pudo perforar la caparazón de la tierra construyó sobre ella
gigantescas vasijas metálicas.
Tan importante era para el ferrocarril el agua, que dentro de
sus estructuras contenía a otra: el Departamento de Servicio de
Agua, era la Obra Sanitaria Ferroviaria.
¿Recuerdan? Desde ese lugar, de esa Sección, partió el primer
grito serio de rebeldía por la dignidad de los jefes
ferroviarios, por los tiempos del Onganiato. El Petiso Coni, del
Servicio de Agua del F.C.Sarmiento, el que pegó el grito: ¡El de
no querer ser más carneros! Había un Comité de Agua por línea, y
desde esa sección se coordinaba todo lo que tenía que ver con el
agua. El relevamiento de todas las napas, ríos subterráneos,
salinidades del país, estaban ahí, en sesudos estudios.
La importancia del agua para el ferrocarril fue tan seria que
cuando se efectuaba el cálculo del presupuesto, el agua tenía su
columna en la inversión. ¿Lucro? ¡No! Se invertía para la vida,
que joder. ¿Como lucro..? Proyectos, ampliaciones, conservación.
El objetivo era surtir agua. Puedo decir con certeza que el
ferrocarril regó al país.
Ahora, por estos tiempos digo y pregunto: ¿como contabilizo el
verdor, el recule de las salinas y la contención del esmerilado
de las arenas? ¿Como Dr. Menem?
Si han cerrado el camino de metal, el acarreo acuoso se detuvo,
los pozos se secan o se pudren las cisternas, y éstas son
tapadas por yuyales que al secarse transitan el camino de los
vientos como representantes de la muerte. El acarreo se detuvo,
y comenzó a desandar la sed el viejo camino perdido. Los pueblos
se vacían, uno a uno. La despoblación, más la desertización,
todo un proyecto de país seco y de muerte, la vida se ausenta.
Pero fijesé bien Don Américo lo que le voy a contar planillas en
mano y con datos que escapan de cualquier cuento fantástico.
Mejor dicho, escuche bien.
En la Rioja, más precisamente en la estación de Chilecito, fue
uno de los lugares favorecidos con tanque y cisterna, instalada
bajo del cable carril que transportaba el oro desde el cerro
Famatima. Ahí viví, ¿recuerda que le conté?. Así que vi cuando
los camiones, las locomotoras, los ferroviarios y la población
se surtían, además de los vagones-tanques, que luego partirían
hacía otras poblaciones repartiendo agua de ese pozo generoso.
Sitio donde nos solíamos bañar, bajo ese potente chorro plateado
y helado, que emergía a través de una poderosa bomba que le
succionaba la teta a la tierra a más de 40 metros. Hoy, por
estos tiempos contables, de palabra desvalorizada,
distorsionada, del verbo global y la mentira, éste, se encuentra
cerrado, cercado por una alambrada. Afuera: la sed. ¡Encanaron
el agua! Los churquis secos se atascan entre las alambradas,
polvoreados por una arena fina, como testigos del abandono y el
avance de la desertización. El pozo está preso. Encanaron la
vida. Se cierra el pozo porque no le cierran los números
globales al Dr. Cavallo.
No hay más cañerías, el equipo de bombeo desapareció. No hay más
ferroviarios para cuidar el agua. Los fueron con el ajuste. El
Mercado regulará el agua.., y los Libros Contables Sagrados
cerraran, el Dr. Cavallo feliz, aunque se apague la vida. Sigo
con la Rioja, porque es la tierra de los milagros.
En La Estación Milagro, que ya no es tanto, todo se esfumó, como
un contra-milagro las instalaciones se evaporaron, solo el
deterioro como muestra de que por ahí, alguna vez anduvo el
agua. Para calmar la sed, (y ante la escasees de milagros, con
la globalización se rajaron) y conservar la poca vida que queda
se apela al acarreo de agua de los camiones desde el Valle de
Olta, a 70 km. El Valle de Olta, paraje caro para los riojanos,
por ahí anda el fantasma seco y digno del Chacho Peñaloza,
siempre federal. Prefirió ser seco y federal como esos valles, y
no húmedo y unitario por invitación del Restaurador. Le contestó
con un corte de poncho y se exilió en Chile. Seco y digno cruzó
la cordillera. Ya me fui por las ramas Don Américo, es que estos
tipos cojonudos me atrapan. Fijesé, que cosa con los caudillos
riojanos, ¿vio?
Algunos rumbearon para la capital, y la humedad los atrapó.
A Facundo lo deslumbraron las luces de los candelabros, las
puntillas, las camisas sedosas, cambió. Desmontó de su caballo y
subió al carruaje con cortinas, cochero y esas cosas. La ciudad
le birló el poncho y le colocó una chaquetilla abotonada, le
recortó la patilla, le aceitó y amansó ese pelo renegrido y
salvaje. ¿Que cosa no? Les gusta el naipe, como si la vida fuera
un azar. Que cosa con los caudillos riojanos que se arrimaron
federales y se vistieron, por dentro y por fuera como unitarios,
como porteños, como portuarios...
Del Valle de Olta a Milagro hay 70 km. Aridez y vientos. Un
recorrido diario de l40 km. para humedecer las grietas de la
sed. Lo mismo en Chamical, lugar donde parten los cohetes con
tecnología del primer mundo. Sigo en territorio riojano. En la
estación, la que partió fue el agua junto a los ferroviarios.
Por esas ausencias se birlaron el equipo de bombeo. Dejaron un
inmenso pozo como de 90 metros de profundidad. Vinieron los
nitratos y se zambulleron. Se construyó cuando el ferrocarril se
expandía, y circulaba un proyecto de agrandar el país; pensando
en la invasión de la vida levantaron un tanque de 290 metros
cúbicos.
Hoy, las instalaciones se derrumban y el deterioro es imparable,
y la vida,...ah la vida, se achicó como el achique del país.
¿Como vamos con las cuentas Dr. Menem? Dígame Ud. Las muertes,
la desnutrición, todo eso que voy contando, ¿lo ayudan? ¿O
necesita más? ¿Como un Dios insaciable?
Chepes es otro lugar. Un río subterráneo lo tributa. Sus
instalaciones de succión, elevación y distribución están
deterioradas. No hay presupuesto para la sed. Que chupen la hoja
de la tuna, de penca, ó cactácias rastreras ó mastiquen raíces.
No hay razón de mercado para que allí exista vida.
Terminando, para hacerla corta y no abusar en la tierra de
caudillos, le cuento que en la misma estación de La Rioja, que
pertenece al Ferrocarril Belgrano, está todo derrumbado. Los
pozos cerrados con cadenas. Sí, están cerrados. El agua
encadenada. Fijesé de nuevo Don Américo, se da otro fenómeno. El
de las estaciones invadidas. Marginales sedientos que venían
huyendo de la sed se arrinconaron entre los pliegues de las
estaciones y alrededor de los pozos. Resistieron los desalojos.
Encontraron techo y agua. Parece poco, pero es mucho. La
resistencia para sobrevivir. El ferrocarril es la trinchera. El
ferrocarril siempre asociado a las resistencias. Refugio de
resistentes. Siempre la resistencia. Se resiste aunque estén
ausente los ferroviarios.
Remolinos, aura...
Ay! misterios
Ay! magia
Ay! ferrocarril
Como duele tu ausencia
Debe haber un aura de resistencia en todo ferroviario, o la
existencia de una manía genética por resistir, siempre resistir.
Todo ello genera remolinos contagiosos, el aire es infiltrado, y
esa magia resistente recorre lugares yermos, suplantando al
ferroviario ausente. Por el agua ausente, las estaciones fueron
invadidas por sedientos. Regresaron recorriendo el camino del
agua ferroviaria. Rodearon los pozos y resisten, resisten...
El ferrocarril siempre estuvo asociado a la vida. Agua y
estaciones, todo un símbolo de vida.
Por:
Juan Carlos Cena (especial para ARGENPRESS.info)
(Fecha
publicación:18/08/2004)