Luciana A. Mellado: sus
respuestas y poemas
Entrevista realizada por Rolando
Revagliatti
Luciana Mellado nació
el 3 de marzo de 1975 en Buenos Aires, capital de la República
Argentina, y reside en la ciudad de Comodoro Rivadavia,
provincia de Chubut. Es Profesora y Licenciada en Letras, por la
Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, así como
Magister en Literaturas Española y Latinoamericana, por la
Universidad de Buenos Aires. Es investigadora y profesora en la
carrera de Letras de la UNPSJB, en la sede de su ciudad.
Colaboró con artículos en publicaciones universitarias
arbitradas de Argentina, España, Nueva Zelanda, Chile y
Alemania. Además de obtener numerosos premios y becas, participó
como expositora y como poeta en congresos nacionales e
internacionales. Es la compiladora de dos antologías editadas en
soporte electrónico:
“Máquina sur. Poesía actual de la Patagonia” (2013) y
“Patagonia se dice en
plural” (2015). En el género ensayo, en 2010 la UNPSJB editó
su conferencia “La
Patagonia y su literatura: unidad y diversidad multiforme” y
en 2015 apareció su libro
“Cartografías literarias de la Patagonia en la narrativa
argentina de los noventa”. Poemarios publicados entre 2006 y
2014: “Las niñas del
espejo”, “Crujir el
habla”, “Aquí no vive
nadie”, “El agua que
tiembla” y “Animales
pequeños”.
1 — De
“La gran aldea”, al
decir de Lucio Vicente López, a la ciudad más populosa de la
provincia del Chubut.
LM — Mi madre me llevó a la Patagonia, donde ella y
toda mi familia materna residían, unos meses antes de cumplir el
año. Desde entonces, salvo por viajes de estudio o trabajo, vivo
en Comodoro Rivadavia. Y en el mismo barrio de mi infancia, que
ha cambiado bastante y a la vez permanece igual en muchos
aspectos. Cuando tenía siete u ocho años comencé a estudiar
piano. Hasta que cumplí los quince. En ese lapso aprendí
muchísimo, aprendí de todo menos a tocar el piano. Aprendí a
leer notas, a reconocer ritmos, acentos, armonía. Creo que
también en parte por mi dificultad para la ejecución y aquel
misterio que es para mí “tocar de oído”, ejercité de un modo muy
desarrollado la memoria. Ahora, puedo recordar con precisión
fragmentos de textos literarios o teóricos. Por algún motivo,
siempre que tengo algún interés, claro, repito mentalmente
pasajes bibliográficos y los sigo repitiendo y van quedando,
así, fijados a un ritmo antes que a unas palabras.
En esa misma época comencé patín artístico. Amaba
patinar. Fui a patín por dos o tres años en un club de mi
barrio. Lo que más disfrutaba era la sensación de libertad
cuando tomaba velocidad, relativa porque no era un lugar lo
bastante grande desde mis ojos de adulta. El aire frío entrando
por la nariz y golpeándote la cara.
Como ves, en ninguna de las actividades preferidas de mi
niñez, la palabra tenía un papel central; sí lo tenían la
música, en la que porfiadamente insistí, y la expresión
corporal, de la que tempranamente me desprendí. En 1984 falleció
de forma trágica mi abuelo materno, mi abuelo Vito, el sol de mi
infancia. Y entonces mi familia se apagó un poco. No fui más a
patín, pero seguí con piano. Él no alcanzó a escucharme tocar el
piano porque no teníamos piano en casa, y fue unos años después
que mi madre logró comprarlo en Buenos Aires, en un importante
comercio que se llamaba Casa América (¿seguirá existiendo?).
Cuando el piano llegó a casa fue un acontecimiento. Una amiguita
del barrio insistía en no creerme, no podía ser que tuviéramos
un piano. En el medio empecé a leer los libros que mi mamá me
regalaba y los que había en casa, que no eran muchos pero me
resultaban atractivos por las imágenes que traían. Uno se
titulaba “Las maravillas
del mundo”, y sí que era asombroso mirar esos paisajes tan
remotos para mí. Algunos eran de la Colección Billiken, tapas
duras donde predominaba el color rojo:
“Mujercitas”,
“Papaíto piernas largas”,
“Las mujercitas se casan”,
“Corazón”. Estas
lecturas, ahora que lo pienso, echaron distintas semillas en mi
corazón, no sé si todas florecieron. Luego vino el colegio
secundario, y allí se fue fortaleciendo mi vínculo con la
literatura y sobre todo con la poesía.
Una vez, Valeria Cervero, una poeta amiga, me consultó
sobre mi primer escrito literario. Ella estaba compilando una
producción de poesía para niños, me invitó a participar con unos
textos y necesitaba este dato para la presentación. Recordé que
en un cuaderno rojo, también de tapas duras, en tercer o cuarto
grado escribí un cuento sobre una nube. Le había agregado el
dibujo de una nube que sonreía. Nada más. Y también recordé que
la maestra me escribió algunas palabras lindas, una felicitación
supongo ahora.
Mi secundaria la cursé en un colegio universitario que
está ubicado en el mismo edificio donde ahora me desempeño como
profesora en la carrera de Letras. Me impacta la distinta
percepción del espacio que guardo de los lugares según pasan los
años.
Luciana Mellado con Graciela Cros
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2 — Luego, tus
carreras de grado.
LM — Sí, en mi ciudad. Al principio de mi formación,
durante un año y medio cursé en simultánea dos carreras: el
Profesorado de Teatro, en el Instituto Superior de Formación
Docente Artística, más comúnmente nombrado como Escuela de Arte,
y el Profesorado en Letras. No me daba el cuerpo ni la cabeza
para continuar con ambas, así que elegí, y elegí la literatura.
Tempranamente ingresé a un equipo de investigación y desde
entonces le dedico un espacio central a esta actividad. Tenía
mucha curiosidad por el discurso del arte y una necesidad de
practicar y encauzar mi expresividad; por eso sumé a estas dos
actividades mi participación en un taller de escritura creativa,
también por un lapso similar.
Apenas concluí mi carrera, gané una beca de la Agencia de
Cooperación Internacional Española para realizar una pasantía en
una universidad de Tarragona. Allí estuve unos dos o tres meses
colaborando en el dictado de dos cátedras, una de narrativa
latinoamericana y otra de poesía argentina. Fue una hermosa
experiencia, la primera vez que cruzaba el charco. Como el padre
de mi abuela materna fue uno de los que vino buscando una mejor
vida a principios del siglo XX a la Argentina, y fue a parar
como peón de campo a la provincia de Santa Cruz, donde nació mi
abuela, sin poder jamás regresar, recuerdo mucho mi llegada a
España, el cielo anaranjado que me recibió y mi emoción por
sentir de algún modo que era él quien volvía en mi mirada.
Atesoro esa escena, y algunas clases, y los paisajes de
Cataluña.
Luciana Mellado y el poeta Jorge A. Maldonado
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3 — Y regresaste.
LM — Al volver me dediqué con intensidad a mi
trabajo, y a la vez resguardé disponibilidad para la escritura,
hasta que publiqué mi primer poemario en 2006; desde allí y cada
dos años he publicado un libro de poemas. Cada uno responde a
distintos juegos expresivos y comunicativos, y a la vez son
hijos de una misma necesidad que no puedo verbalizar
completamente. Si tuviera que darle un lugar diferenciado a las
prácticas ligadas a la literatura, diría que el primer lugar en
mi preferencia lo tiene la lectura, luego la escritura y luego
la socialización de textos.
He participado en diversos encuentros de poesía. Uno de
los primeros, en 2009, fue el Festival Internacional de Poesía
de Buenos Aires. En una de las actividades, algunos de los
poetas fuimos a la cárcel de mujeres de Ezeiza. Me resultó
impactante. Recuerdo a Cecilia Perna, Aldo Novelli, Osías
Stutman, Nicolás Rojo y Antonio Miranda. Sólo con Cecilia
seguimos viéndonos con cierta frecuencia. Nos hicimos
rápidamente amigas. Hubo quienes recitaron sus textos en esa
ocasión. Yo no pude. Quedé muda. Me impactó ver a las mujeres,
con sus hijos pequeños (varios, siendo amamantados), ahí
encerradas, minúsculas en ese edificio gigante. Se me apagaron
las palabras. Una de ellas compartió un poema que hablaba del
disparo con que había matado a su marido. Ese poema fue
esclarecedor para mí. Juro que escuché la descarga del arma.
Después, en general, desprecio la endogamia literaria que se
cultiva en muchos festivales. Me da sopor. Me gustan los
encuentros donde se celebran los “cien colores del alma”, en
palabras de José María Arguedas, y se desacraliza el asunto.
Vivir en el sur de Argentina, una región periferizada (y no
periférica), me viene bien, me aleja bastante de ciertas
retóricas de moda y del influjo de las celebridades sacralizadas
de las metrópolis. Vivir en la Patagonia me juega a favor, creo,
porque no siento apuro ni obligación por leer los best seller
del mercado o la crítica. El poeta fueguino Julio José Leite me
explicó clarito este asunto: en el sur los poetas veíamos el
mundo desde un embudo, y nosotros mirábamos por la parte
inferior, por ese orificio, y por eso nuestra mirada del mundo
siempre tendía a ampliarse, a ser universal. Es linda la imagen,
y me parece una hipótesis atendible.
Luciana Mellado en Granada, España, 2016
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4 — Un año antes comenzaste a participar de un proyecto
colectivo.
LM — Ese proyecto se llama “Peces del Desierto”. Lo
dirijo con Jorge Andrés Maldonado, mi compañero. Él también es
poeta y docente. Como trabaja con adolescentes, en clases de
literatura y talleres de derechos humanos, su experiencia ayudó
a pensar, de partida, en la integración del sentido estético con
el sentido formativo. Pensamos la belleza como derecho. La
mayoría de los integrantes es además de artista, docente en
ejercicio, por eso el grupo suma a las actividades de edición,
otras de enseñanza y socialización. Nuestro lema es
“poesía, agüita para
tanta sed”. Es simple, varios artistas del sur argentino nos
juntamos para crear y compartir prácticas en torno a la poesía.
Hemos presentado decenas de libros, plaquetas literarias
ilustradas, fanzines, performances, entrevistas audiovisuales a
poetas y lecturas. El grupo nació en 2008 con el propósito de
impulsar
la participación e intervención cultural en el espacio público.
El Proyecto
recibió, entre otros reconocimientos, la Mención en el
Concurso
Nacional de Nuevas Revistas Culturales, organizado
por la Secretaría de Cultura de la Nación (2010) y la
Beca del Fondo Nacional de las Artes como
Proyecto Grupal (2011). “Peces del Desierto” tiene además avales
académicos de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan
Bosco, y desde este espacio generamos planes de formación y
extensión en educación por el arte y gestión cultural. También
participamos en actividades de educación formal e informal. En
2013, por ejemplo, fuimos invitados a presentar el proyecto a
Valdivia, Chile, en el
“V Congreso Internacional de Estudiantes de Posgrado”, que tenía
un subtítulo genial: “Conocimientos y saberes, ¿para quién?”.
Esa pregunta siempre movilizó a este grupo, desde su formación.
De algún modo su nacimiento fue reactivo, reaccionamos a una
respuesta restringida a esa pregunta. Poesía, ¿para quién? Arte,
¿para quién? Creímos y creemos que es importante ampliar la
destinación del hecho artístico, de naturaleza social además de
estética. Ahora estamos en la organización de las “II
Jornadas Binacionales
de Estudios de Culturas y Literaturas de la Patagonia”, que se
realizarán en septiembre de este año 2016 en Comodoro Rivadavia.
De la primera actividad que realizamos guardo una imagen que no
vi sino que me contaron unas amigas a los pocos días: en la
parada de colectivos, unos jóvenes casi niños, sentados en la
vereda de una calle céntrica, leían un tríptico de poesía. El
sol caía, el viento soplaba, y ellos no movían más que los ojos.
Estaban leyendo la primera plaqueta de poesía de “Peces del
Desierto”, plaqueta de distribución gratuita.
Luciana Mellado con Taty Montes y Rafael Urretabizkaya
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5 — Trasladémonos
un poco más lejos: a Alemania.
LM — He leído mi poesía en el Festival “Cinco
Sentidos” de Jena, en noviembre de 2015. Apenas volví a mi casa
pensé en escribir la experiencia no sólo de esto sino de todo el
viaje de varios meses, que fue magnífico; pero no lo hice.
Leímos, junto con Jorge, en una torre medieval, cuyo nombre no
recuerdo ni podría pronunciar, en el centro de la ciudad. Allí,
esa noche, o tarde porque era el invierno allá, había personas
que hablaban el castellano porque estudiaban en la Universidad
en esta lengua. Unos colegas tradujeron al alemán algunos poemas
y los proyectaban en una de las paredes del lugar. No tengo idea
qué se entendió pero tampoco tengo idea nunca, más allá de la
lengua, de qué entienden los otros que escuchan o leen mis
textos. Y eso está bien porque la ilusión del control y de la
interpretación plena es muy dañina. La poesía es escenario de
libertad, el lenguaje es, como ya se dijo tantas veces, una
cárcel; así que creo que jugamos, más allá de los códigos, a la
libertad ese día, en las tierras donde predicó Lutero. Canté
unas coplas, nada que ver, no soy cantante ni tengo buena voz,
pero a veces me desubico con alguna cosa en mis lecturas, algo
que viene del corazón empuja y sale; quizás es el pudor el que
me empuja a ser impúdica en algunas ocasiones.
De ese viaje me traje un amigo, David Foitzick, sureño
como yo, pero de Chile; y el sabor riquísimo de las cervezas de
trigo y la experiencia de un taller de poesía que dicté en la
Universidad. De ese taller recuerdo, por ejemplo, a Sofía
Lavista, científica argentina especializada en microbiología, y
en el estudio del olfato de las moscas, que asistió
religiosamente al taller, con un entusiasmo contagioso.
Entrerriana, cómo no va a sentirse convocada por la poesía, con
tanto río, verde y
juanes eles
—le escribí hace poco.
Ella me regaló una fruta que nunca había comido, parecía un
pomelo, amarillo, cítrico, pero como si se reunieran tres o
incluso cuatro pomelos en una misma esfera. Alemania me llenó
los ojos hasta desbordarlos.
Luciana Mellado con Silvia Castro, Rafael Urretabizkaya, Ricardo
Costa, Inés Manzano, Chelo Candia y Álvaro Urrutia
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6 — Redes
temáticas: participás de dos; una de ellas, internacional.
LM — Precisamente en Jena, Alemania: la
Thematisches Netzwerk de la Universidad Friedrich Schiller,
centrada en el estudio de la Patagonia desde la
interdisciplinariedad; y la otra, la nacional, es la Red
Interuniversitaria de Estudios de Literaturas de la Argentina
(RELA), focalizada en promover una perspectiva federal y
pluralizar los mapas de la literatura nacional. Me siento muy
feliz colaborando en ambas redes. Ingresé primero a la RELA, en
2013, cuando conocí a su coordinadora de ese entonces, la Dra.
Alejandra Nallim, quien me invitó a Jujuy a dictar un taller
sobre la poesía del sur, y me enseñó que la lejanía es una
versión de la distancia que puede revertirse y subvertirse.
Jujuy, aproximadamente a 2.900 kilómetros de mi casa, empezó a
estar cerca. La Dra. Claudia Hammerschmid es la coordinadora de
la red con sede central en Alemania, a la que ingresé en el año
2015. Claudia es alemana, pero habla perfecto el castellano,
incluso podría decirse que habla perfecto el argentino/porteño.
Huidobro advirtió que “el
adjetivo, cuando no da vida, mata”, y juro que soy
respetuosa de esta advertencia, pero de ambas, de Claudia y de
Alejandra, críticas e investigadoras de fuste, debo decir que
son generosas, humildes, respetuosas y cálidas. Y no exagero.
Esta semejanza no es coincidencia, sino que pareciera ser el
perfil de las personas que apuestan al trabajo en red, que
propende a la horizontalidad, a la fraternidad y al respeto por
la diversidad. Hago hincapié en estas dos mujeres basándome
también en una preferencia, la de la recuperación de los nombres
propios por sobre las abstracciones.
Luciana Mellado con Sergio
Mansilla Torres, Graciela Cros y Evelyn Hertenberger
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7 — Tenés tu
experiencia como entrevistadora de poetas.
LM — Se han difundido en tres ediciones de la Revista
“Argus-a Artes & Humanidades”. La primera se la realicé al
escritor Raúl Artola, y se publicó en noviembre de 2013 con el
título “La literatura patagónica: esta lenta construcción de un
nosotros”. La segunda, a la poeta Graciela Cros, y se editó en
abril de 2014 con el título “El iceberg de Hemingway: lo no
dicho que todo lo sostiene”. La tercera, titulada “Diálogo con
la poeta Concha García”, y publicada en octubre de 2014, fue
realizada a esta poeta y crítica española. No fui una buena
entrevistadora pero los tres fueron excelentes entrevistados. Se
dio la compensación. A los tres los conozco y respeto, y los
tres dieron respuestas que me hicieron repensar mis propias
prácticas discursivas. Tardé mucho en editar porque me propuse
hacer dialogar las respuestas con textos poéticos de cada uno de
ellos. Fue un berretín, pero me hizo tomar una productiva
distancia. Uso las entrevistas como material en mis talleres y
clases. Los tres dan respuestas incómodas en varios momentos,
piedritas en los zapatos para caminar con conciencia de la
propia caminata, conciencia crítica diría Edward Said. Los tres
juegan con los silencios y las preguntas, y ese juego del
lenguaje siempre es necesario.
Luciana Mellado con Rafael Urretabizkaya
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8 — Para todos,
pero acaso especialmente para quienes no dispongan de
información suficiente sobre la Patagonia: ¿por qué la
Patagonia se dice en
plural…?
LM — Por causas complejas de resumir, pero que se
retrotraen a los relatos de los primeros viajeros extranjeros
que pisaron el territorio que hoy llamamos Patagonia; nuestro
espacio se ha diseñado como una geografía imaginaria uniforme,
estereotipada como un paisaje de grandes distancias, vacío y
soledad. En el
“Primer viaje en torno
del globo”, Antonio Pigafetta narra por vez primera la
llegada de los europeos a la región, en 1520, con la expedición
de Fernando de Magallanes, que hace puerto en la costa
patagónica. Con este texto se inaugura e inmortaliza la idea del
gigantismo de los indígenas patagónicos, asociados para siempre
tanto al nombre como a las extensiones del lugar que de allí en
adelante llevará la marca de la exageración. Esa exageración a
su vez se liga a la dificultad para dominar el territorio que
preocupó tanto a los proyectos coloniales como posteriormente a
los nacionales. Quienes vivimos en la Patagonia, y aquí tenemos
nuestro lugar de enunciación, sabemos, sentimos y experimentamos
la irrealidad de las definiciones del sur como “terra incognita”
o “res nullius”. El sur es mi domicilio existencial, por eso
mismo nunca podrá ser una obligación temática. Escribir de la
Patagonia es prescindible. Pienso, al igual que varios de los
escritores que recordé en esta entrevista, que la patria es la
infancia, y que para un escritor la patria es la lengua y ese
territorio nunca es geométrico ni inalterable.
Luciana Mellado con Natalia
Salvador, Jorge A. Maldonado, etc.
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9 — Es a la
docente en Literatura Latinoamericana a quien le requiero que
nos trasmita a qué escritores de la Patria Grande más valora y
de quiénes más disfruta.
LM — Uno puede valorar según su conocimiento, y
no conozco esas literaturas por igual. Aun así tengo
preferencias y me temo que seré muy tradicional en mis
respuestas. Por ejemplo, de Chile, a Vicente Huidobro, Pablo
Neruda y María Luisa Bombal; de Bolivia, a Jaime Sáenz y a Adela
Zamudio; de Perú, a César Vallejo y José María Arguedas; de
Colombia, a José Eustasio Rivera; de El Salvador, a Roque
Dalton; de Nicaragua, a Rubén Darío; de México, a Sor Juana Inés
de la Cruz y Octavio Paz. Coinciden los nombres de quienes más
valoro con el de quienes más disfruto como lectora en todos los
casos. Igualmente quiero aclarar que esta lista que hoy formulo
está bajo el estricto y variable influjo de mi propio presente,
por lo que no es improbable su modificación.
Luciana Mellado con María José Abeijón y Graciela Cros
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10 — “Fuegia”
de Eduardo Belgrano Rawson es una novela notable. Acaso opines
como yo, puesto que uno de tus ensayos parte de ella.
LM — Sí, es una novela excepcional. Belgrano Rawson
cuestiona la versión dominante de la Patagonia fueguina que
instalaron las narrativas fundacionales, tanto coloniales como
nacionales, y recuerda la estructura de violencia sobre la que
se construyó como geografía imaginaria. En esta novela, el autor
deja de lado el verosímil realista y juega con la ambigüedad, la
multiplicidad y la fragmentación como principios constructivos.
El texto muestra los efectos económicos y sociales del
eurocapitalismo en la Patagonia. Desde el título, la propuesta
narrativa es original. Fuegia, la niña yámana secuestrada por
Robert Fitz Roy, nunca es mencionada en el interior de la
novela. Él intenta, dice en una entrevista, y lo logra, sacarse
de encima la historia. El libro realiza un doble movimiento de
revisión histórica y de indagación literaria. Problematiza la
legibilidad histórica del espacio de la Patagonia como
referencia monovalente y estable de lo real.
En la novela, los personajes perciben y describen la
Patagonia desde un constante desplazamiento; sus movimientos
trazan un mapa de la región, centrado en la experiencia como
núcleo de sentido y en los vínculos diferenciales con el
espacio. La Patagonia se pluraliza por la polifonía del relato y
la multiplicidad de personajes de las historias. Hay voces
adheridas al valor testimonial de la referencia histórica,
mixturadas con otras provenientes de la invención, voces que
ejemplifican una heteroglosia emparejada por la lengua mayor y
nacional en que se las recuerda, y en voces de distintos grupos
sociales que se disputan la hegemonía por el sentido histórico
de los espacios del sur. Esto que vengo diciendo hace que esta
novela sea, desde mi punto de vista, riquísima y admirable.
Luciana Mellado con Liliana Campazzo, Jorge A. Maldonado,
etc.
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11 — ¿Y tu experiencia como bloguera?
LM — Tengo un blog,
http://enlapiznegro.blogspot.com.ar/, desde principios de
2007. Utilizo este espacio para difundir textos propios, de
otros poetas, gacetillas de actividades literarias y culturales
e información que considero interesante. Lo creé por varios
motivos. Por una parte, me atrajo ampliar mis comunicaciones
respecto del ejercicio literario, participar de una interacción
más dinámica, incluso poder tener acceso a lo que otras personas
(escritores o no) publican en sus blogs. Por otra parte, quería
desacralizar el asunto de la escritura y darle lugar a lo
intempestivo e inconcluso. El nombre del blog informa de este
sentido. Comparto escritos “en lápiz negro”, es decir, textos en
su estado larval, borrador, provisorio. Algunos después son
poemas o relatos, otros quedan así nomás y el blog, con su
“archivo” histórico me recuerda esto. En los últimos dos años ha
sido menos frecuente mi intervención por ese medio.
Luciana Mellado con Liliana Ancalao, Graciela Cros, etc.
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12 —
Así
comienza el décimo capítulo de
“El ojo del grillo”,
novela del estadounidense James Sallis:
“En una época, ciertas
palabras se zambullían en mi conciencia, negándose a que las
desalojara. Una vez fue (…); otra (…)” ¿Recordás algunas que
“se te zambulleran y se negaran a ser desalojadas”?
LM —
Un
montón.
Cuerpo y
palabra creo que
son las dos más insistentes. Son verdaderas
okupas en el nido
de mi conciencia.
Luciana
Mellado con las poetas Graciela Cros, Liliana Ancalao y María
José Abeijón
13 — ¿Libros a los que regresás intermitentemente?
LM —
“Poeta
en Nueva York”
de Federico García Lorca,
“Poesía no completa” de Wislawa Szymborska,
“Los ríos profundos”
de José María Arguedas,
“Historias de cronopios y de famas” de Julio Cortázar.
Después vuelvo a textos sueltos, por ejemplo, siempre, por una
cosa u otra, algún poema de Adrienne Rich, José Watanabe
o Juan Gelman andan entre mis lecturas.
Luciana Mellado con la poeta Graciela Cros
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14 — ¿Cuánta
(de qué modos) autobiografía hay en lo que escribís?
LM —
No sé
muy bien qué responder. La experiencia personal siempre está,
sólo que a veces no es tematizada o recuperada explícitamente
como símbolo o materia poética. En ocasiones escribo “yo” con la
manifiesta intención de advertir la arbitrariedad del signo
lingüístico que me nombra. Hay libros donde lo biográfico tiene
más presencia y otros donde mi experiencia es una sombra
liviana. Creo que no me planteo el tema de las fronteras o los
paisajes de lo autobiográfico al escribir. Sí, casi siempre, es
alguna cuestión de mi propia vida lo que me entusiasma o me
obliga a escribir. Tengo desde adolescente diarios personales,
así que mi escritura más catártica, intimista y emotiva va por
otros cauces, que seguramente no agotan las imágenes discursivas
que de mi propia vida elaboro.
Luciana Mellado con Jorge A. Maldonado y Graciela Cros
15 — ¿Acordarías con el escritor Luis Benítez en que de
las corrientes poéticas consagradas del siglo XX, las más
interesantes son “el
imaginismo anglosajón y el hermetismo y el neorrealismo
italiano”?
LM —
No. No
acuerdo con esta afirmación en particular ni con ninguna que
esté formulada en términos tajantes y restrictivos, además de
eurocentrados. Conozco, con desigual profundidad, ambas
corrientes, y las aprecio, como valoro otras. En este tipo de
aseveraciones hay que ponerle la lupa a los adjetivos. Es decir,
“consagradas” e “interesantes” permiten e incluso demandan
preguntas del tipo: ¿para quién?, ¿desde qué lugar?, ¿según qué
parámetros? No conozco el contexto de enunciación de esta cita,
y quizás ése sea el motivo de mi distancia. Te cuento, a riesgo
de ser aún más parcial en la respuesta, que para mi formación
como lectora fueron más importantes el modernismo
latinoamericano (que si bien fue finisecular ingresó a la
primera década del siglo XX) y la generación del ‘27 española.
Luciana Mellado con J. A. Maldonado, Inés Manzano, Claudio
Archubi, Gerardo D. Curiá, Lidia Rocha, Teresa Orbegoso, etc.
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16 — Hablemos de lo que no elejiste: el Profesorado de
Teatro.
LM —
Me gusta
el teatro, leerlo, asistir a las puestas en escena, comentarlo
incluso. Fantaseé de adolescente con la actuación, pero jamás me
imaginé como docente en esta área. En mi recuerdo, que puede ser
un lente deforme, para cursar un par de materias de actuación,
debía soportar media docena de materias teóricas sobre
pedagogía, didáctica y otras ligadas a la tarea docente y a los
futuros alumnos. No soporté el aburrimiento.
Luciana Mellado y la poeta Paula Salmoiraghi en 2014
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Luciana Mellado con Graciela Cros, Liliana Ancalao y María
José Abeijón
17 — Pianistas: ¿El polaco Arthur Rubinstein (1887-1982),
la colombiana Teresita Gómez (1943), el norteamericano Chick
Corea (1941), la argentina Martha Argerich (1941) o el chileno
Claudio Arrau (1903-1991)?
LM —
De esta
lista conozco y he escuchado sólo a dos, a Corea y a Martha
Argerich, a quien prefiero porque sí. Dice George Steiner que
“cuando habla de música,
el lenguaje cojea”, y yo le hago caso y no agrego nada.
Luciana Mellado con J. A. Maldonado, Inés Manzano, Claudio
Archubi, G. D. Curiá, L. Rocha, Teresa Orbegoso, Juan Carlos
Moisés, etc.
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18 —
¿Podrías establecer qué autores te han tornado mejor lectora o
escritora?
LM —
No sé si colaboran en que sea mejor escritora, pero sí sé que
son fundamentales en relación con mi trabajo con el lenguaje,
las personas de la vida real más que los libros. El modo en que
habla mi abuela, cómo relata sus recuerdos o los acontecimientos
domésticos, es mi fuente de constante aprendizaje. También las
formas en que mi mamá dice con silencios, por poner otro
ejemplo. Así, dentro del hogar pero también fuera. Me impactan
cómo hablan las personas, sus ritmos, sus latiguillos, sus
pausas, sus modos de paladear o de tragar el aire y los sonidos
de las palabras. Ahora, pensando estrictamente en literatura
escrita, los autores son muchos pero siempre cultivan la poesía.
El cuidado que los poetas tienen por el lenguaje y sus pliegues
es raro de encontrar en autores de otros géneros; no es
imposible pero es infrecuente.
Luciana Mellado con Dante Sepúlveda, etc.
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Luciana Mellado con Graciela Cros, Evelyn Hertenberger y Claudia
Hammerschmidt
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19 — “El agua que
tiembla” concluye con tres escenas y ¿siete? son los
personajes.
LM —
Son tres hermanos y una voz femenina al final. Quizás te
parecieron siete porque duplicaste las imágenes de Cecilio,
Lauro y Julien, los piratas de los que hablo alegóricamente. Me
encantó escribir ese libro. Fue un juego que me divirtió y me
dejó satisfecha. La clave de su propósito está en su epígrafe,
de Pompeyo Magno, “Navegar
es necesario, vivir no”.
Ese viaje es un desplazamiento por muchas profundidades y capas
de sentidos, pero fundamentalmente por la propia escritura. Es
quizás el libro más hermético para mí misma, que ahora,
interrogada por su naturaleza, me quedo corta de palabras,
naufrago también, y sobrevivo.
Luciana Mellado con Florencia Luchetti, Jorge Maldonado, Sandra
Escobar Ginés, Marisa Negri, Javier Galarza y Valeria Cervero
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Luciana Mellado con Alejandra Ferreira, Taty Montes,
Natalia Salvador, Andrea Miranda y Liliana Ancalao
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20 —
¿Que
reflexiones te provocan la evolución de tu escritura poética y
ensayística, las constantes y los momentos de inflexión? ¿En qué
estás trabajando actualmente?
LM —
Estas
dos escrituras, muchas veces, comparten intensidades. Ambas
formulan preguntas todo el tiempo, tocan oscuridades, balbucean.
Reconozco las diferencias, pero no se me hacen incompatibles. La
ensayística tiene más sociabilidad previa; suelo publicar en
revistas académicas versiones progresivas de alguna
investigación. Así, voy realizando correcciones y los últimos
escritos me dejan más conforme. Con la poesía no pasa esto. La
corrección, que siempre está, es puertas adentro. No publico
hasta que estoy conforme, pero aun así, después puede surgir el
deseo de modificar algún aspecto, casi siempre rítmico.
En este
momento estoy trabajando con dos libros, uno de ensayo y otro de
poesía. No puedo adelantar más porque son frutas inmaduras
todavía, casi verdes.
Luciana Mellado con Fernanda Maciorowski, Cover Flopa Remix,
Graciela Cros y Tomás Watkins
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21 — Tu último viaje a Europa fue en 2016.
LM —
Sí, fue un viaje de un mes, muy grato. A principios de julio
presenté una conferencia, “Las aldeas y los mundos en la poesía
contemporánea de la Patagonia”, en la ciudad de Barcelona,
gracias a la invitación de la
poeta española Concha García, y en los días finales de ese mes
participé de un congreso de Literatura Latinoamericana en
la ciudad de Jena. Y esta vez con dos grandes poetas del sur
argentino y chileno, Jorge Spíndola y Sergio Mansilla Torres. Me
siento cómoda en Alemania, aunque apenas sepa decir un puñado de
palabras en la lengua de Schiller y de Goethe. Sé agradecer,
pedir disculpas y más cerveza, y esas tres cosas son pocas pero
importantes.
*
Luciana A. Mellado selecciona poemas de su autoría para
acompañar esta entrevista:
VII
¿Ve aquel mundo de al lado
que huele a tomillo y laurel?
Lo ve. Mírelo.
Usted también.
¿Ve a la mujer de trenza larga
como hondura de cielo?
¿La ve?
Está sentada en un banquito
torciéndose las manos
con lanas y con hilos.
¿Y a la mujer callada
que curte cueros
para hacer quillangos?
¿La ve?
De zorro son, sí,
y de caracul.
¿Y a la niña muerta
con ojos de eclipse?
¿La ve?
Es tan bella y pequeña
como una mariposa azul.
¿Y aquella calle que atraviesa
la puerta, la ve?
Por esa calle se fue mi hija,
la mayor.
(de “Aquí no vive nadie”)
*
XIII
La vida trastumbada la suspiro entre palomas
que florecen en la infancia
cuando el palomar era en el patio
sobre el galpón de chapa
un agujero y un hombre
que no vuelve todavía
de la muerte.
Después
la hospitalidad me abrió las piernas
y dejé pasar a peregrinos,
viajeros, indigentes y fugados
que dejaron la puerta de mi casa
llena de cadáveres.
(de “Aquí no vive nadie”)
*
XXIII
Como un nido de barro
era mi casa
con paredes y cal
en blanco y rosa.
Eran lindos colores,
sí eran lindos.
La cal eran las piedras
de un pozo hondo.
¡Qué fuerte brillaba el sol
desde allá abajo!
En el pozo había pájaros
y sombras
pichones que caían
de los nidos.
Mi pueblo era pequeño
hija
como todos los pueblos.
(de “Aquí no vive nadie”)
*
El método
formal
Cuánta oscuridad viaja
en la sangre.
Todo se duplica desde el ojo:
el miedo a la guerra, a estar viva de
nuevo,
el diario de Tolstoi diciéndome
no recuerdo si limpié el desván.
Hoy empecé a ver doble
nuevamente:
el cuerpo habla
si lo dejan.
(de “Animales pequeños”)
*
La
siesta
para Andy, cada vez
Crece el silencio
adentro
de las cosas.
La siesta te abraza.
Nadie prende velas
bajo una luz rabiosa.
El único que importa
está durmiendo
lejos de esta boca
que quiere hablar
está durmiendo.
Bajo el sol excesivo
me falta
que despiertes.
(de “Animales pequeños”)
*
lengua afuera de la perra
adentro
tu aliento,
creación de madera
busca pocos alimentos
esa trampa
nunca te hará libre
por más que insistas en belleza
tu hambre
viene de lejos
de otro frío
de otra noche
¿podrías
jurar que sentís tristeza?
¿alegría?
ahora mismo
podés ser la perra afuera
no metafóricamente
la perra afuera
el universo
te cabe en una mano
plegado como un origami puede
pasar
debajo de todas las puertas
¿estás
triste todavía?
¿estás
adolorida?
son los
ovarios
la sangre que hablan
pero no duelen los ovarios
dicen
y si no duelen
no existen
podés ser
la perra ahora mismo
afuera
escuchar el
frío podés
escuchar los ojos que miran con
otra lengua
otras leyes y sanciones
¿Kafka se
lavaría las manos
con jabón
blanco?
la higiene
es importante
pero el
goce no aprecia la limpieza
y sus fríos
la limpieza
amansa el cuerpo real
porque le teme
hay que
lavar las impudicias
la sangre que no se note
la sangre que no se note
y esos
perros olfateando
la
entrepierna
siempre
animales
la sangre
se escapa porque la perra
es
cachorra todavía
no la necesita
la perra
está adentro
con un
cuerpo dicho
desmejorado
sangra
el juego de
la belleza
no tiene
apuro
una palabra
para decir quiénes somos
no es
posible
porque una lengua no se tiene
porque un cuerpo no se tiene
lo que se
tiene son cosas
y solo las cosas pueden ser
dichas
la sangre
es un aliento rojo
que está afuera y adentro
y no sabe
no espera
no explica
no necesita nada
no está pensando en el
cumpleaños de su madre
doliéndose los ovarios
esto es una
silla
esto es una letra
esto es un suspiro entre tanta
asfixia
legislativa y policial
serás feliz
serás algo
serás alguien
serás normal
serás mujer
bandera
serás el
patio de un colegio
y
amarilleando crece en la memoria
la noche orinada en un ladrillo
por qué mamá mis riñones no
andan
tu padre
el cuerpo de tu padre y de sus
padres
y sus padres y padres
vienen con mal riñón
vengo de
ese riñón y el tiempo sigue picoteando
tengo miedo
mamá
el ladrillo está caliente
y la noche fría
afuera la
perra que soy está callada
y adentro
ladra
ladra
ladra
(de “Animales pequeños”)
*
Luciana Mellado con Evelyn Hertenberger, Graciela Cros, Sergio
Mansilla Torres y Jorge A. Maldonado
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Luciana Mellado con Bruno Di Benedetto, Rafael Urretabizkaya,
Chelo Candia, Sergio De Matteo, Ricardo Costa, etc
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Entrevista realizada a través del correo electrónico: en las
ciudades de Comodoro Rivadavia y Buenos Aires, distantes entre
sí unos 1700 kilómetros, Luciana A. Mellado y Rolando
Revagliatti.
www.revagliatti.com.ar
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