En la
década de los setenta, uno de los integrantes, no recuerdo cuál, de la mesa
que compartíamos los lunes por la tarde en el café Las palmas, nos comentó
que había adquirido en la Librería Hernández 1 un ejemplar de Los
papeles salvajes 2 de Marosa di Giorgio. El volumen de tapas
anaranjadas luego circularía de mano en mano, y, en más de una ocasión,
alguno de los que allí nos reuníamos leyó sus poemas en voz alta. De aquella
época me ha quedado grabado en la memoria: "Cuando llueve mucho los
ángeles se alinean en el jardín como pequeños druidas, juntan un poco las
puntas rosadas (los caballos al verlos, huyen despavoridos... " .3
En 1991,
durante el transcurso de Tráfico Poético, un encuentro
uruguayo-argentino de poetas organizado en Montevideo por Horacio Verzi
(revista Graffiti) y Luis Bravo (Ediciones de Uno), tuve la oportunidad de
escuchar a Marosa leer sus textos en La Cumparsita, un café-bar cercano a
Facultad de Humanidades y Ciencias del Uruguay. Su voz, como el temblor
remoto de un trueno lejano, atravesó el local; de su boca las palabras
salían imantadas en busca del aire, danzando al compás de un ritmo que es la
propia música de nuestra lengua, introduciendo en la tibia noche
montevideana "visiones, terrores, alucinaciones, en un mundo donde las
condicionantes reales pasan definitivamente a un segundo plano. Logrando
"... En la conjunción de lo féerico y lo fantástico [...] un
cruce que a nuestro entender es el que le calza más ajustadamente: lo
maravilloso negro. En esa subcategoría del género -donde transitan sin
ataduras lo horrible, lo exótico-erótico y lo sobrenatural- las figuras
mitológicas (el Diablo, Dios, los ángeles, las santas) no son fantásticas
por sí mismas sino porque encarnan con plenitud pagana, lo salvaje y sus
instintos. En lo maravilloso negro de di Giorgio lo "monstruoso" representa,
o pone en juego, la dicotomía del inconsciente, haciendo real el deseo
oculto (inefable), activándose así una poderosa carga de horror y atracción
simultáneas." 4
El
corpus poético de di Giorgio es el territorio donde se dan cita y se
funden en una voz singular los mundos de los hermanos Jacob y Wilhelm
Grimm, Lewis Carroll, el folklore y los mitos populares europeos, Edgar A.
Poe, Dylan Thomas, Horacio Quiroga y Delmira Agustini. Respecto de ésta
última, Amir Hamed señala que: "Si Delmira tiene hambre de leones o
buitres, Marosa juega a repartir la voracidad en un ambiente de cultura,
como la cocina. Es la madre o la abuela que han guisado, lo que es decir, es
una Delmira la que hizo la primera cocción" 5
Marosa di Giorgio nació en la zona agraria de
Salto, y vivió en dicha ciudad hasta que en 1978 se trasladó a Montevideo,
donde falleció el 17 de agosto de 2004. La zona chacarera de Salto en donde
la medida del tiempo tenía una directa relación con las cosechas y la
parición del ganado, es el escenario en el que inscribe sus textos, producto
de una poética visceral, plena de animismo que vitaliza y humaniza ese
paisaje.
Su mirada,
nacida de "ojos soñadores de maravillas", como los de Alicia, difiere
de la de sus contemporáneos; su voz se corresponde con la de Lewis Carroll
en el poema del prólogo de Alicia a través del espejo: "no
tocaré con el aliento de la tristeza la delicia de nuestro cuento de hadas".
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Esta mirada y el deseo de habitar eternamente
el universo de la inocencia, la que nunca se permitirá perder, la guían en
un proceso de resemantización de ese paisaje agreste y salvaje. Ella lo
poblará de brujas, lobos, cipreses, magníficas flores que irisadas adoptan
colores casi fantásticos, ángeles, druidas, gallinas que ponen huevos de un
oro intenso, liebres de ojos granates, lechuzas con sobretodos oscuros,
hongos confitados, cirios danzantes, vegetales animados, diablos ocultos,
ángeles que todavía conservan un resto de eternidad, figuras beatíficas,
monjas y unicornios sagrados, entre otras cosas. Los nombres de sus
personajes: el joven Van, las doncellas Beryl y Aralda y el señor Yeats,
aluden indirectamente al folklore de lejanos pueblos germánicos, al
cristianismo de raíces paganas de los primeros celtas.
En una entrevista confiesa: “Yo era un
testigo, las cosas pasaban, yo las miraba en profundidad, con una
atención extrema y dolorosa [...] las cosas siguen
saliendo, vuelven, se van, vuelven, ¿por qué las voy a desechar?”
- se preguntaba -. Esta actitud que asume no es la de una simple
observadora; ella nombra los hechos cotidianos, los objetos y las cosas, y
lo hace de modo tal que éstos cobran ante nuestros ojos una nueva
perspectiva: " Las flores de zapallo corren por el aire y por la tierra
como una enredadera de bengalas; mi madre las siega, las pone en el cesto;
de pronto, se estremece, se queda inmóvil; pero; huye hacia la casa; y
pronto un aroma a óleo y a almuerzo recorre la casa. Estoy sentada en el
comedor, trazo mis deberes -tendré que cruzar el campo, que ir a la escuela-
, los platitos y las tacitas se alinean como calaveras de niñas recién
nacidas. Surge un diablo; se para a mi lado. Mi madre -desde allá- nota que
hay algo extraño entre las paredes; acude; él se oculta; ella va hacia el
jardín, dice algo para disimular; luego se arriesga: -Creo que aquéllos
están otra vez; hoy vi uno en el zapallar."
Este universo familiar, cuyo centro es una
chacra de Salto, donde la furtiva magia del mundo tiene una presencia real,
no es un lugar seguro, se halla en constante peligro. Sobrevivirá, parece
susurrarnos al oído Marosa di Giorgio, en tanto la ambición del hombre no se
obstine en secularizar lo absoluto y sobrenatural.
1- El viejo local de la Avenida Corrientes
1580.
2- Los papeles salvajes, Arce, Montevideo,
1971.
3- Poema N° 4 de Magnolia, Los papeles
Salvajes, Arca, Montevideo, 1971.
4- Luis Bravo, Cuadernos de Marcha (AñoXII,
Nº129, julio 1997).
5- Amir Hamed, Uruguay a través de su poesía,
Siglo XX, Editorial Graffiti,
Montevideo, 1996.
6- The Annotated Alice- Lewis Carroll, ed.
Martin Gardner, Penguin, 1965.
Poema X (de Magnolia)
Este melón es una rosa,
este perfuma como una rosa,
adentro debe tener un ángel
con el corazón y la cintura siempre en
llamas.
Este es un santo,
vuelve de oro y de perfume
todo lo que toca;
posee todas las virtudes, ningún defecto,
Yo le rezo,
después lo voy a festejar en un poema.
ahora, sólo digo lo que él es:
un relámpago,
un perfume,
el hijo varón de las rosas.