Jorge Ariel Madrazo: sus respuestas y poemas
Entrevista realizada por Rolando Revagliatti
Jorge
Ariel Madrazo nació el 26 de agosto de 1931 en
la capital de la Argentina,
Buenos Aires, ciudad en la que reside. Ejerció el
periodismo desde 1967, sin interrupciones, y hasta hace pocos
meses, en su país y en Venezuela, ocupando cargos directivos. Su
quehacer literario ha sido traducido al francés, portugués,
italiano, inglés, catalán y macedonio. En 2005, por sus
versiones de poemas de autores de habla portuguesa, obtuvo el
Premio “Paulo Ronai” en Pernambuco, Brasil, y por su traducción
de dos libros de Jack London, el Primer Premio IBBY
Internacional. Es Miembro Correspondiente de
la Academia
de Letras del Nordeste del Brasil y de la Unión Brasileña de
Escritores. Integra el Consejo Editorial de la revista “Trilce”
(Concepción, Chile) y el Consejo Asesor de la revista-web
“Analecta Literaria”. Ha sido incluido en numerosas
publicaciones periódicas y antologías nacionales y extranjeras.
La Biblioteca Nacional de la República Argentina
lo distinguió en 2014 con el Premio “Rosa de Cobre”
a
la Trayectoria
en Poesía. Publicó en
2011 a través de Ediciones Desde la Gente, Centro Cultural de la Cooperación, de su
ciudad, el volumen conformado por su novela “Gardel se fue a
la guerra” (Primer Premio “Eduardo Mallea”, período
2003-2005) y por diversos textos de su
libro anterior, “Quarks-Microficciones”,
de 2006.
Sus dos libros de cuentos editados son “Ventana con Ornella”
(1992) y “La mujer equivocada” (2006). Desde 1966 fueron
apareciendo sus poemarios “Orden del día”, “La
tierrita”, “Espejos y destierros”, “Blues de
muertevida” (1984, Premio Nacional Regional), “Cuerpo
textual” (1987, editado por el
sello LAR de Chile, Segundo Premio Municipal Ciudad de
Buenos Aires), “Cantiga del otro” (1992, Primer Premio
Ediciones del Dock), “Piedra de amolar”, “Mientras él
duerme” (1997, en co-autoría con
el pintor Juan López Taetzel), “Para amar a una
deidad” (1998, Premio Fondo Nacional de las Artes y Premio
Fundación Inca), “De mujer nacido”, “Teoría de ella”,
“De vos”, “Ayer decías mañana”,
y en 2015 “Lo invisible”. En 2014 se concretó en París,
Francia, a través del Programa Sur de la Cancillería Argentina
de apoyo a la traducción, y por el sello Abra Pampa, una edición
bilingüe bajo el título “De vos / De toi”. Este año,
Ediciones Summa, de Lima, Perú, dio a conocer su antología
personal “Alma que has de
vivir” y Ediciones Caletita, de México, le publicó el libro
“Poemas de ángel caído”.
Fue invitado a encuentros internacionales de poesía
en su país, así como en Perú, Chile, Uruguay, Brasil, Colombia,
Cuba, México, Nicaragua, Ecuador, Estados Unidos, España, ex
Yugoslavia, Irlanda y Francia.
1 — Imaginando la satisfacción que le habrá producido al niño
que eras en 1940, cuando se publicaron dos poemas tuyos, nos
preguntamos por la repercusión en tu familia, por la irradiación
en ellos y en vos, por tu continuidad en la escritura de
creación en aquella década y en la siguiente.
JAM — De hecho, esos
dos poemitas vieron la luz en una revista, “Ceres”,
editada por la mutual del Ministerio de Agricultura y Ganadería,
en el que mi padre trabajaba. Como verás, la intervención de mi
familia en tales “inicios” literarios fue directa, pero no
porque sí: aquel chico tenía condiciones. Los poemas estaban
consagrados, como era de prever, a mi madre y a mi padre, y
exhibían cierta habilidad constructiva y bastante “oído”. Aún
recuerdo la estrofa final de uno de ellos:
«El niño ya se ha dormido
/ la madre cesó su canto. / Ya no se oye de la lluvia el ruido.
/ Las horas siguen pasando…». A esa edad, por cierto, ya
tenía muchas lecturas —obvio: desperdigadas, sin ningún orden—
gracias a la biblioteca de una tía, hermana de mi madre y
profesora de Arte Escénico y Declamación: esa biblioteca
rebosaba de Rubén Darío, José Asunción Silva, Santos Chocano,
Amado Nervo, Edgar Allan Poe, Fernández Moreno (Baldomero y
César), José Pedroni, Antonio Machado, Federico García Lorca,
León Felipe y un riquísimo etcétera. Los Nocturnos de Silva y
“El Cuervo”, de Poe,
me abrieron el alma, el sentimiento y el oído como nada nunca
antes. León Felipe y Vladímir Maiakovski —este último, no sólo
por su euforia revolucionaria sino también por su forma de
escandir el verso— fueron con César Fernández Moreno, García
Lorca y Rafael Alberti y el Pablo Neruda de
“Residencia en la tierra”, las
influencias más notables, en la prehistoria adolescente
de mi formación poética.
Toda la escritura que siguió, en los ’40 y ’50, se
convirtió en humeante pira cierta noche de rara autopunición:
ocurre que sentí miedo, o rechazo, por lo que era una entrega
psíquica casi absoluta a la experiencia (mágica, obsesiva) del
lado poético del universo. Una precoz militancia política y un
precoz casamiento contribuyeron a que mi primer libro de poesía
se publicara muy tarde, a los 34 años, en 1966 y gracias a la
generosidad de José Luis Mangieri con su primer sello: La Rosa Blindada. Ese opus poético
inicial se llamó “Orden
del día”. Pese a tal título, no era para nada panfletario,
ni siquiera de carácter preminentemente político, y aún hoy lo
reivindico.
Jorge Ariel Madrazo en su niñez
2 — ¿Qué medios periodísticos en los que te hayas
desempeñado destacarías? ¿Qué secciones cubriste y de cuáles
llegaste a ser el principal responsable, con qué otros
escritores compartiste redacciones?
JAM — Los
principales hitos de mi trabajo periodístico fueron, en el país
y en gráfica, la revista “Siete Días Ilustrados” (fui Secretario
de Redacción de su edición nacional y luego de la Latinoamericana) y
el recordado matutino “La Opinión”, fundado por Jacobo Timerman.
En los años ’60 estuve muy cerca de “La Rosa Blindada”,
publicación que dirigía Mangieri, donde reencontré al joven Juan
Gelman que ya había admirado en sus lecturas públicas y a través
de los discos del Tata Cedrón. Ya en Venezuela transité por
varios medios gráficos hasta desempeñarme como Director del
semanario “Elite” y, luego, Secretario de Redacción de la filial
venezolana de la agencia de noticias italiana ANSA.
Una
vez de regreso en la Argentina, pasé por otros
medios como la revista “El Observador”, el matutino “Clarín”
—en su sección Internacional—, y algunas colaboraciones
esporádicas para la última etapa de la importante revista
“Crisis”, que dirigió el poeta y periodista Jorge Boccanera. Por
fin, fui colaborador permanente de la publicación virtual y
gráfica “El Arca”, órgano de la Caja Nacional de Ahorro y
Seguros, hasta su desaparición,
poco tiempo atrás.
Raúl González Tuñón (con quien apenas tuve trato, por mi timidez
en aquellos años), Gelman, Francisco Urondo, el gran dibujante
Hermenegildo Sabat, Tabaré Di Paula, Sergio Morero, Alberto
Szpunberg, Ramón Plaza, son algunos de los nombres, imborrables
hasta hoy, surgidos en aquella larga etapa periodística y
poética a la vez. Hubo más, es claro, pero no quiero convertir
este diálogo en una guía telefónica.
Jorge Ariel Madrazo, en Granada, Nicaragua, 2015
3 — Tras exiliarte en Caracas, entre 1976 y 1983,
apenas regresado a nuestro país se difunde tu poemario
“Espejos y destierros”. Seis, siete años en
otra gran ciudad. ¿Cómo fue “volver”?...
JAM — El que vuelve
es ya otro, ¿verdad? Y el país también es muy otro. Ante todo
procuré re-descubrir, conocer el nuevo movimiento poético, en
especial a los autores y autoras jóvenes: era la época de
“Poesía Abierta”, de los cafés y
caves donde la poesía
sentaba sus reales. Traté intensamente a magníficos compañeros
de mettier,
muchos de ellos hoy fallecidos. Mención especial, entre estas
figuras memorables ya idas, para Enrique Puccia, Antonio
Aliberti, Rubén Chihade, Francisco Madariaga,
Edgar Bayley, Enrique Molina, Joaquín Giannuzzi, Juan
García Gayo, Hugo Caamaño, Jorge Smerling, Carlos Débole, Jorge
García Sabal, Celia
Gourinski, Élida Manselli, Susana Thénon, Olga Orozco y un
riquísimo etcétera.
De igual modo, debo confesar que tropecé en algunos casos
con sectarismos y afanes por ocupar un paradójico “poder
poético” —que ayer y hoy me pareció un afán tan pobre como
risible—, cuya mayor expresión quizás haya sido la revista
“Diario de Poesía”.
Jorge Ariel Madrazo con Rafael Alberto Vásquez y Diana
Poblet
4 — ¿Te habrás referido ya en alguna entrevista a ese
volumen titulado “Orgasmo” (Centro Editor de América
Latina, 1989), conformado por poemas de Mario Trejo (1926-2012),
con tu selección y estudio introductorio? Haya sucedido o no,
Jorge, te demandamos que nos hables de Trejo, de tu selección y
estudio.
JAM — Trejo —o
Trexus, como él se
auto-rebautizó— fue uno de los personajes más singulares que he
tratado, mejor dicho: que tuve el privilegio de tratar. Fue, en
mi opinión, una de las voces mayores de la poesía en lengua
española, desde la irreverencia y la ironía que no excluían una
hondura conmovedora de quien había vivido “todo”, y en todas
partes. Cualquier convencionalismo, cualquier gesto mediocre o
mezquino se disolvían en el aire, avergonzados, ante su
presencia cáustica e intransigente. Podía suscitar admiraciones
incondicionales y rechazos no menos absolutos. Era un ser de las
noches, del jazz, de la bohemia y los márgenes, y daba la
impresión de que nada de lo humano le era ajeno, a excepción de
los rótulos políticos. Tampoco le fue ajeno ningún género
textual: fue maestro como dramaturgo, guionista de cine y
televisión, autor de poemas que llegaron a ser canciones
exitosísimas, como “Los Pájaros Perdidos”. Y hasta fue actor,
haciendo de sí mismo, en la película de Bernardo Bertolucci “La
vía del petróleo”. De mi trabajo para el CEDAL sólo diré que
estuvo movido por la admiración y el amor.
Jorge Ariel Madrazo con Loretto Rafanelli y Paul Guillén
5 — Envidiable bagaje el tuyo tras las participaciones en
encuentros de escritores en más de una docena de países.
JAM — Hay
encuentros poéticos de muy distinta índole, carácter y magnitud.
Pero ya sea en Rosario o Córdoba de Argentina, o bien en Struga
—Macedonia, en la ex Yugoslavia—, en Irlanda, en Oregón (EEUU),
en Granada (Nicaragua), en Concepción y Valdivia (Chile), en
La Habana, en Quito, Lima o Medellín (por citar a algunos a los
que fui invitado), la emoción poética suele ser similar. Tal
experiencia, que es tanto de vida como poética, permite además
enriquecerse con múltiples aportes, seres humanos, culturas y
voces. Y suelen forjarse amistades duraderas y entrañables.
6 — Resulta que sos el prologuista de un libro que juzgo
extraordinario: “Lo cierto”, del argentino Diego
Viniarsky, fallecido trágicamente en 2006 a los cuarenta años.
JAM — Amor y admiración: ésas son las palabras que ya usé
para definir mi relación con Mario Trejo, y muy adecuadas para
referirme al vínculo con Diego e incluso con Noemí, su gran
compañera.
Diego era un ser de excepción, un talento y una voluntad
descomunales encarcelados en un cuerpecito que sufría un
creciente deterioro por una enfermedad paralizante. Lo conocí
cuando me puse en contacto con él tras leer un número de la
excelente revista “El Perseguidor”, que él fundó y dirigía con
la ayuda —no siempre constante— de un pequeño grupo de amigos y
colaboradores. Como bien señalás,
“Lo cierto” es un libro
fuori serie. Y
quedó inédita una novela suya que evocaba su niñez y la pasión
por el fútbol. Sus dos hijos, una mujercita y un varón, son
también brillantes, y Noemí sigue siendo una de mis amigas más
cercanas. Por
cierto, al hablar de Diego no puedo dejar de recordar y
homenajear a otro gran poeta y crítico, una de las
personalidades más agudas que he conocido, Juan Antonio Vasco,
que sufrió su misma y más que injusta enfermedad.
Jorge Ariel Madrazo con Aitana Alberti, Waldo Leiva y otros
7 — ¿Está ya concluido, aunque sin editar, tu ensayo
“Grandes poetas olvidados”? ¿Quiénes son ellos?
JAM — Nunca llegué a
concluirlo, ni creo que me dé el tiempo para hacerlo.
Algunos de esos nombres (largados así, sin ningún orden): César Tiempo,
Delmira Agustini, Carlos Sabat Ercasty, Martín Adán, César
Calvo, Martín Oquendo de Amat, Porfirio Barba Jacob, Eunice
Odio, Humberto Díaz Casanueva, Rosamel del Valle… En realidad,
¿no están olvidados la mayor parte de los poetas que merecerían
ser frecuentados a diario?
Jorge Ariel Madrazo con Alberto Szpunberg y Marta Braier en
2014
8 — ¿Cómo se gestó, se produjo tu
“Conversaciones con Elizabeth
Azcona Cranwell” (1933-2004), ese volumen que en 1998 fue
editado a través del sello Vinciguerra?
JAM —
Ese trabajo, que me permitió transitar la intimidad (a menudo
dolorosa) y la obra de una gran poeta y amiga, ninguneada hasta
por una trajinada antología que pretendió dar cuenta en 2010 de
los “200 años de poesía
argentina” (sic), surgió a pedido de la propia editorial. Y
se gestó a lo largo de muchas horas de entrevistas y de charlas
más distendidas, en su departamento porteño del barrio Norte.
Elizabeth irradiaba un talento y encanto especiales, y era un
tesoro de anécdotas y de sentimientos muy profundos en cuanto al
tan particular reino, o taller, de la creación poética.
Jorge Ariel Madrazo con Aurelia
Lassaque, Víctor Rodríguez Muñoz y otros
9 — En el género ensayo destacan dos títulos de tu
autoría: “Breve historia del bolero” (1980), y cinco
lustros después “El anticristo” (2006).
JAM — El ensayo
sobre el bolero, género que amo, nació por la impronta del clima
musical y sentimental del Caribe, que me llegó con ímpetu
durante mi
residencia en Venezuela, donde conocí entre otros al gran
cantante puertorriqueño Daniel Santos y descubrí a su eximio
compatriota Héctor Lavoe (llamado “El cantante” por
antonomasia), al cubano Beni Moré, al panameño Rubén Blades, a
la española-venezolana Soledad Bravo, a los venezolanos Willie
Colón y Oscar D’León. Incluso entrevisté allí al famoso cantante
argentino Leo Marini, quien vivió también en Venezuela. Y al
director de la orquesta “La Sonora Matancera”,
el que me abrió los ojos a una nueva visión de estos ritmos al
revelarme: “Chico, tú sólo comprenderás de verdad toda esta cosa
cuando vivas a fondo el
sentimiento Caribe.”
Y tenía mucha razón.
“El anticristo” lo escribí, en difícil parto, por pedido de una
editorial española para públicos masivos: tenía que ser muy bien
documentado y al mismo tiempo ameno. Creo, modestamente, que lo
logré.
Jorge Ariel Madrazo con Lasse Sodenberg, Ángela García,
Alicia, Marcos Silber (2015)
10 — ¿Por qué o a
instancias de qué motivaciones escribís poesía? ¿Cuál es tu
visión del quehacer poético?
JAM — En mas de una
ocasión, con éstas palabras u otras semejantes, he dicho lo que
es mi férrea convicción: el poema, si merece tal nombre, es un
cuerpo vivo, un jadeo, una respiración, un dolor y un actuar
tanto físicos como subjetivos, que han de nacer desde el adentro
hacia el afuera: rara vez la gracia poética tutele a un texto
surgido prioritariamente desde lo que Edgar Bayley llamó el
“estado de alerta”, o
desde el mero tributo a la herencia literaria, por rica que ésta
fuera. Por lo demás, el poema
es lo que es, quiere decir lo que dice, alude pero no expresa
nada preexistente a sí mismo: es nuevo mundo que se agrega al
mundo.
En mi caso (pero dista de ser un patrimonio personal)
pesan fuertemente la obsesión por el Tiempo y sus mutaciones.
Uno vive instantes fugaces, y proyectos más duraderos, deseos y
sueños intensos y poderosos. En igual medida me afectan la
injusticia, la hipocresía de una sociedad que, con un
refinamiento mayor o menor, y tantas otras veces sin ningún
ocultamiento, se asienta en la humillación, la marginación y la
muerte —civil o física— de grandes mayorías condenadas a un
destino oscuro.
Y también me motiva el ser-con-otros, el sentir que
se es otros, aun con las gigantescas dificultades de comprensión
y la cuasi imposibilidad de conocerse. La sensación de extrañeza
ante uno mismo y lo otro, de estar en este cuerpo y en este
mundo, de lo
raro y aun mágico
de que exista lo otro, es uno de los detonantes de mi escritura.
Pueden impulsarla en lo inmediato, es claro, una visión, un
momento que se siente único y por ello epifánico, una irrupción
de algo que se unirá convulsivamente con los yacimientos del
recuerdo, hasta un dato científico que me sorprende y desubica y
suscita nuevas relaciones dentro de mí; cada cosa y cada
maravilla del afuera, uniéndose al sustrato interior y al
subconsciente. De otro modo: el misterio. Y el deseo de ampliar
y conocer mejor el mundo, al renombrarlo. Lo que es otra forma
de decir: expandir la comprensión de uno mismo y del resto, el
conocimiento por otras vías, en especial la emotiva (lo
intelectual también ha de estar encarnado en imágenes sensibles:
tiene que haber “carne en el asador”). Mención especial para el
lenguaje: a veces se olvida que todo poema es lenguaje; otras
veces se exagera este rasgo, cayendo en una verdadera logorrea.
En suma, permítaseme una obviedad: no hay poema, si no está
atravesado desde sus
entrañas por la poesía. Pero ¿será una obviedad?
Jorge Ariel Madrazo con Eugenio Mandrini, Alberto Luis
Ponzo, Michou Pourtalé, Alfredo Palacio, Alberto Boco, Carlos
Carbone, etc.
11 —
Críticos
literarios destacaron tu modo de valerte de
neologismos, arcaísmos y enclíticos, un uso de los
diminutivos, a veces hasta en los verbos, sustantivación de
adjetivos, verbalización de sustantivos, toques barroquistas en
tu poética.
JAM —
Así lo ha hecho
notar incluso en fecha reciente, en su prólogo para una
antología personal mía, la destacada poeta argentina Marta
Braier. Y tal vez sea así, al menos en cuanto a gran parte de mi
trabajo poético. Quizás esos rasgos —naturales, como una forma
de respirar, nunca rebuscados— se hayan diluido algo con el
tiempo y con los poemas. Quizás predominen más en unos libros
que en otros. Es que el llamado “estilo” no es sino el resultado
de lo que cada uno, al labrar el poema con la máxima honestidad
y necesidad, logre hacer con sus limitaciones y anhelos
personales, en cada etapa de su vida física-subjetiva y de
acuerdo con sus deseos, potencialidades y déficits. Cierta vez,
en Caracas, pregunté al enorme poeta chileno Humberto Díaz
Casanueva, ya fallecido, sobre su presunto “cambio de estilo” en
sus últimos libros: “Usted
antes escribía poemas en forma de versículos casi elegíacos, muy
abarcadores y dilatados; en sus nuevos poemas se lo ve más
austero y tendiendo al verso corto. ¿A qué se debe eso?”.
“Muy sencillo —me
respondió—: ahora estoy
mucho más viejo, y me falta el aliento…”: toda una “lección
de estilo”.
Jorge Ariel Madrazo con Gioconda Belli en 2015
12 — Como periodista realizaste un reportaje, por
ejemplo, a la cantautora peruana Chabuca Granda (1920-1983).
¿Qué entrevistas por vos efectuadas te resultaron más redondas,
más logradas? ¿Y qué te pasaba con los remisos?
JAM —
Sería muy difícil para mí escoger una de esas entrevistas. Las
hubo a grandes artistas, a mandatarios y Jefes de
Estado, a dirigentes sindicales, a científicos. Tal vez una en
la que hubo mayor empatía con la persona entrevistada, haya sido
el largo y emotivo diálogo con Alfredo Zitarrosa, en Buenos
Aires, para la revista “Siete Días”. O el que tuve en un hotel
venezolano con Jorge Luis Borges, para la sección cultural de la
agencia de noticias ANSA.
No, no me tocaron remisos. También es cierto —valga la aparente
inmodestia— que hay que saber entrevistar, hallar el
timing y la forma
para que el remiso vaya aflojándose. Lástima grande: nunca se me
dio tener que entrevistar a Juan Rulfo, o a Augusto Monterroso,
cuya parquedad en el diálogo era proverbial.
Jorge Ariel Madrazo con G. Tisocco, Jorge Luis Estrella y
R. Benítez
13
— Hace más de tres lustros se dio a conocer el volumen que
concibieras con el artista plástico Juan López Taetzel. ¿Cómo se
generó esa asociación, cómo la desarrollaron, qué resulto?
JAM —
La estrecha
amistad con ese pintor, que siempre admiré, y su interés y honda comprensión del quehacer poético, me llevaron a
pedirle ilustraciones originales —en verdad, tintas muy libres—
para los poemas que irían al libro “Mientras él duerme”. Aclaro:
no fueron, ni quisimos que fueran, “ilustraciones de poemas”.
Son tintas bellísimas, fuertes y libérrimas, que conforman a su
modo otros discursos creativos independientes. Por lo demás,
esos poemas son, creo, los que más espontánea y libremente
brotaron de mí. Fueron una catarsis en una época personal
difícil.
Ese
libro no tuvo buena difusión pero es uno de los que prefiero.
Jorge Ariel Madrazo con el poeta Omar Lara
14 —
A donde te
lleven…: ¿Qué es la gloria literaria? ¿Cuál es el miedo
químicamente puro? ¿Te gusta escribir adentro de lo ya escrito?
JAM —
¿La
gloria? ¡Pero, ésa es una aspiración propia de poetas imperiales
en países imperiales! Entre nosotros, es sustituida por la
pequeña aspiración al “poder” poético individual. Algo muy
diferente del sano y válido prestigio y/o reconocimiento.
El miedo químicamente puro
puede ser: estar echado en la cama mientras los que van a
secuestrarte derriban la puerta, o encontrarte aferrado a una
boya en pleno océano y en plena noche. O abrir una ventana y ver
el rostro de uno mismo, muerto.
Escribir adentro de lo ya
escrito: creo que esto es, meramente: escribir:
un palimpsesto acaso infinito, aunque por suerte el texto alguna
vez te abandona…
Jorge Ariel Madrazo con Eduardo D'Anna y José María
Pallaoro
15 — ¿Qué proceso medió desde que concebiste la idea para
la novela “Gardel se fue a
la guerra” y el momento en que decidiste escribirla?
JAM —
La novela
—paródica, ucrónica—, se fue desarrollando en diversos momentos.
Recordemos: la trama presenta a un Gardel fracasado en sus
pretensiones de Gran Cantor Barrial y a un teniente coronel
Perón no menos frustrado, ambos urdiendo una disparatada odisea
redentorista desde el geriátrico que los dos comparten, y
recibiendo instrucciones nada menos que de un representante de
los últimos Cátaros o Perfectos aún sobrevivientes en la
francesa Toulouse, ciudad natal del auténtico Gardel.
Paradójicamente, o no, escribí esta parodia tragicómica mientras
mi esposa luchaba (luchábamos) contra su durísima enfermedad
terminal. Realmente, todo un caso de esforzado desdoblamiento,
como vía para sobrellevar momentos atroces.
No hubo tanta
preparación previa, aunque sí debí leer mucho sobre los Cátaros,
su filosofía, las represiones por ellos sufridas, etcétera. Creo
recordar que la novela tuvo tres o cuatro versiones, hasta su
forma final. Un día me atreví a llevársela al muy apreciado y
generoso Mario Grabivker, quien
dirigía el Departamento Editorial de las Ediciones “Desde la
Gente”. Pasado el tiempo, y ya jubilado Grabivker, un día me
hace llamar Jorge Testero, en la actualidad al frente de esas
ediciones, quien con idéntica generosidad y espléndida
disposición me propone editar el libro. Así
es que vio la luz.
16 — ¿Has llegado a pagar “cualquier precio” con tal de
tener la primerísima edición de —pongamos— un libro nunca
re-editado en los últimos cien años?
JAM —
¡No! Disto
mucho de ser un bibliófilo o un coleccionista. Es claro que amo
los libros, y me cuesta desprenderme de alguno (si bien he
regalado, con placer, ciertos libros para mí muy valiosos): pero
no llego a esos extremos. Tampoco podría pagar “cualquier
precio”…
Jorge Ariel Madrazo con Emilce Strucchi
17 — Ricardo H. Herrera dice que
“cuando el que traduce es
un poeta, difícilmente sus elecciones puedan estar desvinculadas
de la imagen ideal de la poesía que persigue”. ¿Acordás?
¿Qué entra en juego en vos al elegir un poema para su
traducción?
JAM —
De preferencia, un
autor admirado por mi. Por otra parte, mis traducciones fueron
siempre una actividad aleatoria, surgieron al calor de diversas
circunstancias. No soy lo que puede llamarse un traductor.
Jorge
Ariel Madrazo con Jotamario Arbeláez y Samuel Jaramillo en 2008
18 — El varón, ¿es un arma de destrucción masiva?
JAM —
Caramba,
prima facie suscribiría eso. Pero habría que ceder la palabra a
los biólogos, genetistas, sociólogos y filósofos. Suponiendo que
ellos pudieran dar una respuesta. Ciertamente, y al margen de
algunas damas de la historia bastante terribles —Catalina de
Rusia, la Thatcher, por ejemplo—, estoy tentado de pensar que
un regreso al Matriarcado daría frutos muy interesantes.
Jorge Ariel Madrazo con M. Simpson, M. Silber, Patricia
Bence, María Adela Adenard, etc.
19 — ¿Poéticas que te
entusiasmaron alguna vez y para las que ya “no estás
disponible”? ¿Poéticas que te entusiasman y para las que con
anterioridad “no estabas disponible”?
JAM —
Para el primer caso, podría decir: la poesía española
(generalizando demasiado, es claro: Gamoneda me atrae mucho).
Para el segundo, ciertos nombres rectores de la poesía
anglo-sajona. Y la oferta poética que brota en América, con la
obvia inclusión del Brasil.
Jorge Ariel Madrazo con Roberto Arizmendi y Jacobo Rauskin
(2006)
20 —
Transcribo de la novela
“El año de la muerte de Ricardo Reis” de José Saramago:
“Ricardo Reis hace un
ademán, tantea el aire ceniciento, después, distinguiendo apenas
las palabras que va trazando en el papel, escribe, A los dioses
pido sólo que me concedan el no pedirles nada, y habiendo
escrito esto ya no supo qué más decir, a veces es así, creemos
en la importancia de lo que dijimos o escribimos hasta cierto
punto, sólo porque no fue posible acallar los sonidos o apagar
los rasgos, pero nos entra por el cuerpo la tentación de la
mudez, la fascinación de la inmovilidad, estar como están los
dioses, callados y quietos, sólo asistiendo.” ¿Tu
reflexión?...
JAM —
Amén.
*
Jorge Ariel Madrazo selecciona poemas de su “Alma que has de
vivir” para acompañar esta entrevista:
TRAJEADOS, LOS AMIGOS
Anoche visité amigos muertos:
descansan (quién diría)
todo su no-tiempo
en jardines cuyos ramos cobijan poemas y
citrus de ignota acidez.
Estaban trajeados y alegres, tanto que
me hallé
confesando: —No hubiera jamás creído
Edgar, Francisco, Antonio,
jamás pensé
Gianni, Joaquín, Enrique, Alberto,
Horacio, Celia,
hallarlos tan contentos
como si fuese un suspirito vuestro
transcurrir.
Conversamos sobre bares y dragones, y
amores frutecidos en remotos hoteles y
parques con nudillos de niebla.
Mateando,
sonreídos, me despidieron con un fulgor
que no olvidaré.
Se escondía en sus miradas el color de
una
verdad. Y había en sus labios
una revelación.
(A Edgar Bayley, Francisco Madariaga, Antonio Aliberti,
Gianni Siccardi, Joaquín
Giannuzzi, Enrique Puccia,
Enrique Molina, Alberto Vanasco, Horacio Castillo, Celia
Gourinski)
*
ESPÍA DE SÍ
Aquella lumbre por lienzos opacada,
de un evanescente resplandor rubí
—por favor, compréndanlo, les hablo
no de alegre ventana, y sí de otra
enfrentada a mi espionaje vergonzante,
donde ya mismo tal vez algún enfermo
sin un átomo de fuerzas, ejecute
la agonía que ni alcanzó a ensayar—
en esa roja luminaria o dormitorio
tan irreal como el apenumbrado
declinar de alguna turbia frente
¿no seré yo acaso el desolado huésped
que allí muere y la agüita se escapa de
sus
ojos en tanto aquí, no lejos, con lógico
estupor,
desde mi balcón yo lo espío y me espío
y me aferro a mi silla con pálidos
nudillos
y me siento tan sano en esta blanca
noche?
*
CÓMO HAVELOCK ELLIS CONOCIÓ EL AMOR
Al gran sexólogo que, según propia confesión,
aprendió a amar en su alta edad.
Sólo un niño de Surrey, acunado en el
oscuro pánico
de la reina Victoria, robando huracanes
en la proa del velero Empress.
Ése era el Havelock de celestes lagunas,
es decir: ojos iguanas que alumbraban
sus
bífidas lenguas, sus ominosas
poluciones nocturnas,
tan nocturnas como el sol del puerto
delirado por el velero de su padre y por
raros fantasmas
sudamericanos.
Pero cuando Havelock adolesció y se
adultó
sin jamás jamás
adulterar la lluvia de sus ojos,
danzó platónicos amoríos llamados
agnes
olive
may
Mirábanse bellos y desnudos, como aves
incapaces de volar.
Y así Havelock se casó sin casi saber
del sexo
más que el niñito del velero Empress
y conoció a Hilda Doolittle quien era
un gran pájaro blanco al borde
de un acantilado.
Y cuando Havelock fue ya un viejo y
lo amaban todas las mujeres del mundo
Françoise Delisle le reveló un mundo
jadeante
entre sus piernas.
Y Havelock Ellis escribió los más bellos
tratados sobre el amor
con el estremecido júbilo sombrío del
hombre que, a punto de morir,
desde su ventana descubre, llorando,
la última estrella del universo.
*
L’AUTRE
Quien lo observara galantear, y quien
el merengue danzar (bien recto el torso,
a su fémina ornando dulce alcurnia),
quien por forniques lo juzgara un sátiro
—algo venido a menos, reconócelo—
o lo acompañe en tragos verdiazules
donde amistad escarcha sus blasones
no diría —ese quien— que él está pronto
a declararse sátiro en derrota,
mal abrigado en fingidor pellejo,
deshaciéndose en gajos a ojos vista
alistado a morir por vez primera.
*
ASÍ TU PERRO CORAZÓN
Igual que
trote sin
potro, que huerto sin tierra,
así tu
perro corazón desbocado
acorazona
su endemientras (palabra ésta
brava,
palabra gaucha, lenta)
así tu alma
nunca al
servicio de causa propia,
siempre
causa ajena,
así tu ser
anhelando ser
y nadiecito,
¿ves?
se dará cuenta.
*
LO INVISIBLE
El espacio entre
vos y
yo está
preñado de diminutos
seres bulliciosos
parecidos al aire o a algo
que quizás
quiera
existir
seres que
intentan desunirme
de
vos
y
se burlan y
seguirán burlándose
nos hacen
cuernitos
en vano pretenden
calumniarte
detallarme
crímenes
seriales
triángulos
varios y
otras minucias
perpetradas
(mi inexistente
y única
mi amorada sin
mácula)
por vos.
*
AMORES
Como de acero o
turbadora seda
o imaginario
jardín oriental,
así es nuestro
amor. Son testigos
el Sur, la noche
cóncava, aquel bar
de vino y de
miradas que desvisten,
tu alma abierta a
la interrogación.
¿Qué hizo
posible, inquieres, este amor
al que Tiempo no
mella? Te respondo:
vos y yo amamos,
en ambos, además,
a los diversos
que abrazan nuestro abrazo.
Ellas y ellos,
los amados muy antes,
son los garantes
de esta caricia eterna,
de este amor que
créase a sí mismo,
nutrido, noche a
noche, de sus varios.
Jorge Ariel Madrazo con Gustavo Tisocco
y Ana Guillot
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Jorge Ariel Madrazo en Bogotá, Colombia, 2008
Entrevista realizada
a través del correo electrónico: en la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, Jorge Ariel Madrazo y Rolando Revagliatti, diciembre
2015. *Jorge Ariel Madrazo falleció
el 22 de marzo de 2016.
http://www.revagliatti.com.ar/051200_picnic.html
http://www.revagliatti.com.ar/990909.html
http://www.revagliatti.com.ar/cicloliv12.html
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