Fernando G. Toledo
responde
‘En cuestión: un
cuestionario’ de Rolando Revagliatti
Fernando G. Toledo
nació el 22 de junio de 1974 en la ciudad de Libertador General
San Martín (donde reside), provincia de Mendoza, República
Argentina. Es Licenciado en Comunicación Social, egresado de la
Universidad Juan Agustín Maza. Su trayectoria periodística fue
desarrollándose en publicaciones gráficas, en radio y en
televisión. Ha ejercido su tarea como crítico teatral,
cinematográfico, musical y literario. Es actualmente editor en
el diario “Los Andes” de la ciudad de Mendoza. Junto con Hernán
Schillagi es fundador y director de la editorial Libros de
Piedra Infinita y de la revista digital de poesía El
Desaguadero. Es creador y autor de los sitios de internet Razón
Atea y Oído Fino. Piezas teatrales y otros espectáculos de su
autoría fueron estrenados entre 2016 y 2020. En 2013 creó y
dirigió el Primer Festival de Poesía de Mendoza, realizado en el
marco de la Feria del Libro de esa provincia, el que tuvo
sucesivas ediciones entre 2014 y 2018. Participó como invitado
en encuentros de escritores de su país y de Chile. Obtuvo
premios en los géneros poesía y novela. Poemas suyos integran
antologías de la Argentina, España y Rumania. En formato
electrónico se publicaron su crónica
“Magia y pasión de Liliana
Bodoc” y su colección de artículos y ensayos
“Cruz y ficción”.
Publicó las novelas “De
Mendoza a Tokio” y “El
mar de los sueños equivocados”, así como los poemarios
“Hotel Alejamiento”,
“Diapasón”, “Secuencia
del caos”, “Viajero
inmóvil” y “Mortal en la noche”. También, a través de la colección Pez Náufrago
de Ediciones del Dock, fue publicado el volumen
“Plano secuencia. Antología poética 1998-2018”.
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1:
¿Cuál fue tu primer acto
de “creación”, a qué edad, de qué se trataba?
FGT: Los
actos en cuestión son dos y se parecen tanto —por su distancia
en el tiempo, por la precariedad del pensamiento de ese
entonces— que tiendo a confundirlos. Uno de ellos fue por la vía
de la escritura, cómo no. La composición que la maestra me pidió
no era la del tema ganadero habitual (“la vaca”) y no recuerdo,
justamente, el tema. Sí, en cambio, la sensación de hallazgo
sonoro y de sentido que se abría ante mí con esa combinación de
materiales que hacía poco estaba manejando. Resultó una faena
sin sudor, pero que dejó un eco profundo que siguió sonando
después cuando, al entregar los trabajos, la maestra dijo
haberse sentido sorprendida por lo que uno de nosotros había
escrito y procedió a leerlo en voz alta. Al terminar me miró y
lanzó sus felicitaciones. Una lástima que aquello se haya
perdido, tal vez sí valía la pena entre todo lo escrito.
El otro acto que
recuerdo, como digo, fue similar, aunque sin testigos. Me
permitió medir por mí mismo el hecho de lo creado cuando,
tomando un juguete de mi niñez (piezas de Rasti) procedí a
desarmar un modelo creado con la ayuda de mi padre y lo
reproduje con variaciones propias. Allí entendí lo que con las
palabras parecía ocultárseme: crear es, primero que nada,
destruir.
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2:
¿Cómo te llevás con la
lluvia y cómo con las tormentas? ¿Cómo con la sangre, con la
velocidad, con las contrariedades?
FGT: La
lluvia y las tormentas son un mero decorado para mí. Nada
especial me sucede en cuanto a lo simbólico, no provocan un
viaje en el tiempo (una lluvia, para mí, no sucede en el pasado
borgeano), ni me asustan ni cambian radicalmente mi ánimo. La
sangre me impresiona más por su olor que por su color: cuando
llega al olfato es cuando se hace real y no una mera agua
estridente. La velocidad es como la lluvia para mí: la siento al
comenzar, la siento al acabar: en medio, me acostumbro a ella.
La contrariedad y las contradicciones provocan una sola
sensación: la de hartazgo. Aunque sea la primera a la que me
enfrento.
El hijo menor de Fernando G. Toledo
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3:
“En este rincón” el
romántico concepto de la “inspiración”; y “en este otro rincón”,
por ejemplo, William Faulkner y su
“He oído hablar de ella,
pero nunca la he visto.” ¿Tus consideraciones?
FGT: La
inspiración en su sentido romántico —el divino hálito soplado
sobre el alma del artista a quien le es comunicado el arte que
ha de compartir con los seres inferiores a los que su obra debe
iluminar— me parece un simple mito. Sin embargo, la inspiración
que no descarto es la que se parece a una conspiración, una
conspiración creativa: cuando ciertas obras, paisajes, palabras,
músicas, miradas, confusiones, o lo que sea, estimulan la
producción. Una producción que obligará al trabajo de destruir y
levantar de nuevo de entre los restos, con esfuerzo o con
accidente, pero con trabajo de por medio.
Escena de Cosecha en la Tierra Soñada, espectáculo escrito por
Fernando G. Toledo
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4:
¿De qué artistas te atraen más sus
avatares que la obra?
FGT: Son
tantos que aburriría su mención, sin contar con el hecho de que
me sentiría tentado por narrar lo que sé de sus vidas. Artistas
que van de Bedrich Smetana a Jackson Pollock, pasando por
Alfonsina Storni o Juan L. Ortiz.
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5:
¿Lemas, chascarrillos,
refranes, proverbios que más veces te hayas escuchado divulgar?
FGT: Me
gusta el sentencioso: “Eres esclavo de tus palabras y dueño de tus silencios”. Debo de
haberlo dicho a menudo.
Fernando G. Toledo en 2013 - Foto Camila Toledo
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6:
¿Qué obras artísticas te han —cabal,
inequívocamente— estremecido? ¿Y ante cuáles has quedado, seguís
quedando, en estado de perplejidad?
FGT: De
muchas maneras diferentes, me he estremecido (y sigo
estremeciéndome sin ambages) con Las ruinas circulares
(Jorge Luis Borges), Sinfonía Nº 6
(Gustav Mahler), El jardín de las delicias
(El Bosco), “Divina
Comedia” (Dante Alighieri), Gnossienne Nº 1
(Erik Satie), Mi hija se viste y sale
(Joaquín O. Giannuzzi), Un día en la vida
(The Beatles), Fue sueño ayer, mañana será tierra
(Francisco de Quevedo), Cerca del abismo
(Yes), Guernica
(Pablo Picasso), la Catedral Santa María de Toledo, La casa de
los aduaneros (Eugenio Montale), Las meninas
(Diego de Velázquez), Cuarteto de cuerdas Nº15 op.132 (Ludwig van Beethoven), “A
sangre fría” (Truman Capote), Sin ti (Paul Eluard), La
canción de la tierra
(Gustav Mahler), “Ética demostrada según el orden geométrico” (Baruch de Spinoza), La
persistencia de la memoria
(Salvador Dalí),
“Caballo en el salitral” (Antonio Di Benedetto), El
ciudadano Kane (Orson
Welles), Las babas del diablo
(Julio Cortázar), Catedral de la Sagrada Familia (Antoni
Gaudí), La casada infiel
(Federico García Lorca), El imperio de las luces
(René Magritte), Cantata de puentes amarillos
(Pescado Rabioso),
“Hoy temprano” (Pedro Mairal), Persona (Ingmar Bergman), La
urna (Enrique Banchs),
La balsa de la Medusa
(Théodore Géricault), “La
tierra baldía” (T. S. Eliot), Réquiem
(W. A. Mozart), “Edipo
Rey” (Sófocles), Ys
(Il Balletto di Bronzo), la Capilla Sixtina, Sunset
Boulevard (Billy
Wilder), En la corte del Rey Carmín
(King Crimson),
“Leviatán” (Paul Auster), El dios abandona a Antonio
(Constantin Kavafis), El entierro del conde de Orgaz
(El Greco), Mendiga voz
(Alejandra Pizarnik), Sinfonía N° 8
(Anton Bruckner)...
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7:
¿Tendrás por allí alguna
situación irrisoria de la que hayas sido más o menos
protagonista y que nos quieras contar?
FGT: No por
ser pocas, sino por ser muchas es que no recuerdo ninguna en
particular. Ahora se me presenta la siguiente: tras alguna
indisciplina en la escuela secundaria, la preceptora y su peor
cara me dijeron: “Mañana, si no venís con tu mamá, no entrás a
la escuela”. Yo le repliqué, para cambiarle la cara: “Es que mi
mamá está en el cielo”. Esperé a que su cara cambiara y cuando
iba a pronunciar algo me di vuelta y le completé: “Es azafata”.
A pesar de todo ha de haberle parecido bueno el chiste, porque
no volvió a pedirme la compañía de mis padres para seguir en el
colegio.
Fernando G. Toledo en 2016
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8:
¿Qué te promueve la noción de
“posteridad”?
FGT: Dado
que presupone la muerte, es algo en lo que no puedo pensar si
soy fiel a Spinoza: “El
hombre libre en nada piensa menos que en la muerte, y su
sabiduría es una meditación no sobre la muerte, sino sobre la
vida”.
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9:
“¿La
rutina te aplasta?” ¿Qué rutinas te aplastan?
FGT: Las
rutinas no siempre aplastan, sino que ayudan, ordenan y evitan
esfuerzos inútiles. Sólo cuando estas se alargan es cuando
encorvan y aplastan. La mayoría tienen bálsamo con los
descansos, así que prefiero decir que la rutina más agobiante es
la del desgaste del tiempo.
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10:
¿Para vos,
“Un estilo perfecto es una
limitación perfecta”, como sostuvo el escritor y periodista
español Corpus Barga? Y siguió:
“…un estilo es una manera
y un amaneramiento”.
FGT: El
estilo de tal o cual autor no siempre aparece con claridad en el
propio autor. Es como el propio rostro, que sólo puede ver uno
mismo de manera indirecta: tal vez un rostro (un estilo) es
tanto el que ven los otros como el que se construye el autor de
sí mismo, o el que le va saliendo. En ese sentido, esos límites
seguramente siempre van a existir, pero pueden ser elásticos, y
cambiar según la percepción. Se solidifica recién cuando la obra
acaba. Ahora bien, que un estilo tenga límites es una obviedad:
no puede haberlo sin límites, sean los que se dibuja uno mismo o
dibujan los otros. Y un estilo es una manera, pero no
necesariamente un amaneramiento. Con lo cual, pienso, lo que
decía Corpus Barga era más bien un intento por decir una frase
ingeniosa. Ni siquiera lo era.
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11:
¿Qué sucesos te producen mayor
indignación? ¿Cuáles te despiertan algún grado de violencia? ¿Y
cuáles te hartan instantáneamente?
FGT: No
hace mucho hablaba de cuando, de joven, cuando uno está forjando
su propia personalidad, me habían hecho esa pregunta y, tras un
pequeño devaneo fundado en la intención de sonar inteligente,
había terminado diciendo lo que impulsivamente me parecía lo más
irritante: la hipocresía. Pero, ¿cómo puede ser que la mera
hipocresía, practicada con unanimidad, cause mayor indignación
que males mayores? Yo diría que todo lo peor indigna, sólo que
hay cuestiones que lastiman quizá por lo obsceno de su práctica.
Hoy en día me sigue indignando la hipocresía. Y, de manera
instantánea, me parecen indignantes tantas ideologías acríticas
al uso —practicadas con una carga adicional, que es la de
censurar y atacar a quien se atreva a objetarlas— que
seguramente, si me pusiera a enumerarlas, causaría indignación.
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12:
¿Qué postal (o postales)
de tu niñez o de tu adolescencia compartirías con nosotros?
FGT: Mi
adolescencia fue pronta y sucesos inesperados o no tanto la
interrumpieron rápido. No hay nada grave en esto, nada trágico.
Así que tal vez deba mirar en mi niñez en San Martín (Mendoza),
donde aún vivo, y son muchas. Pero hay una imagen que me ha
perseguido por mucho tiempo: la de un pichón de búho que murió a
pedradas por la banda de amigos con las que jugaba a diario en
mi barrio. Las rapaces que cada noche aparecían sobre los cables
nos provocaban fascinación y a veces temor. Una tarde, al caer
el sol, sabiendo que pronto aparecerían, uno de los amigos —el
mayor, acaso el líder— habló de que sabía de dónde
salían los búhos. Un
enorme terreno baldío que no había sido una extensión de viñas
era nuestro terreno de juego usual, y él habló de uno de los
rincones donde eso sucedía. De golpe, sin pensarlo, recuerdo que
estábamos en camino hacia ese lugar, yo, el último de la fila,
ignorante del interés de esa incursión. Luego todo pasó muy
rápido: alguien gritó “ahí” y un búho, o una madre búho, salió a
defender su nido. Me distrajo la imagen de esa ave que parecía
saber que venía lo peor y ejercía su defensa como si se
debatiera entre el miedo y el instinto de protección. Al
parecer, la determinación de mis compañeros de aventuras, los
que iban ya mucho más adelante, estaba clara en todos menos en
mí, porque de golpe vi que arrojaban piedras que llevaban en las
manos. Cuando ese búho quedó atrás, desde atrás vi que los
cuatro o cinco amigos rodeaban algo y levantaban sus manos para
arrojar otra lluvia de pedradas. Llegué justo para ver, pequeño
y sin protección, un pichón de búho que, sin saber volar, no
había podido salir de ahí; lo vi cuando le caían las primeras
piedras, aterrorizado (un terror que sus ojos enormes parecían
proyectar por delante, como único escudo) y vi, finalmente, y
con el corazón encogido cómo, piedra tras piedra, su cabeza se
escondía sobre el pecho, su ritmo de respiración se espaciaba y
el pichón, muy rápido, acababa muriendo. Esa imagen, recortada
en mi recuerdo como una cabeza de búho sobre un fondo negro, me
ha acompañado por siempre, y cada vez que aparece, mis latidos
se aceleran, como si quisieran sostener los de ese búho que
moría
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.
Fernando G. Toledo durante una presentación
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13:
¿En los universos de qué
artistas te agradaría perderte (o encontrarte)? O bien, ¿a
qué artistas hubieras elegido o
elegirías para que te incluyeran en cuáles de sus obras como
personaje o de algún otro modo?
FGT: Son
muchos, pero creo que en todos me gustaría mantener esa
inmunidad del lector, un espectador de lo que sucede, aunque
inmerso. Serían muchas: de la búsqueda de la inmortalidad de
Gilgamesh y Enkidu a las intrigas que animan el interés por
dominar Arrakis (Dune); de los pasillos de una biblioteca borgiana a la París de
Julio Cortázar; pero también, andar por los jardines del Bosco,
las arenas de Dalí o los interiores de Velázquez o de Vermeer.
Fernando G. Toledo durante un presentación en 2017
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Fernando G. Toledo con Valeria Méndez, Andrea Calderón y Romina
Scatolón
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14:
El silencio, la gravitación de
los gestos, la oscuridad, las sorpresas, la desolación, el
fervor, la intemperancia: ¿cómo te resultan? ¿Cómo recompondrías
lo antes mencionado con algún criterio, orientación o sentido?
FGT:
Oscuridad y silencio han sido tonalidades de una escala que he
interpretado durante gran parte de mi poesía, sobre todo la
inicial. Creo que han estado allí y, por estarlo aún, cuando se
los lee de nuevo, siguen resonando como un perturbador diapasón.
Alrededor de esos sentidos he reflexionado y escrito, así que no
creo que merezca en una respuesta a un cuestionario otra
orientación, otro sentido, otra recomposición.
Con Susana Cabuchi, Gustavo Romero
Borri, Carlos Juárez Aldazábal y Eduardo Robino en 2016
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Fernando G. Toledo con su esposa - en Roma, Italia, 2016
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15:
¿A qué artistas en cuya obra prime el
sarcasmo, la mordacidad, el ingenio, la acrimonia, la sorna, la
causticidad… destacarías?
FGT: Ese
universo es tan grande que no queda más que preferir los que
primero se amontonan en la lengua al pensar en esas
características. Así, digo Quevedo, Larra, Unamuno y Borges.
Fernando G. Toledo con Rubén Valle
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Fernando G. Toledo con Patricio Torne y
Hernán Schillagi en 2015
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16:
¿Qué apreciaciones no apreciás? ¿Qué
imprecisiones preferís?...
FGT: Hay
mucha palabrería en buena parte de la poesía actual, por
ejemplo, que consiste en apreciar como valioso una mera
enumeración, una invocación pretendidamente chamánica que se
supone, por sí misma, podría producir el artefacto poético. Así,
esa clase de apreciaciones no sólo carecen de mi aprecio, sino
que merecen mi desprecio. Y si de imprecisiones hablamos, me
gustan aquellas que están puesta con total intencionalidad,
adrede.
Fernando G. Toledo con Pablo Gullo, Hernán Schillagi, Paula
Simonetti, C. Juárez Aldazábal, C. Battilana, Osvaldo Picardo,
Laura García del Castaño, etc.
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17:
¿Viste que uno en ciertos casos quiere
a personas que no valora o valora poco, y que en otros casos
valora a personas que no quiere? ¿Esto te perturba, te
entristece? ¿Cómo “lo resolvés”?
FGT: Lo he
notado, ciertamente. Pero no me perturba en demasía, no me
entristece y le busco solución. Uno no puede lamentarse por lo
que no tiene remedio.
Fernando G. Toledo en 2016
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Fernando G. Toledo en 2016
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18:
¿El mundo fue, es y será
una porquería, como aproximadamente así lo afirmara Enrique
Santos Discépolo en su tango “Cambalache”?
FGT: Son
tantas las horas del día en que esa maldad insolente nos invade
que es difícil no sentirse protagonista de una letra
discepoliana. Pero también hay que decir que no tenemos término
de comparación: este es el mundo que es, quién sabe si otro
podría ser peor. No quiero adherir a Leibniz en esto, sino
simplemente hacer confesión de ignorancia.
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Fernando G. Toledo con Natalia Litvinova, Tom Maver y Ricardo
Rojas Ayrala en 2015
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19:
Por la fidelidad y
entrega a una causa o proyecto, ¿qué personas (de todos los
tiempos y de todos los ámbitos) te asombran?
FGT: Han de
ser muchas. Por aparecer primero en la evocación, me asombra
—como ha asombrado a hombres de todos los tiempos— el Sócrates
que Platón nos presenta en su inmarcesible Apología. Luego, en
un plano de mayor alcance, Alejandro Magno.
Fernando G. Toledo con Miriam Lázaro, Carlos Alberto Hernández,
etc., en 2016
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Fernando G. Toledo con Mihee Jo y Nara Mansur Cao en 2016
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20:
¿Qué te hace
“reír a mandíbula
batiente”?
FGT: Cosas
sencillas y no siempre elaboradas. Sí: algunos momentos de
Seinfeld, pero también los chistes bien narrados, los juegos de
palabras y, sobre todo, la carcajada de otros.
Fernando G. Toledo con Marta Miranda, Jotaele Andrade, Laura
Yasan, Paula Jiménez España, Alejandra Méndez Bujonok, Patricio
Torne, etc., en 2016
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Fernando G. Toledo en Barcelona, España, 2016
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Fernando G. Toledo con Lilia Ruth Sance y Hernán Schillagi en
2016
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21:
¿Cómo afrontás lo que sea
que te produzca suponerte o advertirte, en algunos aspectos o
metas, lejos de lo que para vos constituya un ideal?
FGT: Con
tozudez. Hasta que sangre la cabeza de tanto dar contra el muro.
Si ni un ladrillo se ha movido, allí me quedo, mascullando la
bronca y el orgullo. Luego, no queda otra que aceptar ese
límite.
Fernando G. Toledo con Hernán Schillagi
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Fernando G. Toledo con Hernán Schillagi, etc., en 2016
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Con Hernán Schillagi, Santiago
Sylvester, Leonardo Martínez y Rafael Felipe Oteriño en 2016
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22:
El amor, la
contemplación, el dinero, la religión, la política… ¿Cómo te has
ido relacionando con esos tópicos?
FGT: Amor:
en ese amplio concepto, y sin entrar en detalles, creo que mejor
que a la mayoría; no muchos pueden haberse sentido amado como
yo, aun sin merecer ese amor. Contemplación: debí contemplar
más, aun después de contemplar mucho. Dinero: jamás me ha
desvelado demasiado, excepto cuando ha sido escaso, es decir, en
estos tiempos y este país, muchas veces. Religión: mi formación
fue católica, pero arribé en un ateísmo esencial total; como
muchos, por razones culturales, soy un ateo católico (como lo
era, por ejemplo, Gustavo Bueno). Política: la profesión de
periodista lo obliga a uno, muchas veces, a practicar el
simulacro de lo exento en este campo; pero se es
zoon politikón, se
quiera o no: me interesan la historia y el proyecto de las
izquierdas definidas y aborrezco el progresismo de las
izquierdas
indefinidas, delirantes o divagantes.
Fernando G. Toledo con Hernán Schillagi, Claudia Masin y Leandro
Calle en 2015
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Fernando G. Toledo con Hernán Schillagi y Marta Miranda en 2016
......................................................
Fernando G. Toledo con Hernán Schillagi y Hugo Arcidiácono en
2016
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23:
¿A qué obras artísticas —espectáculos
coreográficos, films, esculturas, música, pinturas, literatura,
propuestas teatrales o arquitectónicas, etc.— calificarías de
“insufribles”?
FGT: Si
fuera prolijo al responder esta pregunta me convertiría en un
insufrible más. Restrinjámonos al ámbito en que más me muevo, la
poesía y la narrativa: es insufrible gran parte de la poesía
chatarrera que dominó la escena hace unos años en la Argentina,
y sobre todo sus apologistas. Y sus peores epígonos, algunos
todavía activos, incluso en mi provincia (Mendoza).
Con Gustavo Valle, Lucas Soares,
Mariano Shifman, Susana Cabuchi, Alejandra Correa, etc.
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Fernando G. Toledo con Gustavo Romero Borri, Susana Cabuchi y
Eduardo Robino
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Fernando G. Toledo con fondo de orquesta
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24:
¿Qué calle, qué recorrido
de calles, qué pequeña zona transitada en tu infancia o en tu
adolescencia recordás con mayor nostalgia o cariño, y por qué?
FGT: Ese
largo pasillo de la calle Almirante Brown que terminaba en la
puerta gris del patio de mi primera casa; las mañanas o las
tardes en casa de mis abuelos paternos; mis juegos entre los
yuyos de los baldíos del barrio al que me mudé a mis nueve años.
Todo eso lo recuerdo con nostalgia y con cariño, por la simple
razón de que los he perdido para siempre.
Fernando G. Toledo con Ernesto Cardenal en el Festival de Poesía
de Mendoza, 2013
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Fernando G. Toledo con Diego Bautista, Ignacio Roselló, etc.
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25:
¿Cómo reordenarías esta
serie?: “La visión, el
bosque, la ceremonia, las miniaturas, la ciudad, la danza, el
sacrificio, el sufrimiento, la lengua, el pensamiento, la
autenticidad, la muerte, el azar, el desajuste”. Digamos que
un reordenamiento, o dos. Y hasta podrías intentar, por ejemplo,
una microficción.
FGT: No
encuentro ordenamiento posible, sino que se me aparecen, tal
vez, como títulos de poemas de un libro ajeno, imaginario, pero
que tal vez alguien escriba algún día.
Fernando G. Toledo con Darío Ghisaura, Hugo Arcidiácono, etc.
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26:
“Donde mueren las palabras” es el
título de un filme de 1946, dirigido por Hugo Fregonese y
protagonizado por Enrique Muiño. ¿Dónde mueren las palabras?
FGT: Mueren
en el ruido y en el silencio, en la impotencia, en el error.
Mueren muy seguido. Pero, ante eso, frente a esa tumba (como he
dicho en un poema) yo
“Vuelvo a escribir ¿Para mí? ¿Para un otro? / Nadie lo sabe:
igual vuelvo a escribir / Hasta escarbar Hasta desenterrar”.
Fernando G. Toledo con Claudia Durán en 2017
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27:
¿Podés disfrutar de obras de artistas
con los que te adviertas en las antípodas ideológicas? ¿Pudiste
en alguna época y ya no?
FGT: Por
mucho tiempo defendí, como una cosa que merecía su defensa, la
idea de que se debía disfrutar de la obra y prescindir de los
datos biográficos desagradables de quien la producía. Pero
practicarlo lo predicado me era más fácil antes que ahora. Me
cuesta un poco más en la actualidad, o tal vez sea que no quiero
hacer el esfuerzo porque lo considero un premio para quien no lo
merece. Igual, lo intento. Me convenzo de que aquel que yo era
tenía razón en su defensa.
Fernando G. Toledo con Carolina Baroffio
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28:
¿Cómo te cae, cómo procesás la
decepción (o lo que corresponda) que te infiere la persona que
te promete algo que a vos te interesa —y hasta podría ser que no
lo hubieras solicitado—, y luego no sólo no cumple, sino que
jamás alude a la promesa?
FGT: Si se
trata de algo grave (pocas veces, de verdad, lo es) simplemente
ni lo olvido ni lo perdono.
Fernando G. Toledo con Alejandra Méndez Bujonok, A. Méndez
Casariego, H. Schillagi, Marta Miranda, Nancy Toselli y Nara
Mansur Cao en 2016
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29:
No concerniendo al área
de lo artístico, ¿a quiénes admirás?
FGT: Esas
áreas son tantas que, para evitar la prolijidad, mencionaré sólo
a tres de esas áreas y sólo a tres representantes de cada una.
En el ámbito filosófico, a Platón, a Spinoza, a Gustavo Bueno.
En el histórico: a Alejandro Magno, a Adriano, a Isabel la
Católica. En el futbolístico: a Diego Armando Maradona, a Juan
Román Riquelme y a Lionel Andrés Messi.
Fernando G. Toledo en Toledo, España, 2016
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30:
¿Tus pasiones te
pertenecen o sos de tus pasiones? Pasiones y entusiasmos.
¿Dirías que has ido consiguiendo, en general, distinguirlos y
entregarte a ellos acorde a la gravitación?
FGT: Una de
las empresas personales ha de ser someter a las pasiones al
dominio de la razón. Eso no significa inhibir las pasiones, sino
que estas no deriven en pasiones enfermas.
Fernando G. Toledo - Foto Romina Arrarás
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31:
¿Qué artistas estimás que
han sido alabados desmesuradamente?
FGT: Muchos.
Prefiero no mencionarlos, a ver si eso contribuye a menguar la
desmesura.
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32:
¿Acordarías, o algo así,
con que es, efectivamente,
“El amor, asimétrico por naturaleza”, tal como leemos en el
poema “Cielito lindo” de Luisa Futoransky?
FGT: Desde
la perspectiva de Aristóteles, entiendo que el único amor
simétrico sería el de Dios. Así como su Dios es νόησις νοήσεως
(un pensamiento que se piensa a sí mismo, dado que un ser
infinito no puede dejar nunca de hacerlo), sólo podría amarse a
sí mismo, dado que ningún otro ser merecería su amor, y este
sería perfecto e interminable. Lo que nos queda a nosotros, que
(a diferencia de ese Dios) somos posibles y existimos es amarnos
con imperfección y asimetría.
Fernando G. Toledo - en Barcelona,
España, 2016
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33:
¿El amanecer, la franca
mañana, el mediodía, la hora de la siesta, el crepúsculo
vespertino, la noche plena o la madrugada?
FGT: No es
tan fácil elegir. Como escribió Juarroz:
“Las distancias no miden
lo mismo
de noche y de día. / A veces hay que
esperar la noche / para que una distancia se acorte. / A veces
hay que esperar el día”.
Fernando G. Toledo con Leo Oliva, José Luis Toso, etc.
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34:
¿Qué dos o tres o cuatro
“reuniones cumbres” integradas por artistas de todos los tiempos
y de todas las artes nos propondrías?
FGT: El
Bosco y Salvador Dalí. Dante Alighieri y Miguel Ángel. Gustav
Mahler y Leonard Bernstein.
Fernando G. Toledo con Guillermo Troncoso, etc., en 2016
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35:
Seas o no ajedrecista:
¿qué partida estás jugando ahora?
FGT: He
perdido piezas antes de tiempo. Así que juego a resistir lo más
que pueda, aunque viva en jaque.
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Cuestionario respondido a través del correo
electrónico: en las ciudades de Libertador General San Martín y
Buenos Aires, distantes entre sí unos 1000 kilómetros, Fernando
G. Toledo y Rolando Revagliatti, noviembre 2021.
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