EL TIEMPO
El tiempo es el único invitado a esta tertulia diurna. Quizás la conserje, en un acto póstumo, abra aquella puerta por la que el viento ha de colarse, simulando ladrar. Mas tú, bienaventurado, te despojarás finalmente de tu sombrero de fieltro. Y con un gesto simple y breve: apagarás con ademán despectivo los cirios soñolientos.
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CARCASSONNE
a Joë Bousquet
Ahora sí que no nos resta más que la vida, y unas cuantas monedas para perennizar este suplicio.
Las palabras forman parte del contexto.
La mudez es agradable cuando sólo la saliva la sentimos desvanecerse cual un frío desgarro en la garganta, provocándonos espanto al ver estampado en un periódico el cándido semblante del asesino.
Yo interrogo la estatura de la piedra, su paciente arquitectura cristalina, y a hurtadillas percibo su presencia en forma de racimo sobre un flanco de esta antigua ciudad de Carcassonne: la campana.
Esa oscura nitidez de jade oculto, templo de amenazas en comparsa.
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EL PARAGUAS ROJO
arriban a este puerto cansados trasatlánticos y hendidos en la proa desertan ante el vino y abócanse a los vasos recios hombres con barbas pusilánimes
son viejos marineros que acódanse a la barra confiados como mástiles y beben vino a sorbos al son de una guitarra
sois bravos marineros murmuran las rameras buscando ser amadas oh rojas jarreteras! y caen rojos guantes ya ebrios sobre el suelo y glúteos que se abren agólpanse en un sexo
las copas en las mesas conservan sus latidos de copas postergadas al son de una guitarra y en fin los marineros de un barco de otros puertos exploran nuevas aguas al son de una guitarra
sois bravos marineros la noche ya se acaba!
© Patricio Armando Sanchez, Copyrigth-France
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