Javier Galarza: sus respuestas y poemas
Entrevista realizada por Rolando Revagliatti
Javier
Galarza nació el
27 de febrero de 1968 en Buenos Aires, ciudad en la que reside,
República Argentina. Es Profesor Asociado de la Fundación Centro
Psicoanalítico Argentino. Colaboraciones suyas se han difundido
en diversos medios electrónicos y en soporte papel. Administró
varios blogs. Además de dictar numerosos cursos en instituciones
ha participado en festivales de poesía y ferias del libro. En
2001 apareció su libro
“Pequeña guía para sobrevivir en las ciudades”; en 2014, en
co-autoría con Natalia Litvinova,
“Cuerpos textualizados”
(Correspondencia 2008-2013); en 2017 el volumen de ensayos
“La noche sagrada”
(Editorial Audisea). Poemarios publicados:
“El silencio continente”
(2008), “Reversión”
(Antología, Tropofonia Editorial, Belo Horizonte, Brasil, 2010),
“Refracción” (2012),
“Lo atenuado” (2014)
y “Chanson Babel”
(Editorial Buenos Aires Poetry, 2017).
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1 —
Bitácora: “Cuaderno
donde se reportan los avances y resultados de un determinado
estudio o trabajo”
JG —
Tengo Sol en Piscis, ascendente en
Tauro y varios planetas en Acuario. Marte y Saturno en Aries.
Viví toda la vida en zona céntrica, tuve un paso por el barrio
de Colegiales y ahora resido en La Boca, el borde industrial de
la ciudad. Estudié dos años de música en la Escuela “Juan Pedro
Esnaola”. Hacia 1999, en un taller de Enrique Symms, se formó la
revista “Vestite
y Andate”. Leí febrilmente a los existencialistas, sobre
todo a Soren Kierkegaard y a Martin Heidegger. Me psicoanalicé
durante décadas y encontré en el psicoanálisis una herramienta
de conocimiento muy interesante. En un momento necesité unir
tres cosas que me apasionaban: la poesía, la filosofía y el
psicoanálisis. Entonces llegué a la Fundación Centro
Psicoanalítico Argentino donde di cursos sobre Friedrich
Hölderlin, Rainer Maria Rilke, Alejandra Pizarnik y varios más.
En 2008 edité mi primer libro de poemas, “El
silencio continente”, y lo presenté dentro del Ciclo “Aera” de
Alejandro Drewes. Luego fui parte del primer grupo del Festival
“Poesía en la Escuela”,
organizado por Marisa Negri. El festival me permitió conocer a
muchos poetas con los que siento una gran afinidad, aun
transitando poéticas diferentes: Silvia Castro, María Julia
Magistratti, la misma Marisa Negri, Valeria Cervero, Alejandra
Correa y Leonardo Martínez, entre otros. En 2012 publiqué
“refracción” a través
de añosluz editora.
Luego, añosluz
junto a otras editoriales formó La
Coop, un colectivo de editoras con una hermosa librería en
Almagro que, en mi opinión, es un importante acontecimiento
literario, porque nos hace preferir una editorial independiente
antes que a un sello grande. En 2010 había viajado a Belo
Horizonte, donde me publicaron una antología, y a Noruega, para
trabajar en una obra que ideamos con un amigo que vive allá. En
2014, junto a la poeta Natalia Litvinova publicamos en el sello
Letra Viva la correspondencia que mantuvimos entre los años 2008
y 2013. Publiqué dos libros, uno de poemas y otro de ensayos, en audisea,
una editorial formada por chicos y chicas que transitaron por mi
taller y publicaron a Raúl Zurita y a José Kozer. En la
actualidad el existencialismo se manifiesta como el deseo de
sacar a la luz mi trabajo, no puedo especular con eso, ¿qué es
el carpe
diem sino
vivir afrontando que el mañana es incierto, que solo existe el
momento? Si afronto lo imprevisible de la vida es absurdo que en
una conversación le diga a alguien
“el año que viene”.
Leo a Chuang Tzu y a Lao Tse, el misticismo es propio del
hombre, pero como dice Heidegger:
“Ya no se siente la falta
de Dios como una falta”. No me interesa la ciencia, busco
pensamientos más audaces y vivencias más intensas que solo el
arte puede transmitir.
Javier Galarza - Fotos Veronica Fazzio,
1999
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Javier Galarza
en el 2010--------------------------- Javier Galarza-
Foto Marisa Negri
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Javier Galarza en 2011
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2 —
¿Y algo
del orden de tu niñez, de tu familia, de tus modos de
despegar...?
JG —
No suelo hablar mucho de la infancia,
no idealizo esa etapa ni creo que haya sido feliz. Era un chico
atemorizado, me daban miedo cosas extrañas, por ejemplo, las
palabras que no entendía. Recuerdo mi terror cuando escuché la
palabra “bujía”, por dar un ejemplo. Tenía crisis de nervios
ante ruidos fuertes como los truenos o los aviones o cuando veía
a una persona con discapacidad. Mi madre tomaba apuntes de todo
lo que leía y a mí me fascinaban esas notas, esa caligrafía, las
lapiceras a pluma Parker, los cuadernos. Entonces comencé a
escribir. Mi padre tenía una imprenta y tardé veinte años en
entender que su oficio estaba relacionado con el mío. Cuando
cumplí dieciocho me regaló “Cartas
a un joven poeta” de
Rilke. Él no había leído a Rilke; de alguna manera me estaba
diciendo que el joven poeta era yo, y aun no imaginaba la
importancia que tendría Rilke en mis trabajos, en mis cursos y
ensayos. Tengo dos hermanos varones y una hermana que tiene
mellizos. Yo soy el mayor y creo que los hermanos mayores nos
reconocemos unos a otros.
Sus padres, Alberto Galarza y
María Celia Guglielmino, antes de 1968////Con su padre, Alberto
Galarza, en 1968
Javier Galarza con Marcelo D. Díaz,
Natalia Litvinova y Tom Maver
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3 — Has estudiado
periodismo con una
leyenda, aquel que dirigiera la revista “Cerdos y Peces”. Y
la revista que co-dirigiste, entre 1997 y 2000, con Fernanda
Simonetti, “Vestite y Andate”, no se ha quedado atrás en cuanto
a proponerse de una cierta manera provocadora desde el título.
JG —
Sí, es cierto. Enrique es una leyenda
y yo lo tomé como tal. Él puede desarticular cualquier discurso.
Yo lo comparo con los sabios taoístas, para mí es un Chuang Tzu
de bares. Enrique, hasta donde yo sé, no tiene propiedades, ni
dinero ni libros ni posesiones, ni siquiera sé si tiene amigos
duraderos. Un maestro debe provocar y sería un error tomarlo al
pie de la letra. Yo siempre tomé sus “enseñanzas” como
provocaciones. Si vos ibas a un recital él te preguntaba si te
gustaba ver un tipo arriba del escenario mientras vos estaba
abajo. “¿Y encima
pagaste?” te preguntaba, y se reía. No hay argumento válido
contra esas rupturas del discurso imperante. Así eran sus
monólogos, improvisaciones fulgurantes que no podían ser
repetidas ni conceptualizadas ni representadas. Una vez me
acerqué a él, tenía la mirada perdida hacia el Parque Lezama. En
su mente estaba escribiendo un poema y me lo recitó, como se lo
podría haber recitado a cualquiera. Era algo maravilloso. Pero
yo, que memorizo poemas enteros de San Juan de la Cruz, no
podría repetir una sola palabra. Allí va él, escapando de la
cárcel del concepto.
Vera Land, la jefa de redacción de
“Cerdos y Peces”, también es una leyenda y, aun con todo su
vuelo, fue el cable a tierra para que esa revista fuera posible.
La recuerdo tan dulce como
sacada, siempre
estaba linda, nos enseñaba los aspectos técnicos del periodismo
y sus ojos tenían un brillo que seducía y asustaba. Como las
personas que descubren la verdad del mundo, están allí para
darte indicios, pero a la vez te dicen
“yo no te voy a mostrar nada,
construí tu maldito sentido”.
Y también quiero nombrar a
alguien muy diferente pero que considero un maestro: César Aira.
Me bastó asistir a las cuatro charlas que dio en el Centro
Cultural Rojas sobre Alejandra Pizarnik para entender cómo se
podía pensar la literatura: relacionando, derivándose,
desarmándola como un artefacto y atacando todos los
presupuestos. Sus análisis literarios me recuerdan a Maurice
Blanchot, otro de mis favoritos, pero con esa dosis de ironía
tan propia de Aira, que también tiene algo de maestro oriental.
Con respecto a la “Vestite y
Andate”, yo la veo como una experiencia artística. Cuando se
unió mi amigo, el diagramador Gastón Pérsico junto a su pareja,
la talentosa Cecilia Szalkowicz, el proyecto tomó una nueva
forma. Cuando llegaban las notas, Gastón y Cecilia las repartían
entre diversos diagramadores. El resultado era sorprendente.
Entonces, el formato periodístico que le imprimía Fernanda
Simonetti o el giro más literario que le hubiera dado yo, se
transformaba en ese conglomerado de cosas que fue la revista.
Juan Pablo Liefeld aportaba una mirada política que a la larga
hubiera podido desarrollarse mucho más, Juan Manuel De Cillis
acercaba su versión sobre las
raves o sobre los
hechos hacia donde la vida lo llevaba y Analía Romeo traía
siempre notas bien hechas, que tenían un estilo
propio. Hicimos doce números. Participamos en dos
exposiciones en el Centro Cultural Recoleta y ganamos un premio
a mejor revista alternativa en un evento. Con tensiones
internas, por supuesto, pero también con la alegría de haber
vivido esa época y terminar antes de la debacle económica del
2001 y de la hegemonía de la web. Recuerdo el bar “El Mirador”:
Tom Lupo hacía el Cabaret Poético y en el sótano estaba la
redacción de “Cerdos y Peces”. Con los chicos de “la Vestite”
armábamos la grilla o la cuadrícula de cada número en las mesas
de ese bar frente al Parque Lezama. Después empezaron las ferias
de revistas, y en la Casa de la Poesía “Evaristo Carriego”
conocí a Santiago Vega (ahora ya muy conocido como Washington
Cucurto), a Fabián Casas, a Griselda García y a Daniel García
Helder. Mucha gente circulaba por allí o por “Belleza y
Felicidad” y el pop hotel “Boquitas Pintadas”.
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Javier Galarza en Trondheim, Noruega, 2010
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Con Guillermina Weil, Alejandra Correa, Paula Aramburu, Miguel
Gaya, Adrián Garaguso y Marisa Negri
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Javier Galarza con Juan Alberto Crasci, Florencia Piluso,
Sebastián Realini y Natalia Litvinova
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4 — Noruega. No serán muchos los
poetas argentinos que hayan visitado ese país. ¿En qué obra
trabajaste con el amigo tuyo que vive allá? Y, de paso: ¿qué
otros países europeos conociste (en el mismo viaje o en otros)?
JG —
Solo
conocí Noruega. Con mi amigo Luis Della Mea ideamos una obra que
se llamó “Cuerpos Posibles”: reunía danza, música y literatura,
la armamos aquí y viajamos subsidiados por Noruega, no sé
concretamente por qué entidad, pero mi amigo obtuvo varias becas
allí. Yo todavía vivía en el barrio de Colegiales y teníamos
largas charlas Trondheim – Colegiales. Empezamos a trabajar con
las diferencias aparentes entre Argentina y Noruega. Caos y
orden, por ejemplo, para luego, en los ensayos, junto a dos
bailarinas de allá armar la obra y presentarla en los dos
países. El primer día paseamos por la peatonal. En un momento me
aparté del contingente, caminé hacia una iglesia y había un coro
cantando. Sentí que el peso de los siglos caía sobre mí. De
pronto entendí los milenios de la historia europea. Recuerdo a
una mujer policía pintándose los labios en medio de la calle. Yo
abría la ventana de mi cuarto de hotel para dejar entrar a la
nieve. La inmensa catedral gótica donde había un teclado de
Richard Wagner y detrás el museo de los vikingos. Es un pueblo
que desconoce la ironía, les resulta natural caminar kilómetros
en la nieve para llegar a sus casas. Son gente bella, si vos
mirás a una chica, sonríe. En un café yo dejé mi mochila lejos y
en un acto reflejo quise ir a buscarla y mi amigo me dijo:
“Estás en Noruega, a
nadie le importa tu mochila”. En la catedral gótica vimos un
concierto de Felix Mendelssohn y yo no podía parar de llorar. A
las cinco de la tarde era de noche. Nunca quise usar guantes ni
gorro porque necesitaba vivir ese frío del aire cercano al mar y
de la nieve cubriendo las bicicletas en la calle. La obra
“Cuerpos Posibles” unía danza, teatro, poemas y música, todo
autogenerado por el grupo. Mis poemas se proyectaban en una
pantalla o eran recitados por una de las chicas noruegas que
desconocía el idioma y entonces en vez de decir
“ventana empañada”
decía “ventana empanada”.
Yo tenía una silla desde donde miraba todo y hacia el final
agarraba la guitarra y cantaba la canción “Heaven” de Talking
Heads (“El cielo es un
lugar donde nunca pasa nada”). Hicimos cinco funciones en
Buenos Aires y cuatro en Trondheim. Éramos como un “Big Brother”
cósmico porque convivíamos dos bailarinas y una vestuarista de
Noruega, una bailarina argentina, dos músicos y un escritor (que
era yo). Cuando nos despedimos, lloramos; entendí el sentido de
la distancia entre dos países, pero también el dolor de esas
alegrías que nos son dadas y tienen un plazo, no solo porque se
terminan en el tiempo, sino porque después de cada experiencia
no volvemos a ser los mismos.
Javier Galarza en Noruega, teatro Avant
Garde, con la actriz Marianne Kjærsund
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Con Pol Neiman, Bente Skille,Mari
Flønes,Elina Rodríguez,Marianne Kjærsund y Viviana Vázquez (
Noruega 2010)
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Catedral Trondheim
(Noruega 2010)
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En Noruega (2010)
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5 — ¿Cuáles fueron las
circunstancias, las condiciones que se generaron como para que
Natalia Litvinova y vos concibieran, desarrollaran, sostuvieran
durante seis años el epistolario?
JG —
Cuando Natalia llegó a mi taller en Colegiales, era una joven
bielorrusa que vivía en Vicente López, muy tímida y sensible;
tenía un blog pero no había pensado en publicar. En ese taller
también estaba Leli Busquet, que hoy integra Audisea Editora. El
primer día, Nati llegó unos minutos antes, como era su
costumbre. Le mostré un poema de Adrienne Rich, le dije que me
interesaba la literatura rusa y le conté que la poesía de Ósip
Mandelshtam estaba siendo revalorizada a través de Paul Celan.
Le pedí que nunca se apartara del arte. Me respondió que nunca
podría hacerlo. Así comenzó la comunicación, mediante correos o
mensajes de texto. Durante las clases yo leía a Yves Bonnefoy y
ella lloraba en silencio. No quería llamar la atención pero sus
buenos modales, su extranjería y su pelo larguísimo producían el
efecto contrario. Durante el 2008 surgieron muchos de los poemas
que fueron a parar a su primer libro,
“Esteparia”
(hoy reeditado en varios lugares, incluso en España y en
Colombia). Cuando presenté
“El silencio continente”
leyeron Natalia y Paula Gordillo. En el taller, Paula decía
bromeando que eran
la criollita y la
princesa rusa. La comunicación a través del correo
electrónico es la forma que asume hoy en día la correspondencia
y eso creció durante años. En esas líneas que nos escribíamos
había sueños, mucha literatura y nos contábamos cosas que tal
vez nunca habíamos hablado con nadie. Yo me responsabilicé, es
decir, intenté acompañarla en su crecimiento, todavía hoy cuando
tiene algún problema me preocupo. Años después dimos un curso
virtual y el escritor y editor Nicolás Cerruti, de “Letra Viva”,
nos propuso que editáramos un libro juntos para una colección
que dirige. Con Natalia coincidimos en que tenía que ser un
libro dialogado. Esto nos llevó a compilar nuestras cartas. A
nosotros nos gusta mucho el epistolario entre Rilke, Marina
Tsvetáieva y Borís Pasternak, por ejemplo. Editamos nuestras
cartas para la publicación, pero eso es lo que nos escribíamos.
Y la idea de un epistolario nos pareció buena. Nos seguimos
escribiendo durante casi dos años más luego de la edición del
libro. Después
dejamos de hacerlo, seguramente se cumplió una etapa.
Pero para mí la pregunta es si las cartas son parte de la
obra de un escritor. Mucho de lo mejor de Franz Kafka o de Rilke
está en las cartas. En una conversación coloquial uno pregunta
“¿Cómo estás?” o
“¿Qué andás haciendo?”.
Pero una carta es un grado más alto de la comunicación, una
confesión, un testimonio.
Javier Galarza con Cecilia Saracho
García, Natalia Litvinova y Sofia Busquet
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Javier Galarza con Natalia Litvinova
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Javier Galarza con Franco Castignani, Natalia
Litvinova y Andrés Alvarado
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6 — ¿Y
“Reversión”?... ¿Es
una antología personal? ¿La edición es bilingüe?
JG —
La edición
de Tropofonia tiene de un lado a la poeta brasileña Tania Alice,
y revirtiendo el libro está mi antología. Es decir, la parte del
libro que corresponde a Tania está en portugués y mis textos en
castellano. Pero tuve la fortuna de que el poeta Leonardo de
Magalhaens tradujera mis poemas al portugués, y en una lectura
en el Palacio de las Artes de Belo Horizonte, Wilmar Silva los
leyó conmigo y dijo que parecían escritos en ese idioma. Para la
antología elegí algunos poemas de
“El silencio continente”,
con otros del libro que estaba en camino, que era
“refracción”, junto a
algún otro poema que ha quedado allí.
Javier Galarza con Alejandra Correa,
Miguel Gaya y Javier Cófreces
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Javier Galarza en
el Teatro Avant Garde de Noruega
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Javier Galarza con Leli Busquet, Paz
Busquet, Lucas Brockenshire, Ángeles Villa y Marco Zanger
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7 — Más o menos deduje que
“Diario de abstinencia”
llegó a ser el título de un libro anunciado en algún Sitio de la
Red pero que no llegó a publicarse.
JG —
No es un
libro aún, quedó como un proyecto pendiente. Nació de una nota
que hice para la revista. Creo que la anécdota detrás de ese
proyecto, que algún día retomaré, vale la pena. Mi psiquiatra
había fallecido y yo seguí tomando altas dosis de ansiolíticos.
Al tiempo tuve varias crisis de asma y llegué tres veces a la
guardia, casi sin respirar, arrastrado por mis padres. La
tercera vez quedé internado, me suspendieron los ansiolíticos de
golpe e inyectaron fuertes dosis de corticoides. Salí del
hospital pesando varios kilos menos y comenzó la primavera,
sufría la abstinencia de ansiolíticos junto al temor que da la
imposibilidad de respirar. Mis percepciones quedaron
distorsionadas y me advertía vulnerable. A la vez estaba
sintiendo que vivía en lo real. Una madrugada caminé hasta una
guardia psicoanalítica y la analista que me atendió me dijo:
“Salga de ahí, en lo real no se puede
estar, por eso Lacan habló también de lo imaginario y lo
simbólico”.
Javier Galarza en 2012 -
Foto Marisa Negri
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Javier Galarza- Foto Marisa Negri
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Javier Galarza con Gerardo David Curiá, Lidia Rocha, Cecilia
Romana, María Malusardi y Naara Andariega en 2016, en el Centro
Cultural Kirchner
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8 — ¿Y algún
apunte sobre otros libros tuyos publicados?
JG —
“Pequeña
guía para sobrevivir en las ciudades” es
una serie de viñetas o de postales urbanas escritas para un
proyecto que luego se cayó. Cuando dejamos de hacer la revista “Vestite
y Andate”, el diagramador Gastón Pérsico y yo tomamos ese
material y le dimos forma y luego lo editamos en la imprenta de
mi padre. Ese libro fue el paso intermedio entre la particular
interpretación del periodismo que hacía “Vestite
y Andate” y la
poesía que uno quisiera dejar como obra.
“El silencio continente”
(“Breviario de texturas neogóticas y neo románticas”) trasluce
mi gusto por el género gótico, pero también hay poemas que
considero modernos. Mucho trabajo sobre el psicoanálisis. Una
parte del libro agota el tema de la disolución. Y en el medio
del libro irrumpe el poema “Variaciones sobre el olvido y el
perdón”, dedicado a la poeta Silvia Camerotto. Ese poema
sincroniza de manera onírica pero despojada la pérdida de un
cuerpo amado con los cuerpos desaparecidos de este país. La
pregunta que subyace en todo el libro es ¿dónde van los cuerpos
del amor?
En
“refracción” intento
buscar un lenguaje corporal y salir del Romanticismo. Juego con
los refranes y procuro reformularlos, los invierto; la
intertextualidad me hace tomar un dicho histórico o
psicoanalítico, alguna cita de Freud y ponerlo a jugar en el
poema. A la vez, en ese libro me sentí influenciado por la
poética de Henri Meschonnic: por lo que interpreté de su idea
del ritmo.
“Lo atenuado”
reúne poemas de diferentes épocas. El título se refiere a ese
momento en que uno colecta todo lo que ha sembrado en la
juventud, y en esa desesperación atenuada viene el tiempo de la
cosecha. En una parte del libro que se llama “Tu idioma”, busco
caminos para llegar a otra persona, partiendo del presupuesto de
que siempre hablamos idiomas diferentes. Yo creo que es un
poemario logrado, aclarando que creo más en los caminos que en
las obras.
En
“La noche sagrada”
compilo algunas de las notas y los ensayos escritos durante
varios años. Tomo a Hölderlin, a Rilke, a Paul Celan y a Kafka
junto a los personajes de su generación, como Sigmund Freud o
Ingeborg Bachmann. Considero que son
microensayos;
interviene lo narrativo, la escritura fragmentaria, modos
laterales de acercarse a autores tan ricos y complejos.
“Chanson Babel”,
al revés que “refracción”
busca extender el campo del poema, va a las etimologías y juega
a perder el hilo para después volver. El yo está puesto en
cuestión todo el tiempo, es un libro que se pregunta quién habla
o quién escribe pero no intenta responder esas preguntas.
Incluye los estados de despersonalización y las crisis de
extrañeza como temáticas, la memoria y la ceguera.
Con Alejandra Correa, Miguel Martínez
Naón, Marcelo Carnero, María Julia Magistratti y Leonardo
Martínez
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Javier Galarza con Marco Zanger y María
Malusardi
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9
— Contemos que efectuaste la co-coordinación de tres Ciclos en
La Casa de la Lectura.
JG —
Sí, dos en 2009 y 2010, junto a
Lilián Cámera: “Los poetas y los mitos” y “Los poetas y el
objeto fetiche”. Y en 2010, junto a Lilián y Leonor Silvestri,
hicimos una lectura que Leonor llamó “Desmesura”. Ella tiene un
pensamiento en movimiento que no deja de inquietar y yo necesito
de esa inteligencia que rompe todos los moldes. En eso, no sé si
a ella le gustaría, pero se parece a Enrique Symms. Toda la vida
está repensada y todas las suposiciones puestas en cuestión. En
esos ciclos participaron como invitados Silvia Camerotto,
Alejandro Méndez, Griselda García y Miriam Bercovich. El
objetivo era analizar la obra de los poetas ante diferentes
temáticas, que se conversara y se debatiera. La propuesta base
del ciclo no deja de ser un lugar vacante, porque a mí no me
convence que un poeta saque su hojita, lea y se vaya; hay que
producir reflexión, comunicación, diálogo, fricciones.
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Javier Galarza con Liliana Piñeiro, Valeria Cervero y Marco
Zanger
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Javier Galarza con Luis Della Mea y Laura Pizzarelli
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10 — Caen
(retornan) sobre vos un par de interrogantes, títulos a su vez
de cursos que has dictado: “¿Y para qué poetas?”, “¿Qué
significa escribir?”
JG —
Hay un verso de Hölderlin que dice:
“¿Y para qué poetas en
tiempo de indigencia? Pues ellos son como los sagrados
sacerdotes del dios del vino que peregrinaban de una tierra a
otra en la noche sagrada”. De este verso, perteneciente a la
elegía “Pan y vino”, vienen tanto el nombre del curso como el de
mi libro de ensayos: “La
noche sagrada”. A la vez, en una célebre conferencia,
Heidegger se pregunta
“qué significa pensar”. Bueno, preguntarse sobre los poetas
y la poesía nos permite hallar respuestas momentáneas, verdades
como tiendas de campaña que luego deben hacer lugar a otra cosa.
Esto debe ser una búsqueda, porque si nos transformamos en un
aforismo quedamos congelados, y el pensamiento y el fluir de la
escritura se cancelan. Permanezco en esta búsqueda pero solo
para aumentar la dimensión de las preguntas.
Javier Galarza con Felipe Herrero,
Valeria De Vito, Carolina Giollo, Gabriela Larralde y Natalia
Litvinova
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Javier Galarza con Gastón Pérsico en
2001
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11 — Recuerdo dos revistas en las que
colaboraste: “La Maldita” y “Quesquesé” (presentada esta última
en el Ciclo de Poesía y Prosa Breve “Nicolás Olivari” que yo
co-coordinaba con Cristian De Nápoli).
JG —
Si, en la época de la
“Vestite y Andate” existían muchas revistas alternativas.
Con “Quesquesé” hicimos un intercambio de notas. Verónica Pérez
Arango, que integraba la “Quesquesé”, organiza ciclos de lectura
y publica sus textos, la veo activa. En cambio, no se casi nada
de los chicos que integraban “La Maldita”. Con Cristian De
Nápoli compartimos hotel y lecturas en un breve viaje a Belo
Horizonte organizado por Wilmar Silva y Tropofonia Editorial. La
época de las revistas ha dejado su marca. De todas formas, y
pese al humor corrosivo de “Vestite y Andate”, yo ya estaba
leyendo a Hölderlin y a Rilke, me sentía mucho más cerca de los
poetas malditos, existencialistas o videntes que de la poesía
que circulaba en los años noventa a través del objetivismo y sus
derivados.
Javier Galarza con Florencia Luchetti,
Jorge A. Maldonado, Sandra Escobar Ginés, Valeria Cervero,
Luciana Mellado y Miguel Martínez Naón
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Javier Galarza con Lucas Margarit, Natalia Litvinova, María
Magdalena, María Malusardi, Susana Szwarc y Ana Arzoumanian en
junio 2017
12 — Natalia y vos, conjuntamente,
han dictado cursos.
JG —
Si, aún lo hacemos, tenemos un taller
presencial en mi casa y realizamos clínica de obra en formato
virtual. Después de algunos años sin trabajar en la Fundación
Centro Psicoanalítico Argentino, preparé junto a Natalia un
curso sobre Paul Celan y la poesía rusa. Quería hablar del
acmeísmo, en mi opinión uno de los movimientos poéticos más
importantes que haya surgido. Fijate que aquí, cuando se piensa
en “depurar” los “excesos” retóricos o sentimentales se apela al
objetivismo. Hasta en eso somos norteamericanistas. Pero si leés
los manifiestos de Mandelshtam, la apuesta es volver a la
sencillez y a lo clásico, a la precisión de la palabra. Junto a
Natalia cotejamos versiones de poemas, advertimos que al poema
“El siglo” de
Mandelshtam le faltan algunos versos en casi todas las
traducciones. Analicé cómo tradujo Paul Celan a Mandelshtam y a
Serguéi Esenin al alemán. De mi taller han salido muchos libros
y con Natalia hemos trabajado en otros tantos, con prólogo
incluido. Trabajamos también con gente de España y por segundo
año consecutivo somos parte del jurado en el concurso “La Isla
de Aklan”, del que nuestra clínica de obra es uno de los
auspiciantes.
Con Andrés Alvarado, Bárbara Ali, F.
Castignani, Paz Busquet, Ángeles Villa, Maite Esquerre, N.
Litvinova, Sofía Busquet, Diego Morgan, Sebastián Goyeneche,
etc.
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Con Lucio Madariaga, Valeria Cervero,
Paulina Aliaga, Marcelo Leites, Natalia Litvinova y Maricel
Santín
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13 — Es al músico aficionado
que tengo entendido que sos a quien le pregunto: ¿por qué tipo
de música tenés mayor afición? ¿Por qué compositores e
intérpretes? ¿Has hecho música en espacios públicos?
JG —
Me gusta el
dream pop y el
dream folk, por
dar un ejemplo; como verás, está la palabra
dream por
delante. Las canciones tristes y sutiles me animan a escribir,
trasmiten una emoción casi sinestésica, que uno a veces puede
decodificar y pasar a palabras. Me gustan Neil Young y Cocteau
Twins y los buenos
songwriters. En
las variantes del folk hay muchos, desde Damien Rice hasta
Marissa Nadler. Una vez Cristina Piña me dijo que creía que la
antorcha de los poetas malditos estaba pasando al rock, y algo
de eso hay. Syd Barrett fue mi primera conexión con los poetas
malditos.
Y sí, he tocado en espacios
públicos, tengo bandas desde la adolescencia e interpretar un
solo de guitarra es una actividad que me relaja más que el yoga.
La vida del músico es diferente a la del escritor. Los
escenarios te llenan de adrenalina. La escritura requiere
soledad; aun así la inspiración te puede sorprender en cualquier
lado; he escrito en salas de espera de hospital, por ejemplo.
Rilke decía que si Georg Trakl
hubiera pintado no se hubiera suicidado. El poeta al utilizar el
lenguaje, al expandir los límites del mundo, corre otros
riesgos. Creo que cada artista tiene más de una disciplina que
lo acompaña. Para Pizarnik o Miguel Ángel Bustos fue la pintura.
Para Mandelshtam o Paul Verlaine es la música.
Javier Galarza en
Trondheim, Noruega, 2010
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14 — Tu
“La noche sagrada”
(título también de una novela del destacado marroquí Tahar Ben
Jelloun) fue publicitada editorialmente como
“una reunión cumbre”
(Edmond Jabés, Marina Tsvetáyeva, Ósip Mandelshtam, entre
otros). ¿Qué otras reuniones cumbres nos propondrías?...
JG —
“Reunión cumbre” es el título del
prólogo del libro, hecho por María Malusardi, una gran amiga. Me
interesa mucho el encuentro entre los poetas Miguel Ángel Bustos
y Jacobo Fijman en el Hospital Borda. El encuentro entre
Pizarnik y Bustos. Entre Pizarnik y Susana Thénon. Entre Freud e
Hilda Doolittle. Alguna reunión en la casa de Oliverio Girondo
donde estuvieran Olga Orozco, Pizarnik, Juan-Jacobo Bajarlía,
Edgar Bayley y Norah Lange. Una reunión de redacción de los
integrantes de la revista “Poesía Buenos Aires”. Uno tiende a
idealizar esos encuentros, creo que entre Proust y James Joyce
no hubo más que un “hola”. Para ser sincero, se trata casi de
una cuestión de religiosidad. Me gustaría decir:
“En este lugar se
encontraron Bustos y Fijman” y armar un altar allí. Me
fascinan los mitos urbanos, las pintadas de los compañeros de
algún pibe que mató la policía o los retablos que la gente
levanta en homenaje a personas fallecidas. Que conviertan en una
santa a una chica de las bailantas. Son pequeños restos de
religiosidad ardiendo como fuegos, alumbran y dan calor a esta
noche en la que estamos.
Javier Galarza con Leonardo Martínez, Julio Salgado, Natalia
Litvinova y Bruno Di Benedetto
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Javier Galarza con
Cristian De Nápoli, Wilmar Silva y Violeta Cangianelli, en Belo
Horizonte, Brasil, en 2010
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15 — Acabo de releer,
Javier, del Nº 8 de “Vestite y Andate”, un interesante artículo
tuyo sobre Sylvia Plath: “Vestida para la ceremonia”. Ya a más
de tres lustros de aquello, ¿qué tanto ha seguido atrayéndote su
vida y su escritura?
JG —
Me sigue atrayendo esa estructura de tragedia griega que tiene
su vida: de la estudiante brillante al electroshock, de la tapa
de “Madeimoselle” a meter la cabeza adentro del horno. Y en
medio de todo esto, como Casandra, esa videncia que es la
poesía. Estaba casada con otro genio, Ted Hughes, pero en el
momento de la separación ella parece decir
“yo voy a ser más grande
que vos, yo voy a ser un mito”. Quizás sean la pareja
perfecta. Desataron fuerzas tan inmensas que los sobrepasaron y
les iban a costar la vida. Jugaban a la Guija, leían
“La diosa blanca” de
Robert Graves, sabían de astrología. ¿Cómo no amar a Sylvia
Plath o a Anne Sexton? Redacté esa nota en sintonía con algunas
circunstancias que describo en
“Diario de abstinencia”.
Y cuando escribí sobre Anne Sexton también utilicé material
autobiográfico. ¿Será el confesionalismo? Creo que los chicos
que hoy se deslumbran con Sharon Olds tendrían que releer todo
lo que escribieron Sylvia Plath, Anne Sexton y Adrienne Rich.
Javier Galarza con Maité Esquerré, María
Magdalena y Emiliano Campos Medina
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Javier Galarza - Foto Marco Zanger
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16 —
¿Qué destreza, te parece, es
necesaria para deslindar el
esto y el
eso cuando es
aquello lo que
deseamos?
JG — Entender que el
deseo existe a condición de no ser satisfecho. Como la
escritura, es un juego de tensiones y distensiones que nos agota
y silencia pero siempre puede resurgir. No dejar de buscar
aquello, aun
sabiendo que habrá desvíos y es probable que nos extraviemos en
el camino. Pero en esos desvíos acecha la vida. En palabras de
Samuel Beckett: “Fracasá
más, fracasá mejor”.
Javier Galarza con Roberto Raschella, Sergio De Matteo,
Natalia Litvinova, etc.
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Javier Galarza con Silvia Camerotto y Alejandro Drewes en
2008
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Javier
Galarza con Silvia Camerotto, Luis Della Mea y su ex mujer,
aproximadamente en 2007
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17 — ¿Zumbido, gorjeo, maullido, gorgorito o aullido?
JG — Aullido, aún antes
de leer a Allen Ginsberg. Ladridos a la luna, la película “The
Wall”, el libro “El grito
primal” de Arthur Janov o una suelta de lobos hacia las
cúspides gélidas de las tierras sin perdón. Es la furia pero
también el andar enfermo de algún animal. El brujo Don Juan le
dice a Carlos Castaneda que la muerte nunca se detiene. Como
escribió Jorge Leonidas Escudero:
“Es un perro en la noche,
desde lejos, / que me dice / lo que no acaba nunca de ladrar”.
Javier Galarza con Victoria Fabre (de espaldas) y Natalia
Litvinova
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Javier Galarza coordinando un taller
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Con
Ángeles Villa, Sofía Busquet, Marco Zanger, Maite Esquerre,
Natalia Litvinova, Cecilia Saracho García y Lucas Brockenshire
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18 — De los siguientes satélites, ¿cuáles orbitan más
cerca de tu planeta?:
Roberto
Juarroz: “La poesía es la
sinceridad con que habla en nosotros lo que no conocemos. Única
vía veraz de aquello que cimenta nuestra ignorancia.” René
Char:“El poeta no
tiene sino satisfacciones adoptivas.”
Eleonora
D’Alvia y Juan Eugenio Rodríguez:
“La poesía sería el lugar reservado a lo imposible. La poesía es
un decir de lo imposible de ser dicho. El poeta mediante su acto
da cuenta de que fue causado. Se vale de su falta.” H.
Bloom: “La poesía es la
angustia de la influencia, el malentendido, la perversidad
disciplinada. La poesía es incomprensión, tergiversación,
desacuerdo. Es el romance familiar. Es el encantamiento del
incesto, disciplinado por la resistencia a ese encantamiento.”
JG —
Creo que esos
cuatro satélites merodean de alguna forma mi planeta, pero esta
noche estos dos cometas se acercan y fulguran:
“La poesía es no tener
algo que decir y decirlo; nada poseemos” de John Cage. Y
“El poeta es un dios, o
el joven poeta es un dios. El poeta viejo es un vagabundo”
de Wallace Stevens.
Javier Galarza con Paz Busquet, Leli
Busquet, Natalia Litvinova, Andres Alvarado y Franco Castignani
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Con Paulina Aliaga, Gisela Galimi,
Marisa Negri, Valeria Cervero y participantes de Poesía en la
Escuela
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Javier Galarza con Natalia Litvinova y
Pablo Runa
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Javier Galarza en 2009 - Foto Pol Neiman
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Javier Galarza selecciona poemas de su autoría para acompañar
esta entrevista:
FRAGMENTOS DE UN POEMA IMPOSIBLE
Para Alberto Galarza, en memoria
los ojos encendidos de
una orfandad que hoy es la mía
padre estás volviendo
a casa
padre estoy volviendo
padre qué nos has
traído
de niño me asustaba
pensarte solo y perdido
hoy que yo estoy
solo y perdido
quién soy padre
rilkean heart san francisco
asís mismo tu hijo de
corazón salvaje
debo nombrarte para
aprender a perderte
debo nombrarte para
aprender a ganarte
sigo buscando mis
límites
qué nos cansamos de no
decirnos
qué nos cansamos de no
hablar
carga en tus brazos al
niño que fui
yo sostengo ese cuerpo
cansado
desde el hombre que
hoy no está
cargo en mis brazos al
niño que fuiste
en quién hablo cuando
callas
padre color de ojos
indescifrable
(de “El silencio continente”)
*
arder (II)
ardo
padre no ves
que ardo?
ves—
la ves a ella
no la ves
estoy
prendido fuego
encendido
recaliente
como si dijera
como si
intentara como
si pudiera
preguntar/le:
cómo tocarte
con manos
de este mundo
*
Freud analiza un sueño donde un hombre, velando el cadáver de su
hijo, sueña que el cuerpo se incendia con las velas y el chico
se le presenta preguntándole: padre, no ves que ardo?
(de “refracción”)
*
leyenda li po
intenta asir el
reflejo
de la luna en el agua:
morirá ahogado.
cosas que ocurren
cuando no hay lugar
para la metáfora.
(por qué Eco favorece
al enamorado de sí
mismo?)
*Leyendas diferentes de dos muertes: las del poeta li po
y la de narciso
(de “refracción”)
*
LA
HENDIDURA
Algo en la alternancia
entre los colores de
la tinta
y la hendidura certera
de la pluma sobre el
papel,
lo blanco. Sea la
pluma,
el canto o la voz,
como el eco
que vuelve con el
viento,
y sea esta luz también
que alumbra las
aperturas
del mundo, aún en la
noche,
el estilo o estilete
que rasga
el blanco de la hoja.
(de “Lo atenuado”)
*
DESTIEMPOS
Llego pronto a tu
antes,
palpo los nunca de tu
respiración agitada.
Cuando callás, algo
silencia más allá de vos,
y cuando cerramos los
ojos,
todo duerme en algún
lugar.
Esto está hecho de
gestos desesperados,
de destiempos, no
tiene sujeción:
donde vos calculás, yo
me deshago,
donde vos te mostrás,
yo me desarmo.
Sos la regla que
confirma la excepción,
lo espectral. Vivo en
un no instante,
entre el ya no de tu
partida y el aún no
de quien serás.
(de “Lo atenuado”)
*
SILESIUS
No
indagues la naturaleza del vínculo
que
como la rosa de Silesius
florece sin porqué,
una
pregunta puede permanecer abierta
para
evitar la clausura del sentido,
el
misterio entonces
aguarda en los signos,
está
en ‘lo abierto’,
en
el campo de ‘la percepción pura’
(8ª
Elegía de Rilke),
‘florece porque florece’,
toca
la penumbra del Medioevo
y
las visiones de las místicas.
El
sentido: eso ‘tapona’, dijo Lacan
pero
quien pierde su verdad
aún
conserva la chance de hallar algo.
El
perfume se creó para tapar
el
olor de los cadáveres,
la
palabra ‘humo’ está contenida
en
su etimología (del latín per, ‘por’
y
‘fumare’, ‘a través del humo’),
lo
cinerario es la base de lo que huele bien.
Escribe Silesius que la rosa
no
es consciente de su belleza
ni
se pregunta si alguien la mira.
Y
todo un caudal de mundo
se
despliega allí
sin
explicaciones.
(de “Chanson Babel”)
Javier Galarza con Pol Neiman
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Con Miguel Martínez Naón, Marisa Negri,
Carlos Juárez Aldazábal, Valeria Cervero y dos pibes, en 2011
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Javier Galarza con María Malusardi
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Javier Galarza con María Julia
Magistratti y Rita González Hesaynes
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Javier Galarza con María Chapp, Sandra
Figueroa, Lucas Marín y Sodely Páez
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Javier Galarza con
Marisa Negri, Natalia Litvinova y Silvia Camerotto
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Javier Galarza con Marisa Negri y Raúl Zurita en Santiago
de Chile, en 2010
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Javier Galarza con Marcelo D. Díaz,
Natalia Litvinova y Tom Maver
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Retrato de César Bandin Ron
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*
Entrevista realizada a través del correo electrónico: en la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Javier Galarza y Rolando
Revagliatti, junio 2017.
Nota
del editor : JAVIER GALARZA FALLECIÓ El 26 /7/2022
www.revagliatti.com
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