Elizabeth Molver: sus respuestas y poemas
Entrevista realizada por Rolando
Revagliatti
Elizabeth Molver nació
el 7 de octubre de 1969 en Haedo, provincia de Buenos Aires, la
Argentina, y reside en otra localidad de esa provincia: Ramos
Mejía. Es Asistente Materno-Infantil, Profesora de Educación
Especial, Bibliotecaria Escolar y Bibliotecóloga. A partir de
1998 concurrió a talleres literarios y cursó seminarios
coordinados o dictados por Norma Ferrari, Liliana Leiva, Irene
Gruss, Eduardo Dalter, Jorge Boccanera, Nora Dottri, Mirta
Acucia. Poemas suyos se incluyen, por ejemplo, en la revista
“Juglaría” y en la antología
“Las voces de las
mariposas” (de México). Publicó los poemarios
“Según los ojos” (Ediciones La Carta de Oliver, 2004),
“Postales personales”
(Macedonia Ediciones, 2008),
“Mujeres en un cuaderno
borrador” (Macedonia Ediciones, 2011).
1 — ¿Siempre has residido en el oeste del conurbano
bonaerense?
EM — Casi. Nací en La Tablada, partido de La Matanza.
Crecí allí hasta los quince años (con cambio de casa en el medio
y cambio de estado: de hija única de familia en posible
crecimiento… a hija de padres separados, pero con abuelos, tías
y primos). Luego mi mamá y yo nos mudamos a Haedo, partido de
Morón. Allí vivimos durante cinco años. Luego con mi mamá casada
en segundas nupcias volvimos a La Matanza, en Ramos Mejía. Al
poquito tiempo yo me casé y me mudé: a un departamento en
Liniers, el barrio de la Capital Federal lindante con el
conurbano. Después de dos años nos trasladamos de nuevo a Ramos
Mejía, donde resido desde hace veintiún años. Allí creció mi
hija que ahora tiene veintidós y nació mi hijo que tiene
diecisiete. Y seguirá siendo mi lugar. Hasta que algún día
podamos concretar con mi esposo el sueño de una casa en alguna
provincia como San Luis o Córdoba.
Elizabeth Molver con sus primos Lauri y Fredy
2 — En más de un rol y en diversos ámbitos te has ido
desempeñando.
EM — Fui docente en jardín y en educación especial,
lo que me posibilitó aprender, estudiar, preguntarme, enojarme,
pero por sobre todo disfrutar. Estar con chicos, pequeños o no
tanto, es algo que siempre hice. De niña no sabía bien qué, pero
sabía que alguna carrera relacionada con chicos quería estudiar.
Soy Profesora de educación especial. Ejercí durante
trece años como maestra de grupo. Esto me dio la posibilidad de
conocer a los chicos, sus familias, advertir sus avances.
Trabajar en equipo con compañeras/os psicólogos, asistentes
educacionales, otros maestros, profesores de materias como
educación física, plástica, música, fonoaudiología, me generó la
necesidad de compartir la mirada y pensar juntos abordajes con
los niños.
Sigo trabajando en escuelas, pero no como maestra sino
como Bibliotecaria, por lo que mi tarea es acompañar, guiar,
armar proyectos con otras personas. Y una de las funciones que
más me complace es “dar de leer”; lo escuché en una capacitación
una vez y me parece maravilloso: dar de leer, tratar de
contagiar el placer de leer, de escuchar, de sentirse fascinado
por un poema, un cuento. Que los que escuchan se queden atentos,
reflexionando y con ganas de más. Este año, luego de un taller
con mamás que hice en la Biblioteca, una de ellas me dijo:
“Yo me preguntaba para qué
nos reuníamos a leer, a escuchar y después me di cuenta: es una
excusa para que también nos den ganas de leer.” Esta mamá se
llevó un libro para leer ella en el verano y participó en una
obra de teatro que creamos entre las madres y los alumnos más
grandes. De esto se trata, de sembrar. Siento que en estos
últimos tiempos he contagiado a más de uno con la poesía,
participando en eventos como “Palabra en el Mundo”, donde yo
solita convoqué y cada año se suma más y más gente. Éste será el
cuarto año donde saldremos con la poesía y la música a la calle,
con las dos escuelas.
Además, hace cuatro años que coordino un taller literario
para chicos: “Palabrapan”. Comencé en mi casa y luego proseguí
en bibliotecas públicas de mi barrio. Es uno de los roles que
más me complace. Estimular a descubrir el potencial de los
concurrentes, no sólo a los efectos de la creación, sino para
leer entrelíneas, conocer autores, elegir. Apreciar cómo va
cambiando su escritura, cómo logran ser críticos de sus escritos
o de textos de los demás. Han expuesto sus poemas en varios
eventos artísticos y repartido sus poemarios, con entusiasmo y
buen recibimiento del público.
--------------------------------
Elizabeth Molver con Lucas Asensio y Juan Carlos Freire, 2013
3 — Participaste en encuentros culturales.
EM — Si. En 2006 durante tres días en el Encuentro
“Venado Poesía” en la ciudad de Venado Tuerto, provincia de
Santa Fe. Concurrí con la poeta Patricia Verón, con quien
coordinaba un taller en La Matanza. Allí estuvimos, junto a
Eduardo Dalter, en casa de Mónica Muñoz, la poeta organizadora.
Conocí a otros escritores, hermosas personas, como Daniel
Tevini, Alejandro Schmidt, Emilce Strucchi, Roberto Malatesta. Y
presentamos la revista “Alas de Gaviota”, en la que habíamos
colaborado.
En 2011 fui invitada por el organizador Emilio Fuego —es
el día de hoy que no he logrado explicarme cómo llegó mi nombre
hasta él— al “XIX Encuentro Internacional de Mujeres Poetas en
el País de las Nubes”, en Oaxaca, México. Todo fue emocionante.
Era la primera vez que salía de Argentina, que hacía un viaje en
avión tan largo, sola. Estar ocho días con mujeres poetas de
otros países latinos y hasta una española, me produjo una
energía increíble. Sintiéndome en la piel de esas poéticas, de
esas mujeres todas y cada una tan diferentes y tan parecidas,
los modos, las palabras, las comidas, el hablar tan distintas y
tan iguales.
En 2012, Martha Elena Hoyos, poeta y cantautora de
Colombia, organizó en su país, en el departamento de Quindío,
una réplica de aquel encuentro. Y allí fui, esta vez con el
viaje subsidiado por la Cancillería Argentina. Con algunas voces
me reencontré: Dina Luz Pardo Olaya y Athena Ramírez, que habían
estado en México. Conocí a otras tantas mujeres bellas, con las
que hicimos lazos inmediatamente, como Marta Quiñonez, Gloria
María Bustamante, Amparo Loaiza Andrade (colombianas), a una
joven cantante mendocina, Paula Neder, con la cual sigo
conectada y a la que he ido a escuchar más de una vez en Buenos
Aires, o la poeta y chamana Margarita Rosa Tirado Mejía, a la
que he visto en su reciente visita a nuestro país.
A partir de esos Encuentros en el exterior, concebí unos
poemas que conforman la plaqueta “De mujeres en las nubes”, la
que con un amigo músico, Fabián Juárez, presentamos en 2014 en
un espectáculo, “Poemando Canciones Viajes”.
Elizabeth Molver en Universidad de Tlaxiaco
--------------------------
4 — Merecen apartados especiales tu incorporación al
Grupo Autores de La Matanza y al de Artistas de Tapiales.
EM — En 2011 me entero de la existencia del Grupo
Autores de La Matanza, fundado en 2008. Fui a la Feria del Libro
de La Matanza a leer en un encuentro de micrófono abierto. Así,
empecé a conocer al grupo y a participar en cafés literarios, en
las actividades del Galpón Cultural de Tapiales. Con una reunión
itinerante mensual (Biblioteca Pública “Almafuerte” de Ramos
Mejía, Biblioteca Popular de San Justo, Biblioteca de Isidro
Casanova, etc.), ya que no disponemos de un lugar físico que nos
aloje. Es un grupo heterogéneo de autores de diversos géneros,
algunos de los cuales ya han publicado libros. En todos está el
ánimo de reunirse, leer y mostrar a los demás las producciones,
receptivos a quienes quieran sumarse. Participamos en las Ferias
del Libro de Virrey del Pino, La Matanza, Moreno. Realizamos
caminatas literarias con “Todos por el Bosque”, agrupación de
Ciudad Evita. Estuvimos por segundo año consecutivo en la Feria
del Libro de Buenos Aires, con lecturas en stand del Municipio
de La Matanza, y en 2013 en la Biblioteca Nacional llevando a
cabo un encuentro de escritores. Desde 2012 participamos del
Festival “Palabra en el Mundo”: Poesía a las plazas, yendo a
escuelas y bibliotecas a efectuar lecturas, talleres,
presentaciones de libros. Desde 2011 el Municipio nos edita una
antología anual con textos de cada integrante.
Mi inclusión en el Grupo Tapial Es Arte devino como
consecuencia del otro. El Galpón Cultural de Tapiales tiene una
década de labor consecutiva. Recuperaron un Galpón, llevaron
música y poesía a ese lugar, donde los vecinos aportaban lo que
sabían hacer. Luego, por cuestiones de intereses políticos, les
sacaron ese espacio físico, pero no las ganas. Siguieron
funcionando en bares de la zona, en la plaza, en la Sociedad de
Fomento. Y desde hace cinco años organizan un Festival que
empezó concebido para una semana y a partir de 2015, dura ¡UN
MES! Los viernes, sábados y domingos de noviembre hay
actividades en diversas zonas de Tapiales, escuelas, plazas,
salón de eventos, Sociedad de Fomento, bares. Todas gratuitas.
Se ofrecen muestra de coros, música y danzas folklóricas, tango,
melódica, rock, jornada de plástica y fotografía, feria de
libros independientes, talleres literarios para chicos y
adultos, lecturas.
Es desde 2012 que con Fabián Juárez jugamos a buscarle la
conexión a sus canciones y mis poemas en el espectáculo
“Poemando Canciones”. En una tarde de 2014 conduje una réplica
del taller literario “Palabrapan” en la Plaza de Tapiales, con
niños que espontáneamente se acercaron y luego las expusieron
leyendo sus producciones.
Elizabeth Molver con A. Oris, C. Boragno, A. Murúa, M.
Sueldo Muller y su hijo Ismae l
5 — Integrás el Colectivo Cultural Malapalabra.
EM — Ya con un año de existencia. Lo integramos las
poetas y docentes Alba Murúa y María Sueldo Muller, el docente,
historiador y cineasta Martín Biaggini, el poeta José Paredero,
el diseñador, escritor y artista plástico Alberto Oris, el
historiador y poeta Carlos Boragno y yo. La idea primaria fue la
de reunirnos a compartir nuestros escritos, leer a otros,
debatir. Hasta que nos centramos en publicar sobre un tema, cada
mes, un cuaderno de cultura. Propiciamos una impronta nuestra,
de La Matanza, con nuestras vivencias locales y cada uno desde
su óptica: desde la poesía, la historia, la plástica, la
fotografía. También contamos con dos o tres invitados por
número. El cuaderno es financiado por nosotros mismos; lo
vendemos, aunque a veces terminamos regalándolo. Tenemos una
página en Facebook y allí reproducimos algunos escritos.
Hemos efectuado una presentación en octubre de 2015 en
“Arte en Vivo”, en la Plaza Mitre de Ramos Mejía. Eventos que
organizamos desde hace cuatro años, coordinados por el músico y
docente Juan Carlos Freire, el docente y locutor Lucas Asensio y
por mí; reunimos todas las artes en un día: bandas de música,
poetas, exposición de fotografía y plástica, grafiteros, la
orquesta sinfónica de la escuela Leopoldo Marechal, cuentos
narrados, y en cada ocasión sumamos alguna disciplina. También
hicimos una participación especial en el espectáculo
poético-musical “La Besana de los Sueños”.
Elizabeth Molver con Christian Malattia, M. Martínez, A.
Cantero, R. Díaz Montarte, A. Zaia, A. Oris, J. Kronn, L.
Miersh, A. Pagura
Elizabeth Molver con el músico Fabián Juárez, 2013
6 — ¿Libros sin editar?
EM — Dispongo de un número suficiente de poemas con
la particularidad de que en cada uno se halla la palabra
“entonces” y que quieren reunirse en un libro. Me ha ocurrido
con los anteriores que llega una instancia de introspección, de
creación; cuando una todavía no sabe qué será de ellos. Luego
viene otra, cuando percibo que deben socializarse, porque ya
queman y hay que hacerlos rodar y que prosigan su camino en
libro. No tengo un título aún ni la editorial, pero sé que estoy
en esa última etapa del proceso.
Permanecen inéditos un volumen para niños:
“Y entonces el verde se
mezcla con el amarillo” (poemas de mi autoría y dibujos de
Analía Boccella) y un poemario con poemas y fotografías tomadas
por mí: “El oro del monte
de San Francisco” (que hacen referencia a una ciudad de la
provincia de San Luis a la que suelo ir de vacaciones).
Elizabeth Molver en casa de Frida Kalho y Diego Rivera,
2011
Elizabeth Molver en Coyoacán, México
7 — ¿Y recuerdos
de la infancia y de la adolescencia?
EM —
Creo que,
como la mayoría de la gente tengo muchos borrosos y algunos
muy presentes. Con imágenes intactas. Como por ejemplo los que
me llevan a las tardes de domingos en casa de mis abuelos
maternos en La Tablada. Después de almorzar, los hombres de la
familia: tíos, abuelo y papá se iban al comedor a jugar a las
cartas, y la abuela, tías, primos y mamá nos quedábamos en la
cocina, haciendo tortas fritas, cantando con mi tía que tocaba
la guitarra o jugando a las radionovelas inventando historias
que sonorizábamos. Ahora que lo rememoro, advierto la
creatividad existente en esos encuentros. Y de la adolescencia,
la imagen más vívida es de cuando me quedaba a dormir en la casa
de una amiga y escuchábamos durante buena parte de la noche los
casetes de Silvio Rodríguez. Sin mediar palabra, sólo escuchar y
mi amiga daba vuelta el casete o ponía otro. Estas dos estampas
mucho tienen que ver con mi relación actual con las palabras.
Elizabeth Molver en Sierra de la Ventana, Argentina
Elizabeth Molver en Tlaxiaco, México, 2011
8 — ¿Te desenvolvés bien en la cocina o preferís que
otros se pongan el delantal?
EM —
Digamos
que me desenvuelvo. No sé si demasiado bien. Pero en casa quien
cocina soy yo. Disfruto mucho de hacer pizzas caseras y el
momento de compartirla con mi familia o amigos. También me
encanta cuando mi esposo hace un rico asado o pollos a la
parrilla y yo sólo me encargo de lavar y cortar la ensalada.
Todo esto sin delantal. La única que usaba delantal en mi
familia era mi abuela.
9 — De un texto de Abelardo Castillo, transcribo:
“…fueron un cuento y una novela de Hermann Hesse, cuyo sentido nunca
llegué a comprender del todo en mi adolescencia, los que me
entregaron, como hipnotizado a la literatura. Vale decir, al
intento de justificar con palabras la existencia.” ¿Tenés
detectado, Elizabeth, qué te volcó a la literatura?
EM —
En mi
infancia y adolescencia
me gustaba escribir: cartitas, tarjetas, frases copiadas o
letras de canciones. No era excesivamente lectora. Luego hubo un
impasse. Más
tarde, estudiando un post-grado de “Estimulación temprana”, una
de las profesoras leyó un cuento de Ángeles Mastreta que me
atrapó. Averigüé el título del libro que lo incluía, el nombre
de la autora y me lo compré. Ese texto instaló mi fascinación
con la literatura. Cómo esas palabras, esa historia de dos
carillas podía ser tan real y tan poética, cómo me pude imaginar
la situación, cómo me emocionó el final. Son inquietudes que no
tienen resolución exacta, ya que para cada persona puede
significar algo distinto y ésa es la magia.
Con la poesía me pasó algo similar, años después. En una
capacitación docente, la profesora y escritora Lidia Blanco leyó
poemas de Juan Gelman y Gioconda Belli. Rememoro la maravilla
que me produjo escuchar y luego leer esas palabras hilvanadas
con imágenes, atravesadas de dolor. Ese golpe de realidad tan
dura, simple y a la vez bellamente escrita. Si bien ya estaba
volcándome a leer y a escribir, estos episodios son los
disparadores de mi relación definitiva con la literatura.
Elizabeth Molver en casa de Frida Kalho y Diego Rivera,
Coyoacán, México, 2011
Elizabeth Molver con Yvonne Arballo, México, 2011
10 — ¿Qué textos considerás fundamentales en tu
“educación poética” o qué autores te han marcado más?
EM —
Como ya
nombré, los primeros: Juan Gelman (el poema “Cerezas”), Ángeles
Mastreta (“Mujeres de ojos
grandes”). Mientras leía las últimas páginas de la novela
“La mujer habitada”
(de Gioconda Belli) y mi corazón latía como si lo estuviese
viendo en una película. Eso me sorprende, me enamora de los
relatos. La manera en que están escritos, que me sitúen en ese
espacio-tiempo: creerlo. Por más absurdo que sea, si me lo creo:
funciona. Como Cortázar y sus cuentos (“Casa tomada”, “Carta a
una señorita en París”), Gabriel García Márquez, Franz Kafka,
Isabel Allende. En esa línea he comprado libros de autores poco
divulgados. También me apasioné con Abelardo Castillo y los
primeros cuentos de Dalmiro Sáenz, bastante más realistas. Me
falta todavía amigarme con Borges, me tengo que volver a
acercar. Una cuenta pendiente.
En poesía, Alejandra Pizarnik, Diana Bellesi, Jorge
Boccanera, Olga Orozco, Mario Benedetti, Irene Gruss, Javier
Adúriz, Jorge Paolantonio. Y entre los más cercanos, los poetas
compañeros como Eduardo Dalter, Carlos Dariel, Patricia Verón,
David Birenbaum, con los que he compartido mesas de lectura,
ciclos literarios y reflexiones acerca de la poesía propia.
Y en la mal llamada literatura infantil (porque como
decía Graciela Cabal, la literatura es una) soy fanática de
María Cristina Ramos, Graciela Montes, Gustavo Roldán, Laura
Devetach, Graciela Cabal (mi hada madrina, inspiradora de mis
primeros escritos), Luis María Pescetti y la inigualable María
Elena Walsh.
Elizabeth Molver con Pablo Pesco y Jorge Figueroa
Elizabeth Molver con Teresa Vilas, Nora Coria, J. Díaz, G.
Incostante, Claudia Osuna, Elsa Montenegro, etc.
11 —
¿Sos de prestar libros? ¿Le hacés saber al que demora en devolverte el
ejemplar que ya es hora de que retorne a tu biblioteca?
EM —
Sí, suelo prestar libros. A veces, los anoto. Pero siempre a gente que sé
que ama los libros como yo. Cuando un libro me sedujo, quiero
compartirlo. Y pienso a quién le puede gustar, a quién le puede
llegar como a mí. Pero si no me lo devuelven no tengo vergüenza
de pedirlo. Lo reclamo, hasta que algún día regrese. Puede ser
que alguno se haya quedado a vivir en otra biblioteca.
A mis libros les pongo mi nombre. Antes, cuando venía
escrito el precio en la primera hoja, me encantaba hacer eso de
borrar la cifra para asentar mi nombre.
Elizabeth Molver con C. Osuna, V. Cuello, A. Oris, S.
Ramírez, N. Coria, J. Khron, I. Gardés, E. Montenegro, G.
Inconstante, C. Malattia.
Elizabeth Molver en Puerto Pirámide, provincia de Chubut, 2011
12 — ¿De qué escritores te atraen más sus avatares que la
obra?
EM —
Pocos. Alfonsina Storni, de quien me impacta más lo que sé de sus
vicisitudes, su lucha para hacerse un lugar como poeta, que sus
poemas en sí. Pero en general, amo a los escritores y sus vidas.
Los tengo que querer por algo. Los leo porque los quiero y al
revés. Igual me sucede con artistas plásticos o de cine o de
televisión, de ésta o de épocas pasadas. Pepe Biondi, Niní
Marshall, Marta Minujín, Antonio Berni, Frida Kahlo, Mercedes
Sosa… y una lista interminable. Los admiro como artistas y sé
que sus trayectorias están cargadas de encuentros, búsquedas, de
recorrer los caminos más sinuosos para llegar hasta donde
llegaron.
*
Elizabeth Molver selecciona poemas de su
autoría para acompañar esta entrevista:
Isabel
de las cerezas
Basado en el poema de
Juan Gelman:
“Cerezas”
y en los ojos de mi abuela
Porque vivía pensando
en los pies de los otros
que pisen blandito y seguro /
que no sientan hambre ni frío
tenía
cerezas en los ojos
dos cerezas brillantes que ilusionaban
olor
a cereza creciendo
con ramitas y todo
quien la miraba quedaba atrapado /
guardaba toda su vida en los ojos
su cuerpo
se disfrazaba de pequeñez
para no inquietar
con sus brazos
rodeaba la casa entera
desde la rosas del porche
hasta el limonero del patio /
—necesito tocar las arrugas de tu codo
para aliviarme /
prestarte mis piernas y que corras sola
adonde quieras ir /
que me retes cuando agarro el dulce
a cucharadas /
verte otra vez lavándote el pelo
pileta del patio
jabón blanco
y tus manos haciendo el milagro /
tengo tu santo y no le doy perejil
¿será por eso que nadie consigue
trabajo? /
¿cómo hacía el reloj para caminar a tu
paso? /
¿por que siempre había una fruta
preparada
para los chicos que pedían ?—
ahí andabas, Isabel,
poniendo alfombras para otros
curando heridas con tu mirada
secreteando
¡ay, Isabel siempre andabas !
masitas
de crema
el
mate a toda hora
cerezas
en los ojos
Se me antojan ángeles que caminan por la
avenida
a paso lento con
arrugas como verdades
o apurados por llegar a ningún sitio
ángeles en bicicleta / en colectivo
un tren lleno de ángeles
ángeles enredados en sus enredos
en enredos ajenos
con cicatrices como única certeza
ángeles sin voz / sin oídos
sin ojos ni espejo donde mirarse
metidos en su mundosolo
ángeles que buscan su día en una bolsa
mugrienta
despojos de los otros
empujados a la nada
sin nada
hartos de tanto no
ángeles sin cara de ángeles
alborotan /
trastornan /
molestan
gritan su silencio
nadie sabe que son ángeles
(de “Según los
ojos”)
*
Basuritas
1
Entró sin que
me diera cuenta
sin previo
aviso
sin grandes
protocolos
sin gestos
exagerados.
Hasta aquí
podría estar hablando
del amor, la
vergüenza, la alegría, el miedo.
Hablo de una
basurita en el ojo,
nada más
nada menos.
2
Ayer me entró
una basurita en el ojo
menos mal
podría haber
sido un vidrio,
un cuchillo,
una bala
una mentira,
un adiós y hasta nunca
un rayo, una
pena inconmensurable
un taladro,
una gota de ácido
una visión
incestuosa,
la misma
muerte.
Ayer me entró
una basurita en el ojo
menos mal.
Como si Cromañón fuera nada más que un
hombre primitivo,
como si no hubiésemos abollado las tapas
de las ollas,
como si los atentados nunca,
como si Malvinas fueran sólo un par de
islas,
como si las madres y sus pañuelos no,
estamos,
como si.
(de “Postales
personales”)
*
Ella con su rostro enorme
sus rasgos angulosos y marcados
sus remeras escotadas
la minifalda al día
la silla en la vereda
sola o con otras
tomando mate o mirando
los colectivos, los autos,
espera un trabajo, su pan
que ese amor vuelva
cambiar algunos muebles
arreglar la casa
ayudar a la hermana
cuidar a la vieja
ella
en ese cuerpo equivocado
(de “Mujeres en un
cuaderno borrador”)
*
de mujer
lo conoce desde cuando las miradas intimidaban
y le daba vergüenza pensarse a solas con él
desde ahí para adelante
todo
sabe por qué cosas moriría
sabe a quién mató o matará
estuvo ahí cuando el mundo lo vio llegar
estuvo ahí cuando el mundo lo vio caer
ella a su lado y las hijas
y todos en contra
y ella ahí
lo recostó en su cama
lo arropó
le acarició la frente la espalda
las benditas piernas
le eligió las más perfumadas verduras
le hizo un caldo tibio
buscó las más dulces frutas
para que las bebiera de a una
lo ayudó a sentarse
a hacerse fuerte de nuevo
a ponerse de pie
después dijo —hasta aquí
dicen que él también lo dijo
(de “Mujeres en un
cuaderno borrador”)
*
señora de
no sabe bien explicar el trabajo de su marido
sus reuniones interminables y a oscuras y en
secreto
nunca supo si era bueno o malo decirlo
a veces su pecho quema y su garganta quisiera
gritar
siempre vuelve a esa noche
él, tan nervioso
el uniforme manchado
su cara de
esto es grave
se siente querida no amada
se siente señora de
sabe que siempre será así
no habrá posibilidad de cambio
de ninguna toalla ubicada en otro estante
ni una comida salada o quemada
no hay ni habrá errores
en esta vida prolija como un cuartel
(de “Mujeres en un
cuaderno borrador”)
*
esposa de
calentar la pava, sacar los pajaritos al sol
alimentar al gato y los perros
baldear el patio
los mates
los mandados
casi la única salida
no, también está el médico
la visita de Sara algún domingo
el rosario, llevar a la virgen por las casas
y el Tito que no quiere
es que trabaja todo el día
llega cansado y no le gusta salir
hacer un viajecito
es que el Tito no quiere
está sin ganas
ni una caricia me da
pobre Tito, pobre…
(de “Mujeres en un
cuaderno borrador”)
*
Elizabeth Molver con M. E. Hoyos, A. Bahena, M. Laso, D. L.
Pardo, E. Puhllianca, S. Ospina, etc., en Colombia, 2012
Elizabeth Molver con su familia en Jujuy, enero 2013
Elizabeth Molver con Patricia Verón, Anahí Cao y Carlos
Dariel en 2012
Elizabeth Molver con Carlos Dariel y Analía Boccella, en
2012
Entrevista realizada a través del correo
electrónico: en las ciudades de Ramos Mejía y Buenos Aires,
distantes entre sí unos 17 kilómetros, 2016.
*
http://www.revagliatti.com.ar/041018.html
http://www.revagliatti.com.ar/languila.html
|