PABLO URQUIZA
versions françaises de l'auteur corrections de Béatrice Kohlstedt et Ghislaine Masset
infelices los pasos...
infelices los pasos en la casa a sólo polvo hablando las baldosas me he tomado cuatro veces mate me he mirado sin en el espejo cifrado el rostro cada pelo boca estreñimiento no había dos para cerrar la puerta no había tres para guardarme en uno no había ni cinco para vino
y en cuatro patas bajo la cama el futuro perro
* Expression argentine voulant dire « je n’ai pas un sou »
Ella
Terre du ciel
Como se llena de ramitas el río...
Como se llena de ramitas el río con un juego de niños, De orilla a orilla prolonga el día su voz, que es la tuya. No sé de las palomas que pasan por tu frente al dormirse la noche Ni de las llaves que intentan atraparte para la otra vida. Sé de las sílabas que infatigables corren los rieles en la sombra Cuando la ciudad es tan sólo una isla insomne en la llanura. Y por su acento va tu voz navegante, indeclinable y fértil, Más próxima a la tierra que a las altas esferas invisibles. Espectral como la llama que sube sin huellas ni pájaros Te sigue mi vida por esos baldíos. Te sigue y no amedrenta. Te sigue sin las pausas que imponen la cuerda, la camisa, el polen. Es una y todas, es cierta y no: lúcida y ciega como este lomo del perro en que el verso me fija. ¿Basta el verano con sus generosas veredas de frutos, sus paseantes, Los estrepitosos lanzallamas, los flotantes pianos de las aguas, Para inundar la noche y abandonar tu voz que es una esposa? Voltea un alargado mugido el otoño desde su corral abrileño. Ojeras de escarabajo, lágrimas de estar abajo siempre, Apacentando la esperanza echada en el estiércol meses y meses, Afiebrado entre sexos que encienden humaredas, Sin posible ascenso, sin futuro retorno. Sólo miran Atentos los brotes sumisos, la raíz inocente que estima a la araña, universal tejedora… Amarra el día y salto a tierra. Reptan las estrellas en el agua al clarear Tu voz, que es la del mundo.
Comme s'emplit de brindilles la rivière...
Comme s'emplit de brindilles la rivière par un jeu d'enfants, D'une rive à l'autre le jour étend sa voix, la tienne. Je ne sais pas des colombes qui passent sur ton front quand la nuit s'endort Ni des clés tentant de t'arracher pour l'autre vie. Je sais des syllabes dans l'ombre, courant inlassables les rails, Quand la ville n'est dans la plaine, plus qu'une île sans sommeil. Et par son accent va ta voix navigante, indéclinable et fertile, Plus proche de la terre que des hautes sphères invisibles. Spectre comme la flamme qui monte sans trace, sans oiseaux, Ma vie te suit dans ces terrains vagues. Elle te suit sans peur. Elle te suit sans les pauses que la corde, la chemise, le pollen imposent. Elle est une, toutes; elle est vraie et non : aveugle et lucide comme le dos de ce chien où les mots me fixent. L'été, ses trottoirs bienveillants de fruits, ses passants, Les pianos flottants des eaux, les lance-flammes bruyants, Suffisent-ils à inonder la nuit, abandonner ta voix qui nous enchaîne ? De son corral d'avril l'automne renvoie un long mugissement. Cernes de scarabée, larmes des rabaissés, Nourrissant l'espoir jour après jour couché sur le fumier, Fébrile parmi les sexes où s'élèvent des fumées, Sans ascension possible, sans futur retour. Seul le regard, Attentif, des bourgeons soumis, de la racine innocente qui estime l'araignée, universelle tisserande... Le jour amarre et saute à terre. Les étoiles glissent encore sur les eaux, Quand s'éveille ta voix, la voix du monde.
Entresilencios
Porque soy de esas mañanas que desgarranla suma de los vientos en lo alto y descienden verticales por la cruz a la hoguera de los no -deshabitados-
quieres palabras (el día las destruye) yo quiero darme (el árbol coge sueños) la sombra de una hoja en esas nubes
No puedo verme en esos ojos que todo lo distraen, lluvia mujer sol y gris de abril que estira un canto, un páramo que tras la voz desaparece llama -es un espectro- va el traje maquillado y la sonrisa tiene el rostro de un dios -alguien se cruza- -o te comparte- es la infinitud de la nostalgia. Porque soy de esas mañanas que desgarranla suma olvidada de los vientos
quiero palabras (el día está contigo) tú quieres darte la sombra de una hoja en esos sueños.
En el sereno cuaderno de la paloma y la muerte, en el deseado retiro de la uva y el pez, con la sed de las rosas en tu nombre me persigno. Un árbol como nubes -tu recuerdo- me cobija.
Entresilences
Parce que je suis de ces matins qui la somme des vents déchirent dans les hauteurs et descendent verticaux par la croix vers le bûcher des non - inhabités -
tu veux des mots (le jour les détruit) je veux me donner (l’arbre prend les rêves) l’ombre d’une feuille dans ces nuages
Dans ces yeux qui distraient tout je ne peux me voir , pluie femme soleil et gris d’avril qui étire un chant , un désert disparaissant flamme après la voix ‑ il est spectre - il va le costume maquillé le sourire ‑ il a le visage d’un dieu - quelqu’un traverse ‑ il te partage aussi - c’est l’infinité de la nostalgie.
Parce que je suis de ces matins qui déchirent la somme oubliée des vents
je veux des mots (le jour est avec toi) tu veux te donner l’ombre d’une feuille dans ces rêves.
Dans le cahier serein de la colombe et de la mort, dans l’enviable retraite du raisin et du poisson, avec la soif des roses en ton nom je me signe. Un arbre comme des nuages - ton souvenir - me protège.
Canción
Debía escribir la reseca canción, comer contigo en el restaurant de las amables cortinas y las flores mi tristeza, sin cielo, la ronda de los pájaros. ¿Qué desierto, qué otra espuma, qué oración inútil de los organilleros habría de convertir los días en canción? Debía nombrarte, debía escribir la reseca canción, saber que en ella el mar, el mar herido en esa hora en que todo se pierde, el mar me buscaría como un amigo muerto en las fotografías.
Cálida, muy cálida arrastrando cipreses, entraba la noche en Cuernavaca. En el país de los ojos claros de la cama destendida ella echaba aún raíces, la cama bajo la luz del velador de sábanas rosadas en tu cuerpo. Ella echaba aún raíces, país de los ojos claros.
(Abrígame, apresúrate, distrae mi razón de búho. No soportaría otro otoño mi corazón entre estas gentes)
Ahora parte en metro, apresúrate. Hasta la próxima estación se irá el recuerdo. Para no dormirse -la noche abre sus llagas-, encenderá su radio, comprará 'ovaciones'*, fijará la vista duende -un salto de venado- en la mujer del suéter amarillo, en los abismos retrasados de su día, en los otros sus otros naguales por los andenes. Fijará la hora. Anda, apresura la reseca canción, no la demores. El afiebrado viento de las ventanillas en tu ropa, los pies húmedos, el revólver que hunde su ojo de cíclope hasta el fondo del bolsillo. (Acabará la noche con sus llagas en la mesa de la hormiga, en la ojerosa sentencia de los vegetales) ¿Qué más color huía del abrigo? (Acabará la amaestrada noche por el cielo apagado de las estaciones. Cuatro uniformes azules bajarán su cuerpo) No se soporta el aire. Un Chac Mool nos ve pasar. Sonríe. El va sentado. La policía, como un dios, nos quiere muertos.
Abrígame, apresúrate. Entre las uñas crecidas anda el espíritu desconocido de mí.
Tacuba a las ocho. Abren las puertas de la asfixia. Unos indagan desaparecidos trajes. Como ese mar oculto se ciñen infinitos a esta vida, como ese mar de la canción reseca otros intercambian rostros de muertes amigas.
Catch me. Otra estación. Un torrente oscuro derriba un puerto de hadas. El novio vigila las faldas de la reina. Escribo en la cabeza de una india mi poema e. Cuitlahuac. Abrígame, apresúrate, proclama mi retiro, no soportaría otro otoño mi corazón. La cena en la Casa de los Escarabajos, recuérdalo. La callada misión de hablar muy solo y quedo en los cuadernos. Recuérdalo. Suele llover en la rutina de los ángeles.
Debía escribir, comer contigo, echar la suerte en el mantel de hule con los antiguos instrumentos, con la mirada de la corneja que tienta su camino.
Ya, vámonos. La ciudad que redime espera arriba. Ya, salgamos. Esta es la última boca. Temblor otra vez. La mujer del suéter amarillo. El violín de las manos destrozadas. No me queda más este papel para nombrarte. Recuérdalo, la mujer que va a romperse ríos en las piedras del Zócalo será ciega guitarra del desafinado ámbar. Entre una lenta letra que no se completa y el brindis de los espejos descubiertos, el mensaje herido. Recuérdalo, suele llover en la rutina de los ángeles. ¡Nomás la amenaza de los elementos para que sea posible! Nomás la amenaza, país de los ojos claros, de los elementos, para que sea posible la canción, la reseca canción que te debía.
México, D.F.
*ovaciones: periódico vespertino muy popular en México.
Chanson
Je devais écrire la chanson fanée, dîner avec toi au restaurant des aimables rideaux et les fleurs ma tristesse, sans ciel, la ronde des oiseaux. Un désert, une autre écume, l'oraison futile des orgues de barbarie auraient à faire des jours une chanson ? Je devais te nommer, je devais écrire la chanson fanée, savoir qu’en elle la mer, la mer blessée à cette heure où tout se perd, la mer me chercherait comme un ami mort dans les photographies.
Chaude, très chaude traînant des cyprès, la nuit entrait à Cuernavaca. Dans le pays des yeux clairs du lit défait elle s’enracinait encore, le lit sous la veilleuse aux draps roses sur ton corps. Elle s’enracinait encore, pays des yeux clairs.
(Abrite-moi, dépêche-toi, distrais ma raison de hibou. Mon cœur ne supporterait pas un autre automne parmi ces gens)
Maintenant pars en métro, dépêche-toi. Jusqu’à la prochaine station ira le souvenir. Pour ne pas s'endormir - la nuit ouvre ses plaies - il allumera sa radio, achètera un journal, fixera la vue-lutin - un saut de chevreuil - sur la femme au pull jaune, sur les abîmes en retard de sa journée, sur les autres ses doubles magiques par les quais. Il fixera l’heure.
Vas, hâte la chanson fanée, ne la retiens pas. Le vent fébrile des fenêtres dans tes vêtements, les pieds humides, un revolver enfonçant son œil de cyclope jusqu’au fond de la poche. (Dans la sentence cernée des végétaux s’achèvera la nuit avec ses plaies sur la table de la fourmi) Quelle couleur de plus fuyait de l’abri ? (S’achèvera la nuit domptée sur le ciel consumé des stations. Quatre uniformes bleus descendront son corps) L’air est insupportable. Un Chac Mool nous voit passer. Il sourit. Il est assis. La police, comme un dieu, nous préfère morts.
Abrite-moi, dépêche-toi. Vague parmi les ongles noirs l’esprit inconnu de moi.
Tacuba à huit heures. S'ouvrent les portes de l’asphyxie. Certains interrogent des costumes disparus. Comme la mer occulte ils s’accrochent sans fin à cette vie, comme la mer de la chanson fanée d’autres échangent visages de morts amies.
Catch me. Une autre station. Un sombre torrent anéanti un port de fées. Le fiancé surveille les jupes de la reine. J’écris sur la tête d’une indienne mon poème e. Cuitlahuac. Abrite-moi, dépêche-toi, proclame ma retraite, mon cœur ne supporterait pas un autre automne. Le dîner dans la Maison des Scarabées, souviens-toi. La taciturne mission de parler seul, très bas dans les cahiers. Souviens-t’en. Il pleut parfois dans la routine des anges.
Je devais écrire, dîner avec toi, tenter la chance avec les anciens instruments sur la nappe cirée, le regard de la corneille qui cherche son chemin.
Allons ! La ville rédemptrice attend là-haut. Vas, sortons. C'est la dernière issue. Encore un frisson. La femme au pull jaune. Le violon aux mains détruites. Je n’ai même plus ce papier pour te nommer. Souviens-toi, la femme se défaisant fleuves sur les pavés du Zócalo* sera guitare aveugle dans l’ambre désaccordé. Entre la lenteur d'un signe non accompli et l’hommage aux miroirs découverts, le message blessé. Souviens-t’en, il pleut parfois dans la routine des anges. Seule la menace des éléments pour qu'elle soit possible ! Seule la menace des éléments, pays des yeux clairs, pour que soit possible la chanson, la chanson fanée que je te devais.
Mexique, D.F.
* Place principale de la ville de Mexique. Reloj
Horloge
Preguntan por las puertas...
Ils s'interrogent sur les portes...
Ceremonia terrestre
Suena su canto de gracia el mediodía de la abeja. Para llegar a ella, la melodía ni se confunde ni se atrasa: se reposa en la espera de su hora, silenciosa al instrumento. No hay más que un paso para perder el paraíso, no hay más que un pensamiento. Aquél que arroja una piedra y hiere la quietud del agua, se descubre entre los rostros que el espejo aún le ofrece. El beso ha destruido el amor. Las diferencias son proximidad. (No habita el adiós las alas de los pájaros) Abandonándose a la calma de un viento misterioso, los cañaverales se despiertan flautas, centro, música un día, líneas del aire, celebración cotidiana, música o esfuerzo por recrear los lazos lastimados, la vibración primera e incesante que nos dice.
Como se acompasan las cosas lentamente a la luz del alba en amoroso acuerdo; como los ojos revelados otra vez y abiertos, sinceros de día; como un caballo de lluvia, un anuncio de rosas o la mano que distingue y vela sobre los caminos escogidos o los ahogados latidos en el corazón de la espera… la Musique, la Música, elogio de la llanura henchida o tren de otoño que nos acerca y lleva… la música reloj del olvido que canta y llora entre las llamas… la Musique, la Música, ceremonia terrestre destinada a errar como nosotros en este exilio fecundo.
Texto original
en francés.
Cérémonie terrestre
Le midi de l’abeille sonne son chant de grâces. Pour être elle-même, la mélodie ne se retarde ni ne se trompe, elle se repose silencieuse dans l’instrument en attendant son heure. Il n’y a qu’un pas pour s’égarer du paradis, il n’y a qu’une pensée. Qui jette une pierre et blesse la quiétude de l’eau, se découvre parmi les mille visages que le miroir brisé lui offre. Le baiser a détruit l’amour. Les différences sont proximité. (L’adieu n’habite pas les ailes des oiseaux) S’abandonnant à la douceur d’un vent mystérieux les roseaux se réveillent flûtes, centre, musique un jour, lignes de l’air, célébration du quotidien, musique ou effort pour recréer les liens égratignés, la vibration qui nomme, première et incessante.
Comme les choses amoureusement s’accordent à la lumière lente de l’aube ; comme les yeux encore une fois révélés et ouverts, sincères de jour ; comme un cheval de pluie, une annonce de roses ou la main qui distingue et qui veille sur les chemins élus ou, étouffés, les battements au cœur de l’espoir… la musique, la Música, éloge de la plaine mûre ou train d’automne qui nous porte et nous approche… la musique horloge oubliée qui pleure et chante entre les flammes... la musique, la Música, cérémonie terrestre vouée comme nous à errer dans cet exil fécond.
Texte original en français
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(C) Pablo Urquiza