Marta
Miranda: sus respuestas y poemas
Entrevista realizada por Rolando Revagliatti
Marta
Miranda
nació el 17 de noviembre de 1962 en la ciudad de Mendoza,
capital de la provincia homónima, la Argentina, y reside en la
ciudad de Buenos Aires. Desde fines de los ’80 hasta 1997
integró la Cooperativa Editorial “Nusud” y entre 1993 y 1996 fue
miembro del consejo de redacción de la Revista “El Desierto”.
Participó como invitada en encuentros de escritores, ferias de
libros y diversos eventos en su país y en el exterior. Poemas
suyos fueron traducidos al inglés, catalán, francés, croata y
alemán. Es coordinadora, junto al escritor Ricardo Rojas Ayrala,
del Festival Internacional
VaPoesía
Argentina. Entre otras antologías, fue incluida en
“Antología de Poesía de
la Primera Bienal de Arte Joven” (selección y prólogo de
Joaquín Giannuzzi, 1989),
“Historia de la literatura de La Plata” (2001),
“Naranjos de fascinante
música” (2004),
“Poetas
argentinas contemporáneas 1961-1980”
(2008), “Animales
distintos. Muestra de poetas argentinos, españoles y mexicanos
nacidos en los sesentas” (México, 2008),
“La poésie aux
coeurs
des arts”
(Francia, 2013), “Un
verano antes del verano” (Suiza, 2015). Sus poemarios son
“Mea culpa” (1991),
“El oleaje” (1997),
“La misma piedra”
(2002), “Nadadora”
(2008), “El lado oscuro
del mundo” (2015). Además fueron publicados dos volúmenes
antológicos de su obra:
“El oleaje y otros poemas” (bilingüe castellano-francés,
2013), “Antología”
(México, 2013).
1 — Residiste en
varias localidades del país y también en el exterior.
MM —
Sí, en varias ciudades. Mis padres son de Buenos Aires, pero por
cuestiones de trabajo a mi papá lo trasladaron a Mendoza, donde
nací. Y un par de años más tarde, por las mismas razones, nos
fuimos a Francia. Primero residimos en Ille de France, Meudon
Val Fleuri, ahí hice dos años de jardín de infantes. Luego la
familia volvió a Mendoza, menos mi padre, pero seguimos viajando
a pasar las vacaciones escolares con él, que ya se había
instalado en Paris, en Trocadero. Eso hasta mis catorce años.
Después pasé temporadas en Santiago de Chile, pues ahí residía
por entonces uno de mis hermanos. Y en Capital Federal y la
ciudad de Campana, en donde también
tenía
parientes. Ya en el ´86 me vine a Capital Federal. Estuve unos
meses y después me fui a La Plata, en donde viví nueve años.
Luego volví a la ciudad de Buenos Aires, al barrio de San Telmo.
Y aquí me quedé.
Marta Miranda con R. Revagliatti, María del Carmen Colombo,
Irina Henríquez, R. Rojas Ayrala, Mara Mansur, C. Urbano, Mirta
Dans, etc., el 25.6.16
2 — Ubiquémonos en la veinteañera que estudiaba pintura,
piano e integraba un coro.
MM
— Bueno, en alguna época fui bastante “hippie”. De hecho, mis
hermanos fueron los primeros “hippies” de Mendoza. Eso hizo,
creo yo, que mis inquietudes fueran más artísticas. Debe haber
influido bastante, lo que yo buscaba era una manera de
expresarme. Aunque ya escribía, ese hecho estaba tan pegado a mí
que no alcanzaba a darme cuenta que la cosa iba por ese lado.
Así es que hice un curso de dibujo y pintura en el Teatro
Independencia, los sábados a la mañana. Estudiaba piano
acústico, que me encantaba y me encanta, pero como no tenía
instrumento tuve que desistir. Y canté en un coro durante tres
años, el Latinomúsica, de la Municipalidad de Godoy Cruz. Era
contralto. Canté hasta que me vine a Capital Federal.
3 — No abundan aquellos que han residido en una vivienda
de las que denominamos “comunitaria”. Y vos tuviste esa
experiencia.
MM
— La casa en cuestión quedaba en el centro de la ciudad de
Mendoza. Se llamaba “La Semilla” (algunos vecinos mal
intencionados, de esos que nunca faltan, agregaban: de
marihuana) y en ella había una biblioteca pequeña, un taller de
cerámica y habitaciones para los residentes. No teníamos una
organización estrictamente comunitaria como se entendería ahora,
era más un espíritu de autonomía de un grupo de personas jóvenes
con inquietudes artísticas y políticas. Una cocina común, un
parral. Nos divertíamos mucho. Ahí aprendí a hacer cerámica y en
la biblioteca leí por primera vez a Alejandra Pizarnik. Pero lo
importante era esa sensación de un espacio bonito de libertad en
una ciudad tan conservadora como Mendoza. Un ejemplo de ese
conservadurismo es el partido local llamado Demócrata, “los
gansos”: gente de derecha que colaboró con un gobernador de su
partido durante la última dictadura militar, el Dr. Bonifacio
Cejuela.
4 — Te invito a que nos hables de tu inserción en Nusud,
de la Revista “El Desierto”, de tus incursiones radiales.
MM —
Mi
llegada a Nusud se produjo como consecuencia de la invitación
que me hicieran los cuatro fundadores para editar una plaqueta,
Silvina Zazunic, Carlos Piro, Graciela Fernández Alaimo y Paula
Brudny. Nusud comenzó editando plaquetas, la mía fue la número
seis. Y a medida que ibas integrando la colección pasabas a
formar parte del grupo. Luego de un tiempo empezamos a editar
libros y es así como mi primer y segundo poemario aparecen bajo
ese sello. No recuerdo bien en qué momento se empezó a pensar en
una revista, “El Desierto”. Se llamaba así porque en la biblia
el desierto es el lugar de las revelaciones. Bueno, la idea era
“revelar” la producción de poetas y narradores del momento,
entrevistar a escritores consagrados. Era estrictamente
literaria. El primer número fue del ‘94. Y se editaron cuatro.
El staff estaba conformado por los integrantes de Nusud, que
iban rotando en su puesto. En uno de los números colaboré con un
dossier sobre los nadaístas colombianos. De Nusud partí en 1998.
Con respecto a la radio colaboré en dos programas: el
primero se llamaba “Como Cuadros” y era parte de la programación
diaria de una FM platense, en el ‘95 o ‘96. Ahí los días martes
tenía un segmento llamado “Literatura y Rock”. Y hablaba de la
literatura en relación a esa música, compositores, poetas y un
largo etcétera. El segundo programa, “Mariposas de Madera”,
lo conduje con
el poeta José María Pallaoro, en FM Parque, de Villa
Elisa, partido de La Plata, en 2002: literatura, música, arte en
general. Lo hicimos juntos unos cuantos meses y lo prosiguió
José María. Adoro la radio, me parece el medio masivo por
excelencia. Tiene intimidad, calidez. Es una maravilla.
5 —
“Incursiones”, Marta, me lleva a las que has tenido en el campo
del guión, radial, cinematográfico, televisivo.
MM —
En un centro
cultural de calle 58 de la ciudad de La Plata
ofrecían un curso de guión televisivo, dictado por Lalo
Constantino,
guionista de TV. En cuanto empecé supe que había dado con
la persona indicada. Trabajamos todo un año con él, su asistente
y un grupo de alumnos. Me quedé el segundo año y me invitó a ser
parte de un grupo. Éramos tres: Lalo, su asistente y yo. Nos
juntábamos a pensar y desarrollar proyectos concretos. Por
ejemplo, estuvimos elaborando material de “Cartas de Amor
Prohibidas”, el
reconocido programa radial que conducía Rolando Hanglin en radio
Continental. Cuando el programa ganó el Premio Martín Fierro
hubo una oferta de llevarlo a la televisión y ahí entramos
nosotros. También estuvimos en un proyecto cinematográfico y en
el de un reallity. Ninguno logró salir al aire o filmarse. Por
lo que vi siempre es un poco así. A mí me dejó una experiencia
hermosa y varios guiones escritos en la instancia del curso y
del trabajo en equipo. Luego dejé el grupo porque me vine a
vivir a Capital Federal y no pude acomodar mis horarios. Gracias
a eso durante cuatro años estuve en el Departamento de Artes del
Movimiento del IUNA (ahora UNA Universidad Nacional de las
Artes), los primeros dos años como adjunta de las cátedras de
Escritura Dramática y Guión y Lenguaje Visual. El titular era
Edgardo Pacha Brandolino, bailarín, profesor de filosofía y uno
de mis amigos más queridos. Desgraciadamente Pacha falleció en
2011 y entonces quedé como titular de ambas cátedras, hasta
2013.
Con R. Revagliatti, María del Carmen Colombo, I. Henríquez,
R. Rojas Ayrala, M. Mansur, C. Urbano, etc. -(2016) Foto Marta
Cwielong
6 —
Entre las antologías en las que fuiste incluida, destaca
“Animales distintos.
Muestra de poetas argentinos, españoles y mexicanos nacidos en
los sesentas”, edición coordinada por Juan Carlos H. Vera,
con selección, presentación y notas de Ana Franco Ortuño,
Antonio Portela y Benjamín Barajas. Soy uno de los que sólo ha
sabido de ella por la Red.
MM —
Lleva el sello de Editorial Arlequín, con apoyo de la CONACULTA
y el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes. Llegué ahí por
dos vías: una, por el poeta y fotógrafo Daniel Grad, quien me
recomendó a Jorge Santiago Perednik (al parecer se encargaba de
la selección acá) y dos, por la escritora Andi
Nachon. Ya los
textos en México, hubo otra selección. Quedó explicitado
en la contratapa del volumen que se procuraba
“dar a conocer a poetas mexicanos en Argentina y España, a
poetas argentinos en México y España y a poetas españoles en
México y Argentina”.
Es una muestra impresionante: 598 páginas. La edición es
preciosa. Estoy muy agradecida de estar allí y andar circulando
por las bibliotecas de varios países. Es otra manera de viajar.
(con Horacio Preler)
7 — ¿Qué particularidades tiene el
Festival
Internacional VaPoesía? ¿Cuándo, dónde se desarrolla?
¿Transcribimos sus fundamentos?
MM —
Se desarrolla en
nuestra ciudad y algunas localidades de las provincias de Buenos
Aires y de Mendoza. La fecha para este año fue entre el 1 y 12
de junio, la primera semana en Mendoza y la tercera (lo
pospusimos una semana) por aquí.
“Este Festival Poético está
destinado a niños, jóvenes y adultos de barrios y comunas
alejadas de los centros urbanos. Haciendo eje en la
responsabilidad social que tiene cada ciudadano que conforma una
sociedad, creemos que los escritores no pueden estar al margen
de la misma y por lo tanto pensamos una actividad en la cual los
mismos, desde su labor artística, asuman la responsabilidad y el
compromiso con el resto de la comunidad compartiendo su tarea
para que constituya un incentivo para los niños, adolescentes y
adultos que asistan a las actividades. Desde esta perspectiva es
que asumimos la literatura como una herramienta de inclusión
social que debe ser puesta al servicio de aquellos con menores
posibilidades de acceso a estas experiencias. Llevamos artistas
de nuestra comunidad y del extranjero a escuelas, centros de
detención y comunidades de barrios marginales y/o en situación
de vulnerabilidad. Forma parte del CORREDOR CULTURAL
TRANSPOESIA, que enlaza con actividades de similares
características a los países de México (Festival ABBAPALABRA) y
Costa Rica (ENCUENTRO ARTE COMUNIDAD).
Objetivo:
Esta es una actividad descentralizada que revierte la ecuación
del espectador que acude a escuchar un escritor que es el
protagonista, y transforma a estos niños, jóvenes y adultos en
protagonistas ellos mismos de cada encuentro, recuperando su
voz, su individualidad, su humanidad. El objetivo de este
programa es que los alumnos puedan entablar un diálogo que los
acerque a considerar la escritura como herramienta de expresión
de sus sentimientos, experiencias y deseos. Los participantes
verán que la actividad literaria no les está vedada y podrán y
es lo deseado, formular durante los encuentros preguntas que
rara vez se atrevan o tengan la oportunidad de hacer. Se buscará
que se cuestionen sobre su individualidad, su sentir, sus
familias, su entorno, y que vean en el escritor y en la
escritura un reflejo, una oportunidad de ser escuchados.
La palabra es nuestro primer medio de socialización y de
comunicación con los otros, por extensión suele ser la escritura
el segundo modo de expresarnos. La idea de transformar la
literatura en herramienta de inclusión social va de la mano de
estas ideas. Todos tenemos algo para decir. Si esto mismo nos lo
dice una persona que hace de su escritura su vida, este hecho
tiene un significado poderoso. Hay que crear entonces el espacio
para que esto suceda. Esta actividad presupone un concepto que
va de la mano de una política de integración, de no
marginalidad, de oportunidad de reinserción social para cada uno
de nuestros ciudadanos. Llegando a los lugares más lejanos o
conflictivos, conversando con la gente en su lugar, desde su
cotidianeidad, es como ampliamos los horizontes para que cada
ciudadano pueda reflexionar, pueda expresarse, ampliar su
horizonte y elegir mejor.”
(Con Gustavo Tissoco y Jorge Paolantonio)
8 — En tanto concluyó hace poco el VaPoesía 2015, ¿qué te
parece si nos relatás cómo ha transcurrido?
MM —
VaPoesía es siempre una hermosa experiencia y esta edición no ha
sido la excepción. En la provincia de Mendoza coordinamos
actividades con la Dirección de Promoción de Derechos Humanos
que depende del Ministerio de Acción Social y Derechos Humanos
de la provincia, pues ellos nos brindan la posibilidad de
acceder a lugares a los cuales nos sería muy difícil y hasta
imposible lograrlo. Hablo de barrios en situación de alta
vulnerabilidad, villas,
penales,
comunidades de difícil acceso geográfico. Por ejemplo, allí
tuvimos una labor con pueblos originarios, principalmente
huarpes, etnia de la cual desciendo por parte de mi padre
(mezcla rara la mía: huarpes, andaluces y franceses), y
representantes de otras que confluyeron en la ciudad, por
invitación del Ministerio, como parte de su política de
desarrollo. En Buenos Aires articulamos principalmente con
escuelas y organizaciones sociales que trabajan en barrios
carenciados. En las dos semanas que dura el festival compartimos
con adolescentes, mamás, pueblos originarios, jóvenes y adultos
en situación de cárcel, mayores en proceso de alfabetización,
alumnos de escuelas secundarias. En todos los casos fue
excelente y logramos nuestro objetivo: compartir poesía,
desacralizar la figura del escritor, integrar a partir de la
literatura. Como co-coordinadora de este festival el trabajo es
muy diferente del que realizo para el FIP Festival Internacional
de Poesía de Buenos Aires. Allí la tarea es de organización y
logística, y formalmente inversa: recibimos escritores de todas
partes del mundo y de nuestro país, e invitamos al público a que
se acerque a conocerlos.
(junto a Liliana Ponce)
9 — En
2011 fuiste becaria de la Fondation Camac, Arts et Ciences,
programa de residencia de artistas, en Marnay Sur Seine,
Francia.
MM —
El Centre d´Art Camac es una residencia para artistas en
general. Yo apliqué como escritora. Fue en el mes de febrero,
razón por la cual no habían muchos artistas en residencia.
Éramos sólo cuatro mujeres, dos artistas plásticas irlandesas y
una japonesa, y yo. El hecho de estar en un lugar únicamente con
el fin de escribir, ya presupone toda una experiencia en sí
misma. Llegué allí con un conjunto de poemas y volví con la
génesis de un libro, que es el que acabo de publicar,
“El lado oscuro del
mundo”. A pesar de que
febrero en Camac, más bien es época de receso, quise
alojarme durante el invierno por cierto tratamiento de la luz,
la luz del invierno, tan particular en Francia. Camac está en un
viejo monasterio al que le han anexado una parte nueva.
Afortunadamente me alojé en una habitación situada en el viejo
edificio. Todo muy melancólico y frío y gris. Pero ese es el
ambiente que buscaba. En un principio, antes de llegar, tenía
mis dudas sobre lo que pudiese producir allí, pues lo bucólico
no es lo que más me motiva. Pero finalmente funcionó, y muy
bien.
Marta Miranda en 2016 con R. Revagliatti, Irina Henríquez,
María del Carmen Colombo, Otoniel Guevara, Noelia, etc.
10 — En Cavan, una villa irlandesa de la provincia de
Úlster, se realizó la Muestra “Memory and Landscape”, en la que
participaste.
MM —
La
artista plástica Marylin Gaffney me invitó a formar parte, a
escribir un texto introductorio para la muestra general, y
además a participar con algunos poemas. En un conjunto de
veintitrés artistas fui la única escritora. Envié cuatro poemas
y un video en lengua original que se proyectó el día de la
inauguración. Cada trabajo dio cuenta de la transformación del
paisaje cuando es atravesado por la memoria. Mis poemas toman mi
propio cuerpo como paisaje, y desde ahí escribí. Fue mi primera
experiencia de este tipo y la verdad es que me gratificó
muchísimo.
Marta Miranda con Javier Naranjo, Claudia Masin y
Louis-Philippe Hubert
11 — Has participado en Encuentros y Ferias realizadas en
el exterior.
MM —
En México
he participado de dos festivales: uno de ellos organizado desde
la Academia de Creación Literaria de la Universidad Autónoma de
la Ciudad de México, “Letras sobre la Mesa”; el otro en San Luis
Potosí, el ABBAPALABRA. Este último es el festival fundador del
corredor cultural del que participamos con VaPoesía. En Colombia
he estado en el Festival “Luna de Locos”, de Pereira, y en el
Festival PoeMaRío, de Barranquilla. En Costa Rica participé del
Festival Arte Comunidad, organizado por la Asociación Cultural
Tangente, que es parte del corredor cultural que mencioné antes.
En Canadá, en el Festival International de Trois-Rivières. En El
Salvador vengo de participar del Festival Internacional de
Poesía Joven “Amilcar Colocho”. Salvo en el caso del festival
organizado por la UACM, los otros festivales tienen la
característica de realizar lecturas en escuelas y barrios
alejados de los centros urbanos y en situación de
vulnerabilidad. Como escritora supone un cambio fuerte en
relación a los festivales tradicionales; el público es distinto
y en pocos casos con alguna preparación desde el punto de vista
de la literatura, salvo la escolar. Así es un desafío leer, pues
sabés que si gusta es porque en un punto “llegaste” de verdad.
Es muy enriquecedor como autor salirse de un público habituado a
la lectura de poemas para entrar en territorios en donde el
lenguaje es otro. Cuando viene un chico y te hace algún
comentario sobre lo que leíste, yo siento que el hecho de estar
allí valió doblemente cualquier esfuerzo. Lo digo en el sentido
de que en muchos de estos festivales sólo tenés cubiertos los
viáticos y el transporte interno, pero hay que gestionarse los
tickets aéreos.
(con Maite Maiteuchi, Luis
Bravo, Orlanda Agudelo, Jorge Polanco, Ricardo Rojas Ayrala y
Alvaro Mat)
12 — Supe que en los últimos años te has ido imbuyendo de
la obra de Angèle Vannier (1917-1980).
MM
— La conocí a través de “Rimbaud Revue”, donde me publicaron
poemas en la sección dedicada a la literatura latinoamericana.
En dicha revista difundieron una selección de poemas de Angèle e
inmediatamente me interesé por conocer su obra. En Argentina es
imposible encontrarla, así es que en 2007, en ocasión de un
viaje a Francia tomé unos días para llegar hasta su pueblo,
Bazouges-la-Pérouse, situado a unos kilómetros de Rennes. Allí
no sólo pude acceder a datos sobre su vida y su obra, sino que
también a algunas ediciones originales. Tomé el té en su casa
con quien fuera su asistente hasta el día de su muerte. Estoy
traduciendo poemas y parte de su biografía.
(Junto a Gustavo Tissoco y Ricardo Rojas Ayrala)
13 —
Tras releer el número 6 de la revista “Plebella”, le sustraigo a
Romina Freschi algunas preguntas que le formula al
norteamericano Charles Bernstein, y a mi vez urdo alguna propia
a partir de las respuestas: ¿Qué poetas que admires considerás
que se relacionan con tu escritura y tu vida? ¿Admirás a poetas
que no te gusten y te gustan otros que no admires? ¿Qué
personalidades no poetas admirás y cómo se relacionan con tu
vida?
MM —
La primera poeta es Alejandra Pizarnik, que si bien no está
relacionada en forma directa ni con mi vida ni con mi obra, fue
la autora que me hizo pensar que “eso” también podía ser poesía.
Cabe aclarar que mi formación fue clásica, y que fuera de los
textos escolares yo no tenía acceso a otro tipo de autores. Con
respecto a los poetas que admiro y no me gustan y viceversa, me
interesa mucho Octavio Paz, aunque dicen que era una persona
tremenda, pero ¿quién soy yo para abrevar en eso? Sin ser poeta,
de Heidegger se ha hablado mucho sobre su relación con el
nazismo y a pesar de eso me atrae su obra. Yo prefiero, si se
trata de escritores, mirar lo que cada uno escribe. Es cierto
que no me agradaría estar relacionada, por más bien que escriba,
con un poeta o una poeta maltratadora, mal bicho, pero tampoco
con ninguna persona de ese tipo, no importa el oficio. Puedo
admirar a las personas por un lado y a la poesía por otro. A
veces coinciden y es hermoso. Pero si no coinciden no es tan
importante para mí.
De los no poetas, admiro a la gente que trabaja
desinteresadamente en causas humanitarias, que buscan agua y
comida para otros. Admiro a quienes residen en países
atravesados por la violencia, que se levantan cada día y
sostienen la vida cotidiana en los mercados, las escuelas, la
casa, a pesar de las balas que dicen lo contrario. Ellos me
ayudan a advertir qué afortunada soy. Y admiro a los hombres de
ciencia, a los que piensan el universo, como Carl Sagan y
Stephen Hawking, pues me inducen a enfrascarme en la profundidad
de mi propio cosmos.
(con
Enrique Solinas y Horacio Zabaljáuregui)
14 —
¿Qué incidencia
creés que tiene la poesía en el desarrollo de la cultura de un
país o de una región? ¿Que poetas sugerirías que no dejen de
leer quienes están comenzando a incursionar en la poesía?
MM —
Creo que tendría incidencia en cuanto fuera parte de una
política educativa el acceder a éste género. Lo que me parece
que sí tiene incidencia es el desarrollo del hábito de la
lectura. En cuanto al género en sí, es una buena manera de que
el lector se repregunte sobre cuestiones que tienen que ver con
su intimidad, sus deseos, su esencia, sobre todo en lugares en
donde la gente está masificada, invisibilizada, y en los cuales
preguntas como
¿a vos que te
gustaría? o
¿cuál es tu sueño?
no son formuladas por nadie, porque lo urgente no deja lugar
a lo importante o
porque
simplemente a nadie le importa. En cuanto a la sugerencia
de autores, para comenzar yo me inclinaría por autores de verso
libre y con temáticas, en lo posible, locales. Hace poco, en un
encuentro de poetas en el barrio de La Boca, los vecinos estaban
maravillados al escuchar poemas que hablaban sobre la
inundación, el puerto, el puente, imágenes con las que podían
emparentarse, sentirse identificados y hacerlas propias. Pero en
realidad depende de cada uno. Nunca se sabe qué puede motivar al
otro. Recuerdo que una de las mejores devoluciones que he tenido
en toda mi vida vino de una muchacha con cero acceso al género,
y te diría casi a la literatura en general, una muchacha de
campo, madre de cuatro hijos con la que coincidí en un hospital.
Yo le había dejado mi primer poemario a una amiga que estaba
internada y que compartía habitación con la chica en cuestión.
Cuando volví al otro día me dijo que había leído mi libro y que
el poema “Fotografía” (el más complicado, por diversas
cuestiones) le había gustado mucho, y agregó: “No
entendí nada de lo que usted quiso decir, pero sentí una cosa
acá” y se pasó suavemente la mano por el pecho. ¿Qué puedo
decir? El más neófito de los lectores puede sorprendernos más de
lo que imaginamos.
(con Alex Piedras, Leonardo Martínez
y Marta Royo)
15 — ¿Sabrías enunciar tus propósitos poéticos?
MM —
No sé si llamarlo propósito porque nunca me propuse ni me
propongo, salvo contadas excepciones, escribir. Puedo hablar de
una pulsión que se materializa en un texto poético donde digo lo
que no puedo decir de otra manera. Luego sí viene el propósito
de hacer que eso que dije sea dicho de la mejor
manera, de la
manera más fiel lo que quise decir. Parece un
trabalenguas, pero así es.
Marta Miranda con Luis Miguel Rivas y Horacio Cecchi
16 —
Ricardo H. Herrera en su libro
“De un día a otro”:
“Empezamos corrigiendo
para enmendar los descuidos de la inspiración y terminamos
corrigiendo para borrar los rastros de las correcciones.”
¿Te sucede esto?
MM —
En el caso de los excesos de la inspiración coincido con
Herrera, pero mi idea desde un primer momento es como pulir una
piedra, es encontrar el poema escondido en esa maraña de
palabras, unas veces más grande que otras, y sacarlo a la luz.
Como el escultor que va en busca de la pieza que se oculta en el
interior de la piedra. Algunas veces, muy felices,
encuentro lo que busco. También sé que corrigiendo mucho,
llevando las palabras hasta el borde corro el riesgo de que no
quede nada, pues bueno, será que ahí no había nada y hay que
asumirlo.
(con Irene Ocampo, Macky Corbalán y
Susana Villalba)
17 — ¿En qué tipo de situaciones es más factible que des
tu brazo a torcer? ¿Te cuesta, en ocasiones, explicar —o
explicarte— por qué te atrae determinada cosa o asunto?
MM
— En ninguna situación. Me cuesta, mucho y por eso si doy el
brazo a torcer me resulta más fácil hacerlo de la mano de un
amigo, de una amiga, de alguien que me quiere y me
cuenta
por qué estoy equivocada.
A veces me cuesta dilucidar mi atracción hacia ciertas
cosas porque tienen que ver con el inconsciente o con la
intuición. Esa atracción es difícil de explicar, pero sé que es
genuina porque la siento. Y creo que las cosas insisten, los
temas insisten porque necesitan ser tratados, porque necesitamos
atravesarlos.
Marta Miranda con Jorge Paolantonio
18 — ¿Dirías que te resulta descarnada, impresionante,
demasiado vulgar, la expresión “Hablar sin pelos en la lengua”?
¿Sos de hablar sin pelos en la lengua?
MM —
No me parece una fea expresión, me parece bastante clara. Busqué
el origen pero no lo encontré; en todo caso, aquel que haya
tenido un pelo en la boca sabrá que es bastante incómodo hablar
así. Y sí, trato de hablar sin pelos en la lengua, tratando de
no lastimar a nadie, claro. Hay como una moda, una estética un
poco a lo Simpson en dónde le podés decir al otro o a la otra
las peores barbaridades en aras de ser franco. Yo creo que se
puede ser franco o franca igual, sin necesidad de herir a nadie.
(con
Fabiola Amaro y Julio Ceballos Vega)
19 — ¿Podrías ubicar cuál fue el primer libro que
elegiste para leer (no el que estaba en tu biblioteca sino el
que de manera conciente elegiste leer)?
MM —
Fue “Príncipe y mendigo”,
de Mark Twain, una versión que tenía muchos pie de página con
descripciones de joyas, vestidos, salones. A mis ocho años fue
agotador, pero lo leí entero. Creo que la culpa no me permitió
saltearme ni una sola nota al pie…
20 — ¿Qué palabras te atraen sobremanera? ¿Qué palabras
has evitado en tus escritos públicos?
MM —
No evito palabras pero sí las elijo cuidadosamente. Según la
época he tenido diferente relación con ellas. De chica y hasta
la adolescencia me enamoraba de una palabra y la repetía por
días, hasta que quedaba vaciada de sentido y ya era otra cosa,
algo de un misterio indescriptible, recién nacido. Un poco más
grande, cuando me enamoraba de una palabra le armaba todo un
andamiaje de otras palabras para ubicarla espacialmente. El
resultado era un poema. No muy bueno, por lo general, pero me
encantaba encontrarles una casa, un lugar que las retuviera, que
protegiera su fragilidad. Las palabras que más me atraen cambian
cada vez que escribo: son aquellas que se prestan y me asisten
para decir mejor aquello que nunca podré decir de otra manera.
*
Marta Miranda selecciona poemas de su autoría para acompañar
esta entrevista:
El oleaje
El mundo
la
película
que te
separa de él
El mundo:
aquello
que se toca
en la
orilla
(De “El oleaje”,
Nusud, 1997)
*
Fauna
“No hay amor verdadero sin un poco de inocencia.”
Albert Camus
Asomada
al balcón de casa
disfruto
los últimos
coletazos
del verano
El puesto
de flores
ya cerró
y en la
esquina el movimiento
es
agitado
travestis
taxi boys
chicos
preciosos
aportan
colorido
al
paredón de la universidad
Al pasar
de las horas
se han
ido
han
vuelto han subido a los coches
y bajado
de inmediato
infinidad
de veces
Junto con
las horas
pasó la
noche
y la
pequeña fauna
ralea
En todo
este tiempo
no sé si
por el puesto
cerrado
de flores
o qué
ninguno
de nosotros
deshojó
una margarita
(De
“La misma piedra”,
Ediciones del Dock, 2002)
*
Camina
por el borde
contempla
el
impecable espejo
Dice la
nadadora:
no hay
como
sumergir el cuerpo
en la
superficie azul
En un
punto preciso
se
detiene y calcula la distancia
respira
profundo
alza los
brazos
Es corto
el movimiento
las
piernas de la que nada
se
flexionan y empujan el cemento
el resto
cae al agua
por su
propio peso
(De “Nadadora”,
Bajo la Luna, 2008)
*
La que
nada quiebra la superficie
en un
solo segundo
se apagan
todos los ruidos
Todo es
distinto
bajo la
superficie:
el
movimiento lento
y la luz
que reverbera en el fondo
mezclada
con el agua
Imágenes
de un mundo
todavía
sin formarse
(De
“Nadadora”, Bajo la
Luna, 2008)
*
El río
poderoso
En medio
de la isla
sola
en una
cama que no es mía
escucho
la tormenta
Para
amainar el miedo
trato de
identificar los ruidos
prevalecen
ante todo
el
chasquido potente
de la
rama de los sauces
y a lo
lejos
el enorme
caudal
del río
poderoso
Después
de muchas horas, seca y viva
recostada
en el muelle
veo el
rostro de la amiga
que se
acerca en canoa
Imposible
me digo
pero allí
están
su
sonrisa
sus
bellos ojos claros
Luego de
la alegría me cuenta
que su
casa queda
frente a
la mía, a pocos metros cruzando el río
Hubiese
sido bueno saberla allí
anoche
en el
momento en que un rayo sacudió la isla
cuando
temía
a todo lo
que no se ve
Miro el
Paraná y calculo
son
a lo sumo
unos cuarenta metros hasta la otra orilla
en el
medio
corre
calmo el río
trayendo
lo que
trae
El río
es
variable en su anchura
y así
entre las
hojas
lleva y
deja
la gente
que se quiere
las
partes
de una
misma
aquellos
que no
veremos más
(De “El lado
oscuro del mundo”, Bajo la Luna, 2015)
*
No
recuerdo la sonrisa de mi padre
Aunque la
enfermedad lo devoraba
siempre
ponderé
la
belleza de mi padre:
sus
grandes ojos
sus manos
alargadas
el aire
irónico con que miraba el mundo
Desde su
silla
si
alguien cometía una torpeza,
cosa
frecuente dado el lugar
las
circunstancias,
si me
miraba en esas circunstancias
sonreía
calladamente
yo tomaba
ese gesto como una señal de bienvenida,
de ser
parte de su mundo
Sin
embargo
no
recuerdo su sonrisa, digo,
lo
material
de su
sonrisa
¿Sus
dientes eran amarillos
o
parejos?
En el
recuerdo
la
sensación es de felicidad
pero la
imagen congelada
al
mirarme
tiene
sonrisa que ofrecemos al perro abandonado
que al
cruzarnos en la calle nos sigue
mueve la
cola, no nos muerde
Creo que
es suficiente
con saber
que mi padre sonreía
más allá
del recuerdo
para
poder creer en la regla de bondad
de todas
las sonrisas
de todos
los perros
de todos
los padres de este mundo
(De “El lado
oscuro del mundo”, Bajo la Luna, 2015)
*
Entrevista realizada a través del correo electrónico: en la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Marta Miranda y Rolando
Revagliatti, 2015.
*
http://www.revagliatti.com.ar/050427.html
http://www.revagliatti.com.ar/031215.html
http://www.revagliatti.com.ar/991209.html
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