José Muchnik responde
“En cuestión: un cuestionario”
de Rolando Revagliatti
José Muchnik
nació el 2 de noviembre de 1945 en Buenos Aires, capital de la
República Argentina, y reside en Épinay-sur-Orge, Francia. En
1973 obtiene su titulo de Ingeniero Químico, por la Facultad de
Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires. En 1981 se gradúa
de Doctor en Antropología, por l’ Ecole d’Hautes Etudes en
Sciences Sociales de París. Presentó fotografías suyas en las
siguientes exposiciones (1990-2007): “Le pain des autres”,
“Amazonia he visto”, “Mamáfrika” y “Amazonie, rêves et
réalités”. Fue, entre otras actividades, compilador de
antologías y organizador de manifestaciones poéticas. Publicó
desde 1985 los poemarios
“Quince poemas por la paz”,
“Ocho poemas para perder
el tiempo”, “Cien
años de libertad y Coca-Cola”,
“Proposition poétique
pour annuler la dette extérieur” (bilingüe español-francés),
“Arqueología del amor”,
“Amazonia he visto”
(bilingüe español-francés),
“Calendario poético 2000”,
“Guía poética de Buenos
Aires”, “Tierra viva,
luces del mar”,
“Crítica poética de la razón matemática”, así como los
volúmenes de poemas y relatos
“Sefikill (Serial
Financial Killers)” y
“Desgarros: exilios, duelos, muros”, y, únicamente de
relatos, “Josecito de la
ferretería”. En el género novela se socializaron
“Chupadero” (2005) y
“Geriatrikón” (2017).
“Nací en 1945 y en
el barrio de Boedo de la ciudad de Buenos Aires. Mi infancia
estuvo marcada por la ferretería “Don Miguel” y la casa de la
calle Colombres, donde anclaron mis padres, inmigrantes rusos en
esas tierras. Crecí entre barricas de gomalaca, latas de masilla
y tambores de kerosene, entre oleajes de exiliados de diversas
latitudes que buscaban un retazo de calma para vivir. Ese mundo
mágico, con sus objetos, lenguajes, historias, transparenta en
algunas de mis obras (como
“Josecito de la
ferretería” o “Guía
Poética de Buenos Aires”). El patio de esa casa, sus cielos
estrellados en noches de verano, fueron arcilla de mis primeros
versos. También la figura de “Liolia” (Lionid Ravitz), poeta
ruso, tío materno, que nunca conoció la Argentina, bolchevique
convencido, participó de la revolución de octubre y de la
segunda gran guerra. Cuando llegaban sus libros, Siula (mi
madre) me leía emocionada sus poemas en ruso.
Cursé mi
bachillerato en el Colegio Nacional Mariano Moreno e ingresé en
1963 en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos
Aires, orientación ingeniería química. Comprometido con el
movimiento estudiantil, fui elegido presidente del Centro de
Estudiantes de Ingeniería “La Línea Recta” en 1967 y expulsado
de la Facultad en 1968 por alteración del orden público.
Readmitido en 1970, me gradué en 1973. Ingresé en la Secretaría
Nacional de Industria, pero pocos años después, con la llegada
de la nefasta dictadura militar, en 1976, me exilié en Francia
repitiendo la historia de exilios familiares. Mi padre había
huido de Monastyrich – Ucrania en 1919, luego de un pogrom en su
pueblo natal, en el que asesinaron a su madre y un hermano. Las
huellas de los exilios pueden apreciarse desde mi primer libro,
“Quince poemas por la
paz”, editado en 1985 en Costa Rica bajo el seudónimo de
“Pablo José”, hasta uno de mis últimos poemarios,
“Desgarros…”, editado
en Buenos Aires. Ya en Francia, a todas las alteraciones que
implica el exilio, agregué el cambio de profesión. Me inscribí
en l’ Ecole d’Hautes Etudes en Sciences Sociales de París, donde
en 1981 me gradué de antropólogo, especializado en el estudio de
culturas alimentarias locales, con mi tesis de doctorado
“Tecnologías autóctonas y alimentación en América Latina”.
Ingresé al Institut National de la Recherche Agronomique (INRA)
donde devine Director de investigaciones. Desarrollé un enfoque
sobre los “Sistemas agroalimentarios localizados” (SIAL), el que
encontró una importante repercusión en la comunidad científica
internacional. Las numerosas investigaciones de terreno en
diversos países de África y América Latina, también influyeron
en mi obra poética:
“Amazonía he visto”,
“Pan amor y poesía, culturas alimentarias argentinas” (de
este volumen he sido compilador). Como parte de mi trabajo he
tomado numerosas fotografías, la mayoría de las cuales aún no
han sido divulgadas, si bien realicé cuatro exposiciones
fotográficas: en la UNESCO (París), en Montpellier, en la Casa
de la Poesía de La Habana.
He sido miembro
fundador del grupo franco-argentino “Travesías Poéticas”, del
“Collectif Poétique Effraction: Poètes des cinq contienents” y
del grupo “Creciente Poética”. Soy colaborador permanente del
periódico “Desde Boedo” y de la revista cultural “Generación
Abierta”. Organicé numerosas manifestaciones poéticas en París,
así como espectáculos poéticos-musicales asociando tango y
poesía. Insisto en que sigo siendo “Josecito de la ferretería”,
un habitué del boliche de la cortada San Ignacio, de esa ciudad
llamada Buenos Aires, que tal vez sí exista.”
José Muchnik - de pibe, en la vereda del Cine Boedo
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1:
¿Cuál fue tu primer acto de “creación”, a qué edad, de qué se
trataba?
JM: ¿Seis?
¿Cinco? ¿Siete años? Josecito nació en el fondo de la ferretería
de Boedo, cuarto hijo. Cuando cumplí un año nos mudamos a la
casa de la calle Colombres, casa de aldaba y zaguán, casa navío,
patio largo con habitaciones a estribor, techos altos
arremolinando sueños. Veranos porteños, noches familiares, un
niño en la perezosa contemplando estrellas. Cielo que se abre,
voces que se esfuman, más y más estrellas, más y más cielo,
patio despegando en vuelo estelar. Escribiría mucho después
(extraído de “Seres” en
“Tierra viva, luces del mar”):
“Mis poemas más bellos
/ no hechos /
… /
un pulgar sobre venas
/ donde transitan
pulsos // los
pliegues del mar /
detrás de mis párpados //
cuatro sillas mudas /
inclinadas sobre un recuerdo //
Mis besos más dulces
/ no dados /
… / en la frente suave /
de un rostro adormecido //
sobre una lápida crecida
/ en sangres anteriores //
entre labios agrietados
/ de una tierra ignorada
// Mis viajes más
dichosos / cuando no
ciertos / … / hacia
estrellas suspendidas / en un cielo de mi infancia // entre
horizontes paralelos /
a la línea del amor
// a través de países
blancos
/ engalanados de alelí // Mis poemas más
bellos / mis viajes mas dichosos / mis dulces besos / … / en una
lágrima / … / ínfimo verso”.
Primera creación
poética en ese patio, poema no escrito, poesía evitó filtro
entre vida y texto.
José Muchnik con Eduardo Dvorkin, Mario Bellochio, Andrea
Maggio, Pablo Melicchio y Juan Carlos Manoukian
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José Muchnik en 2007
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2:
¿Cómo te llevás con la
lluvia y cómo con las tormentas? ¿Cómo con la sangre, con la
velocidad, con las contrariedades?
JM: Lluvia:
nostalgia, contemplación, tristeza. Lluvia exterior /
interior en diapasón, recibirla, zambullirme, nadar hacia el
fondo, mojarme alma y tripas, volver a la superficie, buscar
aire y sol ausente.
“Lluvia / …
/ no sobre mares / ni montañas / ni pastizales // Lluvia / desde
un cuarto piso // En el punto donde mezclan / colores con
tristeza / fecundando los tonos / que inventarán otros
días // Lluvia / desde mi edad abierta // Despidiendo el típico
aroma / que da la historia mojada / en un rincón del pecho //
Súbitamente / comprendo las leyes fundamentales // Dos calles
que se cruzan /
determinan
un punto // Tres puntos trasladados bajo la lluvia / generan una
ciudad // Una ciudad proyectada hacia el infinito // transforma
en polvo el país que la contiene //
Un país / en
un globo giratorio / en un tropel de astros ignotos / eleva a la
enésima potencia / el valor de la lluvia en este punto / donde
se buscaron dos calles / para formar mi esquina”
(extraído de “Como una esquina universal”
en “Guía poética de
Buenos Aires”).
Tormentas:
inseguridad, fragilidad, temor. He vivido tormentas, de
agua, de arena, de odio. Huir, hacer un tajo entre las nubes,
que se vacíen de agua viento demonios. Y esperar, no abandonar
en ese instante, después de la tormenta vendrán otras tormentas,
seguiré atravesando desiertos sentado entre olas del camello,
los oasis existen.
Sangre:
¡Tantas sangres! De niño vena cortada, mano atravesando ventana,
sangre escapando de su curso, desmayo, hospital, puntos de
sutura. Luego otras sangres, revueltas estudiantiles, carro de
asalto, guardia de infantería, suben a una chica, yo ya estaba
ahí con un bombazo de gas lacrimógeno en la espalda, la chica
tenía la cabeza abierta, la sientan a mi lado, sangre chorrea
horriblemente, me mira suplicando. A ver, ¿qué te pasó? Observo
su cabeza, tomo un pañuelo, lo aplico en la herida. No es nada,
digo para calmarla, me mira agradecida, nos descargan en la
comisaría. Nunca supe cómo se llamaba, sólo conocí su sangre.
¡Tantas sangres!
También de
mi abuela y
de mi tío, no llegué a conocerlos, degollados en un pogrom
lejano, mucho antes de mi primer llanto en una ciudad llamada
Buenos Aires.
“Sangres
que tejieron mis venas / las que vienen navegando / desde otros
idiomas / desde otras orillas
/ mas el mismo pulso / la
misma lava /
[…] /
preguntaré
qué hora era / en el centro del pueblo / cuando dejó el pogrom /
mis raíces en savia viva / preguntaré si ya sumaron / las cifras
del bronce / preguntaré si repartieron / la herencia de arcilla
/ preguntaré cómo me llamaban / antes de darme forma /
[…] /
Preguntaré /
... / si lloraron tanto
aquel día / y por eso las miradas / llegaron húmedas al futuro /
Preguntaré si escribo / para revivir esas miradas / Les diré /
aquí estoy / … /
Nada fue en
vano”
(extraído de
“Preguntas” en
“Desgarros…”).
Velocidad:
espacio recorrido por unidad de tiempo. Poesía recorre el mundo,
brota de humedales y tierra seca, no tiene apuros, perfora el
progreso: “Golondrina /
Entre el tiempo y el espacio / decidieron las alas / Pues mi
pequeño corazón / también dejará un día / el Reino de los
latidos […] ¿Años? ¿Horas? / ¿Qué son? ¿Quién vivió? / Tal vez
el que grabó / la memoria de alas / sobre amor anegado / de
espacios sin tiempo”
(extraído de
“Una
golondrina” en
“Ocho
poemas para perder el tiempo”).
Contrariedades:
ni pobre ni rico, aprendiz de poeta, una vida de amor con el
amor de mi vida. Brindemos: ¡Salud! ¡Salud! ¡Salud! De todos
modos ya sabemos, células y neuronas tienen su propio tiempo.
Con Edgardo Lois, Ester, esposa de
Muchnik, Mario Bellochio, en primer plano, y en segundo plano,
la actriz Virginia Ameztoy, la esposa de Lois, Gabriela Giménez
Lamberto y Diego Ruiz en 2015
José Muchnik con Chaterine Jarret y Philippe Tancelin en
2017
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3:
“En este rincón” el
romántico concepto de la “inspiración”; y “en este otro rincón”,
por ejemplo, William Faulkner y su
“He oído hablar de ella,
pero nunca la he visto.” ¿Tus consideraciones?...
JM:
“Poesía fijar vértigos” (Arthur Rimbaud).
La experiencia poética no es sólo literaria, concierne a la vida
en todas sus dimensiones. El poema
trata de plasmar en palabras emociones de vida, objetivo
inalcanzable, escalar una montaña con cimas que se alejan.
“Encontrar
las palabras dichas y las palabras no dichas, sonidos y ritmos,
para acercarse a una hoja que tiembla, he aquí la tarea
desmesurada de los poetas: tratar al mismo tiempo de condensar
el lenguaje y de hacerlo estallar, como una gota de perfume
cayendo sobre la superficie de las palabras, produciendo ondas y
fragancias inesperadas.
‘Poesía, no forma de
escribir, si labios al vivir’ expresa bien esta pérdida
irremediable entre la vida y los textos”
(extraído de mi exposición “Alimentos y poesía. Culturas
alimentarias europeas”, pronunciada en francés, en ocasión del
250 aniversario de la Academia de Agricultura de Francia).
Más que de inspiración
hablaría de conmoción, de dejarse ser, dejarse flotar en el
vértigo de la vida, en un atardecer, una mirada, una palabra, en
hojas caídas, zapatillas abandonadas, cangrejos podridos. Sin
esa conmoción no hay materia poética, uno no puede vivir al cien
por ciento como poeta, sería agotador. Conmoción sola no alcanza
para que haya poema, hay que resignarse a escribirlo (o no),
hace falta también culo y esfuerzo, sentarse en algún lado y
decidirse a fijar la experiencia poética en un texto. También
podemos optar por la poesía sublimada: ¿El poema no escrito
existe?
José Muchnik con Carolina Pecheny, Paula Estrella y Sergio
Amico en 2006
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José Muchnik con Carlos Trafic, Cecilia Labourt, Horacio
González, Luis Benítez y Juan Carlos Manoukian en 2014
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4:
¿De qué artistas te atraen más sus avatares que la obra?
JM:
No podría decir “más sus
avatares que la obra”. Lo que sí me atrae en algunos
artistas es la
interacción
estrecha entre vida y obra. Las aventuras, locuras, obsesiones…
del artista, que podemos percibir en una novela, un poema, un
cuadro. Me vienen al espíritu
Miguel de Cervantes Saavedra, el manco de Lepanto, que plasmó
sus campañas militares en el genial
“Don Quijote de la
Mancha”.
François
Villon, el poeta francés de la edad media, nacido en 1431, nadie
sabe dónde ni cuándo murió. Gran adicto de bodegones, bebida y
peleas, en una de ellas mata a un cura a los veinticuatro años.
Encarcelado y condenado a la horca, escribe su célebre “Balade
des pendus” (“Balada de los ahorcados”). Finalmente, a los
treinta y un años, es amnistiado y forzado al destierro. A
partir de ahí, no se sabe nada más de su vida.
Vincent Van
Gogh: con sólo pronunciar su nombre se me llenan los ojos de
girasoles.
José Muchnik con Carlos Trafic, Amadeo Gravino y Luis Raúl
Calvo en 2007
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José Muchnik con Andrea Maggio, Juan Carlos Manoukián y
Eduardo Dvorkin en 2015
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5:
¿Lemas, chascarrillos,
refranes, proverbios que más veces te hayas escuchado divulgar?
JM:
Proverbios que mi madre decía en ruso.
“Medí siete veces y cortá
sólo una vez”, “Siglo
vivís, siglo aprendés”,
“Cántale a tu pueblo y
serás universal” (León Tolstói).
También me gustan los
proverbios chinos: “Ten
confianza pero controla”;
“La experiencia es como
un farol colgado en la espalda, ilumina sólo el camino
recorrido”.
Algunos proverbios del
mayo francés (1968):
“Bajo los adoquines la playa”;
“Si no nos dejan soñar,
no los dejaremos dormir”.
José Muchnik con Alfredo Carlino, Juan Carlos Manoukian,
etc., en 2015
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José Muchnik con Alejandra Cota León
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6:
¿Qué obras artísticas
te han —cabal, inequívocamente— estremecido? ¿Y ante cuáles has
quedado, seguís quedando, en estado de perplejidad?
JM:
“Las cuatro estaciones”, de Antonio Vivaldi, que escuchaba a los
trece años de un “33 vueltas”, luego de la muerte de mi padre.
Cuando asistí a una exposición de Caravaggio en el “Museo Fabre”
de Montpellier: la verdad existe, reside en la emoción, en la
lágrima retenida, un detalle, luces de un rostro, pliegues de
una túnica, mirada que logra escapar de la tela… Mi lágrima
retenida en ese detalle.
¿Otro
estremecimiento? “Hay
golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!”: César
Vallejo, “Los
heraldos negros”.
¿Otro
estremecimiento?
“Relatos de Kolimá”
de Varlam Shalámov. Antes de leer, ajustar vuestros cinturones
de seguridad.
¿Perplejidades?
Confieso que nunca he podido terminar
“A la búsqueda del tiempo
perdido” de Marcel Proust. Aunque leyéndolo por partes la
escritura me parece maravillosa. Se plantea el tema de: ¿cómo
abordar, leer, mirar, escuchar, sentir… una obra de arte?
José Muchnik en Balde del Rosario, provincia de San
Juan, la Argentina, 2019 - Foto de Alessandro Comodin
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José Muchnik en el Instituto Patria
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7:
¿Tendrás por allí alguna
situación irrisoria de la que hayas sido más o menos
protagonista y que nos quieras contar?
JM: Año
1978, Asamblea sobre Derechos Humanos, Palacio de Luxemburgo,
París. Apercibo a Julio Cortázar en la concurrencia, me las
arreglo para sentarme cerca, espero la ocasión, una pausa entre
discursos: —Maestro, un gusto saludarlo, me presento, él muy
amable, charlamos. Sigo avanzando: Maestro, tengo el manuscrito
de un poemario (vaya a saber porqué intuición extraña lo tenía
conmigo), me gustaría su opinión. Por supuesto, dejámelo, esto
continúa dos días, mañana nos vemos. Día siguiente, lo busco en
la asistencia, esta vez no era fácil sentarme cerca, decido
esperar la pausa del mediodía, al regreso del almuerzo lo veo
tomando un café, me animo: ¿Cómo va? Conversamos sobre las
conferencias, ésta qué interesante, ésta un aburrimiento, etc.
Finalmente me decido: ¿Tuvo tiempo de leer el manuscrito? Me
mira antes de responder, la respuesta estaba clara, agrega por
las dudas, la verdad que no, pero te voy a decir una cosa, si
escribís y no publicás estás loco o te vas a volver loco. Y a
partir de ahí empecé a publicar, durante muchos años no me
preocupó difundir, ni ir a lecturas o festivales, publicaba para
no volverme loco.
José Muchnik con Juan Carlos Manoukián y Eduardo Dvorkin en
2015
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José Muchnik con José Emilio Tallarico
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8:
¿Qué te promueve la noción de “posteridad”?
JM:
Todo es vanidad, en millones de años sólo quedará polvo de
estrellas.
José Muchnik con Jorge Medina Torres, Philippe Tancelin y
Fernando Rendón
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José Muchnik con Jorge Matricali, Lucas Gabriel Giménez, etc.
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9:
“¿La rutina te aplasta?”
¿Qué rutinas te aplastan?
JM:
Hay rutinas que me encantan, no sé si son rutinas o ritos. Cenar
con mi mujer enfrente de la chimenea, pasear por la mañana en un
bosque cercano, preparar pastas frescas.
¿Rutinas que me aplastan?: las administrativas.
Laboralmente conocí poco la rutina, desde la ferretería de
Boedo, mi aprendizaje del mundo hasta mi trabajo de antropólogo
en comarcas lejanas, lejos de ser rutinario, según amigos y
colegas, con las “historias de terreno” podría hacer un libro,
tal vez varios. “Amazonia
he visto” (ver en
www.ibuk.com.ar), resultó de la unión entre trabajo
antropológico y experiencia poética del mundo.
José Muchnik con Horacio González
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10:
¿Para vos, “Un estilo
perfecto es una limitación perfecta”, como sostuvo el
escritor y periodista español Corpus Barga? Y siguió:
“…un estilo es una manera
y un amaneramiento”.
JM:
Estilo, stilus,
instrumento que servía para escribir sobre las tabletas de
arcilla o de cera, el
stilus marcaba, grababa esas tabletas. Todo artista, lo
quiera o no, tiene un estilo, una marca que lo caracteriza. De
una mirada podemos distinguir un Dalí, un Miró o un Botero. Pero
ese estilo brota de las napas freáticas, luego puede ser
perfeccionado, pero brota de las profundidades, imposible
fabricarse un estilo, hay que esperar que brote, que salga a la
superficie. Una misma persona puede escribir poemas, novelas,
obras de teatro, notas periodísticas; el estilo es la marca que
une esas escrituras como un código invisible pero perceptible.
José Muchnik con Guillermo Ibáñez
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José Muchnik con Ester Furman, su esposa, y con Susana Rinaldi,
etc., en 2015
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11:
¿Qué sucesos te producen mayor indignación? ¿Cuáles te
despiertan algún grado de violencia? ¿Y cuáles te hartan
instantáneamente?
JM:
La indignación me reenvía a mi condición de hombre como ser
social, solidario de mis congéneres. Me indignan las injusticias
sociales, la falta de humanidad, me indignan los inmigrantes que
se ahogan en el Mediterráneo o que mueren de sed en el desierto,
me indignan los constructores de muros, los traficantes de
órganos y seres humanos. Me indignan los SEFIKILL que especulan
con el hambre en la bolsa de valores (ver “SErial FInancial
KIllers”, editorial CICCUS). Me indignan los artífices del
ecocidio, los que arrasan selvas para optimizar beneficios, las
mineras que contaminan recursos hídricos, que se jodan los
campesinos aguas abajo. Me indignan los apologistas del
“sistema”, políticos de forro reversible, periodistas que
manipulan verdades, jueces que manipulan justicia. Me indigno
conmigo mismo, con mi impotencia frente a esta realidad.
La violencia, a esta altura de mi vida, está bajo control, como
el PSA de mi próstata, oscila en niveles aceptables.
José Muchnik con Giulia, su nieta, en 2015
Con
su esposa, Ester Furman,en el Tigre, provincia de Buenos
Aires, 2019 - Foto de Alessandro Comodin
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12:
¿Qué postal (o postales) de tu niñez o de tu adolescencia
compartirías con nosotros?
JM:
Bicicleta celeste, muerte de mi padre: trece años, casa de la
calle Colombres, velorio, mucha gente con sus pésames, tengo que
escaparme de algún modo, escaparme sin irme, a los trece años un
niño judío ya hizo su bar
mitzvá, es un hombre, tres hermanas mujeres, me tocaba
asumir. Se me ocurrió desmontar las ruedas de la bicicleta,
volver a montarlas, volver a desmontarlas, así llegué al día
siguiente, rodando sin ruedas. En el entierro leí el kadish,
como corresponde, luego debía asistir todos los amaneceres a la
sinagoga de la calle Asamblea para rezar por la memoria de mi
padre, todos los amaneceres durante un año puede ser mucho para
un niño-hombre. Día de invierno con lluvia, digo a mi madre,
ma’, hoy no voy, bueno, llueve, quedate en cama… A los diez
minutos dos correligionarios adultos vienen por mí, Iósale
vamos, si vos no venís no llegamos a diez (el
miniem, quórum mínimo
para rezar juntos, es de diez personas). Fui, terminada la
ceremonia, ocho de la mañana, en vez de volver a casa con mi
bicicleta celeste, me “fugo” hacia el parque Chacabuco, al
mediodía tenía hambre, se terminó la fuga. Cuando volví,
encontré a mi madre más que preocupada, pude negociar que ya no
iría todos los amaneceres a la Sinagoga. ¿Ahí comenzó mi
ateísmo? ¿A causa de la bicicleta celeste?
José Muchnik con Ester Furman, su esposa, y con Philippe
Tancelin y Christophe Corp en 2017
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José Muchnik con Ester Furman, su esposa, y con Elsa Osorio,
Luisa Futoranski, etc., en 2018
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13:
¿En
los universos de qué artistas te agradaría
perderte (o encontrarte)? O bien, ¿a
qué artistas hubieras elegido o elegirías para que te incluyeran
en cuáles de sus obras como personaje o de algún otro modo?
JM:
Andréi Tarkovski, película “El sacrificio”. Ser el abuelo que
dialoga con su nieto bajo un árbol mientras el fin del mundo
comienza a insinuarse.
Tener el rol central en “Affabulazione” de Pier Paolo Passolini.
La interpretación de Vittorio Gassman en el teatro de la
Colline, París, años 80, algo maravilloso.
Vivir calma sabiduría y naturaleza en algunos haikus de Basho,
vivir la harmonía y belleza que emanan de su obra.
Con Ester Furman, su esposa, como
invitado en un programa de la radio comunitaria La Minga FM 94.7
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Con Eduardo Dvorkin, Mario
Bellochio, Andrea Maggio, Pablo Melicchio, Juan Carlos
Manoukian, Mariana Cañardo y Adrián Placenti
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14: El silencio, la
gravitación de los gestos, la oscuridad, las sorpresas, la
desolación, el fervor, la intemperancia: ¿cómo te resultan?
¿Cómo recompondrías lo antes mencionado con algún criterio,
orientación o sentido?
JM:
“Si no conoces algo más bello que el silencio, entonces calla”,
así dice un viejo proverbio árabe. El ejercicio del silencio y
la soledad me parecen fundamentales en la creación artística. Es
en ese escenario que gestos oscuridad sombras adquieren otro
relieve, absorben sorpresas, diluyen desolaciones, aplacan
fervores… dejando intemperancia y llagas vivas.
Con Horacio
González, Eduardo Jozami, Luis Raúl Calvo, Mara Malamud, Cecilia
Labourt y Juan Carlos Manoukián en 2017
en la presentación de "Geriatrikón"
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José Muchnik con Pablo Melicchio en 2018
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José Muchnik con Juan Carlos Manoukián en 2015
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15:
¿A qué artistas en cuya obra prime el sarcasmo, la mordacidad,
el ingenio, la acrimonia, la sorna, la causticidad… destacarías?
JM:
Charles Chaplin, Héctor Malamud, Manuel Scorza, Robert Desnos.
José Muchnik con Nicole Barrière en 2015
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José Muchnik con Nicasio Urbina
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16:
¿Qué apreciaciones no apreciás? ¿Qué imprecisiones preferís?
JM:
En el curso de mi experiencia como antropólogo / investigador,
me sulfuraban las apreciaciones fundadas en cierto academicismo
/ dogmatismo, que califican, sentencian: el enfoque, el artículo
o lo que sea “no es científico”, esa era la frase asesina. Mi
preocupación fue siempre de asociar diversas formas / fuentes de
conocimiento, en particular la experiencia científica y la
experiencia poética: “los
nuevos paradigmas de sociedad, de producción agrícola, de
urbanización, de… no saldrán repentinamente de la investigación
científica como del muslo de Júpiter. Sin duda que necesitamos
nuevos saberes, pero sobre todo necesitamos un nuevo saber, un
saber de una nueva calidad, un saber basado sobre un
principio de unificación de las diversas formas de
conocimiento, de las diversas experiencias del mundo”
(extraído de “Alimentos y Poesía”). Paradojal y simétricamente
los “opinadores seriales” de las “academias poéticas” caen en la
misma trampa, blandiendo análoga frase asesina:
“esto no es poesía”.
Crear implica salirse de caparazones establecidos; ofender
academias con imprecisiones e impurezas.
José Muchnik con Nicasio Urbina y Leticia Luna
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Con Miguel
Ángel Sevilla, Andrés Betancourt, Jorge Torres Medina, Carolina
Bustos Beltrán y Julio Rivero en 2018
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17:
¿Viste que uno en ciertos casos quiere a personas que no valora
o valora poco, y que en otros casos valora a personas que no
quiere? ¿Esto te perturba, te entristece? ¿Cómo “lo resolvés”?
JM:
Habría que precisar en qué plano se sitúa la valorización. Tengo
amigos que valoro como personas, muy buena gente, pero que no
valoro en el plano intelectual. En otros casos puede suceder lo
inverso. En otros casos podemos valorar a alguien de manera
integral. Es la vida, las cosas son como son, se sienten como se
sienten, no me perturba, no hay nada para resolver.
José Muchnik con María Rosa Lojo, Pablo Melicchio, etc., en 2018
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José Muchnik con Marcelo Juan Valenti y Alejandra Méndez Bujonok
en 2010
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18:
¿El
mundo fue, es y será una porquería, como aproximadamente así lo
afirmara Enrique Santos Discépolo en su tango “Cambalache”?
JM: La
afirmación esconde lo contrario; que Discépolo lo escriba no
quiere decir que no haya participado del encanto del mundo. El
mundo para el ser humano siempre fue al mismo tiempo una
porquería y una maravilla. Ya en la Biblia podemos constatar la
existencia de un Dios terrible y también lleno de bondad.
José Muchnik con Manfred Chobot, etc., en Granada,
Nicaragua, 2007
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19:
Por la fidelidad y
entrega a una causa o proyecto, ¿qué personas (de todos los
tiempos y de todos los ámbitos) te asombran?
JM:
Leonardo da Vinci, Rosa de Luxemburgo, Camille Claudel,
Alfonsina Storni.
José Muchnik con Luis Raúl Calvo en la
Alianza Francesa de Buenos Aires en 2016
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José Muchnik con Luis Raúl Calvo en 2007
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20:
¿Qué te hace “reír a
mandíbula batiente”?
JM:
La risa depende del contexto y de la edad; el Gordo y el Flaco
me hacían reír a los nueve años, ya no tanto. Ahora me hace reír
mi nieta Giulia, cuatro años, una
Mafalda franco-ítalo-argentina. El desfasaje entre la niña y sus
salidas de adulto en miniatura son joyitas de humor. Una de las
anécdotas en pocas palabras: Giulia no quiere ir al colegio, su
madre (mi hija) se esfuerza en explicarle porqué hay que ir al
colegio. Vas a estudiar, más grande vas a tener diplomas, con
los diplomas conseguirás trabajo, entonces ganarás plata, para
comprarte lo que quieras, para viajar a Italia… Respuesta
inapelable de Giulia:
Mami también podemos elegir ser pobres.
José Muchnik con Luis R. Calvo, Marion Berguenfeld, Irene
Gruss, Juan García Gayo, Michou Pourtalé, Héctor Urruspuru,
Leopoldo Castilla, César Bisso, José E. Tallarico, Héctor
Berenguer, etc., en 2011
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José Muchnik con Leopoldo Castilla y Stephane Chaumet en
2015
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21:
¿Cómo afrontás lo que
sea que te produzca suponerte o advertirte, en algunos aspectos
o metas, lejos de lo que para vos constituya un ideal?
JM: En lo
referente a la creación poética, cuesta releerme y confirmar que
algunos escritos no me gustan. Pienso: captar la poesía de la
vida en el poema es imposible, debo aceptar la “frustración
original” del acto poético. Eso pienso, pero entre lo que pienso
y lo que siento hay una diferencia, me da bronca confrontarme
con el poema real.
José Muchnik con Juan Carlos Manoukián
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José Muchnik con Juan Carlos Manoukián, Elsa Osorio,
Gabriela Rodríguez Rial y Cecilia Labourt
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22:
El amor, la
contemplación, el dinero, la religión, la política… ¿Cómo te has
ido relacionando con esos tópicos?
JM: Varios
tomos serían necesarios para responder a esta pregunta.
Amor
“¡Oh
amor mío! / aún nosotros somos mortales / Aún nosotros / que
conocimos el Olimpo / Aún nosotros seremos castigados / y nos
dibujarán máscaras terribles
sobre el rostro /
y nos doblarán los huesos / poco a poco / y nos quebrarán la voz
bajo el lodo //
Mas no podrán / con
nuestras balsas / .............................. / el reposo en
la noche / el desayuno sin prisa / el estar juntos simplemente
// Nuestras balsas / amor mío / seguirán transcurriendo / más
allá de la condena […]
Por eso estos
versos // Para ti / para nuestros hijos / para nuestros hermanos
/ para los excavadores del futuro
// Para decirles /
que hubo también amor / hacia los fines de la era del oprobio /
No solamente bombas / no sólo ciudades arrasadas / no sólo
grises mercaderes // Hubo también amor /
............................... / por eso existen”
(extraído de
“Arqueología del amor”).
Contemplación
“¿Tal vez pueda la luz / desenredar el
tiempo? // En monturas marinas / escalar espumas / enlazar
reflejos / diluir cronologías // ¿Años? / ¿Semanas? / ¿Segundos?
/… / ¿líquidas estrellas? / ¿utópicos violetas? // Para viajar /
anclar en un punto // No ir /… / ni a la playa contigua / ni al
próximo shopping / ni a otras golosinas // Excavar este punto /
hasta encontrar / las napas de luz / que aclarar puedan /
madejas de tiempo
/ ¿Años? / ¿Semanas? / ¿Segundos? / … /¿Qué
significan? / … / si de todos modos / vida es un ínfimo instante
/ y eternidad una gran amnesia // Una pregunta sí / … / ¿Cómo
llegar al interior de la burbuja / sin que revienten las
primeras ilusiones?”
(extraído de “Burbuja”
en “Tierra viva, luces
del mar”).
Dinero:
Tener para vivir; no vivir para tener.
Religión:
Ateo involuntario, no me imagino a Dios detrás del
cortinado. Envidio a los creyentes. Me apasiona el estudio de
las religiones. Leer la Biblia me parece fundamental para
entender en qué mundo vivimos. Aún hoy la mayoría de los
conflictos bélicos que sufrimos tienen un fondo religioso,
velado o manifiesto.
“Como los hombres no pudieron / soportar
sus diferencias / crearon los Dioses / a su propia semejanza //
Y todo fue en nombre de Dios / En nombre de Dios / las
conquistas / En nombre de Dios / las banderas / En nombre de
Dios rodando / los ojos con sus cabezas”
(extraído de “Nacimiento” en
“Cien años de libertad y
Coca Cola”).
Política:
Aunque hayan cambiado formas y plataformas desde mi adolescencia
me comprometí con “la política”. Entendiendo a la misma como una
forma de vivir en sociedad, de vivir en “la Ciudad”. Platón en
su “República”
plantea la expulsión de los poetas de la Ciudad ideal, pues eran
susceptibles de corromper el alma de los héroes. Victor Hugo y
otros grandes escritores plantearon por el contrario la
necesidad del compromiso social del poeta:
“El
poeta en días impíos / Viene a preparar días mejores / Es el
hombre de las utopías / Los pies aquí los ojos más allá / Es él
quien sobre todas las cabezas / En todos los tiempos, como los
profetas / En su mano donde todo puede caber / Debe, que lo
insulten o lo elogien / Como una antorcha que sacude / Hacer
relucir el futuro”
Victor Hugo,
“Fonction du poète” (1839), en
“Les rayons et les ombres”
(1840). Trad. J. M.
“La pregunta
‘¿Usted se considera un poeta social?’ me ha sido formulada de
manera recurrente en numerosas entrevistas. Digámoslo de manera
breve, se trata de un interrogante tautológico, todos los poetas
son seres sociales, manejan una lengua precisa en un lugar
preciso, en consecuencia, comprometidos, explícita o
implícitamente, con una sociedad dada. La cuestión sería otra:
¿Cómo sus poemas plasman la poesía a partir de su experiencia
del mundo? Un doble desafío se plantea al poeta: por un lado, no
caer en la tentación del hermetismo, de encerrarse en el
lenguaje, de que el poema se convierta en un juego de palabras.
Por otro, la tentación de agitar conceptos generales, olvidando
que el poema debe germinar de sentimientos y emociones /
conmociones surgidas de su experiencia del mundo. No es a partir
de conceptos, es a partir de su vivencia personal que el poeta
puede acceder a lo universal.”
(Extraído de
“Creciente poética: por un mundo sin
muros ni barbarie”. Entrevista de la revista “La Otra”.)
José Muchnik festejando sus setenta años, con Luis Benítez
y otros escritores y amigos
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José Muchnik con un grupo de poetas en 2011
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23:
¿A qué obras artísticas —espectáculos coreográficos, films,
esculturas, música, pinturas, literatura, propuestas teatrales o
arquitectónicas, etc.— calificarías de “insufribles”?
JM:
Una película, si no la aguantamos podemos irnos o dormirnos,
aunque en general las miro hasta el final; mal cine es también
una forma de aprendizaje. Con novelas, ensayos o poemas es
diferente: cuando me canso, me voy, a veces tomo una diagonal
para escaparme, no me doy tiempo de sufrir. Con las exposiciones
de arte plástico si se trata de la obra de un pintor o de un
escultor, raramente tuve disgustos. El problema se me ha
presentado, en ciertos casos, con obras de teatro: por ética,
respeto por los actores, uno no puede irse en mitad de la obra.
Agreguemos, que algunas lecturas de poemas, cuando los poetas se
suceden sin fin con su narcisismo en erección, también pueden
resultar insufribles. Aguantar también es sabiduría.
José Muchnik con sus hijas Mayra y Yamila en
Saint-Benoît-des-Ondes, Francia, 2017
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24:
¿Qué calle, qué recorrido de calles, qué pequeña zona transitada
en tu infancia o en tu adolescencia recordás con mayor nostalgia
o cariño, y por qué?
JM: Como
dijo Julián Centella: “No
vengo a hacerme la partida, digo nomás que soy de Boedo”.
“Señor
caminante confíese a las calles… ellas sabrán llevarlo. […]
En silencio,
así transcurrió este paseo… este contrapunto de Buenos Aires:
casonas venidas a menos, enormes rascacielos, carritos de
botellero, ochavas ciegas, edificios de medio pelo, restaurants
de onda, bares, fondas, tenedores libres, niños en uniforme
azul, niños de guardapolvo blanco, supermercados, shoppings,
verdulerías de todo tamaño, cortinas oxidadas, se alquila o se
vende, árboles orgullosos pese a todo, tres pizzas por siete
pesos, choripán y gaseosa al paso, minifaldas con alevosía,
algunas con premeditación, te quiero Boca, dale El Ciclón, Lore
te amo-Riky, chorros vayan a afanarle a Gardel, palomas, tres
paquetitos de maíz cincuenta centavos, mate con bizcochitos,
mesas de truco… y colectivos muchas líneas de colectivos con sus
colas de espera, sus bellos colores y largos recorridos. … En
Rivadavia Bulnes se disculpó. Aquí cambio de nombre y de
etiqueta, pueden subir a Boedo, calles diferentes mas la misma
senda. Continuamos siempre en silencio, mi acompañante parecía
cada vez más interesado. A la altura del pasaje San Ignacio le
hizo señas a Boedo para que pare un poco… entró al bar de la
esquina, se quedó flotando en el fondo del pasaje… volvió a
subir… En Avenida Caseros nuevo cambio, esta vez sólo de nombre.
Avenida Sáenz nos llevó por Pompeya hasta puente Alsina.
Acá se
termina el camino de ida dijo, no transporto pasajeros en
Provincia. Nos bajamos, me preguntó si lo acompañaba para subir
al puente. Los puentes como labios son para unir dos márgenes,
para sentir la soledad atravesarlos. Mejor andá solo.
Esperé un buen rato, regresó con el aire cambiado. Para
volver elegí vos la calle, tenías razón ellas saben llevarte.
¿Qué te parece Centenera? ¿Centenera… llega hasta aquí? Así es
hermano algunas calles traen sus vueltas. ¿Estás seguro, es la
misma que pasa por Caballito? La misma y diferente, las calles
como los hombres, siempre los mismos… siempre diferentes. Nos
paramos una vez más en el cruce con Tabaré, se quedó pensativo
en la esquina… y luego fuimos volviendo, pues siempre se vuelve
a algún lado, bajando y subiendo calles…”
(extraído de
“Como calles sin bordes” en
“Guía poética de Buenos
Aires”).
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25:
¿Cómo reordenarías esta
serie?: “La visión, el
bosque, la ceremonia, las miniaturas, la ciudad, la danza, el
sacrificio, el sufrimiento, la lengua, el pensamiento, la
autenticidad, la muerte, el azar, el desajuste”. Digamos que
un reordenamiento, o dos. Y hasta podrías intentar, por ejemplo,
una microficción.
JM: El
exilio implica cambio de nuestro lugar en el mundo, implica
sufrimiento pérdida sacrificio, también azar desafío horizonte.
Exilio de una lengua, una ciudad, de uno mismo. Desajuste,
tensión creadora / aniquiladora. Reconstruir danzas ceremonias
autenticidad. Sembrar pensamientos para que germinen árboles con
raíces en suelos lejanos:
“Hachazo
separando /
la yema del
verbo /
la palabra
del labio /
el ventanal
del aire //
Exilio
cuchillo cortando instantes en dos cuatro seis ocho hasta el
nanosegundo que descoser puede el forro reversible del tiempo,
comprendemos entonces que todos los caminos dolores atardeceres…
son el mismo, que todos los muertos confluyen en un punto, que
todas las hojas vuelan, caen y regresan a la misma tierra, que
los otoños nos muestran lo esencial, mas no entendemos el
lenguaje de los tonos. //
Hachazo
separando /
el patio del
cielo /
duendes del
bosque /
palabras del
verbo”
(extraído de
“Exilio” en “Desgarros…”).
Nota bene:
Cuando me exilié en Francia en el
mes de septiembre de 1976, todos mis manuscritos fueron puestos
a resguardo en el sótano de la ferretería de Boedo. Al año me
informan que una inundación malogró rollos de alambre, pintura
en polvo, calentadores primus…, también mis manuscritos. Pérdida
absoluta, sufrimiento, también horizontes brotando de la
pérdida.
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José Muchnik con Rubén Derlis, Mario Bellochio y Juan
Carlos Manoukian en 2016
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26:
“Donde mueren las palabras” es el título de un filme de 1946,
dirigido por Hugo Fregonese y protagonizado por Enrique Muiño
¿Dónde mueren las palabras?
JM: Algunas
mueren de muerte natural, caen en desuso, como “aldaba” o
“fanega”…; ya no se llama a la puerta con una mano metálica, los
granos cosechados ya no se miden en fanegas. Otras van cambiando
de sentido en relación con el contexto social y la evolución
tecnológica.
“Lenguajes
fruto de una construcción histórica y a su vez argamasa esencial
de la historia. Sin lenguajes no hubieran sido posibles leyes,
ni códigos, ni hombres viviendo en sociedad. En su comienzo,
lenguajes de manos y gestos acompañando voces que devienen
palabras cuando los grupos humanos le acuerdan un
sentido común a las mismas. Luego, casi ayer, la
escritura, sobre tablas de arcilla, piedras o pergaminos, los
hombres trasmitiendo huellas y saberes. Hoy, Google, Twitter,
Facebook… revolucionando los soportes tecnológicos de la
comunicación, alterando nuestra percepción del tiempo y del
espacio. No tenemos la distancia necesaria para percibir en toda
su magnitud las líneas de fractura que estamos atravesando, que
nos atraviesan. Historia podrá describir mañana estos tiempos
densos, filosos, quebrados, los tiempos de cambios radicales que
estamos viviendo mas que no podemos aprehender pues en ellos
estamos nadando. Como ratones en temblores de tierra los poetas
sentimos vibraciones del lenguaje anunciando sismos de mayor
magnitud. Interrogarse sobre la esencia del lenguaje, sobre el
sentido común que le dan los hombres a las palabras para
comunicarse entre ellos, sobre el valor de la poesía para
renovar sentidos y sonidos de las palabras, tal vez sea tan
importante como los equilibrios presupuestarios o las curvas de
crecimiento para una humanidad
que se busca a sí misma en estos comienzos del tercer
milenio.”
(Extraído de “Lenguaje poético en contexto de crisis”, 2012,
conferencia pronunciada en la Embajada de la República Argentina
en Francia.)
La “batalla del
lenguaje” forma parte de la batalla por el tipo de sociedad en
que queremos vivir;
en
períodos de crisis se buscan palabras en el almacén de la
lengua, algunas son llamadas a servicio para designar nuevos
objetos o fenómenos. La disputa por la apropiación de las
palabras es permanente: “paraísos fiscales”, “transparencia de
mercados”, “países emergentes”… Es aquí donde la confusión
florece y la célebre frase de Albert Camus,
“Nombrar
mal
las cosas,
es sumar a la desgracia
del
mundo”,
adquiere mayor sentido.
José Muchnik con su nieto mayor
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27:
¿Podés disfrutar de obras de artistas con los que te adviertas
en las antípodas ideológicas? ¿Pudiste en alguna época y ya no?
JM:
Sí, pero hay como un velo en la percepción de la obra. Leo
“Au bout de la nuit”
de Louis-Ferdinand Céline. Es bello, no hace eso de Celine una
buena persona (colaborador con el ocupante nazi, apologista del
antisemitismo). Misma reacción con Ezra Pound: sus Cantos
constituyen una obra poética cumbre del siglo XX; el personaje
me parece detestable, sobre todo cuando se instala en Italia, en
los años 20 y se constituye en un defensor acérrimo del fascismo
y Benito Mussolini. Pensaba visitar su tumba en Venecia, en la
isla San Michele, hacía frío, hacía triste, desistí, de todos
modos no llevaba flores ni ilusiones.
José Muchnik en 2016
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José Muchnik con Rubén Derlis, Luis R. Calvo, Ramón
Fanelli, Marion Berguenfeld, Irene Gruss, Héctor Berenguer,
Héctor Urruspuru, Michou Pourtalé, Leopoldo Castilla, César
Bisso, José E. Tallarico, etc.
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28:
¿Cómo te cae, cómo procesás la decepción (o lo que corresponda)
que te infiere la persona que te promete algo que a vos te
interesa —y hasta podría ser que no lo hubieras solicitado—, y
luego no sólo no cumple sino que jamás alude a la promesa?
JM:
La confianza es un elemento esencial en las relaciones humanas,
no surge unilateralmente, se construye a través de la
interacción con otros individuos,
con-fidere, que puede
fiarse uno al otro. Cuando ese pacto tácito se rompe, hay pena,
no olvido.
José Muchnik con Roxana Páez, Martín Bakero y Elqui Burgos en
2013
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29:
No
concerniendo al área de lo artístico, ¿a quiénes admirás?
JM: A mi
padre, a mi madre, a mi mujer. Al cerezo de mi jardín.
Al mirlo que vuela /
y vuelve al cerezo.
José Muchnik con Ricardo Carrasquet, Pablo y Laura Durán, Haydeé
Caffarena y Rubén Derlis en 2015
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30:
¿Tus pasiones te pertenecen o sos de tus pasiones?
Pasiones y entusiasmos. ¿Dirías que has ido consiguiendo, en
general, distinguirlos y entregarte a ellos acorde a la
gravitación?
JM:
No sé si los distingo, trato de
existir: es todo; claro que no se puede existir en forma
continua, como tampoco se puede ser poeta en forma continua. La
vida tiene una dimensión biológica y una dimensión espiritual
artística creativa, cuando las dos entran en resonancia
obtenemos momentos de existencia. El dilema es existir lo más
posible por unidad de tiempo. Habría que distinguir dos tipos de
tiempo, el tiempo continuo biológico físico… que fluye con sus
ritmos y duraciones: pulso, respiración, segundos, siglos,
solsticios, equinoccios… El tiempo discontinuo afectivo, que
marca nuestro devenir, amores muertes fiestas que quedan
grabados en nuestra memoria, ella también es discontinua…
Arrancar algunas uvas al racimo de tiempo físico que gira y
escapa, existir, es lo que buscamos.
José Muchnik con Ramón Fanelli en 2015
---------------------------------
31:
¿Qué artistas estimas que han sido alabados desmesuradamente?
JM:
Mi ignorancia es mucha para que mi opinión en este tema tenga
validez alguna. Puedo, no obstante, intentar un breve ejercicio
de sinceridad.
Jeff Koons, escultor americano contemporáneo: el precio de sus
esculturas es exorbitante, tal vez Historia confirme (o no) que
es merecido. Su “Balloon
dog” (perro anaranjado de gran tamaño),
expuesto en 2008 en el palacio de Versalles / Francia, se ha
vendido en New York en 58 millones de dólares. Su “Ramo de
tulipanes” gigante (12m. de altura, 35 toneladas de metal), que
proyecta ofrecer a la ciudad de París en homenaje a los
atentados del año 2015, ha provocado gran debate.
Michel Houellebecq, el escritor francés más célebre en estos
momentos. Leí “Las
partículas elementales” y
“Sumisión”. Todavía
no leí “Serotonine”
su último éxito. ¿Cambiaré de opinión?
José Muchnik con Patricia Sibar, etc., en 2016
------------------------------------------
32:
¿Acordarías, o algo así,
con que es, efectivamente,
“El amor, asimétrico por naturaleza”, tal como leemos en el
poema “Cielito lindo” de Luisa Futoransky?
JM:
Coincido con Luisa, entrañable amiga, aunque el amor provoque a
veces milagros, instantes de simetría.
[…]
“Nada recíproco
/
todo asimétrico
//
Mi rostro en el
espejo
/ no es mi rostro
// Esa mirada fugitiva / no refleja mis pupilas // Esos labios
estuche
/ no contienen mi
voz // Esas arrugas cuerina / pertenecen a otros dolores // Mi
mano en el lago / no es mi mano // Ni sé dónde se hunde / ni
porqué se moja / si busca un deseo / un abanico mariposa / o
sueños embarrados / en el fondo del cauce // La llave en el ojo
/ no es mi llave / ni es mi ojo // Nada recíproco / todo
asimétrico / Excepciones existen / creo en milagros // Cuando
miradas igual amor / vidas vuelven a sus cuencas”
(extraído de
“Carácter recíproco”, en
“Crítica poética de la razón matemática”).
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Con Patricia Sibar, Cristina García
Oliver, Héctor Miguel Ángeli, Beatriz Minichillo, Marion
Berguenfeld, Ramón Fanelli, etc., en 2015
------------------------------------
33:
¿El amanecer, la franca
mañana, el mediodía, la hora de la siesta, el crepúsculo
vespertino, la noche plena o la madrugada?
JM: El
deseo también tiene su tiempo y su espacio. Animales somos, en
otoño / invierno, como osos o tortugas, me repliego en el fondo
de la cueva, chimenea brasas, escribir en noche plena como
navegar en alta mar, ciudad duerme. En primavera / verano,
zambullirse en amaneceres y crepúsculos. Todo cambia, todo se
repite, naturaleza, repeticiones rituales.
“Repetición
ritual del desgarro // Asamblea de sangres sublevadas /
cormoranes derramando sombras / Cielo sacrificando claridades //
nubes pariendo memoria
/ nube perro
nube bruja / nube mano nube padre / lágrimas de luz suspendidas
/
en olivos
candelabro / en hojas esmeralda // algas orfebre hilando
reflejos / con presagios de medusa / oráculos de espuma //
Repetición ritual del desgarro // lágrimas de luz / dispersión
de la noche / explosión de formas // anémonas extinguidas //
barcazas de misterio / derramando lutos // búsqueda de ocultas
madres / regreso de la misma pregunta / en pleamares del mismo
pulso
(extraído
de “Atardeceres” en
“Desgarros…”).
--------------------------------------------
Con
Pablo Melicchio, Mario Bellochio, Andrea Maggio, Juan Carlos
Manoukián y Eduardo Dvorkin en 2015
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34:
¿Qué dos o tres o cuatro “reuniones cumbres” integradas por
artistas de todos los tiempos y de todas las artes nos
propondrías?
JM: “Las
revoluciones sociales y sus representaciones artísticas”;
“El lugar del artista en la sociedad: transgresiones,
valoraciones y condenas”; “Lenguaje y poder: derivaciones /
reapropiaciones del lenguaje”.
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José Muchnik con Pablo Melicchio, Andrea Maggio, Juan
Carlos Manoukián y Eduardo Dvorkin en 2015
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35:
Seas o no ajedrecista:
¿qué partida estás jugando ahora?
JM: Peón
cuatro torre dama. Juego con blancas. Trato de consolidar las
defensas, años atacan, próstata hipertrofiada / asma fiel /
artritis leve…, ecografía del cuore satisfactoria, sigo jugando.
Busco manuscritos perdidos, los apilo en murallas para contener
flechas enemigas. Caballo negro cinco alfil. No lo había
previsto, la situación se complica, caballo blanco come caballo
negro, alfil negro come caballo blanco amenazando jaque. Me
quedan algunos cartuchos, avanzo la epopeya inconclusa “Fracaso”
a tres caballo rey, abro compuertas de la “Creciente Poética”
para anegar las fosas, pido a Aquiles, no al mito, al viejo
pescador de mi novela en ciernes, ayúdame con los arpones. El
enemigo no afloja el asedio, avanza la dama a cinco torre rey.
Me defiendo como puedo, cambio las damas, sacrifico el caballo
que me queda… Todo será en vano, las negras terminarán por
pronunciar la sentencia: “Jaque Mate”. Gracias Ingmar Bergman
por “El séptimo sello”, finalmente derrotaste a la muerte.
José Muchnik con Pablo Melicchio, Andrea Maggio y Juan Carlos
Manoukián en 2015
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José Muchnik en 2016
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*
Cuestionario respondido a través del correo electrónico: en
Épinay-sur-Orge, Francia, y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
la Argentina, distantes entre sí unos once mil kilómetros, José
Muchnik y Rolando Revagliatti, enero 2019.
www.revagliatti.com
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