier muestra de poetas sea
incompleta e injusta. Y al mismo tiempo, esa injusticia o
incompletud terminan no significando nada.
Carlos Juárez Aldazábal con Eduardo Espina y Emilio Coco en 2014
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Carlos Juárez Aldazábal en México, 2015
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Carlos Juárez Aldazábal con Florencia Lobo, Miguel Martínez
Naón, Julio José Leite, Jorge Spíndola, Eduardo Robino y Daniel
Quintero en 2016
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Carlos Juárez Aldazábal con Santiago Rey, Carolina Biscayart,
Sebastián Ibarra, etc., en 2017
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Carlos Juárez Aldazábal con Luis García Montero
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5 — Hablemos de las revistas literarias que has dirigido.
Supongo que “El Tyrano”, de la década del noventa, fue la
primera.
CJA —
Sí, fue una aventura de amigos que no duró mucho por razones
económicas, apenas un número. Apareció en 1999, si no recuerdo
mal. El nombre provenía de una idea del lenguaje: todo lenguaje
es arbitrario, y por lo tanto se trata de una tiranía que se
ejerce sobre el mundo. Este tirano era el lenguaje, pero
queríamos referirnos a un tipo de lenguaje en particular, el
lenguaje poético. En ese número entrevistamos a Beatriz Sarlo. A
esa conversación la titulamos “La sombra del malentendido” y,
entre otras cosas, abordábamos la cuestión de la traducción, no
solamente en términos poéticos, sino también en términos
culturales.
La segunda revista que dirigí fue “La Costurerita”, una
publicación vinculada al proyecto de El Suri Porfiado. El primer
número se publicó en 2009. Dependía de unos subsidios que daba
el Centro Cultural de España en Buenos Aires, pero la crisis
económica impidió que nos lo siguieran otorgando. De ese primer
número recuerdo una conversación con Lucrecia Martel, donde
hablábamos de la percepción en el arte, y de la
desnaturalización de esa percepción como una poética necesaria y
saludable para el cine, y podríamos decir que también para la
literatura y especialmente para la poesía. En el segundo número,
que salió en 2010, difundimos la entrevista a Josefina Ludmer,
donde ella adelantaba su hipótesis de la postautonomía
literaria, el estado actual, en mi opinión, de la circulación y
la consagración en literatura, incluida la poesía como género,
donde el valor literario en sí desaparece contaminado por
variables culturales que poco tienen que ver con los criterios
canónicos, y que ponen en crisis las “autoridades” que, hasta
fines del siglo XX, inclusive, definían quién era escritor y
quién no. Y esto se vincula fuertemente con lo que conversábamos
sobre las antologías: que alguien haga una nueva antología de
poesía argentina (reitero: arbitraria e injusta como la mayoría
de las antologías) no significa que pueda imponer ese criterio
de selección como el único válido, cosa que hasta fines del
siglo XX aún era posible. Es interesante ver cómo ciertos
críticos, que alguna vez tuvieron ese poder de validación, ahora
se la pasan dando manotazos de ahogados, expresando sus
opiniones con la esperanza de volver a achicar el campo, con la
esperanza de que sus caprichos pasen por verdades indiscutibles.
Pero por suerte, para bien o para mal, ese poder no les
funciona, y pueden excluir, incluir, adular o difamar sin que
sus opiniones tengan la más mínima importancia. Y esto tiene que
ver con ese concepto de postautonomía del que hablaba Ludmer.
Actualmente estoy dirigiendo una revista electrónica de
literatura. Es institucional, porque es la revista del Espacio
Literario Juan L. Ortiz del Centro Cultural de la Cooperación,
que coordino desde hace un tiempo. Se llama “Excéntrica”, y el
nombre, que se debe a Juano Villafañe, juega con la palabra
“Centro” y sus matices. Formalmente funciona desde el 2017.
Espero que encuentre sus lectores.
Carlos Juárez Aldazábal con Juan Gelman, etc., en 2009 - Foto de
Javier González Toledo
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Carlos Juárez Aldazábal con Eduardo Atilio Romano, Carlos
Alfredo Müller y Fabiola Rinaudo
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Carlos Juárez Aldazábal con Damsi Figueroa y Raquel
Lanseros
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Carlos Juárez Aldazábal con José Cantillo y Carlos Eduardo
Gutiérrez
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6 — Me pregunto si no serás, acaso, quien más ha
divulgado en Congresos y otros espacios sus investigaciones
sobre el destacado
“Dúo Salteño”.
CJA —
No lo sé, pero puede que sea así. Lo que pasa es que el Dúo fue
el objeto de investigación en mis tesis de Maestría y de
Doctorado. Y gracias al Dúo gané el Primer Premio de Ensayo del
Fondo Nacional de las Artes en 2009, con un libro que retomaba y
reelaboraba el trabajo académico.
La elección no fue arbitraria: mi primer recuerdo del Dúo
me retrotrae a la infancia, transcurrida en dictadura y que, a
los diez años, en 1984, se encontró con esas voces interpretando
canciones que tanto testimonian de la identidad de Salta, pero
también de identidades políticas de izquierda y de modos de
conocimiento propios de las culturas populares del Noroeste
Argentino. Hablamos de los voceros de la obra musical del Cuchi
Leguizamón, y de la extraordinaria poesía de Manuel J. Castilla,
sin dejar de reconocer el talento propio de Chacho Echenique,
primera voz y además excepcional compositor, y de Patricio
Jiménez, excepcional cantante, y compositor a su vez.
Carlos Juárez Aldazábal en 2014
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Carlos Juárez Aldazábal con Leopoldo Castilla, Vicente Muleiro y
José María Pallaoro
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Carlos Juárez Aldazábal con Juano Villafañe, Juan Carlos Junio,
etc., en el Festival Latinoamericano de Poesía en el Centro en
2015
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Carlos Juárez Aldazábal con Marco Antonio Campos en Ecuador,
2015
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Carlos Juárez Aldazábal con Marisa Martínez Pérsico
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7 —
¿Y otros recuerdos de tu infancia?
CJA —
Algunos están en mi segundo libro de poemas,
“Por qué queremos ser
Quevedo” (1998), donde me propuse hacer una arqueología de
la infancia, lugar donde, en mi opinión, nace la poesía, sea
como expresión de aquello a lo que Walter Benjamin llamaba
“aurático”, momentos que uno quisiera habitar para siempre, o
sea como escape a esos momentos dolorosos, momentos
“traumáticos” a los que exorcizamos gracias a la poesía. Por
ejemplo, hay un poema que se llama “La higuera”, y que evoca ese
ámbito maravilloso de la imaginación y los juegos, como puede
ser un árbol, y el terrible dolor de su pérdida, de su muerte,
mirada desde los ojos de un niño.
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Carlos Juárez Aldazábal con Máximo Simpson, probablemente
en 1995
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Carlos Juárez Aldazábal con Eduardo Robino en 2016
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Carlos Juárez Aldazábal con Guillermo Saavedra
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Carlos Juárez Aldazábal con Juano Villafañe e Ingrid
Pellicori
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8 — ¿“Darse de
narices”, “Darse un
gustito”, “Darse otra
oportunidad”, “Darse
la gran vida” o
“Darse contra la realidad”?
CJA —
La suma de esas posibilidades es lo que se llama “realidad” que
tiene un poco de todo eso. Podría ordenarse, quizá, de este
modo: darse otra oportunidad para darse un gustito o darse la
gran vida para no darse de narices ni contra la realidad.
Carlos Juárez Aldazábal en 2012
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Carlos Juárez Aldazábal con José Ramón Ripoll, Loretto
Rafanelli, Santiago Espinosa, Hugo Mujica, Luis García Montero y
Luis E. Yaulema Orna en 2015
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Carlos Juárez Aldazábal con Laura Yasan en 2016
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Carlos Juárez Aldazábal con Sebastián Ibarra en 2017
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9 — ¿A partir de qué experiencias dirías que “no volviste
a ser el mismo”?
CJA —
A nivel personal, a partir de la muerte de seres queridos. Por
ejemplo, en 1993, cuando me vine a estudiar a Buenos Aires, a mi
padre se le ocurrió morir el día de mi cumpleaños. Cada vez que
cumplo años me acuerdo de él o de la posibilidad de él como
padre (hablamos de un padre abandónico, no por voluntad propia
sino por debilidad de carácter). Pero más allá de estas
situaciones límites, uno tampoco vuelve a ser el mismo luego de
leer “Pedro Páramo”,
“Poeta en Nueva York”
o “Trilce”. Y menos
que menos luego de leer a Federico Nietzsche o a Carlos Marx.
Aquí estoy refiriéndome a experiencias de lectura. Y, pensando
en voz alta, no existe la literatura, menos aún la poesía, sin
ese cruce de experiencias de distinto tipo.
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Carlos Juárez Aldazábal con Mijail Lamas en 2015
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Carlos Juárez Aldazábal con Raquel Lanseros, Fernando Valverde,
etc., en 2015
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Carlos Juárez Aldazábal con Bárbara Paramio
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Carlos Juárez Aldazábal con Santiago Sylvester
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10 — ¿Coincidirías con Marguerite Duras cuando sostiene
que existen características precisas que distinguen la escritura
femenina de la escritura masculina?
CJA —
Coincido más con Virginia Woolf, quien reflexionaba sobre la
posibilidad de una escritura “bisexual”, donde se borra la marca
de género, una suerte de “Madame Bovary soy yo”, en términos de
Gustave Flaubert. No sé, además, si es posible hacer una
distinción “precisa” entre qué sería lo masculino y lo femenino
en la escritura.
Carlos Juárez Aldazábal en 2017
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Carlos Juárez Aldazábal con Ming Di y Zoë Skoulding en 2017
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Carlos Juárez Aldazábal con Gregorio Velázquez y Eulogia Tapia
en 2016
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Carlos Juárez Aldazábal con Alberto Tasso
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11 — ¿Incursionaste en la narrativa? ¿Te interesás por
sus técnicas? ¿Cuáles serían los mejores cuentos y relatos que
leíste en tu vida?
CJA —
Tengo alguna novela de poeta dando vueltas por ahí. Yo soy
docente de una materia en Ciencias de la Comunicación donde
enseñamos algunas de esas técnicas, así que sí, me interesan.
Pero siempre me atrae más la narración que tiene o que es poesía
en sí misma. Los mejores cuentos y relatos que leí en mi vida
son de autores a los que no les era ajena la poesía en su prosa:
Juan Rulfo, Woolf, Jorge Luis Borges, Marguerite Yourcenar,
Franz Kafka, Duras, Julio Cortázar, Silvina Ocampo, William
Faulkner, Sara Gallardo…
Carlos Juárez Aldazábal con Catalina Boccardo, Santiago Bao,
etc., en 2010
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Carlos Juárez Aldazábal con Catalina Boccardo, Santiago Bao,
etc., en 2010
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Carlos Juárez Aldazábal con Catalina Boccardo, Ignacio Osorio,
etc., en 2010
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Carlos Juárez Aldazábal leyendo poemas en
la University of North Georgia, Estados Unidos, en 2015
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Carlos Juárez Aldazábal con Catalina Boccardo
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Carlos Juárez Aldazábal con Yana Luci Lema Otavalo en 2017
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Carlos Juárez Aldazábal con Yirama Castaño Güiza en 2017
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12 — ¿Cuánto hay de tu ciudad y tu provincia en tu
poética?
CJA —
Yo provengo de un lugar donde la gente canta. Esa musicalidad
está muy presente en lo que escribo, es fundamental y fundante
en mi escritura. Dicho esto, no me gustan los regionalismos
explícitos, la región vuelta lugar común. Creo que la palabra
“Salta” aparece solo en un par de poemas de mi primer libro.
Tenía necesidad de escribirla. Pero después esa ciudad y ese
paisaje se convirtieron en respiración, en gramática. Están de
un modo inconsciente, en ciertas profundidades de mi imaginario.
Por ejemplo, en “Camerata
carioca” (2017), mi último libro, que transcurre en su
totalidad en Río de Janeiro, en el último poema hago alusión al
diablito del cabildo de Salta, una veleta conocida por todos los
que viven en la ciudad, y que en ese poema, que se llama “El
ansia de volver”, se alude bajo la forma de un verso:
“Diablitos de veleta.
Rosas del viento”. El lector no tiene por qué saber que ese
fragmento habla de algo concreto que existe en un lugar que se
llama Salta, y, sin embargo, es posible que alguien que conozca
esa veleta la identifique en esa imagen.
Carlos Juárez Aldazábal con Sergio De Matteo y Tomás Watkins
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Carlos Juárez Aldazábal en 2014
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Carlos Juárez Aldazábal con Carlos Hugo Aparicio y Raúl Aráoz
Anzoátegui
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Carlos Juárez Aldazábal con Silvia Castro y Oscar Steimberg
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Carlos Juárez Aldazábal con Álvaro Urrutia en 2014
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13 — De refilón mencionaste al “proyecto de El Suri
Porfiado”.
CJA
— Se trata de un proyecto federal de poesía, con proyección
hispanoamericana, que en 2017 cumplió diez años, con más de cien
títulos publicados. Ha sido mucho trabajo y esfuerzo por
difundir la diversidad de la poesía del país y de las distintas
tradiciones hispanoamericanas. El año pasado inauguramos una
página, a través de la cual también se pueden conseguir los
libros. Ahí está toda la información y todo el catálogo. La
página es
www.elsuriporfiado.com.ar.
Los invito cordialmente a visitarla.
Carlos Juárez Aldazábal con Ademir Demarchi en 2016
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Carlos Juárez Aldazábal con Carlos Aprea
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Con Frank Báez, Luis García Montero, Hugo Mujica, Rafael
Courtoisie, Diana Bellessi, etc., en 2016
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Carlos Juárez Aldazábal con Alí Calderón en 2014
14 — Has
investigado y producido sobre literatura y deporte. Acá, para
nosotros, y ya después de tres lustros de aquella beca que te
fuera otorgada a propósito de ese libro de Bernardo Canal
Feijóo, “Penúltimo poema
del fútbol”, ¿qué nos quisieras trasmitir?... Además, ¿sos
de ir a ver partidos de fútbol?
CJA —
Bueno, el valor de ese libro pionero es haber sido el primero
que tematizó el fútbol en la poesía argentina. Se publicó en
1924, en Santiago del Estero. Canal Feijóo, que se había formado
en Buenos Aires, tenía una amistad con el poeta peruano Juan
Parra del Riego, precursor de la poesía del fútbol en
la región. Cuando regresó a su provincia publicó ese
extraño libro, tres años antes de que Santiago del Estero se
consagrara campeón nacional. A mí me dio curiosidad el poema
cuando vi un fragmento en la antología de Roberto Santoro,
“Literatura de la pelota”.
Al libro de Canal lo reeditamos en el 2007 en El Suri Porfiado,
a más de ochenta años de su edición original. Aún se puede
conseguir. Actualmente no soy de ir a la cancha (soy hincha de
River Plate), pero alguna vez tuve que cubrir el fútbol del
ascenso para un diario, a través de una pasantía de la facultad.
Fue una experiencia enriquecedora.
Carlos Juárez Aldazábal con Zoë Skoulding, Ming Di y Daniel
Calabrese en 2017
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Con Gustavo Romero Borri, Fernando G. Toledo, Susana
Cabuchi y Eduardo Robino en 2016
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Carlos Juárez Aldazábal con Cecilia Sorrentino, Alina
Dummerfeldt y José Rodríguez Palomo
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Carlos Juárez Aldazábal con Leopoldo
Castilla, Vicente Muleiro y José María Pallaoro
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15 — Que te hayas ocupado de Canal Feijóo (1897-1982), me
estimula para instarte a que te refieras a lo que escribiera
otro escritor argentino igualmente destacado y tan del siglo XX:
Cayetano Córdoba Iturburu (1899-1977):
“La
literatura es un arte exacto, un arte de precisión. Pero la
poesía es un arte de exactitud y de milagro. Hay movimientos
imprecisos del espíritu, sugestiones de la sensibilidad y el
pensamiento poéticos cuya expresión llega por caminos
inesperados y sorprendentes que la inteligencia puede no
entender y el análisis, muchas veces, rechaza. Un hallazgo
desconcertante, el acento, el clima, la agrupación de las
palabras, cierta fonética, determinado ritmo, constituyen su
idioma. Un idioma cuyo léxico escapa a menudo a la deliberación
y cuyas palabras no figuran en otro diccionario que el del
misterio poético. Esa parte de misterio, de milagro y de magia
en que la poesía se acerca a su difusa vaguedad de la música es,
tal vez, lo mejor de la poesía si no es la poesía misma.”
CJA
—
Acuerdo plenamente. La poesía siempre tiene algo de magia. A
veces, incluso, se acerca a la profecía. Y en su musicalidad
también aparece el misterio. Para mí la musicalidad, que no es
exactamente lo mismo que la rima, es una parte fundamental de la
poesía que me interesa.
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Carlos Juárez Aldazábal con Alí Calderón y otros escritores, en
2014
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Carlos Juárez Aldazábal con Eduardo Atilio Romano, Marina Kohon,
Rodrigo Galarza y Francisco Avendaño
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Carlos Juárez Aldazábal frente al público en 2015 - Foto de
Isidoro Zang
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16 — Supongamos
que yo califico como “extraordinarias” (extra-ordinarias, fuera
de lo ordinario, no imprescindiblemente de un orden meritorio)
la novela “Ulises” de
James Joyce, la trayectoria fílmica de Jean-Luc Godard, el
legado pictórico de Vincent Van Gogh. Vos, ¿qué calificarías de
ese modo?...
CJA —
Esas tres producciones que acabás de nombrar sin duda que son
extraordinarias. En la poesía hispanoamericana pienso que las
obras de Vallejo y de Lorca revisten el mismo carácter. En cine
podría sumar lo que viene haciendo Lucrecia Martel. Y si pienso
en un artista plástico argentino, me viene a la cabeza Antonio
Berni.
Carlos Juárez Aldazábal con Graciela Zanini, Carlos Jesús Maita,
Leonardo Martínez, Horacio Salas, Liliana Díaz Mindurry, etc.,
en 2012
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Carlos Juárez Aldazábal con Guillermo Saavedra, Eduardo
Espósito, Romina G. Dziovenas, Ana María Stamponi, Marina
Cavalletti, Julieta Desmarás, etc.
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Carlos Juárez Aldazábal con Danilo Incerti, Cristian Aliaga,
Juan Carlos Bustriazo Ortiz, Sergio De Matteo, etc., en La
Pampa, Argentina, 2009
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Carlos Juárez Aldazábal con Alejo González Prandi, Virginia
Janza y Carolina Lesta en 2015
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17 — ¿Cómo te definirías? Si hoy, a los cuarenta y pico
de años, hicieras el balance de tu vida…
CJA —
Supongo que me definiría como alguien que intenta ser coherente
con una suerte de llamado o de destino al que podríamos
denominar “poesía”.
Carlos Juárez Aldazábal con Jorge Boccanera en 2016
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Carlos Juárez Aldazábal con Héctor Acebo en 2014
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Carlos Juárez Aldazábal con Humberto José Avilés Bermúdez en
2016
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Carlos Juárez Aldazábal con Juan Gelman
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Carlos Juárez Aldazábal con Sergio Raimondi, Sebastián Realini,
Ernesto Cardenal, etc., en 2016
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Carlos Juárez Aldazábal con Chacho Echenique
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18 — Además de Fernando Pessoa, otros escritores han
concebido textos situándose, y así revelándose, a través de
heterónimos: por ejemplo, los españoles Antonio Machado y Félix
Grande o el venezolano Eugenio Montejo (1938-2008). ¿Has
intentado proceder (o fantasear) como ellos?
CJA —
No al modo de Pessoa. Pero sí he intentado salir de mí y tomar
la voz de otros. Es un poco la idea de la poesía antropológica
de la que hablamos antes, donde también hay una máscara que
oculta o disimula lo autobiográfico, como en el juego de los
heterónimos.
Carlos Juárez Aldazábal con Teresa Leonardi Herrán y Mariana
Carrizo
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Carlos Juárez Aldazábal con Xavier Oquendo Troncoso en 2014
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Carlos Juárez Aldazábal con Waldo Leyva
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Carlos Juárez Aldazábal con otros poetas en el Festival
Internacional de Poesía de Granada, Nicaragua
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Carlos Juárez Aldazábal con Mario Bojórquez y Alí Calderón en
2015
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Carlos Juárez Aldazábal con Maximiliano Crespi, Oscar Steimberg
y Rodolfo Edwards
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19 — ¿Por dónde te está buscando la poesía?
CJA —
Por el asombro, por
la inocencia. Por sus múltiples caminos y por la realidad, a la
que a veces cuestiona para proponer alternativas, para
desdomesticarla.
Carlos Juárez Aldazábal con Liliana Ancalao en 2015
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Carlos Juárez Aldazábal con Ezequiel Parodi y Sara Mamani
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Carlos Juárez Aldazábal con Sandra Santos en 2016
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Carlos Juárez Aldazábal con otros panelistas en un encuentro
sobre poesía y fútbol
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Carlos Juárez Aldazábal selecciona poemas de su “Piedra al
pecho” para acompañar esta entrevista:
Hamaca
Es que el misterio
empieza con una sacudida,
un shock de sombra que
estremece la escandalosa iluminación de la escena.
Otra probabilidad es que
se sostenga en un zarpazo,
pero para eso el animal
interior no debe estar amaestrado.
Al menos, algo de rugido
debe conservar,
algo de toro enfurecido
por la sangre.
Cuando digo “misterio”
no me refiero solamente a tus ojos
o a la obvia pregunta
sobre lo invisible,
salvo que lo invisible
sea yo para tus ojos,
y ahí no hablamos de
misterio, sino de olvido.
No: por misterio me
refiero al estremecimiento, al vaivén,
eso que puede ser vals,
aunque no solamente,
eso que puede ser sueño
para despertar abrupto,
despertar de sirena, por
ejemplo,
pero más de Odiseo que
de ambulancia,
aunque para Ulises
también hubieran sido misteriosos
esos colores rápidos,
desatados al vaivén de la marcha,
al ulular de la luz
contra la sombra, de la sombra contra la luz
y viceversa.
¿Y si el misterio no
empieza?
Eso es lo inexplicable.
Ni sombra, ni luz, ni
animal interior, ni esperanza, ni sangre.
Sólo una calma chicha,
sobradamente conocida por otros navegantes,
los que anhelaron el
misterio antes que el olvido,
pero recibieron el olvido,
los que esperaron la
gotita de sombra en la luz centelleante,
pero fueron encandilados por el sol:
atados a su mástil,
aguardando sus sirenas sin la suerte del griego,
mientras el mar los
ahogaba, sin hamacarlos nunca.
*
Guacamayo
Tu máscara está pintada
como un guacamayo:
eso te hace hablar más
de la cuenta, y ese murmullo,
atrapado en la máscara,
suele ser encantador.
A veces tu máscara
alucina en la noche
como una balada
irresistible entonada por hadas.
Otras veces, la presión
del rojo la lleva a irradiar
un aire de vergüenza: es
cuando yo acepto taparme la cara
con una bolsita de
cartón, de ojos pintados y boca sonriente,
ideal para andar por una
avenida transitada
sin ser percibido.
Sé que querés, pero yo
no me atrevo a prestarte un espejo.
La ilusión es tan buena
que aterra lo real,
como bien lo señala el
verde de tu máscara.
Lo único que podría
alterar tu escondite
es que tu máscara deje
de ser máscara
para ser guacamayo. Y
ahí te quiero ver:
vos sin máscara con una
bolsita de cartón tapándote la cara,
paseando por la avenida
con un guacamayo al hombro:
un aterrador efecto de
realidad.
Pero por ahora tu
guacamayo sigue siendo máscara
y te protege, incluso
cuando caminás con ojos enamorados
y todas las bolsitas de
cartón de la avenida
se dan vuelta para señalarte.
Esto es cosa sabida:
no basta un arco iris
para tapar las nubes
ni una bolsita de cartón
para morir
con la sonrisa en la boca.
Por ahora tu guacamayo
es tu máscara,
y basta esa certeza.
*
Eso que fuimos, que
seremos
Empiezo por los
ravioles:
entonces se hacían los
pactos de familia,
los acertijos de mortero
que luego sazonarían las
salsas.
La pimienta significaba
un estornudo,
y estornudar una
plataforma de lanzamiento.
Pero no hace falta
llegar a la estratósfera
para saber cuándo
empieza otra esperanza,
parecida al ayer pero en
futuro.
Es que evoco de nuevo
esa molienda,
aquel acto de fe, aquel
almuerzo,
cuando los pactos
cruzaban Orinocos
ríos de salsa.
Pronto volverás, abuela,
a preparar los ravioles,
moliendo el mismo trigo
en el mortero.
Ahí estaré, carne de tus
huesos,
cayendo en tobogán al
precipicio
donde estarán tus manos
para arroparme:
harina entre tus dedos,
satisfecho y feliz de
ser servido
en la mesa final donde
todo es memoria.
*
Kandinsky
La cuestión aquí es la
despedida:
un pañuelito que se
agita despacio
y una acequia por las
mejillas.
Toda despedida es un
pequeño luto,
como el negro de tu
falda
o aquella tarde de
domingo a la luz de la lluvia.
Algo de nostalgia
también hay:
no por el pasado, sino
por el futuro,
camino perdido entre
malezas,
profecía que nunca ha de
cumplirse.
Luego está la canción,
sea grillo, vals o
chacarera,
candombe, acordeón o
pajarito:
ruido impertinente que
suena en el cerebro
sin que nadie lo llame,
justo cuando el pañuelo
se agita
y las acequias desbordan
la lluvia, tu falda y el
domingo.
La canción:
línea de fuga a lo
Kandinsky
que pretende elaborar
sus teorías
trazando una espiral:
punto en expansión por
donde escapa el tiempo.
*
Pasaporte
No sería
esta carta el único motivo:
los
coleópteros vuelan hasta donde pueden
y si la
noche cae en emboscada
no es
indignidad entregarse en sus brazos.
Hablo de
una carta como excusa,
lo que
justifica el sello del fracaso,
una
pregunta por la irrealidad de las fronteras.
Hoy que
las cartas sólo son pasaportes
rememoro
el momento de la firma,
cuando
alguien creía en las pisadas,
en los
tramos difíciles convertidos en polvo.
Y el
polvo era de arena movediza
y las
pisadas débiles gateos
y la
firma un arrebato de temblor.
En el
zaguán que adorna la frontera
hay plomo
que mira desde los uniformes,
para que
acepte la suerte que me toca.
Y esta
carta que tengo no me sirve:
hace
mucho que porta mi cadáver,
coleóptero pueril que se ha perdido
sin
llegar a su flor, a su alimento
*
Tigre
Felino
sí.
Probablemente puma o simple gato:
la madera
tallada no transmite verdades
y a un
tigre de madera no se le ven dibujos.
Faltaría
un pintor, alguien que con minucia
le decore
el hocico, las patas, los costados,
para que
la madera forme al tigre,
espejismo
de rayas, pura voluntad de artesanía.
Luego sí,
vendrá algún domador hecho de plomo:
acercará
la silla, y al oído del tigre
escupirá
verdades hasta formar la jaula.
Con un
poco de alambre cubierto de algodones
construirá un gran aro para que el tigre salte
y el
fuego lo consuma, como consume el fuego la madera.
¿Y si el
tigre le ruge? ¿y si el tigre no salta?
¿si la
silla se rompe y el domador tropieza?
¿y si el
fuego perdona los colores del tigre
y se
encarga del plomo y lo convierte en río,
y el
tigre va y se baña, como hacen los tigres
que no
son de madera, y se queda sin jaula?
¿Entonces
se sabrán los dibujos del tigre?
¿O será
por el agua, su devenir, sus ríos,
que Heráclito hablará de
las certezas?
*
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Carlos Juárez Aldazábal, hace años, con amigos y en la
Patagonia
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Carlos Juárez Aldazábal en Bolivia, 2009
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Carlos Juárez Aldazábal en 2017
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Carlos Juárez Aldazábal en 2013
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Carlos Juárez Aldazábal con Adrián Liendro
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Carlos Juárez Aldazábal con Frank Báez en 2015
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Carlos Juárez Aldazábal con Sujata Bhatt en 2014
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Carlos Juárez Aldazábal en 2016
Entrevista
realizada a través del correo electrónico: en la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires, Carlos Juárez Aldazábal y Rolando Revagliatti,
julio 2018.
http://www.revagliatti.com/olivari.html
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