Tomás
Watkins: sus respuestas y poemas
Entrevista realizada por Rolando Revagliatti
Tomás
Watkins nació el
20 de junio de 1978 en Neuquén, capital de la provincia
homónima, donde reside, República Argentina. Ha recibido
primeros premios y otras distinciones, integrado jurados de
concursos y participado en Festivales y Encuentros de escritores
en su país y
en Chile. También tiene su recorrido como gestor cultural, de
manera independiente y desde el Estado. Entre las antologías
soporte papel en las que fue incluido citamos
“Desorbitados. Novísimos
poetas del sur de la Argentina” (2009) y
“Si Hamlet duda le
daremos muerte” (Ediciones de la Talita Dorada, 2010), así
como la de soporte digital“Máquina
sur. Poesía actual de la Patagonia”
(2013).
Poemarios publicados:
“Grito” (2003), “26”
(1ª edición en 2004; 2ª edición en 2007),
“Mitología” (2012),
“Hora blanca” (2015)
y “Bien de consumo”
(2015).
1 — ¿Abundaban los libros en tu infancia?...
TW —
De todo tipo, afortunadamente: desde la colección Robin Hood de
mi padre hasta enciclopedias ilustradas y volúmenes de historia
de mi madre. De chico nace primero la sospecha sobre los libros
antes que la lectura. También me convertí en un ferviente lector
de cómics e historietas: con mi hermano devorábamos cualquier
cantidad porque canjeábamos en librerías de usados, ya
prácticamente extintas en mi ciudad; pasábamos las tardes de los
sábados entre el fútbol y la lectura. Esto siempre llamó la
atención: cómo había tiempo para leer y para hacer las otras
cosas que hacen los chicos. Macanas, cirujeadas, jugar a la
pelota en la plaza, organizarnos para ir a las bardas o para
correr carreras de carritos de rulemanes. Parece otro milenio,
pero éramos nosotros. Esto lo menciono en el poema “Vendas &
gasas” de mi libro“26”.
Conservo la impresión de haber pensado alguna vez:
“¿Qué hay en los libros
que incita a los adultos a que tengan la cabeza metida en ellos
tanto tiempo?” De ahí la sospecha, la benigna sospecha que
luego se transformó en constatación. Interesante esos procesos
cuando todavía es el tiempo del “durante”, antes de cualquier
posible reflexión. Ahora se me ocurre que los asuntos que
perduran nacen o se llevan en las entrañas.
Y en mi juventud: el mismo hogar, la misma sospecha sobre
los libros. Había algo ahí que hacía sucumbir a toda la familia.
Cambiaron, eso sí, algunas lecturas. Ahora alcanzaba, literal y
no tanto, los estantes superiores de las bibliotecas. Di de
frente con varias obras del Divino Marqués. La memoria, en estas
lides, efectúa recortes. Hay tantos autores y tantas obras que
querría traer ahora, pero me quedo con que Marco Denevi fue el
autor argentino que más había leído hacia mis dieciocho años.
Otro autor que frecuenté es Montaigne. Leía con fruición sus
ensayos, aun sin comprenderlos del todo. Estaba
eso en las
palabras, a veces tan difícil de definir. Me parece que fue
Adolfo Bioy Casares quien adujo que, en general, de los libros
nos quedamos con una sensación por haberlos transitado más que
con tramas o argumentos. Denevi significó un norte y un reino de
mi adolescencia, hasta que conocí a Borges alrededor de los
veinte años. Creo que hay un antes y un después de Borges en mi
vida (y en la de muchos, o en la de todos). Él fue el
apuntalamiento de este lector que lee por placer casi malicioso,
casi perverso.
Tomás Watkins (el primero a la izquierda) con su hermano
Federico (con buzo turquesa) y su hermana Guillermina (de
espaldas)
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2 — Y por entonces habías ya recibido algunos
reconocimientos.
TW —
Tuve buenos incentivos. A los
dieciocho en las categorías de Relato de Vida, Poesía y Cuento,
en concursos organizados por la “Casa del Neuquén 2020”,
perteneciente a la Secretaría de Estado del COPADE (Consejo de
Planificación y Acción para el Desarrollo).
La presidenta
del jurado era ni más ni menos que la gran Irma Cuña
[1932-2004]. Fue un hito en mi vida aquel concurso; me fue
enseñando que tenía un destino literario al que no podría
obviar. A los veinticuatro conocí a varios poetas con
quienes conformaríamos el grupo músico-poético “Celebriedades”
(denominación que
adoptamos del
libro “Celebriedad”,
del ecuatoriano Edwin Madrid). Recorrimos entre 2003 y 2007 gran
parte de la Patagonia argentina y la región de la
Araucanía, en Chile, ofreciendo un espectáculo de poesía, música
y humor. Éramos Miguel Ángel Sabatini, Raúl Mansilla, Pablo
Betesh, Carlos
Blasco, Juanse Villarreal, Cristian Carrasco, Sebastián
González y yo: más de una veintena de presentaciones en los más
diversos escenarios. Fue el lapso de mayor creatividad hasta
ahora, de
“estar en poesía”,
como decía la poeta Macky Corbalán [1963-2014]. Las
presentaciones
celebrias eran
más bien caóticas, no siempre hacíamos lo mismo ni de la misma
manera. Empezamos leyendo nuestros textos de manera
“convencional”, uno por vez, en línea, parados y sentados…: como
cualquier mesa de lectura. Con el tiempo empezamos a despegarnos
de ese formato porque nos aburríamos e inferíamos que el público
también se aburría. De a poco fuimos incorporando histrionismo,
improvisación —como la inolvidable versión del poema del
brasileño Affonso Ávila [1928-2012] que Carlos Blasco y Raúl
Mansilla hacían en vivo, o el “Poeta Universal DJ Ámbar” que
ponía yo en escena disfrazado de bailarín de danzas
contemporáneas— e instrumentos musicales. De ahí que hacia el
final dimos forma a una puesta tutelada por la noción de
espectáculo, algo ameno, entretenido y divertido. El grupo, más
que durar, ardió (en términos barthianos), y hoy nos queda el
bello e hiriente recuerdo. Ahora, después de casi diez años del
último recital, estamos urdiendo una reunión. Ya veremos qué
pasa.
En 2004, con veintiséis años, publiqué mi primer libro en
la editorial El Suri Porfiado, dirigida por el poeta y docente
Carlos Juárez Aldazábal, y además obtuve el Primer Premio de
Poesía del último concurso literario organizado desde la UNCo.
Importante en lo íntimo porque el primer ganador de un certamen
convocado por esa institución fue Raúl Mansilla, en 1984: él
abrió y yo, 20 años después, clausuré. Todo en casa (je). Raúl
es mi compadre de casamiento y del alma, o sea que hay cosas que
pueden mutar, pero no
desaparecer.
Cuando el fuego
celebrio hubo
sido trasplantado a sus respectivas ánforas domésticas (imagino
que cada integrante debe tener un espacio especial para su
porción ígnea), yo incursioné en radio y actividades culturales
de manera individual o colectiva. Realicé en 2009 un segmento
denominado “El maridaje Watkins” —libros, vino y música—
dentro de un programa radial de abundante audiencia llamado
“Rudasmacho”. Gustó tanto el segmento que después fue pedido
para ser utilizado como separadores de un programa de Radio Del
Plata, en Neuquén. Tras varios años de añorar volver al espacio
radial, durante 2015 trabajé en 88.5 FM Capital, de la
Municipalidad de Neuquén, con mi programa “Tigres de Papel”. Fue
un reencuentro muy disfrutable con el mundo de la radio.
Tomás Watkins en 2012 con Paula Maciorowski, Martín
Pucheta, Tony Zalazar, Fernanda Maciorowski, Natalia Soto, etc.
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Tomás Watkins con Lila, su hija
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3 — “Celebriedades” organizó festivales de poesía.
TW —
Dos. Que por su magnitud fueron extraordinarios; y esto no lo
digo yo sino que figura en
“Un referente
fundacional”, del poeta y narrador Ricardo Costa: un libro
importantísimo para comprender el devenir literario en mi
provincia hasta el 2005. Se llamaron “Confluencia Literaria” (1
y 2): participaron escritores de toda la Patagonia, de Chile,
Ecuador y Brasil. En ambas ocasiones logramos algo que desde la
gestión pública no se venía haciendo; es más, estábamos ante un
estancamiento notable en lo cultural (2003-2004), y, salvo
nosotros y el grupo reunido en torno a la Editorial Limón, no
había mucho más movimiento que yo recuerde. Una satisfacción
enorme que tiempo después pude dimensionar, dado que la crónica
no permite reflexiones al fragor de los hechos.
Tomás Watkins en 2004
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Tomás Watkins con Verónica, su esposa, en 2010
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4 — Trabajás en el Estado.
TW —
Sí, desde los 21 años. Y en el mismo lugar desde entonces, el
Centro de Documentación e Información Educativa “Alicia
Pifarré”, dependiente del Consejo Provincial de Educación de
Neuquén, y ocupando diversos puestos. Ahora, por ejemplo,
estamos aventurándonos en la puesta en funcionamiento de un
organismo editor propio del Centro de Documentación. En 2015 fui
convocado para desempeñarme como referente del área de Letras de
la, entonces, Dirección Provincial de Cultura. Actualmente, ese
organismo fue jerarquizado como Subsecretaría Provincial de
Cultura, y ese cargo lo ocupa la poeta y profesora Carina Rita
Medina. Es interesante y movilizador laburar desde el Estado
apuntando al grupo de pares. Siempre habrá críticas, pero lo
importante es otra cosa. No es extraño para mí recorrer pasillos
y golpear puertas para que presten atención a lo que tengo para
proponer. Bueno, así fue que con Carina comenzamos a coordinar,
a partir de 2016, el proyecto biministerial “Puentes”, un grupo
de acción literaria que opera con entidades gubernamentales y no
gubernamentales en procura de concretar objetivos vinculados a
las letras y los libros producidos desde y en Neuquén. Además de
presentaciones literarias como parte de una línea de trabajo que
comenzó en 2015 y que continúa, ahora bajo el formato de ciclo,
pusimos en marcha actividades como el Programa de Desarrollo
Profesional “Dar de leer”, junto a los poetas y profesores
Romina Olivero y Carlos Duarte, fundamentales en este grupo
maravilloso que tengo la suerte de integrar. El “Dar de leer”
apunta a reparar la práctica lectora de literatura surgida en
Neuquén, así como su inclusión en la currícula. Otras acciones
del Proyecto Puentes son “Autores a la carta”, la posibilidad de
que lectores de Neuquén puedan contactarse con sus autores, la
Feria Trashumante del Libro: una locura que se lanzó en octubre
emulando el pastoreo del tipo trashumante, que consistió en
llevar los libros, las editoriales y las librerías a reunirse
con sus lectores del interior de la provincia en una suerte de
inversión de la lógica que centraliza la muestra acá, en la
Capital. Creemos en las acciones que emprendemos porque
consideramos que es necesario volver a evaluar las literaturas
producidas en las provincias, y vemos que no estamos errados:
hay un nuevo auge, al menos en Patagonia, de repensar las
realidades regionales en tanto contextos de surgimiento de la
literatura actual. La región literaria debe ser (i)limitada por
los hitos dispuestos por la palabra, no por la geografía, sin
folclorismos ni accesorios inútiles. Cambiar el sentido a cómo
se entiende la tradición, la herencia: la literatura de calidad
siempre pondrá en valor su contexto de enunciación.
También fui convocado a trabajar en la posibilidad de
reactivar el Fondo Editorial Neuquino: una gran falencia y deuda
que el Estado provincial mantiene con la comunidad. No sé qué
pasará con estas acciones, hay factores que no dependen de uno,
pero me entusiasma lo que está en curso desde 2015, orientado a
agitar el avispero, y todo lo que encaramos en un año de
transición o de desguace como lo fue el 2016.
Tomás Watkins en 2011, con otras personas, en la fábrica
recuperada Zanón
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Tomás Watkins con Raúl Mansilla
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5 — Bien del presente es ese otro proyecto denominado
“Almacén Literario”.
TW —
Efectivamente. Es un banco de datos multisoporte sobre
escritores neuquinos, que obtuvo una beca del Fondo Nacional de
las Artes en dos oportunidades. Multisoporte, porque posee
material audiovisual y en formato pdf de lxs autores incluidos:
Macky Corbalán, María Cristina Venturini, Eduardo Palma Moreno,
Raúl Mansilla, Miguel Ángel Sabatini, Héctor Ordóñez, Mariano
Villegas. Llevamos cuatro años desarrollando la plataforma
www.almacenliterario.com
y esperamos en breve poder retomar el trabajo junto con mis
adláteres Cristian Carrasco y Bruno Revello. Hay mucho por
recorrer, muchxs autores que registrar.
Algunos videos del Almacén Literario fueron exhibidos en
distintos puntos del país. Recuerdo ahora la inclusión del video
de Macky —probablemente el último registro en vida de una de
nuestras mayores y más queridas poetas— en el Festival de Poesía
organizado por el Centro Cultural Kirchner, en Buenos Aires, en
2015. Tuvimos el enorme placer de que el poeta Gerardo Burton
haya presentado el video en esa oportunidad, ya que yo no pude
viajar.
Tomás Watkins con su padre
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Tomás Watkins en 2004 con Sebastián González, Cristian Carrasco
y Juanse Villarreal
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Tomás Watkins con el grupo Celebriedades en 2004
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6
— ¿Y la revista “Coirón 2.0”?...
TW —
Es un mítico órgano de difusión cultural post-dictadura que
otorgó visibilidad a las producciones del Centro de Escritores
Patagónicos, un ardid que rápidamente prendió fuego y ganó
adeptos en aquel momento histórico. Muchxs escritores
patagónicxs se situaron bajo la tutela del CEP. La revista es
dirigida desde entonces por el escritor chileno Eduardo Palma
Moreno, arribado a nuestro país “becado” por Pinochet, como él
dice. Verdaderamente fue uno de los primeros instrumentos que en
los ‘80 recorrieron la Patagonia literalmente, dado que Palma
Moreno, junto con los poetas Raúl Mansilla y Sergio Sarachu
—integrantes del Consejo de Redacción del organismo—, surcaron
el territorio en busca de corresponsales con apenas una carpa
que nunca abrieron, según cuenta la leyenda, dada la
hospitalidad y el cariño de lxs pares que los recibían en cada
ciudad. Eduardo lo ha mencionado en alguna oportunidad como
“Poesía patagónica a dedo”, lo que ahora parece ciencia ficción,
con tanto dispositivo comunicacional bien o mal intencionado. Lo
cierto es que la “Coirón” le torció el brazo al lema de que las
revistas culturales no superan los cuatro números: en efecto,
fueron cuatro en su primera época, y desde su resurgir como
“Coirón 2.0”, en 2012, lleva más de 10 números. Con Cristian
Carrasco también estamos juntos en esta aventura de representar
la revista en Neuquén.
Tomás Watkins con Rubén Eduardo Gómez, Raúl Mansilla y
Cristian Aliaga
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Tomás Watkins con Raúl Mansilla en 2015
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7 — ¿Qué otras actividades o grupos integrás actualmente?
TW —
Formo parte desde sus inicios del ENIE, Encuentro Nacional
Itinerante de Escritores. Movimiento,
movida más que
encuentro convencional, que reúne poetas y narradores de todo el
país vinculados por intereses literarios comunes, por lo
general, y que nos fuimos conociendo en los márgenes de otros
encuentros. Por eso, la naturaleza del ENIE, además de su
carácter itinerante, es la de disponer horizontalmente las
relaciones, los vínculos, el trabajo. Desde el 2008 venimos
recorriendo este camino y hemos visitado localidades de las
provincias de San Luis, San Juan, Mendoza, Neuquén, Entre Ríos,
Chaco, Corrientes, Formosa, Córdoba y Santa Fe. Este año
volveremos a la provincia de Mendoza, la sede será Uspallata. Un
placer integrar ese colectivo atravesado por todas las
realidades disponibles, las personales, las provinciales,
políticas, ideológicas, de edición, de circulación.
Tomás Watkins en 2003 con C. Carrasco, Andrés Kurfirst, R.
Mansilla, Sebastián González, Victoria Cocconi, C. Blasco, M. A.
Sabatini, Eduardo Palma Moreno y Juanse Villarreal
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Tomás Watkins con Pablo Aguiar y artistas visuales de Río
Negro y Neuquén
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8 — Si encomillo
“El mundo del trabajo” te retrotraerás a 2009.
TW —
Me llevás al momento del concurso lanzado por la CTA. Yo integré
la comisión de lectura, junto a los escritores Rafael
Urretabizkaya, Pablo Yoiris, Gabriela Grünberg y Guillermo
Saccomanno, además del maestro Nano Balbo, en este certamen
convocado por la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA)
Neuquén, para elaborar la edición de un volumen que compilara
relatos y poemas escritos por trabajadores.
“El mundo del trabajo”, como bien señalás, fue el título.
Labor de una satisfacción enorme porque ejercieron la palabra
quienes conocen el mundo del trabajo desde adentro, ésa era la
consigna, no pararse desde la observación y, ajeno, describir,
sino que la cuenten desde adentro lxs protagonistas. Nietxs que
entrevistaron abuelxs, personas que contaron alguna anécdota
laboral, hubo de todo. Se pudo publicar la antología y se le
entregaron, en una emotiva presentación que tuvo lugar en el
Salón Azul de la Universidad Nacional del Comahue, varios
ejemplares a cada unx de quienes habían participado del
proyecto. Había poemas, relatos, crónicas y alguna que otra nota
denunciando maltrato por parte de alguna patronal. Una
experiencia inolvidable.
Tomás Watkins en 2008 con Dante Sepúlveda y Carlos Juárez
Aldazábal
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Tomás Watkins en 2007 con Julieta Carrera y con Verónica,
su esposa
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9 — Además de la isla Watkins y de un navegante irlandés
(Patrick), tu apellido es el de, por lo menos, un músico, un
director de cine, un deportista, un pintor, un dramaturgo, un
director de televisión y fotografía, un actor…
TW
— En un poema llamado “Lilíada” dedicado a mi hija Lila,
menciono que la isla Floreana, del archipiélago de las
Galápagos, era el lugar de residencia de un pariente mío, el
navegante Patrick Watkins. Hace unos años pude conocer la cueva
que hacía de hogar de este bucanero que trocaba carne y grasa de
tortugas gigantes por ron, armas y municiones. Los Watkins somos
una gran familia.
Tomás Watkins con Humberto Bas y Hernán Lasque
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Tomás Watkins en 2006 con Sebastián González, Carlos Blasco,
Raúl Mansilla, Pablo Betesh, Juanse Villarreal y Miguel Ángel
Sabatini
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10 — Has sido incluido con criterio antológico también en
publicaciones que no eran exactamente libros.
TW —
Sí, he recibido varias invitaciones a participar de muestras
colectivas. Yo me crié leyendo antologías de todo tipo. De
poesía latinoamericana, de narrativa, hechas por los mismos
autores, selecciones a veces afortunadas y otras no tanto. Pero
lo cierto es que leí con entusiasmo las que cayeron en mis
manos. Y cuando me llegó el turno de sumarme a varias propuestas
colectivas, no lo dudé ni un instante. Bueno, los premios de los
dos concursos que gané en Neuquén consistieron en mi inclusión
en antologías. Hay una plaqueta cuyo título es “16 Poéticas”
(2004) y que integré junto a poetas de la Editorial Limón,
dirigida por Andrés Kurfirst, y quienes estábamos en
“Celebriedades”, entre otras y otros poetas. Están las
antologías del Taller “Ananga Ranga” de Corrientes, convocadas
por Tony Zalazar;
“Confluencia”, que editara Cristian Carrasco con poetas de
Neuquén y Río Negro;
“Desorbitados. Novísimos poetas del sur de la Argentina”,
con selección a cargo de Cristian Aliaga para el Fondo Nacional
de las Artes; “Antología
federal de poesía” (región Patagonia) del CFI (Consejo
Federal de Inversiones); el maravilloso
“Álbum de poesía Brasil
2014”, que se repartió por miles en los estadios de fútbol
brasileños durante el campeonato mundial en ese país, y seguro
que me olvido de varias.
Otros casos han sido los de las muestras antológicas que
aparecieron con revistas literarias, como las mexicanas “Blanco
Móvil” y “Círculo de Poesía”, la pampeana “Museo Salvaje” de
Sergio De Matteo, la sanjuanina “Champa”, comandada por Damián
López, y “Chirlo”, la muy buena revista cultural federal que
organizan poetas de Tierra del Fuego residentes en tu ciudad.
Algunas de ellas también vieron la luz en formato impreso, y la
mayoría aprovecha las bondades de las comunicaciones actuales
para su difusión.
Considero que las antologías, en tanto muestrario,
recorte, selección, deben motivar la aparición de más
antologías, con lo aparentemente excluido. Esto lo digo como
lector, pensando en el beneficio de descubrir más y más autores
con la esperanza de dar con algunos de nuestro agrado.
Tomás Watkins en 2006 con Romina Berenice Canet, Dante
Sepúlveda, Alejandro Pizarro, Marcelo Pellejero, etc.
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Tomás Watkins con Guillermo Saccomanno y Raúl Mansilla
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11 — Así comienza un párrafo
del relato “El maestro de escuela de pueblo” de Franz Kafka:
“La mayoría de los viejos
se conducen con respecto a los jóvenes de una manera algo
confusa, un tanto engañosa.” ¿Cómo te resuena…?
TW —
Lo primero que se me viene a la mente es algo que leí hace poco,
“El héroe de las mil
caras” de Joseph Campbell. En el prefacio, Campbell
introduce una cita de Freud que establece que hay toda una
tradición en decirle la verdad a los niños pero camuflada de
símbolos. Al desconocer qué significa ese andamiaje simbólico,
el niño tiende a desconfiar de los mayores. Que ahí radica el
inicio de una desconfianza y hasta una hostilidad hacia el mundo
adulto.
Por otra parte, estimo que la vejez puede tornarse un
lugar común: la etapa donde ocurre el olvido de que alguna vez
se fue joven. Personalmente no creo que sea algo que pueda
generalizarse, no acepto que ninguna edad presente trabas para
las comunicaciones.
Me queda una tercera resonancia, una que va por el lado
del parricidio literario. Como autoficción, no me parece que se
justifique; sí creo que es fundamental en casos donde el
supuesto padre funciona como punto de fuga; tuve la fortuna de
aprender mucho de los mayores
“escritores del barrio”,
como sugirió Ernest Hemingway.
Tomás Watkins en 2004 con Raúl Mansilla, etc.
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Tomás Watkins con Gabriel Giménez, Javier Píccolo, etc.
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12 — ¿Habrás leído alguna novela una segunda vez
inmediatamente después de haber concluido su lectura? ¿Tenés o
tuviste algún tipo de práctica de lectura que pudiésemos
denominar “peculiar”?
TW —
Me pasó con una sola, “El
perfume”, de Patrick Süskind. La leí varias veces, incluso
dos en un par de semanas. Me atraparon las descripciones e
imágenes olfativas. Me enganché mucho con esa obra, a pesar de
que no con el autor. Ésa es la novela que más leí, junto con
“Los infortunios de la
virtud” del Marqués de Sade. Pero en general soy del tipo de
lector salteado, como categorizó Macedonio Fernández. Hay
algunos libros siempre en curso, una pila sobre la mesa de luz:
vamos picoteando.
Tomás Watkins en 2004 con C. Blasco, Concha García, Carina
Nosenzo, J. Villarreal, C. Carrasco, Valeria Resenite, S.
González y Eliana Navarro
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Tomás Watkins con el cantante Rodolfo Salvi
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13 — ¿Qué aspectos humanos te parece que están
sobrevalorados?
TW
— Si entendemos como aspectos aquellos atributos o talentos que
podrían resultar naturales o inherentes a la especie, pienso que
hay varios que merecen una revisión. La libertad, por ejemplo,
la fe o la bondad. Porque hemos tejido la historia muchas veces
con hilos falsos, es decir, con hilos impuestos. Creo que todo
aspecto condicionado por dogmas, como el religioso, está
sobrevalorado.
Tomás Watkins en 2003 con Raúl Mansilla, Cristian Carrasco,
Sebastián González, Aldo L. Novelli y Carlos Blasco
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14 — ¿Cuál fue el disparador de tu “Perfil de usuario” en
“Bien de consumo”?
TW —
“Perfil de usuario” es el extenso primer texto de
“Bien de consumo”,
libro que apareció de manera bastante inesperada ya que no
responde a un proyecto escriturario como los otros, sino que es
una antología no tan prematura (no es un repaso sobre mi obra;
no me atrevería a cometer tamaña trampa del ego). Tuvo un fin
específico: compendiar los textos que formaban parte de las
puestas en escena de “WATMAN”, una propuesta bastante delirante
que pergeñé con Raúl Mansilla luego de “Celebriedades”. El poema
es una especie de burla al modo en que una mayoría de hacedores
de versos se paran ante su creación. Lo digo al comienzo: que
aún no estamos cansados de los textos en primera persona que son
un canto a la primera persona...; mi ego intentó burlarse del
ego, del que nadie escapa. Fue escrito con el fin preciso de ser
dicho —mayoritariamente leído— en público, de sacarle una
sonrisa a la gente.
Tomás Watkins con Cristian Aliaga en 2015
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Tomás Watkins con Cristian Carrasco, Pablo Aguiar, José Moya y
Javier Fernández
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15 — “El vértigo
es algo diferente del miedo a la caída”, establece Milan
Kundera en su novela “La
insoportable levedad del ser”. ¿Algo tuyo querrías
transmitirnos respecto de tus vértigos o visión de ellos, y de
tus eventuales miedos a la caída?
TW —
El vértigo puede resultar placentero, como el mareo y la
embriaguez. No se me ocurre ahora una sola circunstancia en la
que el miedo pueda tener signo positivo, salvo brindando alarma.
Pero no genera bienestar en tanto goce. El vértigo de la
lectura, de la escritura, el vértigo de los sentidos alterados,
la vida y la obra en vértigo. El vértigo de posar los pies en el
aire, como dice el poema de Jorge Spíndola. He sabido darle el
suficiente vértigo a mi vida. No me arrepiento.
Tomás Watkins con el grupo Celebriedades en 2006
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Tomás Watkins con Carlos Blasco, Miguel Ángel Sabatini,
Sebastián González, Raúl Mansilla y Mauro Calil
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16 — Puesto a elegir: ¿en qué cuatro poemas se expresa
nítidamente la naturaleza de tu poética?
TW
— Me cuesta discernirlo dentro de ese margen. Desde los primeros
ejercicios, o tal vez sobre todo en ellos, mantengo una
recurrencia sobre un par de asuntos que considero esenciales.
Esenciales no sólo porque dominan la dimensión de las
reflexiones sino porque también encarnan en texto. El tema más
frecuente es un repensar hasta el hartazgo, hasta la
incomunicación, hasta la producción de textos que sería difícil
su ofrecimiento a la lectura, en qué es escribir, qué es la
palabra y sus poderes o atributos casi mágicos e invocatorios.
Ya en la adolescencia escribí bastante sobre la
metaescritura, sobre la metapoesía, impulsado por una convicción
casi mística sobre la posibilidad de escribir. Aún la conservo,
a pesar de la diferencia de intensidades que un pensamiento
puede ejercer en el tiempo.
Un poema inédito finaliza de la siguiente manera:
“No
entiendas, escuchá:/ el sentido aparece al oído.”
Intento conducirme por ese sendero para interpretar la poesía:
hay que oír y otorgar sentido prescindiendo de la comunicación.
Tomás Watkins con Andrés Iommi en 2015
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17 — Animales legendarios: ¿Centauro, grifo, hipogrifo,
basilisco o dragón?
TW —
Centauros, sin dudas. Poderosos centauros capaces de las más
altas proezas físicas e intelectuales y de las más bajas
aberraciones como la violación y el saqueo. Son un claro ejemplo
de que el poder implica una responsabilidad no siempre presente.
Dicha carencia puede conducir a la desmesura, con sus consabidas
consecuencias. En
“Mitología” les dedico un poema.
Tomás Watkins con integrantes del Encuentro Nacional
Itinerante de Escritores
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Tomás
Watkins en 2015
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18 —
¿Te sería posible trazar un mapa de lo que podríamos llamar
campo cultural en tu provincia durante las últimas décadas?
TW —
Neuquén tuvo una importante afluencia de artistas hacia fines de
la última dictadura cívico-militar. En general, toda la
Patagonia se había convertido en receptora de gente que elegía
escapar (o debía hacerlo) de sus ciudades. Gracias a esos
arribos hubo un auge del teatro, la plástica y la literatura.
Había una vida cultural tremenda en los ‘80. Sé que muchos se
dirigieron a Neuquén dado que el obispo, Jaime de Nevares, no
compartía la posición pro-dictadura de la iglesia católica, sino
todo lo contrario: acompañaba a todos los que necesitaran
contención. Por eso también vinieron artistas exiliados chilenos
y uruguayos, varios de los cuales tuvieron incidencia directa en
la gestación de asociaciones culturales y gremios de artistas.
Podría decir que no hubo parricidio dado que todo estaba
fundándose y maestros y alumnos trabajaban juntos. Había grupos
antinómicos, por supuesto: estaba la Sociedad Argentina de
Escritores y el Centro Sanmartiniano, vinculados a la iglesia y
a la derecha, y por otro lado el Centro de Escritores
Patagónicos, el Teatro del Bajo, organizaciones que apuntalaron
el teatro, los títeres, la pintura y la literatura incluso en el
interior de Neuquén. En la ciudad de Zapala, por ejemplo, se
constituye el embrión de la recurrente revista “Coirón 2.0” en
medio de procesos dificultosos, de condiciones precarias ya que
no había editoriales y todavía se publicaba en otras provincias.
El CEP fue importante no sólo para Neuquén sino también para el
desarrollo e intercambio cultural de toda la Patagonia.
Tomás Watkins con Raúl Orlando Artola,Alejandro Mejías,
Martín Maggi, Marcela Saracho, etc.
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Tomás Watkins con Osvaldo Bayer
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Tomás Watkins selecciona poemas de su autoría para acompañar
esta entrevista:
comenzó a llover a tiros
el
barro disuelve la tarde
calle abajo
la
ciudad
humillada en los charcos
su
cuerpo mudo sangra
bajo las ráfagas
(de “26”)
*
el
cielo se encapota y todo truena
bebo del vaso negro
hasta las últimas consecuencias
hasta que se cansan las ventanas
en
la otra orilla
de
esta cabeza doliente
yo
vi a Li Po bajar por el Limay
con su sonrisa implacablemente ebria
con su viejo morral
de
poeta gastado
esperaba una muestra de cariño
Li
Po
nunca lo sabremos
el
crepúsculo nos sorprende así
despacio
y
para siempre
(de “26”)
*
Kadmos
Alfabeto entre los dientes
del dragón que nos condena
al
futuro de los actos
Sueñan griegos y tebanos
en
las fauces que devoran
la
palabra empeñada
(de “Mitología”)
*
Ícaro
Quiero para mí
la
voluntad de la gota
que cae sin lastimarse
ni
hacer daño
(de “Mitología”)
*
Sade
Pocos hombres
al
reverso
del espejo
son lo mismo
(de “Mitología”)
*
Celebriedades
Llevamos el vino a la práctica.
No
fuimos tan jóvenes y daban
las 12 al sol de aquel diciembre.
Un
auto con los ejes averiados,
nuestro techo alegre y todo
suelto ahí en el aire, cien colores
del río carnaval, y fue tanto
que florecen huellas crueles
cuando arrecia el apetito
del amor emocionante
(de “Hora blanca”)
*
Fluidifica
Gris y terca la ciudad incendia
cada noche;
sosténganse, almas sedientas,
el agua dejará correr
la vida por sus muertes.
(de “Bien de consumo”)
*
Tomás Watkins con Raúl Mansilla, Miguel Ángel Sabatini,
Sebastián González, Carlos Blasco, Juanse Villarreal y Cristian
Carrasco en 2005
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Tomás Watkins (Foto Campillay) en 2009
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Tomás Watkins ( Celebriedades)
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Tomás Watkins tocando el cajón - Dibujo de Sebastián González
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Entrevista
realizada a través del correo electrónico: en las ciudades de
Neuquén y Buenos Aires, distantes entre sí unos 1100 kilómetros,
Tomás Watkins y Rolando Revagliatti, marzo 2017.
www.revagliatti.com
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