David Birenbaum: sus respuestas y poemas
Entrevista realizada por Rolando
Revagliatti
David Birenbaum nació
el 3 de agosto de 1964 en Montevideo, capital de la República
Oriental del Uruguay, y reside en la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, la Argentina. Fue incluido en la antología
“Animales distintos. Muestra de poetas argentinos, españoles y mexicanos
nacidos en los sesentas” (México, 2008), publicó las plaquetas “Freudiana y otros poemas” (1993),
“Zavaleta el del eclipse” (1994), “Puré de séclipe y teyoca”
(1995), “Ladrón” (2008) y los poemarios
“Clase turista”
(1997), “Mate pastor”
(2003) y “No se necesitan
poetas” (2013), los tres a través de Ediciones La Carta de
Oliver. En 2015 fue incorporado, en formato CD, en la
“Antología de poesía de La
Matanza” (con selección de Eduardo Dalter y María Luz
Fernández). Su poesía ha sido difundida en medios electrónicos
así como en publicaciones periódicas en soporte papel:
“Barataria”, “Omero”, “Alguien Llama” (de Villa María, provincia
de Córdoba), “Poesía en Marcha” (de Rosario, provincia de Santa
Fe), pliego “Huasi”, “Círculo Mitre” (de Azul, provincia de
Buenos Aires), “La Carta de Oliver”, suplemento literario “Yo
Río” del diario “El Argentino” (de Gualeguaychú, provincia de
Entre Ríos), “Frankbaires”, etc.
David Birenbaum junto al Río Uruguay en 2009
1 — ¿Así que nacido en Montevideo?
DB —
Aunque volví
muchísimas veces a esa ciudad, nunca viví allí. Mi infancia y
adolescencia transcurrieron en la capital de la provincia de
Corrientes. Y desde entonces tengo un especial interés por todo
lo europeo: Historia y Geografía en particular. Quizá esto se
deba a mis orígenes familiares. Si le agregamos que mi padre
(polaco) era judío y mi madre (uruguaya) no, ya aparece un
elemento de conflicto: las mezclas, las dudas. Tengo un hermano,
médico. En 1985 abandoné la casa familiar y los estudios
universitarios (ingeniería agronómica) en la mitad de la
carrera, para abocarme a trabajar y estudiar teatro. Al año
siguiente vine solo a la Capital Federal y logré ingresar a la
Escuela Municipal de Arte Dramático, donde concluí la carrera de
Formación del Actor, tres años después, y volví a Corrientes.
Ahí estuve durante 1989 ejerciendo como maestro de teatro para
todos los grupos de una escuela primaria de gestión privada.
Regresé a Buenos Aires con la idea de emigrar a Israel debido a
mi precaria situación económica. Nunca sucedió. Retomé los
estudios en el Instituto Vocacional de Arte durante dos años y
en 1991 finalicé la especialización en Educación por el Arte.
Uno de los talleres era el literario. Ahí empieza en serio la
escritura de poesía. Durante 1993 hice taller con Santiago
Espel, quien luego fue el editor de mis tres libros.
David Birenbaum con S. Espel, H. Preler, E. Frangipani, C.
Cantoni, F. Kofman, E. Sureda
2 — Cuando estabas alistándote para convertirte en un
treintañero.
DB —
Que es cuando
conocí a mi mujer, Roxana, con quien inicié la convivencia y
luego la crianza de nuestros dos hijos, Joaquín (1995) y Azul
(1998). Compramos con un crédito un departamento en Villa
Celina, partido de La Matanza, donde residimos hasta 2010; y
entonces nos mudamos a la ciudad de Buenos Aires. Mi período
matancero incluye el reinicio de mi actividad docente: hace dos
décadas que me desempeño como profesor en escuelas públicas de
La Matanza. En el medio cursé el profesorado en Castellano,
Literatura y Latín en la Escuela Normal Superior “Mariano
Acosta”, de la que egresé en 2001. Como verás, anduve casi
siempre metido en instituciones educativas, como estudiante y
como docente. Casi, pero no siempre: durante mis primeros diez
años en Buenos Aires trabajé en oficios diversos: titiritero en
una obra teatral en el Teatro Nacional General San Martín,
promotor y luego vendedor de libros para una editorial, etc.
David Birenbaum en El Chaltén - Santa Cruz
3 — Basculando.
DB —
Entre dos pies:
Cuerpo y Lenguaje. Por un lado, practiqué muchos deportes
durante la infancia y la adolescencia, más tarde mis incursiones
en el teatro. Por otro, la literatura, y el psicoanálisis como
paciente. Llego a mis cincuenta y un años y miro los poemas
escritos y advierto cómo todas esas actividades me han ido
cambiando. Es gracias a los amigos que fueron difundiéndose en
diarios y revistas algunos poemas míos. Y en la antología en
formato CD, la que se presentó en el Sindicato Unificado de
Trabajadores de la Educación de Buenos Aires, en La Matanza, y
arranca con textos de Pedro B. Palacios (Almafuerte), Elías
Cárpena y Martiniano Leguizamón. Luego aparecemos una quincena
de poetas de los años ’70 hasta la actualidad (Lucina Álvarez
—docente desaparecida—, Omar Cao, Ricardo Rubio, Patricia Verón,
Luis Tedesco, Lía Miersch, Daniel Battilana, Elizabeth Molver,
Carlos Carbone, Norberto Corti…). Así que aunque montevideano,
soy correntino de base, porteño por adopción, y por qué no, un
poco matancero. Ya que te nombré a SUTEBA, permitime aclarar
cierto aspecto de mi vida que no mencioné: la actividad sindical
y política. Fui delegado de escuela por el SUTEBA durante
algunos años. Esto empezó mucho antes, cuando residía en
Corrientes, en la universidad. Me vinculé allí con un grupo de
estudiantes y trabajadores de un partido muy chiquito, el MAS
(Movimiento al Socialismo). Fueron compañeros y compañeras muy
solidarios conmigo en esa etapa de largarme a trabajar y vivir
solo. Cuando empecé a tener un laburo estable en escuelas, allá
por el ’97, me conecté con maestras y profesores que estaban en
el SUTEBA — La Matanza. Una época brava. Recién en 2003, 2004,
las cosas se fueron calmando un poco. Ahora, no sé…, una gran
incógnita, lo que se viene. Me parece que va a ser con los
dientes apretados. Pero dejé la actividad política-sindical hace
siete u ocho años.
4 — Tendrás algún poemario inédito.
DB —
Con poemas de los
dos últimos años. Son doce, sin título todavía. Escribo poco,
tiro y tiro al cesto de papeles. Trabajo mucho con los
lenguajes. Estudié inglés desde chico y gracias a las canciones,
siempre me acompañó. En el profesorado tuve que estudiar algo de
griego y un poco más de latín. Ahora estoy estudiando euskera en
un centro de estudios vascos y por internet. Aprendiz de todo,
maestro en nada. A esta altura de mi vida me impongo muy pocas
obligaciones. Ya no tengo en mente ninguna carrera. No hay
metas, sólo obstáculos, leí por ahí.
David Birenbaum con poetas E. Frangipani, F. Kofman, S.
Espel
5 — ¿Tus influencias literarias?...
DB —
Concernientes con
lo que iba viviendo y sintiendo. Buscaba respuestas a lo que me
pasaba en la lectura de la vida de los otros: novelas,
reportajes. La poesía social siempre me atrajo: Bertolt Brecht,
Nazim Hikmet, Pablo Neruda, Mario Benedetti, Evgeni Evtushenko.
La poesía norteamericana e inglesa del siglo pasado, también.
Quizá porque están en el centro del capitalismo y le conocen
todas las miserias en los pliegues más íntimos. Raymond Carver
fue quien más me conmocionó. Tanto sus cuentos como sus poemas.
Uno de los poemas más recientes que escribí se titula “A la
manera del viejo Raymond”. Ojo, he leído a Alejandra Pizarnik,
revistas de poesía surrealista, autores rusos que el stalinismo
deploró por “pequeñoburgueses y contrarrevolucionarios”, etc…,
digo, la sensibilidad enfocada en otros aspectos de lo humano
que no son la relaciones de opresión o la Historia. Muchos
buenas poemas de poetas que no van a pasar a la
Historia de la Poesía.
Creo que gracias a la alfabetización masiva que se produjo
durante el siglo veinte, hubo tantos buenos poetas (y los hay)
que no caben en una lista. El tiempo, ese gran juez, dirá.
David Birenbaum en el Foro Romano en 2016
6 — Sólo nos vimos en cafés literarios.
DB —
Son importantes.
Tanto cuando asisto como oyente o cuando me invitan a leer.
Percibo que hay una pila dentro de mí que estaba olvidada y
descargada y que se vuelve a cargar en el espacio de lecturas.
Valoro el esfuerzo de los organizadores y el de los
concurrentes, que suelen ser pocos. A mí me permitieron conocer
gente, disfrutar de la poesía oída con otros. Todos sabemos que
no es lo mismo que leerla solo y en silencio.
7 — Regresemos: ¿cómo ha sido, lustro tras lustro,
aquella ciudad de Corrientes y tu cotidianeidad?
DB —Llegué
a la ciudad en 1967. Tenía casi tres años. Venía de Porto Alegre
(Brasil) donde había nacido mi hermano. Corrientes era un pueblo
grande con dos edificios de siete pisos: el de la Lotería
Correntina y unos departamentos en la peatonal Junín, donde
vivía un primito de mi edad que solo hablaba hebreo. Mi mamá me
contaba que a pesar de mi portuñol y su hebreo, jugábamos
juntos.
Mi viejo había puesto un comercio con la ayuda de mis
tíos y nos iba bien. Yo concurría a la escuela pública en el
turno tarde. Había compañeritos pobres y criaditos. La clase
media iba al turno mañana, pero a mí no me gustaba madrugar. Eso
me permitió conocer distintas realidades. Tenía compañeritos con
diez hermanos o más. Algunos vivían con familias más pudientes
que los “adoptaban” o criaban a cambio de algunos servicios
domésticos, hacer los mandados, ir al almacén. Disponían de poco
tiempo para estudiar. Cuando podía les daba una mano; venían a
casa a estudiar Geografía, Matemática.
Corrientes tenía un club de básquetbol cada cinco
cuadras. Había campeonatos de todas las categorías. Hoy están
San Martín y Regatas en la Liga Nacional. Yo jugaba en
Pingüinos. Pero el crack era mi hermano. Jugó en la selección
correntina, en categoría cadetes y juveniles en torneos
nacionales, en las ciudades de Trelew y Catamarca, a mediados de
los ochenta.
El río Paraná era una presencia fundamental en el
paisaje. Yo nadaba solamente en pileta. En el verano se ahogaban
muchos pibes en el río. Recién en los 90 la municipalidad
organizó guardavidas con botes y cuerdas para delimitar las
zonas de baño. Lo mismo pasaba con las bicicletas. Todo el mundo
andaba en bici, pero yo aprendí recién a los dieciocho, cuando
tuve mi primer trabajo (que hacía en bicicleta). Mi mamá estaba
aterrorizada por la cantidad de ciclistas, niños y adultos,
muertos en accidentes de tránsito. A pesar de esto que te
cuento, tuve una infancia muy feliz, en familia, con perros y
gatos.
En el Secundario, en un colegio nacional, no la pasé muy
bien. Fue entre 1977 y 1981: plena dictadura. La Gendarmería
solía visitarnos y una vez llamaron a mi casa exigiendo mi
presencia con un familiar adulto en las oficinas del comandante.
Yo pensé que era una broma de un amigo, pero no. Por suerte no
pasó a mayores. La relación con los compañeros y compañeras en
la escuela era dificultosa para mí. Por ejemplo, las chicas
hacían de la virginidad, un valor. Creo que en esto tenía que
ver la enorme influencia de la Iglesia en la sociedad
correntina. El despertar al sexo y al amor no era fácil en una
sociedad con valores tan retrógrados. Cuando estaba terminando
el secundario, conocí gente con otras inquietudes que intentaba
hacer teatro, en diferentes grupos. Eso me ayudó a transitar la
etapa del pasaje a la universidad. Aunque esta última fue una
experiencia a medias: abandoné en el 85 y en el 86 me vine a
Buenos Aires.
David
Birenbaum con Elizabeth Molver, Lía Miersch, Gino Bencivenga,
María Montserrat Bertran, Carlos Carbone, Ricardo Rubio, Eduardo
Dalter, Víctor Cuello, etc.
8 — Zavaleta, el del eclipse, y otros también
Zavaleta, conforman una de las secciones de tu primer poemario:
ese viaje que es sólo de
ida.
DB —
Zavaleta es un
personaje que aparece en cinco o seis poemas de mi primer libro.
Esto no se repitió en los siguientes. Esos poemas y algunos de
tipo narrativo descriptivo, como “Teatro Metropolitan” o “Última
fotografía del zar y su familia”, donde no se sabe bien cuándo
termina la representación y comienza la realidad, creo que
“salvan” al libro. Los más breves y autorreferenciales son…
olvidables, para no ser tan cruel con aquellos primeros versos.
Algo que me ayudó mucho a llegar a
“Clase turista” fueron
los trípticos y plaquetas. Como ensayos previos que alentaron y
corrigieron poetas amigos, muy especialmente Fernando Kofman
(Buby) y Santiago Espel. Los pasos iniciales suelen ser los más
delicados. Ellos me ayudaron a elegir los poemas que NO iban a
estar en el libro. Quizá esto sea lo más difícil para un poeta
primerizo: descartar los versos con los que uno se había
encandilado. Ahora hay una serie de mecanismos de publicación
por internet que pueden ayudar a los más jóvenes, pero de eso no
entiendo nada.
9 — Uno de los poemas (“Árboles”) de tu segundo poemario
nos entera de que tu apellido significa “peral” en alemán. Y
otro poema se titula “Brecht en consorcio”. Y otro, “El saco
alemán”.
DB —Las
palabras BIRN (pera) y BAUM (árbol) se acercan bastante para
conformar mi apellido. Pero mi interés por “lo alemán” no viene
de ahí, me parece. Viene del Holocausto, del genocidio efectuado
por los nazis. Entre las víctimas, casi toda la familia de mi
padre. Me fascinan las películas alemanas que relatan y revisan
ese pasado: “El lector”, “La caída”, “La vida de los otros”,
“Good bye Lenin”. Para mí, el mejor cine de un pueblo es el que
cuenta su propia Historia sobre la cicatriz, no sobre la herida.
Ahí tenemos “El secreto de sus ojos”, por ejemplo, una gran
película argentina sobre los años 70 o “Iluminados por el
fuego”, de Tristan Bauer, para mí el mejor largometraje
realizado hasta ahora sobre la guerra de Malvinas.
Volviendo a los huracanes históricos que arrasan a las
sociedades, también me
interesa la literatura de ese país, como
“Retrato de grupo con señora”, del premio Nobel Heinrich Böll o
“Sobre la historia natural
de la destrucción”, de W. G. Sebald. Y siento una gran
curiosidad por la literatura de los llamados países del Este. La
“cortina de hierro” ocultó una literatura novelística que recién
comenzó a traducirse en España en las últimas décadas y aquí a
veces ni siquiera se consiguen esos libros: “La irrealidad”, del polaco Kazimierz Brandys; Bohumil Hrabal y sus
“Trenes rigurosamente
vigilados”, “Yo que
serví al rey de Inglaterra” y
“Una soledad demasiado
ruidosa” y una poco conocida Agota Kristof, húngara emigrada
a Francia en el 56 y fallecida en 2011. Su trilogía narrativa —“El
gran cuaderno”, “La
prueba”, “La tercera”—
que apareció con el título
“Claus y Lucas”, es desconcertante. Nunca había leído algo
que me desoriente y atrape de esa manera. Esta literatura me
ayudó a entender y aceptar psicológicamente (no éticamente)
fenómenos muy complejos como el fascismo, el nazismo y el
stalinismo. Y creo que algo de todo esto destiló en mi
escritura, en esos poemas que vos mencionás.
David Birenbaum en provincia de Santa Cruz
10 — Sos uno de los poetas incluidos en el volumen
ensayístico “La poesía
opaca” de Fernando Kofman.
DB —
Buby es hijo
adoptivo de los poetas ingleses del siglo XX. O mas bien él los
adoptó como padres. W. H. Auden, Ted Hughes, etc. Tiene notables
libros de ensayo sobre poesía:
“Polifonía en el páramo” (1990), también el que vos señalás (2008).
Pero pierde un poco de brillo en sus incursiones filosóficas
sobre el lenguaje o sobre la ética en varios libros publicados.
Contradictoriamente, él es una persona de una integridad ética
loable. Y lanza a la palestra esta figura retórica de la “poesía
opaca” como contraste con la poesía de “caireles en la rima” que
criticaba León Felipe, y contra todas las otras figuras
retóricas que aprendimos en el colegio. Estoy agradecido a este
gran poeta que no figura en el Olimpo de la poesía argentina; no
solo por haberme incluído como uno de los ejemplos de su tesis,
sino por haber puesto sobre el tapete esta clase de poesía que
muchos no la consideran como tal: por su disonancia, por sus
recursos narrativos y sus diálogos. ¡Como si el
“Romancero Español” no tuviera diálogos! ¡Como si ignorásemos que el
diálogo es más vivo y tiene un poder de atracción para los ojos
y los oídos que el monólogo difícilmente consigue! Y ya que
nombré al “Romancero Español”, te digo que soy un ferviente admirador de la
Generación del 27 en España, de Antonio Machado, de Ramón del
Valle-Inclán… y si seguimos para atrás en el tiempo, vamos a
terminar en los autores del Siglo de Oro Español. En esto ayudó
el profesorado, pues allí tuve que leer autores que solo conocía
de nombre. Leer y estudiar no atentan contra la calidad de los
poemas que uno escribe. No fosilizan la escritura. Es al revés.
11 — En
“Guerra y paz” de León
Tolstoi, el mariscal Kutuzov, dice:
“Todo llega cuando tiene
que llegar para quien sabe esperar…” ¿Sos de saber esperar?
¿Cómo te las arreglás con
la espera?
DB —
Nunca fui
un niño caprichoso. Aprendí a ser paciente con las cosas y las
personas que me interesan. Con las situaciones que antes me
atraían y ya no, trato de sacármelas de encima lo antes posible.
Siempre con buen trato, sin berrinches. Cuando estoy seguro de
que no quiero algo, simplemente abro las manos y dejo que actúe
la fuerza de gravedad. Mi trabajo como docente es colectivo: con
alumnos y compañeros. En otra época, este tipo de tareas me
apasionaba: acciones, discusiones, el teatro, la militancia. Hoy
es un esfuerzo sostener ese trabajo como docente que, sin
embargo, es el único que podría hacer. Soy un inútil total para
hacer dinero.
Volviendo a lo que me importa: los amigos y amigas, mi
esposa y mis hijos, mi hermano y sobrinos, la poesía …: les
dedico más tiempo, soy más tolerante que veinte años atrás. No
me desespero si no viene el poema o si vino y después lo
descarto. En la ecuación VIDA-ARTE fui aprendiendo que la vida
pesa mucho más. El año pasado escribí dos poemas. En otra época
me habría preocupado. No aparecer en el ambiente (encuentros de
lectura, antologías en libros o revistas) me atormentaba. Pero
me fui olvidando del tema. No hago esfuerzos por aparecer. Y sin
embargo, en 2015 surgió la
“Antología de poesía de La Matanza”, gracias a Eduardo
Dalter.
La vida sí me preocupa.
La salud de mis hijos, dónde está el amor, si lo estoy
cultivando bien, si atiendo a mis amigos, cuánto hace que que no
llamo a Fulano o a Mengano.
En otra época creía en mis libros, mis poemas, como un
testamento. Ahora me preocupo por el mundo que vendrá. Y a veces
me ocupo dentro de mis posibilidades. El mundo en el que vivirán
mis hijos y ¿nietos? Estoy convencido de que será necesaria una
revolución para que la Humanidad no continúe hundiéndose en la
barbarie. La poesía no será el refugio de nadie. La poesía podrá
salvar a una persona o a un grupo de personas, pero sola no va a
alcanzar a salvar a la Humanidad. El programa marxista-
leninista tampoco va a alcanzar. De algún modo que desconozco,
las reivindicaciones ecologistas, de las diversidades sexuales y
fundamentalmente del desarrollo espiritual y la salud (corporal
y psicológica) individual de los seres humanos contra la
masificación deberán ser de primer orden. O volverán a fracasar
los proyectos libertarios.
El poema “Tabaquería” de Fernando Pessoa nos da un marco
todavía mayor al que estoy dibujando: lo que era el planeta hace
5.000 millones de años y lo que será dentro de 5.000 millones de
años. Pero en el medio estamos nosotros; tratando de hacer en la
vida y de esta vida un espacio respirable y de respeto.
David Birenbaum en Parque Nacional Los Graciares
12—
Hace una punta de años, en el sustancioso Prólogo de su
“Diccionario del Argentino
Exquisito”, Adolfo Bioy Casares se manifiesta
“un poco alarmado por las
consecuencias de esta invasión de voces nuevas…” (y elijo
algunas):
“Absolutización”, “Acrecer”, “Anoticiamiento”, “Arquitecturar”,
“Campeonar”, “Conjuntez”, “Chequear”, “Eficientización”,
“Impactación”, “Incomparencia”, “Laicado”, “Mejorativista”,
“Planteamiento”, “Rotundizar”, “Traslacionar”, “Visualizar”.
¿Cómo te posicionás ante las sucesivas invasiones de voces
nuevas?
DB —
Vos fijate que algunas palabras que mencionás quedaron (por ahora) en el
habla cotidiana (chequear, visualizar). Otras desaparecieron. A
veces el secreto está en el sufijo que le ponemos cuando
queremos crear un sustantivo abstracto. ¿Por qué
eficiencia vive y
eficientización
muere? ¿Por qué
conjunto vive y
conjuntez muere? Es el misterio de la diacronía de las lenguas.
Lo que queda y lo que muta. También hay un poco de suerte y de
arbitrariedad: lo que deciden la Academia y su diccionario
también pesa. Y sí, me gustó como lo planteás en la pregunta:
“invasión de voces nuevas”.
El lenguaje que se impone es el del imperio: el romano con su
latín, el británico y luego el norteamericano con su inglés.
Pero los pueblos sometidos por un imperio inciden con sus
lenguas en la lengua del invasor, modificándola. El castellano
está repleto de voces indígenas americanas y del árabe con el
que coexistió en la península. El lenguaje es parte de ese modo
de relación conflictivo que tienen los pueblos: invasión,
opresión, revolución. Aspirar a la pureza de un idioma es tan
peligroso e ilusorio como pretender la pureza de una etnia en el
color de su piel. Con las migraciones masivas y las
comunicaciones globales por internet todo esto se está
acelerando. Si no sucumbimos como especie, ¿qué idiomas se
hablarán dentro de cien años? Nadie lo sabe. Hay todo tipo de
fenómenos interesantes sobre el tema. Por ejemplo, el hebreo y
el euskera eran idiomas en peligro de extinción hace cien años.
La política del Estado de Israel y la del gobierno autónomo
vasco las transformaron en lenguas vivas y en crecimiento,
habladas por millones de personas. Lenguas orales como el
guaraní o el mismo euskera, en contacto u oprimidas por el
imperio español adoptaron y adaptaron su sistema de signos y hoy
son lenguas con literatura escrita.
13 — “Caurenias comisaría”, “Caurenias bosque de
artificios”, “Caurenias central nuclear”, “Caurenias las manos
que la construyen”: tales los títulos de los cuatro poemas que
conforman la segunda sección de tu
“Mate pastor”.
DB —
Acá apareció un lugar (Caurenias) como personaje que se repite. No son
los textos que más me gustan del libro, pero me pareció que
tenían el peso suficiente como para quedarse. El libro tiene
algunos poemas buenos, pero creo que me falló el título. Después
que se editó, me enteré de que ya existía otro poemario con el
mismo título, cuyo autor es Horacio Salas. En aquel momento fue
un bajón para mí. Ahora me río. Mirá las cosas a las que uno le
adjudica importancia. También hay mucha gente que se llama David
o Rolando. Esa presunción de quererse y creerse original. Pero
volviendo al tema de Caurenias o Zavaleta: a veces se impone un
libro de poemas estructurado casi como una novela o con un tema
que se repite. Ahí estamos hablando de obras mayores. A mí, por
ahora, no me salen. Apenas puedo decir que los poemas en mis
libros aparecen bien agrupados.
David Birenbaum en el Alcázar de Segovia
14 —
Marguerite
Crayencour cambió su apellido por el anagrama Yourcenar, en sus
propias palabras, “por el placer de la y griega”. ¿El placer de qué letra en
particular te alcanza, David?
DB —
No sabía que ése
era el apellido original de ella. Yo leí
“Memorias de Adriano” y me encantó. Hasta ahora no tuve la necesidad
de cambiarme el nombre o el apellido o crearme un seudónimo.
Quizá porque ese juego de “ser otro” lo jugué en el escenario
teatral. Tratando de responder a la pregunta, el placer que me
alcanza o la necesidad que me empuja es la de ser otro. Cuando
estoy en otro país, cuando debo hablar con gente que no entiende
castellano, se juega el
extrañamiento en
el sentido brechtiano del término y eso me entretiene, me pone a
prueba.
15 —
¿Qué
rutinas extrañás y qué rutinas adorás?
DB —
A veces
extraño los talleres de teatro, de expresión corporal y juegos
teatrales. Me divertían muchísimo. Pasaban cosas que en otros
espacios nunca me sucedían. Con mi esposa aprendí a viajar. Es
una rutina que me saca de la rutina: una o dos veces al año ir a
lugares que no conozco o volver a otros que me encandilaron. Yo
disfruto de cualquier rutina, como escuchar música o hacer yoga,
si la practico como si fuera la primera vez. Si lo hago pensando
en otra cosa, cualquier actividad es un plomazo. El secreto es
la concentración.
16 — De cine has hablado. Sigamos con él. ¿Qué directores
considerás que han sido sobrevalorados, y por qué? ¿Cuáles, por
la totalidad (o casi) de su obra, te resultan los más
destacados?
DB —
¡Ay
Rolando! ¡Qué difícil es responder a esta pregunta! He visto una
mínima parte del cine que se ha hecho. Y así, en frío, no me
vienen a la mente todos los nombres que irían apareciendo al
calor de una charla. El cine es un arte que envejece muy rápido,
por el elevado componente tecnológico que tiene. La labor
actoral, tanto en cine como en teatro, mejoró muchísimo con el
paso del siglo XX. Hoy veo películas viejas donde las
actuaciones son poco convincentes, pero a los espectadores de
aquellos tiempos los marcó profundamente. “El nombre de la rosa”
del francés Jean-Jacques Annaud me sigue pareciendo una película
impecable, que no envejeció. Pero parte de una novela mayúscula
de Umberto Eco [1932-2016] que la sostiene. “El cartero”, sobre
el exilio de Pablo Neruda en Capri, dirigida por Michael
Radford, cuenta con labores brillantes de Massimo Troisi
(fallecido veinticuatro horas después de concluido el rodaje, a
los cuarenta y un años) y Philippe Noiret. He seguido la
filmografía del australiano Peter Weir y no me defraudó. Lo
mismo me pasa con los clásicos de Wim Wenders e Ingmar Bergman.
En cuanto al cine argentino pegó un salto tremendo en los
últimos treinta años. No es casual que se obtengan tantos
premios internacionales. La política del INCAA [Instituto
Nacional de Cine y Artes Visuales] subsidiando la producción de
jóvenes directores, y la usina de actores que ha sido siempre
Buenos Aires. Todo eso ayuda. Y sin embargo, hay gente que
todavía sigue diciendo que el cine argentino es malo. Prefieren
el cine yanqui de ritmo veloz y efectos especiales porque están
acostumbrados a eso. Como la gente que cuando sale del país
pretende seguir comiendo bife de chorizo y no se abre a otras
cocinas. Pero, para no ser tan injusto con el cine
norteamericano, reconozco que en efectos especiales y técnicas
de violencia en escena son los maestros indiscutibles.
David Birenbaum en el Foro Romano 2016 -
17 — Roland Barthes dijo:
“En el tren, se me ocurren
ideas: la gente circula a mi alrededor, y los cuerpos que pasan
actúan como facilitadores. En el avión, me sucede todo lo
contrario: estoy inmóvil, compacto, ciego; mi cuerpo, y por lo
tanto mi intelecto, están muertos: no tengo a mi disposición más
que el pasado del cuerpo pulido y ausente de la aeromoza, que
circula como una madre indiferente entre las cunas de un retén.”
¿Te identificás? ¿Cómo te sentís mientras realizás largos viajes
en medios de transporte público?
DB —
Parece
que Barthes tuvo suerte y nunca tuvo que volar en medio de una
tormenta. Hay un poema de Brecht, creo que se llama “El sastre
de Ulm”. En el siglo XVI, este señor de la ciudad de Ulm subió
al campanario de la iglesia con dos alas que se había fabricado.
Se lanzó pensando que volaría. Después aparece el cura y le
habla al pueblo que se junta alrededor del cadáver del sastre.
El cura afirma que el hombre nunca podrá volar porque Dios así
lo ha decidido. Cada vez que viajo en avión es para mí un trance
difícil. Es un hecho cultural, porque la Naturaleza no nos dotó
ni de alas ni de un esqueleto liviano como para sostenernos en
el aire. En el tren o en el colectivo, más cerca de la Tierra,
se me han ocurrido algunos poemas.
David Birenbaum en Parque Nacional Los Glaciares
18 — ¿Cuál fue el disparador de
“No se necesitan poetas”?
DB —
Tiempo
después de haber escrito ese poema que titula también el libro,
me acordé de Joseph Brodsky, el poeta ruso. Él había
desarrollado la idea de que somos hablados por el lenguaje. El
lenguaje sería una entidad con vida propia, con nacimiento y
muerte, como un Dios que nos crea, que se despliega utilizando a
los hablantes como instrumento. Si esto es así o solo es una
metáfora de otra cosa, no lo sé. Habría que preguntarle a los
neurolingüistas.
19 — Imagino que opinás que la poesía requiere de un
proceso de lectura diferente. ¿De qué modo?
DB —
La
mayoría de la poesía que leo me demanda un esfuerzo. Como cuando
tengo que comunicarme con alguien en otro idioma que no sea el
castellano. A veces se establece una conexión o una comprensión.
A veces, no. El texto puede ser valioso y lo que falla es el
lector. El texto poético demanda paciencia y no entrega ideas
cerradas o perfectas, concluidas. Como estamos acostumbrados a
que todo cierre con una explicación (desde por qué llegaste
tarde hasta por qué aumentó la leche), claro, la poesía nos
desorienta, no nos agrada, es difícil.
David Birenbaum en Canal de Beagle en 2013
20 —
Adoptando y adaptando cierta propuesta de hace unos años, generada por el
poeta Jorge Aulicino, te pregunto en relación a los poetas
argentinos de las primeras cinco décadas del siglo XX: ¿cuáles
fueron los que considerás más influyentes, y por qué? Y, ¿cuáles
los que más valorás?
DB —
No soy un estudioso de la poesía argentina. Cada año que pasa estoy más
convencido de que el titán de nuestra literatura es Jorge Luis
Borges. Me da la sensación de que sigue escribiendo. Y también
creo que hicieron bien en no darle el Nobel por su posición
política con respecto a las dictaduras de Augusto Pinochet y de
Jorge Rafael Videla. Creo que Borges era una buena persona. Sin
embargo, uno ve que le dan el Nobel a cada porquería de ser
humano. Entonces, no quiero irme por las ramas, yo valoro la
obra, pero también la vida de un escritor. Como vivimos en una
sociedad de clases, de Florida y de Boedo, yo valoro a Evaristo
Carriego, a Nicolás Olivari, a los poetas del tango. Y cierta
gente que vive del esfuerzo de los demás y ni siquiera se limpia
su propia mugre, valora a un premio Nobel aunque no lo haya
leído, solo porque es famoso.
David Birenbaum en Florencia, Italia, 2016
*
David Birenbaum selecciona poemas de su
autoría para acompañar esta entrevista:
ZAVALETA EL DEL ECLIPSE
Zavaleta el
del eclipse
ha
descubierto que el fascismo es fascinante.
No soportaría
esa prenda sobre su cuerpo
pero la
visión de un hombre o una mujer
portando el
emblema de la certeza,
el orden o la
sangre del cuchillo
lo calientan
más que las piernas abiertas de Mariel.
Zavaleta
riega la vereda entre siete y siete y veinte;
la gente que
pasa a esa hora molesta terriblemente
porque obliga
a cortar el chorrito.
Siete y media
el patrullero pasa despacio.
Zavaleta
sonríe de verdad.
Él está
convencido: los muchachos de azul lo quieren
y a la noche
suele pensar “si no fuera por la pierna”.
Zavaleta,
portero del tres veintiocho,
siempre cogió
con putas
y a su mujer
por la fuerza;
ahora se
queja de vista cansada
y confiesa
sentirse muy poca cosa.
Ignora que
forma parte
del
poderosísimo lastre humano
reparte por todo el baldío
trozos de bofe envenenado.
(de “Clase
turista”)
*
BRECHT EN CONSORCIO
(yo no pago
las expensas)
Primero se
llevaron al jardinero
pero como
nunca me gustaron las plantas
no me
importó.
Después
suprimieron al playero
pero como yo
no tenía coche
tampoco me
importó.
Después
echaron al portero
pero como era
un tipo muy desagradable
no me
interesó.
Entonces
prescindieron del service
pero como
vivo en el primer piso
nunca usé el
ascensor.
Después
eliminaron al administrador
pero como le
tenía bronca
ni siquiera
dije NO.
Hace un mes
nos cortaron el agua
pero como soy
perezoso para bañarme
poco me
importó.
Ayer vinieron
a desalojarme.
Hoy estoy con
chaleco puesto
pero ¡qué
afortunado soy!
acá no cobran
expensas ni impuestos.
(de “Mate pastor”)
*
NO SE NECESITAN POETAS
Cae un avión con poetas
que viajaban al Congreso
Internacional de las Lenguas.
“No se necesitan poetas”
titula un matutino de segunda línea
que pretende jugar en primera.
Y se desata el escándalo.
¿Se resentirán el Mundo,
el Lenguaje,
por veinte poetas menos?
Algunos opinan que el titular
debió ser
“No se necesitan tantos poetas”
y
se reaviva el escándalo…
que el Mundo se resentirá,
que ya nada será lo mismo,
etcétera.
Pasa el primer año
y se hace un recordatorio;
pasan diez años,
se hace otro recordatorio
pero resulta
que el Mundo sigue andando
la gente sigue hablando y escribiendo
algunos continúan opinando
sin embargo
que el Lenguaje sí se ha resentido
por la ausencia de los poetas
de aquel avión.
En los sucesivos
Congresos Nacionales de la Lengua
se los seguirá recordando;
pero está claro
que el lenguaje sigue vivo
a pesar de aquellos poetas;
está claro
que él ha encargado
a otros emisarios
la dura tarea de perpetuarlo.
(de “No se necesitan poetas”)
*
EL CONDE
Me apuntan con sus cruces
y me hacen muy mala fama
entre las doncellas;
pero soy solo un caballero
harto de ver la decadencia.
Es falso que bebo
la sangre de las jóvenes
para no envejecer:
les bebo todos los licores
y a cambio
obsequio bromas y halagos.
No hay crimen
ni vulneración de derechos;
no hay eternidad para mí.
¿Se preguntaron, padres,
qué impulsa a una mujer
a mirar hacia la izquierda
exponiendo el latido
de su cuello a mis besos?
¿Desobediencia, curiosidad?
¿“Qué hay más allá”?
—dice cerrando los ojos—
No hay eternidad
para este conde
sólo una noche más
viejo
con una mujer más
joven
y al amanecer, descansar
y la muerte dentro de mí
dormida.
( de
“No se necesitan poetas”)
*
LADRÓN
Decidí convertirme en ladrón
nada más para hacer daño.
Comencé con el lápiz
y las hojas del compañero.
Después robé dinero
a uno que se lo merecía
y las esperanzas de
algunas mujeres jóvenes,
prometiendo cosas que nunca iría a
cumplir.
A esta altura de la vida
me sentía un experto,
pero un día desperté desnudo:
Ella se había llevado todo.
No crean que este golpe
me hizo reflexionar.
Seguí en la misma senda
en busca de cosas más valiosas.
Solo encontré objetos vulgares
por los cuales se termina en la cárcel.
Eso hizo creer a mis parientes
que me había reformado
para siempre.
Comencé a robar palabras
al que estaba terminando una frase
(eso que llaman interrumpir).
Si bien no fui preso
comencé a quedarme solo
y eso me volvió más intuitivo:
logré así pellizcar el pensamiento
del que empezaría
a hablar.
Evidentemente, se agravó mi situación.
Finalmente, logré mi objetivo:
quedarme con el
tiempo
que te tomó leer estas palabras.
Te dejo el sabor amargo
de la expectativa en el poema,
defraudada.
(de “No se necesitan poetas”)
*
EL APOCALIPSIS NO VENDRÁ
Masticamos
una bronca
que no podemos terminar de tragar
Desatarán la
hiperinflación
en los
Estados Unidos
y en todo el
mundo
Códigos de
Derechos
de la Mujer y
el Niño
se volverán
literatura.
Viviremos en
un terremoto permanente
durante diez
años o veinte.
El socialismo
será una fruta madura
pero nadie
podrá tomarla
porque las
manos estarán ocupadas
en las nuevas
tecnologías de la incomunicación,
en conseguir
pan y agua potable
y las mentes
alertas
para robar o
defenderse del vecino.
Después los
ricos saldrán de sus fortalezas
para decir a
los jóvenes de aquel futuro
que se inicia
la reconstrucción,
que el
planeta se salvó
gracias a
ellos y solo por ellos
la población
pudo reducirse a la mitad
haciendo de
éste, un mundo habitable.
(Inédito)
*
Entrevista realizada a través del correo
electrónico: en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, David
Birenbaum y Rolando Revagliatti, 2016.
http://www.revagliatti.com.ar/040816.html
http://www.revagliatti.com.ar/990729.html
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