María
Lilian Escobar: sus respuestas y poemas
Entrevista realizada por Rolando Revagliatti
María
Lilian Escobar
nació el 2 de junio de 1961 en Buenos Aires, ciudad en la que
reside, República Argentina. Es Abogada por la Facultad de
Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Como integrante de
“Paralengua, la ohtra poesía”, dedicado al desarrollo de
poéticas visuales, sonoras y digitales, presentó, desde 1991 a
1998, poemas fonéticos y visuales, y perfomances en torno a
poemas en lenguas mapuche, náhuatl, guaraní, guaycurú y quichua,
todos de su autoría. Grabó el poema fonético “Maleficios” para
“La Gotera”, primera revista oral argentina. Sus poemas verbales
y en esperanto
de lenguas originarias fueron divulgados en diversas
revistas argentinas y extranjeras, mientras que los visuales se
publicaron en “Xul” (Argentina), “Graffiti” (Uruguay),
“Dimensao” (Brasil), “Punto Seguido” (Colombia) y “Texturas”
(España), así como fueron incluidos en “Poesía visual
argentina” (estudio y catálogo editado por Vórtice
Argentina, 2006) y en “El punto ciego. Antología de la poesía
visual argentina desde 7000 a. C. al tercer milenio”
(compilada por Jorge Santiago Perednik, Fabio Doctorovich y
Carlos Estévez; San Diego State University Press, 2016).
Participó, entre otros eventos, en las “Primeras Jornadas de
Poesía Visual y Experimental” (1996); en las “Jornadas
Rioplatenses de Poesía Experimental” (Montevideo, Uruguay,
1997); en la “V Bienal Internacional de Poesía
Visual-Experimental” (Ciudad de México, México, 1998); en la
“Primera Muestra Euroamericana de Poesía Visual” (Bento
Goncalves, Brasil, 1998); en las “Primeras Jornadas
Internacionales de Poesía Experimental en la Universidad
Nacional de San Martín” (2015); en la muestra “Poéticas
Oblicuas. Modos de contraescritura y torsiones fonéticas en la
poesía experimental” (2016). Además de haber dirigido con
Roberto Cignoni varios talleres de poesía, con él organizó entre
2001 y 2004 el ciclo “Debates en torno a la Poesía Visual,
Sonora y Experimental”. Poemarios publicados: “De cisne y
eclipse” (Editorial El Caldero, 2000), “Xochipilli”
(Editorial Descierto, 2012) y “Canción nocturna”
(Editorial Descierto, 2016).
1 — Naciste el 2 de
junio de 1961. ¿Podés contarnos algo de tu infancia y de tu
iniciación en la poesía? (Un 2 de junio, pero de 1537, el papa
Paulo III “decreta que
los indígenas americanos son seres humanos verdaderos, dotados
de alma.” Obviamente, aporto la referencia, puesto que
después abordaremos el tema de las lenguas de algunas etnias de
América.)
MLE —
Nazco, efectivamente, un 2 de junio, dos días antes de la fecha
esperada, según mi madre, porque los médicos, efectuando un
control, rompieron la bolsa amniótica. Soy la mayor de cuatro
hermanos, Carlos Daniel, Mónica Susana y Susana Beatriz, que son
mellizas. Mis padres son Susana Romero y Daniel Escobar. Mi
abuela materna, Serapia Eufemia Durán Segovia, viuda de Romero,
viuda de Caballero, poseía junto al abuelo Romero 1000 hectáreas
en chacras de algodón en la provincia del Chaco. Al enviudar
pretende vender todo y mudarse más cerca de su familia en la
provincia de Corrientes, pero ella era analfabeta y el juez de
paz la estafó, dejándola en la calle con algo más de veinte años
y cuatro hijos. Tuvo que empezar de cero. Durante toda mi
infancia ella insistía en que los nietos estudiáramos, para que
nadie tuviese la oportunidad de estafarnos.
Mi madre me enseñó a leer y escribir a los cinco años, y
desde entonces escribo. Durante el cursado de la escuela me iba
muy bien con las composiciones. Alrededor de los diez años, mi
madre me regaló su diario íntimo, donde decía que aspiraba a que
yo estudiase medicina. Ya no pude parar de escribir. Me gustaba
leer al azar o por letra del abecedario el contenido de las
enciclopedias que me compraba mi padre: apreciaba paisajes,
lugares, cuadros, vida y obra de artistas, etc. Mi padres no
eran artistas, pero adoraban el cine, escuchaban radioteatros y
todo tipo de música popular y clásica. Y mi abuela, el teatro y
la zarzuela. Ya en la adolescencia, mi hermano Carlos, que desde
hace unos cuantos años también escribe poemas, tenía un amigo
del colegio secundario que tocaba música clásica en guitarra y
ahí escuchamos y aprendimos mucho. Y yo escribía poemas de los
cuales mis compañeros del colegio se burlaban. Cuando concluí
esa etapa ingresé en el Profesorado de Literatura Normal Nº 1, y
cursé un par de años. Mis padres no estaban en condiciones de
comprarme los libros a tiempo y, con un ritmo tan exigente como
tenía el profesorado, era difícil estar lista, aunque lo
lograba, excepto en latín, materia en la que fracasé
rotundamente. Tuve de profesor a Federico Pippo, que aunque
principal sospechoso en 1984 del asesinato de su esposa, Oriel
Briant, fue mi mejor profesor: lograba tornar actual a
“Cantar de mio Cid”.
En cuanto al alma, su existencia es sólo creencia de
determinada cultura o religión. Su negación o afirmación
constituye apenas un fragmento de una realidad que rebasa en su
fondo cualquier criterio, una realidad que “es” más allá de lo
perceptible al pensamiento humano. Desde ya me parece terrible y
horrorosa la descalificación de un grupo humano respecto a otro
sosteniéndose en la realidad que su propia creencia impone (es
decir, actuando a la vez como juez y parte). Tal afirmación
carece en este punto de toda legitimidad intelectual y
espiritual.
Los indígenas poseen su propia cosmogonía y no necesitan pautas
o parámetros occidentales. Las diferentes cosmogonías son
incomparables, y ninguna de ellas puede incidir o valorar a las
otras según sus supuestos. Tampoco, por otra parte, se vuelve
necesario su encuentro para algún sustento recíproco. No creo,
al fin, que la Iglesia o el Papa puedan arrogarse el derecho de
otorgar la calidad de humano a quienes lo son más acá y más allá
de que una instigada autoridad se digne o no reconocerlo.
María Lilian Escobar en acción colectiva con un grupo de Taller
Perfomático
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María Lilian Escobar con el poeta Fernando Kofman
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2 — ¿Y Derecho? ¿Qué te inclinó hacia la abogacía?
(¿Para que “nadie tuviese la oportunidad de estafarnos”?)
MLE — Allá
por 1981 rindo junto a mi hermano Carlos el examen de ingreso en
Derecho. Aprobamos con muy buenas notas. En las clases yo
escribía poemas, incluso con palabras jurídicas cursando
internacional público o privado, o
estudiando esas materias en la biblioteca. Él
lamentablemente abandonó en cuarto año. Es clase ‘63, y aunque
no estuvo en combate la guerra de Malvinas lo afectó mucho. Poco
antes de recibirme conocí a Roberto Cignoni, mi esposo, con
quien comparto proyectos e intereses. Llevamos veinticinco años
de casados. A través suyo fui accediendo a las búsquedas de
numerosos creadores, la filosofía oriental, el haiku, las
poéticas del siglo XX y las vanguardias, los pensadores del
posmodernismo. Él codirigía con Jorge Santiago Perednik la
revista “Xul” y creaba junto a Carlos Estévez el espacio
“Paralengua”, en el que participé y me desarrollé durante una
década. Mientras, concurría a talleres de teatro y literarios y
acompañaba a Roberto en la coordinación de talleres.
Me
inclinaron a la abogacía mi ideal de justicia y la ocurrencia de
mi hermano Carlos de que estudiásemos juntos con los mismos
libros. Y supongo, además, que el consejo de mi abuela materna
(estudiar para no ser estafados) tuvo su impacto. Una de mis
hermanas, Susana Beatriz, también cursó estudios en Derecho
hasta cuarto año, en que nació su segundo hijo. La otra, Mónica
Susana, inició sus estudios en Filosofía y Letras.
Derecho es una carrera atrayente, con materias
especialmente fecundas. Tal es el caso de Filosofía, Historia,
Sociología y de algunas introductorias de aquella época, como
Historia de la Cultura, que adquieren singular relevancia para
aquellos que desarrollamos el gusto por las disciplinas
humanísticas.
María Lilian Escobar con Victor Sitá, Graciela O. Maresco,
Susana Zu, Aída Alfaro, María E. Da Silva Baptista, Roberto
Cignoni, etc.
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María Lilian Escobar con EL ORÁCULO (Roberto Cignoni)
3 — ¿Qué encuentros, muestras, jornadas, te han
acercado más a efectos de plenitud o gratificación, y por qué?
¿Qué artistas visuales y experimentadores en los campos de lo
sonoro o digital más te impresionan?
MLE — En
tanto plenitud y gratificación me han conmovido especialmente
los encuentros de “Paralengua, la ohtra poesía”. Fue una década
de conocer obras bellas y personas talentosísimas, de verlas
crecer, desplegarse y consolidarse en un espacio en el que todos
confluíamos en una búsqueda incansable, fuera de los límites de
estructuras condicionantes. Allí tuve al alcance obras de
Emeterio Cerro actuadas por Baby Pereira Gez, Roberto López y
Robertino Di en perfomances arrolladoras, encontré a Carlos
Estévez y a Roberto Cignoni con sus destellantes poemas orales y
perfomáticos, a María Chemes, inigualable en escena a través de
su cuerpo y de su voz, a Ricardo Rojas Ayrala, con su tan lúcida
como desopilante poesía bufa, a Myrna Le Coeur en su decir
exasperante y trágico arrojado a través de escenas cotidianas,
enunciando poemas contemporáneos y aun clásicos como los de
Catulo, a Andrea Gagliardi con su poesía trabajada en torno a un
teatro de pequeños objetos y sugerentes acciones. Todo fue
potenciarse los unos a los otros desde la obra y la creatividad
de cada cual. La búsqueda era intensísima y nos preparábamos en
varios campos a la vez. Se trató de un gran desafío para el arte
y la poesía de la época y aún hoy sus hallazgos no han podido
ser igualados.
También me han enriquecido las Jornadas de Debate sobre
Poesía Experimental, organizadas por Roberto y por mí en Vórtice
Argentina, espacio dirigido por Fernando García Delgado. Allí se
vertieron lúcidas reflexiones y diálogos en torno a la
contemporaneidad de la poesía visual y experimental, contando
con la participación de artistas y ensayistas relevantes, como
Jorge Santiago Perednik, Oscar Steimberg, Ernesto Livon Grosman,
Roberto Scheines, Gonzalo Aguilar, Alonso Barros Peña, Susana
Fernández Sachaos, Carlos Ellif, Reynaldo Jiménez, Ricardo Rojas
Ayrala, Ladislao Györi, Fabio Doctorovich, Carlos Estévez, etc.
De los artistas visuales quien más me impresionó fue
Edgardo Antonio Vigo, un pionero de esta actividad en nuestro
medio. Lo conocí personalmente, porque le pedí a Jorge Perednik
realizar la entrevista que él quería para la revista “Xul”.
Finalmente la hicimos Roberto y yo, consumiendo en el proceso
cuatro casettes. Lo fuimos a ver los domingos a La Plata,
viajando desde Adrogué, durante un mes. Era muy afable, creativo
y estimulante, nos regalaba objetos y obras en cada encuentro.
Estaba lleno de una cierta ternura que aún guardo en mí. Él fue
el único que me llamó María.
En el plano digital me deslumbró el trabajo de Ladislao
Pablo Györi, creador de la Poesía Virtual y discípulo de Gyula
Kosice. Sus videos con estructuras móviles y viajes a través de
poemas tridimensionales resultan asombrosos.
Fuera de “Paralengua”, en lo perfomático, admiro mucho a
Ciela Asad, a quien considero la mejor performer actual de la
Argentina. En sus presentaciones es excelsa la armonía entre la
danza, la emisión de la voz, la acción teatral y el trabajo con
objetos. A través de ello da vida a un acto poético llamativo,
penetrante y envolvente, muchas veces a partir de poemas
escritos por ella misma.
María Lilian Escobar con una integrante de un Taller
Perfomático
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María Lilian Escobar en perfomance en la Biblioteca
Nacional
4 — Y ahora tus
perfomances, Lilian: nuestros lectores agradecerán que nos
describas tus procedimientos de concepción, de articulación, de
escenificación.
MLE
— Tal como se lee en la contratapa de mi poemario "Xochipilli",
en los poemas aborígenes parto de idiomas o dialectos originales
(náhuatl, mapuche, guaraní, guaycurú, quichua) a los cuales
combino algunas veces en una suerte de esperanto indígena,
produciendo particulares juegos sintácticos y sonoridades
inauditas. Un segundo momento consiste en transcribir esos
poemas al castellano, adaptándolos libremente a nuestro idioma,
en una especie de transcreación que suele arrojar, incluso para
mí, encuentros sorprendentes de palabras e imágenes. Finalmente,
realizo una partitura fonética de estas composiciones en su
idioma original, con el objeto de activarlas vocalmente sobre un
escenario. En estas presentaciones ante un público la palabra,
las sílabas, el silencio, constituyen una invocación, un
conjuro, una plegaria del alma. Se trata de una ceremonia
ritual, en la que intervienen también objetos, máscaras, velas,
inciensos y vestimentas. Todo ello participa de lo sagrado, de
la invocación a la naturaleza. Es una ceremonia donde se impone
al fin cruzar las fronteras entre el tú y el yo, entre el sujeto
y el objeto, accediendo a esa energía donde la comunión resulta
posible.
Se trata, ante todo, en estos poemas, de alumbrar el
devenir indígena, no alcanzando una forma por identificación,
imitación o mimesis, ni enquistándose en la representación o la
trampa descriptiva de alguna escena de costumbres, de algún
ritual o de cierta acción guerrera, sino encontrando la zona de
cercanía, de indiscernabilidad, de indiferencia, en la que uno
ya no puede distinguirse de un aborigen. Pasos inciertos e
imprevistos, no empecinados en una reproducción sino
singularizados en un gesto. Devenir indígena es para mí nacer y
morir como un indígena siempre inacabado, que no sabe cultivar
el maíz ni tallar una piragua, que entra más bien en una zona de
mística proximidad en lugar de adquirir caracteres formales, y
que se cruza con un aliento y una huella que desbordan toda
materia vivible o vivida.
María Lilian Escobar con Susana, su madre, y su hermana
Mónica
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María Lilian Escobar en perfomance en la Biblioteca
Nacional
5 — “El Surmenage de la Muerta” fue un Sitio, fue una
revista. En ella se difundió uno de tus ensayos, ése en el que
abordás a Edgardo Antonio Vigo (1928-1997).
MLE —
“El Surmenage de la
Muerta” es una revista de papel, de distribución gratuita, y
también digital, cuyo editor es Fernando Fazzolari (artista
plástico). Tiene una tirada de 1000 ejemplares y se edita hoy
esporádicamente, aunque al principio lo hacía con cierta
regularidad. Se autodefine como un medio de construcción
colectiva que se materializa con la participación de los
artistas a través de sus producciones. La conformación del
mismo, su continuidad y sentido le corresponden a los artistas e
intelectuales de diferentes disciplinas, que colaboran en la
elaboración de cada número. La revista incluye tanto obras como
ensayos.
En mi artículo, comento cómo Vigo desarrolla ciertas
formas poéticas donde el decir se vuelve acto y el acto se
consuma objeto, ubicando a la obra fuera del contexto de
alienación social (donde actos, palabras y cosas se instrumentan
en función de fines ajenos a su propia producción). Ello muestra
a la poesía como un tránsito libertario, tránsito o intensidad
que ni siquiera se vuelve necesario mencionar porque acontece
naturalmente. Investigo y describo cómo, con la experiencia
Vigo, nace la versión irrepetible e irrumpe el concepto de lo
múltiple, y cómo, en el plano de la acción práctica, nos
encontramos ya con el ámbito del “objeto libre”, transfigurado
en razón del juego de polaridades y de la irreprimible
multivocidad.
María Lilian Escobar con Susana Zu, Víctor Sitá y Roberto
Cignoni
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María Lilian Escobar durante una presentación de Paralengua
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6 — ¿Nos
dirigimos a ese poemario en esperanto de lenguas originarias?
MLE —
Hacia principios de los ‘90 quedé muy impresionada por el
trabajo de Ricardo Rojas Ayrala, cacique autóctono que en su
moto-malón desató la veneración de las almas salvajes y aptas a
la revuelta. En el momento en que me topé con su obra, ella
exaltaba el sabor de lo aborigen y mencionaba en forma asidua y
de modo peculiar a los pampas y a los quilmes. También,
por aquel momento, había comenzado a frecuentar a Emeterio
Cerro, que me enviaba sus obras desde Francia, nutriendo con
ellas una exuberante mitología ambientada en la región pampeana.
A todo ello debe agregarse la gran información que me brindó
Dick Edgar Ibarra Grasso con su
“Argentina indígena y
prehistoria americana”.
En fin, se presentó la posibilidad de ser rescatada por
ese clima ancestral, por ese lenguaje mágico, sobrenatural, que
no transcurre en tiempo lineal, el cual se manifestó en mí a
través de un esperanto o combinación de lenguas aborígenes,
donde el fonema, además de constituirse imagen, es actuado
fonéticamente. Actuado, entiéndase bien, no en términos de
representación, sino propiamente de acción, de presentación o,
si se quiere, de palpable aparición, como si compartiera los
sueños de James Joyce y su
“Finnegan’s Wake”, o
los de Antonin Artaud cuando alude a la esencialidad del teatro
en tanto acto, o aun a las visiones de los propios aborígenes o
a las del hombre primitivo. En todos ellos el objeto, o mejor la
cosa, es la propia palabra, y su relación con el lector es
motivada por una gran carga de inteligencia sensible, abyectada
desde el seno de una emoción subyacente, universal, donde un
gran prisma de colores y notas abarca el hecho poético.
Se está ante una comunicación preverbal: apunta a la
ilusión de dar vida al fonema, que no nos necesita y prescinde
de nosotros en su dimensión inalienablemente “dassein”, a la vez
efímera y eterna. En cuanto a la traducción de estos poemas y a
sus versiones escritas, puede decirse que se trata más
precisamente de una traslación y de una transcreación por
imágenes. Se insiste en un decir fuera del discurso, decir que
presta alusión a cada forma extraña, indeterminable, a cada
imagen fronteriza, propulsando su potencia en fugaces
apareceres, tan intermitentes como inciertos.
María Lilian Escobar con Susana Beatriz, su hermana,
Susana, su madre, y su hermana Mónica
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María Lilian Escobar en perfomance individual en Paralengua
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7 — De entre los
artículos en los que ha sido analizada y comentada tu actividad
elijo el incluido en el volumen “Tecnopoéticas argentinas.
Archivo blando de arte y tecnología”, compilado por Claudia
Kozak.
MLE —
“Tecnopoéticas
argentinas” es un archivo o mapeo de poéticas de nuestro
país que utilizan medios o elementos técnico/tecnológicos en sus
desarrollos. Sus páginas integran el Bioarte, la
Ciberliteratura, la Videopoesía, la Instalación, el Arte Correo,
la Música Electrónica, el Net Art, la Perfomance, la Fotografía
Experimental, la Tecnoescena, etc. Mi trabajo, particularmente,
se cita en relación con el Arte y la Poesía concretos, a partir
de poemas presentados en la revista “Xul”, y con la Tecnopoesía,
por aquellas realizaciones en vivo activadas en “Paralengua”, en
las que se privilegiaba el cruce de procesos multimediáticos,
digitales, visuales, sonoros y perfomáticos. En ese encuentro y
combinación de distintas materialidades no dejaron de abrevar
mis poemas en lenguas originarias.
María Lilian Escobar con sus hermanas Mónica y Susana
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María Lilian Escobar en la cripta del Cabildo de la ciudad
de Córdoba
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8 — ¿Balido,
bramido, siseo, barrito, canto o trompeteo?
MLE — La
palabra se rompe, se disgrega, descontándose como mero vehículo
de un significado y dando cuenta de la cosa en sí, que conmueve;
los silencios se acentúan como pliegues que van abriendo,
descarnando el decir. El sonido procede por aceleraciones y
retardamientos, por repeticiones y variaciones, por un montaje
de voces que se concatenan a través de pulsos y de cargas
energéticas antes que por lógicas y causaciones. La palabra se
remonta como balido, bramido, siseo, barrito, canto o trompeteo:
es comunicación sensible y afecto antes que mediación de un
sentido. Todas las posibilidades de la voz y del espectro
sonoro son posibles para ella.
María Lilian Escobar con su sobrino nieto Nehru
María Lilian Escobar en un recital de poemas aborígenes
durante una presentación de Paralengua
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9 —
¿Cuál es tu primer recuerdo de un museo? ¿Y de una galería de
artes plásticas?
MLE — El del Museo de
Bellas Artes, enfrente de la Facultad de Derecho. Su ubicación
me permitía visitarlo frecuentemente. Es algo formal, pero
encantador, un paseo maravilloso. No recuerdo cuál fue la
primera muestra que vi. Allí me siento como en casa, lo
disfrutamos mucho con Roberto. Con él, vamos muy seguido al
Centro Cultural Recoleta y al Museo de Arte Moderno de Buenos
Aires. Constituyen para ambos mágicas salidas de fin de semana.
En cuanto a las exposiciones, me sorprendió pero no me deslumbró
la de Marc Chagall. Aprecié la muestra retrospectiva de Antonio
Berni y la del año pasado de Kazimir Malévich en la Fundación
Proa. Me asombran las obras de Cándido López, además de
numerosas pinturas clásicas, en el Museo de Bellas Artes. Tengo
predilección por las visiones encantadas de Paul Klee y de Xul
Solar. En los museos, Rolando, me siento como paseando en un
palacio, ellos no cesan de renovar y estimular mis horizontes
creativos.
Con respecto a las galerías de artes plásticas, concurrí
en nuestra ciudad más que nada a las de las calles Florida y
Suipacha. Resultan algo más descontracturadas que un museo y se
observan en ellas otro tipo de iluminación y de disposición de
las obras exhibidas. En las galerías se pueden disfrutar
singularidades y emergencias que muchas veces los museos no
contemplan. Entre las últimas muestras que recuerdo me impactó
la de Carmelo Arden Quin, con obras pertenecientes al período
Madí.
María Lilian Escobar con su hermana Susana
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10 — Ironía:
“Burla fina y disimulada.” “Figura retórica que consiste en dar
a entender lo contrario de lo que se dice.” “Tono burlón con que
se dice.” Y de acá pasemos a lo que manifestó el poeta
Marcelo Dughetti para la revista de poesía “La Guacha”: “La
ironía es un juego de abalorios, una diversión de los cínicos.”
¿Qué pensás…?
MLE — Depende de si la
burla es en torno a personas o a circunstancias. Respecto de
personas, no me agrada, excepto que sea excepcionalmente pícara,
de extremada inocencia. Me gusta más la ironía sobre
determinados momentos o circunstancias, aquélla que se convierte
en algo brillantemente gracioso y crítico. En relación a la
ironía en narrativa y poesía destaco otra vez la obra de
Emeterio Cerro, tal como se puede observar en
“Vaca
entalcada”,
“La cuca (Manual sexual)”
o “El Bristol”, entre
otros libros.
La ironía constituye para
mí la inteligencia al servicio de lo lúdico.
María Lilian Escobar con Sergio Alberto Geese, Jorge Luis
Navarro, Silvia Makler, Cristina García Oliver, Giovanna Ianni,
Juan Arabia, etc.
11 — Hay títulos
de poemas que nos parecen maravillosos, imprescindibles. Los hay
que aportan al poema, pero no tanto. Y los hay redundantes.
También están los que parecen redundantes, aunque en verdad, no
lo son. ¿Estás de acuerdo? ¿Qué poetas te sorprenden más
gratamente en cuanto a los títulos que eligen?
MLE — Creo, en relación a
los títulos, que no deben redundar, presentar o remarcar el
asunto que se desarrolla en el poema, ello disminuye
irremisiblemente su potencia. Considero que si parecen
redundantes en realidad lo son. Deben, según entiendo, resultar
enigmáticos y no explicar el poema. Los títulos imprescindibles
son el primer golpe de aliento del poema, su parir. La mayoría
de los autores, aun los mejores, no prestan atención a la
elección del título. Me gustan de T.S. Eliot “Retrato de una
dama” y “Miércoles de ceniza”, de Guillaume Apollinaire, “Annie”
y “La linda pelirroja”. Fernando Pessoa titula bien y enumera
bastante. Giuseppe Ungaretti omite los títulos. Alejandra
Pizarnik titula correctamente y suele enumerar. De ella me
gustan los títulos “A la espera de la oscuridad”, “La
enamorada”, “Salvación” y “La jaula”. No anuncia con los títulos
lo que va a explorar en el poema. Roberto Cignoni no se regodea
en el dolor ni en la alegría, aun en sus tonos ásperos el
lenguaje que utiliza es de una belleza abrumadora. Así como no
se solaza en esos estados, tampoco lo hace en los títulos que
inician sus poemas. Me atrae en este sentido el trabajo de María
Rosa Maldonado, y de los más jóvenes, el de Teresa Orbegoso en
su último libro, “Perú”.
Entre la mujeres que considero diestras en la labor de titular
puedo citar además a Emily Dickinson, Dolores Etchecopar, Silvia
Plath, Liliana Ponce y Clarice Lispector.
María Lilian Escobar con Ricardo Rojas Ayrala, Teresa
(habitante de Curamalal) y Roberto Cignoni
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María Lilian Escobar con Roberto Cignoni, Fabio
Doctorovich, Carlos Estévez, Fernando Davis y Mauro Césari
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12 — Para
escribir, en ocasiones, ¿has tenido que enfrentar el “pánico”?
MLE — No, nunca me
sucedió. Cuando escribo, cuando comienzo el poema, en general me
brota de un estado de inspiración y permanezco en trance,
solitaria, ajena a la cotidianeidad. Cuando corrijo, surge
alguna idea o palabra o borrado o tachado que mejora lo escrito,
eso me hace sentir muy feliz, como si un nuevo poema hubiese
visto la luz. Corrijo durante años, voy muy lento. En el camino
muchos poemas desaparecen.
María Lilian Escobar con Roberto Cignoni
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13 — Los tenemos
al gran
Isidore Ducasse (Conde de Lautréamont)
con
“Sepan que la
poesía se encuentra en todas partes donde no está la sonrisa
estúpidamente burlona del hombre con cara de pato.”
Y a Edoardo Sanguinetti infiriendo que
“La verdadera lucha de la
poesía es justamente contra lo poético... Yo creo que el poeta
debe buscar que las palabras que usa se vean prosaicas, pero que
en realidad contengan elementos esenciales para comprender la
época y la vida.” Y no falta un Raymond Carver categórico:
“No me interesan los
poemas bien hechos. Al verlos, mi tentación es decir: Ah, pero
no es más que poesía. Yo busco algo distinto, algo más que un
buen poema.” ¿Qué urde Lilian Escobar ante tales
manifestaciones?...
MLE —
Es difícil analizar un fragmento que pertenece a un texto mayor.
Yo opino que la poesía se encuentra en la poesía, donada en sí
misma y a sí misma, ajena a la burla o no burla del señor con
cara de pato. Éstos son juicios limitados meramente a lo humano,
extraños al lenguaje y hecho poéticos. La poesía trasciende
nuestras reacciones y no emite juicios sobre aquéllos que la
ignoran o resultan autoexcluidos de su mundo, mundo que
pertenece, digamos, a otra dimensión.
Respecto al decir de Edoardo Sanguinetti, no creo que los
poetas deban buscar que las palabras se vean prosaicas ni
tampoco que hagan comprender la vida o la época. Ni la poesía,
ni los poetas, están para hacer docencia sobre cosas mundanas o
vulgares, aunque lo esenciante del hecho poético no deja de
afectar a nuestro encuentro con las cosas y los seres. La poesía
tiene por fin la poesía, y esto nos permite reflexionar sobre la
alienación de la vida cotidiana, en que los actos y las
relaciones que solemos establecer son siempre medios para otra
cosa.
Muy pocos poetas, en mi opinión, han hecho una buena
“arte poética”. Ni aun los movimientos que surgieron en el siglo
XX, como el futurismo y el surrealismo; la cuestión es sumamente
compleja. Sin embargo, Vicente Huidobro echa luz sobre la
cuestión. Dice: “Poetas,
no cantéis la rosa, hacedla florecer en el poema”. Y, como
afirma Alejandra Pizarnik, hay que
“mirar la rosa hasta
pulverizarse los ojos”. La poesía no es programática, no
manipula, no es especulativa. Es un acontecer que avanza a
través de su decir multívoco. Así lo demuestran poetas tales
como Nelly Sachs, Dylan Thomas, Stéphane Mallarmé, Rainer María
Rilke, René Char, T. S. Eliot, Paul Celan, César Vallejo, E. E.
Cummings, etc. No se sostiene sobre consignas previas, como
elegir determinadas palabras sobre otras o aludir a determinada
época, o bien definir y/o esconder pareceres y conceptos sobre
la vida. Esto es sólo prepotencia del poeta, no de la poesía,
que va creando sus cauces y sus reglas a medida que sucede.
Lo de Raymond Carver me hace reflexionar acerca de la
inspiración y el trabajo en el poema. Considero que sin
inspiración no hay poesía, pero sin trabajo, y hablo de mucho y
esforzado trabajo, tampoco. Existe un artículo, una conferencia
de Denise Levertov: “Invitando a la musa”, publicado en el libro
“Cómo se escribe un poema – Lenguas extranjeras”
(Editorial El Ateneo, páginas 177 a 193), que lo explica con
excelencia.
María Lilian Escobar con su sobrino Agustín,
aproximadamente en 1995
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María Lilian Escobar con Fernando García Delgado y Roberto
Scheines
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14 — Un año después de que participaras como poeta
invitada en el Ciclo de Poesía y Prosa Breve “Nicolás Olivari”
que yo co-coordinara, aparece tu
primer libro: ¿en qué circunstancias fue publicado? ¿Uno sigue
siendo el mismo después de ver publicado su primer libro?...
MLE —
Mi primer libro fue publicado a
instancias de Emeterio Cerro, a quien ya hacía unos cuantos años
frecuentaba. Él había leído mis plaquetas y también mis
colaboraciones en alguna revista. Entonces me insistió para que
publicara. Él pensaba que dejando atrás un poemario editado se
podía comenzar plenamente con otro. Yo contaba entonces con una
carpeta de unos 600 poemas, algunos de la adolescencia que
fueron directamente desechados. Tomé los de los últimos diez
años y descarté la mayoría. Roberto me ayudó con la selección de
aquellos que quedaron. Lo tomé como algo natural, como la meta
final del poeta que llega a la publicación para dar a conocer su
trabajo. Pero la mejor parte, de todos modos, sigue siendo para
mí la de composición y elaboración.
No, no me modificó el publicar el primer libro, ni en lo
interno ni en mi relación con la poesía. Tal vez modificó mi
entorno, el de los poetas que al fin conocían mi trabajo de un
modo más formal. Calculo que para muchos fue como si me hubiera
“recibido de poeta”. Recuerdo que Jorge Santiago Perednik,
después de haber leído “De cisne y eclipse” me entregó
una postal, de ésas que regalaban en los bares y las librerías.
En ella me decía que el libro le había significado un encuentro
con la poesía. Fue, según sus palabras, como si lo hubiese
picado “la mosca tsé-tsé de la poesía”. Es lo que recuerdo.
María Lilian Escobar con Roberto Cignoni
María Lilian Escobar con D. A. Castelao, J. Andrade, S. A.
Geese, J. L. Navarro, C. García Oliver, Juan Arabia, C. Evia, M.
García, Carolina Urbano, etc.
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15 — ¿Coincidirías con el poeta mexicano Víctor Manuel
Mendiola cuando sostiene que
“El siglo XX es de alguna
forma un proceso de destrucción de la realidad.”?
MLE — Lo lamento, no leí
a Víctor Manuel Mendiola y no comprendo a qué se refiere con esa
frase. No puedo entender que crea que hay una realidad en-sí,
un cierto sentido o carácter absoluto de mundo y de cosas
(primer dislate filosófico) conservado a lo largo de cierto
tiempo y destruido por las condiciones de una época particular
(segundo dislate filosófico).
María Lilian Escobar con su sobrino Agustín,
aproximadamente en 1995
María Lilian Escobar con Andrea Gagliardi, etc.
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16 — ¿Tienen algo de ficción algunos de tus recuerdos?
¿Lamentás no recordar con detallismo algunas situaciones
puntuales?
MLE — No para mí. Aunque
sabido es que lo que se recuerda, se recuerda con la perspectiva
con que uno vivió o sintió esas situaciones. No, no lamento no
recordar detalles. Artaud decía, en “El ombligo de los
limbos”, que “hay que
olvidarse de todo, hasta de sí mismo”. No existe otra forma
de hacer espacio a la creación.
En una oportunidad, durante un viaje en tren a Mar del
Plata, noté que, al pasar de una estación a otra, en cada una
olvidaba la anterior y de ese modo dejaba entrar el nuevo
paisaje. Entonces comprendí cabalmente a Artaud.
María Lilian Escobar con Mauro Césari
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Ciela Asad y grupo de performers en presentación de
Xochipilli de María Lilian Escobar en la Biblioteca Nacional
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María Lilian Escobar con Andrea Gagliardi en perfomance de
Paralengua en la ciudad de Adrogué
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María Lilian Escobar con su sobrino Agustín,
aproximadamente en 1995
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17 — ¿Cómo trabajás tus poemas visuales y las pinturas
que utilizás en tus perfomances?
MLE — Los trabajo de
diversas formas. A veces tengo la idea previa y trato de
componerlos a partir de ella, otras veces se van creando y
desarrollando a través de las formas y relaciones que se
presentan. De cualquier modo, siempre se trata de un viaje
maravilloso. Los cuido igual que a los poemas verbales, en todos
sus detalles, procurando que en ellos no deje de hacerse
presente la poesía, ese encuentro encantatorio de cualidad y
misterio. A veces se deconstruyen y reconstruyen en varias
jornadas de trabajo, otras veces basta un momento. Es una labor
tan lúdica como apasionante, donde mi sensibilidad y percepción
no cesan de ponerse en juego.
María Lilian Escobar con Ana Arzoumanian, Carolina Urbano,
G. Ianni, C. García Oliver, S. Makler, J. L. Navarro, S. A.
Geese, J. Andrade, Claudio Archubi, etc.
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*
María Lilian
Escobar selecciona poemas de su autoría para acompañar esta
entrevista:
Kochoo
Kochoo
pequeña mariposa a la intemperie
peregrinas
dentro del primer hombre
cantando tus soles de tiempo
tan fugazmente como una piedra
cambias de lugar mi ronda
y aparece el río-luciérnaga
por siempre garza mensajera
papel contra papel
escribes algo sobre el agua
y todas las cosas
al día siguiente sorprenden a alguien
pequeña mariposa
gorjeas desdoblando cualquier traje
palabras rectas y suaves
haciendo tormentas a pie
tres noches dabas a conocer
una pizca de tu flor blanca
enhebrándola en el fuego
al día siguiente
él llamaba a alguien
pequeña mariposa
especie de arena
tallando la respiración como una brisa sobre el cerezo
o un delicado copo de lana
tocas ahora la tierra
entre bambúes
un cisnemundo
de las formas esenciales
al día siguiente el día siguiente
pequeña mariposa
tintinea tu brillo la cúspide
y en el campo el murmullo de tu color negro
danza anillos de arroz
sobre el campanario
la luna de tu horizonte
vuela la tierra hacia el umbral
de los nombres en tus pliegues
tan efímeros como infinitos
al día el día
(de “Canción nocturna”)
*
estoy royendo este hueso
así
hasta la hora de mi muerte
todavía espero un ángel
con una llave para éste
su abismo
cuando cae la vida en la ventana
unos breves tañidos alargan la tarde
donde las comisuras del viento
encuentran esa perfección originaria
de una Ciudad sin ruido
donde alguna voz lunar amanece
y toda sombra cambia imagen y sentido
(de “Canción nocturna”)
*
Presencia de sombra
Algo arroja su sombra
sobre mi edificio
enciende y apaga la lámpara
me acecha sin ojos
como una reina demente
camino entre las flores
memoria silenciosa
locura
noches y máscaras
la tenebrosa perra que se dirige a los muertos
está presente cuando se anuncia mi nombre
allí asoman mis labios para el solsticio del poema
donde los rostros se pierden
igual a cáscaras errantes en un cuerpo nupcial
una cifra viene y va
circular y secreta
una falda de magma o una mazmorra
de alientos que no llegan
pájaros desnudos
descienden desde la espesa tinta
al blanco del papel
tantas alas y Luz
en el refugio de mi soledad.
(de “Canción nocturna”)
*
ma ja
Y_it_jenshc
nuken
nakuna
gottel shene
del
xeukay
del
ushe
jenshc
ushs
parlishe
¡ah wilum ush parlishc!
cheuquen
gegenko
yo tu
fuego
hacia ti yo voy
hombre mujer
voz o mirada
lengua dos lengua
nosotros vamos nosotros hambrientos
¡ah todos nosotros hambrientos!
uno otro del Sol
(de “Xochipilli”)
*
Coquittinitz
Chicotlatetoliztli
Notech tetech
Canyetiuh
An huiste
Yactlalli
Mamatzli
mamaCouhticac
cuepa
ucatonatiuh
aquian manian
tonepantla quauhtzalan
inecui
CaCatla aztlacapalli
Tlaneztimani
Apoializtli
Tetech axiliztli
Tetica tleco
Después de una gran tempestad
delirio extravagancia del lenguaje
en mí
en alguien
él es el viajero
nosotros venimos
nosotros vendremos
hacia esta tierra buena
con un cañón de pluma
y los brazos extendidos
regresaremos
Tercera Edad del Mundo
Sol de viento
lugar donde uno penetra
el instante
en medio de nosotros
en medio de los árboles
respirando el perfume del prado
en el ala de un pájaro
ya ha amanecido
coito infinito de la piedra con el fuego
(de “Xochipilli”)
*
Ngumatvavn inche?
pichipu
laleula
Mervurhue
achem ulam
Acheveulen
aaaaaaa
AAAAAAAAAAAAAAAAAA
aaaaaaaaaaa
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
aeaeaeaeaeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
Acuumagn
Uúdatapuen
achenpvvnie
acuumagn
Mervurhue
IAN LAVAEN
callimulipe
pepilan
peite ALUPEN
UDUANE
UNDVAM
NICUM ULAM
aveln acha
hal-cachu
achelpeu
achewcuún
Yo habría de llorar?
Cerca
aun
todavía lejos
hasta que muera
en la boca solitaria
abierta a la huella
Abanico de piedras
donde se abren las hojas
un sueño
andar mortal
déjalo estar cerca
hasta que no pueda aún partir
Y yo habría de llorar?
abandono
todos los abrigos
de la nieve en flor
(de “Xochipilli”)
María Lilian Escobar con Luis Tedesco, Roberto Cignoni y
Marta Miranda entre el público
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María Lilian Escobar con Katja von Helldorff, Luciana
Romano, Ariel Devicenzo y Cristian Forte
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María Lilian Escobar con integrantes de un Taller de Poesía
en el Centro Cultural Ricardo Rojas
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María Lilian Escobar con Horacio Miguel, Cristina Armada,
Adrián Uribe, Silvia Cornejo, Roberto Cignoni, Mauricio
Sarandria, etc.
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Ciela Asad y grupo de performers en presentación de
Xochipilli de María Lilian Escobar en la Biblioteca Nacional
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María Lilian Escobar con los poetas Javier Robledo y Roberto
Cignoni
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Entrevista realizada a través del correo electrónico: en la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, María Lilian Escobar y Rolando
Revagliatti, 2017.
http://www.revagliatti.com/991028.html
http://www.revagliatti.com/991928_escoba.html
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