De la poesía de Haití
La historia de la poesía de Haití del siglo XX, en toda su extensión y hondura, tiene a primera vista una relación más íntima, o acaso más afín, con los sueños libertarios de Toussaint Louverture o de Petion que con esta realidad precaria y lastimada de país con más de 90 por ciento de analfabetos, que a la vez soportó una de las dictaduras más arrasadoras y demenciales del continente, como fue la de la familia Duvalier. No obstante, el curso de la poesía de esta nación, siempre ahondada en la circunstancia, revoloteando en el destino de los días, es un puente cierto, construido con duras maderas de la zona, que va desde aquellos fervores históricos o míticos a esta realidad tajante, cruda, o, cuando no, sorprendente o inconcebible. La intensidad de esta poesía, inclusive las ásperas polémicas, en torno de la lengua francesa y el créole, o ya del indigenismo, ilustran por sí un enraizamiento situado en el corazón mismo de la desgarradura. Ciertamente, desde el desembarco de los marines en 1915 y de las dos siguientes décadas de diezmante ocupación, el historial de los poetas y escritores de Haití se vertebra alrededor de la persecución, la cárcel, la muerte y el exilio. No existe en América latina un conjunto de poéticas del estremecedor dramatismo de la poesía haitiana, vivenciada y exudada en los bordes, y por momentos, pareciera, más allá del dolor de las palabras. Obras como las de Jacques Roumain (1907-1944), Jacques Stéphen Alexis (1922-1961), Jacques Viau (1942-1965), Felix Morisseau Leroy (1912-1998), Anthony Phelps (1928) y René Philoctete (1932-1998), entre otras, substancian un recorrido humano a herida abierta y, a la vez, uno de los extremos reveladores o prospectivos de la poesía y la cultura de Occidente.
4 poemasJacques Roumain
Africa he guardado tu recuerdo Africa
estás en mícomo la astilla en la heridacomo un fetiche tutelar en medio de la aldeaHaz de mí la piedra de tu hondade mi boca los labios de tu llagade mis rodillas las columnas rotasde tu humillaciónSin embargono quiero ser más que de vuestra razaobreros campesinos de todos los países...obrero blanco de Detroit peón negro de Alabamapueblo innumerable de las galeras capitalistasel destino nos yergue hombro con hombroy renegando del antiguo maleficiode los tabúes de la sangrepisamos los escombros de nuestras soledadesSi el torrente es fronteraarrancaremos al declive su cabellera irrestañableSi la sierra es fronteraromperemos la mandíbula de los volcanesque refuerzan las Cordillerasy la llanura será la explanada de la auroradonde reunir nuestras fuerzas descuartizadaspor la astucia de nuestros amosComo la contradicción de los rasgosse resuelve en la armonía del rostroproclamamos la unidad del sufrimientoy de la rebeliónde todos los pueblos en toda la superficie de latierray mezclamos el cemento de los tiemposfraternalesen el polvo de los ídolos.De Bois d'ébéne (1944; edición póstuma)Versión en español: José M. ValverdeJacques Roumain nació en Port-au-Prince en 1907. Fue asesinado en plena lucha política en 1944. Sus obras consideradas maestras, como Bois d'ébéne y Gouverneurs de la rosée, se editaron poco después de su muerte y revelan instancias sensibles de la historia y la cultura hatianas.
Anthony PhelpsPero dónde pero dóndeadónde se va a retumbar la tormentaPero dónde pero dóndeadónde se va a aullar el vientoviento revocador tumbador de estrellasHabía una vez una CiudadHabía una vez un PaísCuando la boca como luna soñadoraesconde la cara bajo las palabrasCuando la vida en ropas de Príncipevoltea la espalda a la ventanahasta el solhasta el sol está desnudoHabía una vez un PaísHabía una vez una CiudadPero dónde pero dóndePero dóndeMi memoria tiene tanto dolorde gargantaDe Méme le soleil est nu (1983)Versión en español: Lazlo Moussong
Antonhy Phelps nació en Port-au-Prince en 1928. Vivió durante muchos años fuera de su país. Fue cofundador del grupo poético Haití Littéraire en 1962, que marcó un hito en las letras de su país. Su obra Méme le soleil est nu se reafirma entre sus páginas.
Jacques Viau
NADA PERMANECE TANTO COMO EL LLANTO
VII
Hemos ido acumulando corazones en nuestro corazón,palabras en nuestra voz quebrantada por azadones.Hemos dejado huellas por todos los caminosy algunos de nosotros ya no estamos.Hemos ido de manos con las sombras.Nuestro andar es un grito estacionado.Por cada paso, un día que transcurre.Por cada palabras, mil palabras que vocifera la prole.Qué será de nosotros después de esta larga travesía?Poco importan si el mármol o la piedra eternizannuestro corazón de húmedo barro.Nos basta con que nuestra voz perdure en la vozdel amigo, en la del compañero de rutas que nos tendióla mano cuando se aproximaba la caída.Hemos llenado muchos de los vacíos que nos legaran.A otros toca llenar los que nosotros dejamos.Apenas tuvimos tiempo para remendar la herencia.A qué corazón irá nuestro corazón a depositarse?A qué silbido irá nuestro silbo a renovarse?Nada sabemos,cumplimos una jornada que empezó antes que nosotrosy que no concluirá con nosotros.
Nada permanece tanto como el llanto (18 poemas) fue escrito en español; este poema VII es copia de esa versión original.
Jacques Viau nació en Port-au-Prince en 1942. Perteneció a una familia de perseguidos políticos, que se refugiaron en Santo Domingo. Fue abatido durante las insurrecciones de 1965 cuando aún no había cumplido sus 23 años. El poeta haitiano René Depestre destacó "la alta facultad de radiación de su palabra".
Felix Morisseau Leroy
ASÍ OCURRIÓ
Así ocurrió
Jesucristo tenía que morir
Pese a todo tenía que morir
Aun cuando Pilato dijera que no
Caifás insistía tanto
Que se llegó a condenar al Hombre
Tenía días sin comer
Y estaba tan débil
Que al subir al Monte de los Olivos
Con dos maderos al hombro
Iba de tumbo en tumbo
Pilato lo miraba con compasión
Y también los soldados romanos miraban
Fue entonces que por ahí pasó un hombre
Simón Cireneo
Un negro fuerte, como Paul Robeson, pasó por ahí
Miró aquello como sólo los negros saben mirar
Pilato sintió lo que el negro tenía en su corazón
Y a los soldados hizo una señal
Todos se echaron sobre Simón
Y con fuerza lo apalearon
Luego le dijeron: toma la cruz y cárgala
Simón tomó la cruz
La tomó de la mano del blanco
Se echó a correr con ella
Se echó a cantar
Se echó a bailar
Bailó cantó
Se fue corriendo hacia arriba
Dejando atrás a todos
Regresó cantó bailó
Hizo girar la cruz sobre su cabeza
La echó al aire
La atrapó
La cruz quedó bailando sola en el aire
La gente gritó milagro
Y cuando cayó la cruz
Simón la tomó
Bailó mucho con ella
Antes de devolverla a Jesús
Desde entonces
Cuando es muy pesada una cruz
Cuando algo pesa demasiado
para las fuerzas de un blanco
Llaman a un negro para que cargue
Después bailamos cantamos
tocamos el tambor
tocamos el bambú
Nuestra espalda es muy ancha
Cargamos la cruz, cargamos el fusil,
cargamos el cañón
ayudamos al blanco
cargamos los crímenes
cargamos los pecados
cargamos por todos.
Felix Morisseau Leroy
nació en el pueblo de Jacmel en 1912.
Algunos críticos lo señalan como una de las más reveladoras
voces de la historia de la poesía de Haití. Su libro Dakout, al
que pertenece este poema, data de 1952. Escribió en créole y
y fue un defensor de la literatura en esa lengua. Murió en 1998.
Cuaderno Carmín, N° 16, Buenos Aires, 2001.
(De La poesía de Haití; estudio de María Renata Segura y Eduardo Dalter; Buenos Aires, 2001.)
Lexia agradece al poeta Eduardo Dalter por el envío de este material
HAITI :
SIN LOS ESCLAVOS ESTARÍAMOS PERDIDOS
« Si tuvieraís que perder anualmente 200
millones de libras que actualmente recibís de vuestras colonias : si no
tuvierais el monopolio del comercio con vuestras colonias para proveer vuestras
fábricas, mantener vuestra flota, desarrollar vuestra agricultura, pagar
vuestras importaciones, satisfacer vuestras ansias de lujo, restablecer vuestro
equilibrio comercial con Europa y Asia, os lo digo francamente vuestro reino se
hallaría irremisiblemente perdido »
¿Quién es el que así habla? ¿Un banquero o un comerciante en la privacidad de su
oficina?
En absoluto es el obispo Maury dirigiéndose a toda la Asamblea Nacional francesa
y declarándose públicamente en contra de la abolición de la esclavitud y de la
independencia de las colonias. Estamos en 1791 y la Asamblea Nacional es
precisamente la Asamblea revolucionaria francesa, la que consagró la victoria de
la burguesía capitalista sobre la nobleza feudal. Su bandera, es el fin de los
privilegios y la democracia : « Libertad, igualdad, fraternidad »
Pero esa bandera no incluye a las colonias. El nuevo régimen está decidido a
conservar n su totalidad la antigua fuente de sus gigantescas ganancias. Es
cierto que la Convención abolirá formalmente en 1794, la esclavitud pero se
cuidará muy bien de ponerla en práctica. Y Napoleón restablecerá muy pronto la
legalidad de la esclavitud. Aplastará despiadadamente la revolución de los
esclavos que habían fundado la República Libre de Haïtí y hará prisionero hasta
el fin de sus días en una húmeda y glacial prisión de la Alta Saboya al jefe de
las milicias esclavas Toussaint l’Ouverture. La democracia tiene sus límites.
El General Leclerc, cuñado de Napoleón, le escribía desde la isla : « Esta es
mi opinión sobre este país : es necesario eliminar a todos los negros de
las montañas hombres y mujeres, salvo los niños menores de doce años, exterminar
la mitad de los negros de las llanuras y no dejar en la colombia ningún mulato
con privilegios »
Increíble :¡para obtener su independencia, Haïti deberá desangrarse para «
indemnizar » a Francia! Concluye Galano » El país nació en ruinas y nunca pudo
levantarse; hoy en día es el más pobre de América Latina »
(c)
Michel Collon
Artículo reproducido del boletin de ATTAC nº 534
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La democracia haitiana nació hace un ratito. En su breve tiempo de vida, esta criatura hambrienta y enferma no ha recibido más que bofetadas. Estaba recién nacida, en los días de fiesta de 1991, cuando fue asesinada por el cuartelazo del general Raoul Cedras. Tres años más tarde, resucitó. Después de haber puesto y sacado a tantos dictadores militares, Estados Unidos sacó y puso al presidente Jean-Bertrand Aristide, que había sido el primer gobernante electo por voto popular en toda la historia de Haití y que había tenido la loca ocurrencia de querer un país menos injusto.Los pecados de Haití
(c) EDUARDO GALEANO