TOMAMOS LA CIUDAD DESPUES DE UN INTENSO BOMBARDEO
La criatura rubia
Yace en medio de la calle.
Tiene las tripas fuera
Y por una cuerda
Un tren que ignora
La cara es un manojo
De sangre y de nada.
Luce un pequeño pez
-De los que boyan en bañeras-
Al borde de la calle.
Sobre la calle cae la sombra.
Lejos, una luz dora todavía
La creación del futuro...
¿¿Y el de la criatura rubia ?
FERNANDO PESSOA
El misterio de las cosas
IV
El misterio de las cosas, Dónde está?
Si apareciese, al menos,
para mostrarnos que es misterio
qué sabe de esto el río, qué sabe el árbol?
Y yo, que no soy más, qué se yo?
Siempre que veo las cosas
y pienso en lo que los hombres piensan de ellas,
río con el fresco sonido del río sobre la piedra.
El único sentido de las cosas
es no tener sentido oculto.
más raro que todas las rarezas,
más que los sueños de los poetas
y los pensamientos de los filósofos,
es que las cosas sean realmente lo que parecen ser
y que no haya nada que comprender.
Sí, eso es lo único que aprendieron solos mis sentidos:
las cosas no tienen significación, tienen existencia.
las cosas son el único sentido oculto de las cosas
FERNANDO PESSOA
Tabacaria
No soy nada.
Nunca
seré nada.
No puedo querer ser nada.
A parte de eso, tengo en mi
todos los sueños del mundo.
Ventanas de mi cuarto,
De mi cuarto entre los millones del mundo que nadie sabe cual es.
(Y si supiese cual es ¿Qué sabrían?)
De ahí hacia el
misterio de una calle cruzada constantemente por gente,
Hacia una
calle inaccesible a todos los pensamientos,
Real, imposiblemente
real, cierta, desconocidamente cierta,
Con el misterio de las cosas
por debajo de las piedras y de los seres,
Con la muerte poniendo la
humedad en las paredes y cabellos blancos en los hombres,
Con el
Destino conduciendo la carroza de todo por la carretera de nada.
Estoy hoy vencido, como
si supiese la verdad.
Estoy hoy lúcido, como si estuviese moribundo,
Y no tuviese mas hermandad con las cosas
Si no una despedida,
tornándose esta casa y este lado de la calle
La hilera de carruajes
de un comboy. Y una partida estridente
Desde dentro de mi cabeza,
Y un temblor de mis nervios y un rechinar de huesos en la ida.
Estoy hoy perplejo como
quien pensó y encontró y olvidó.
Estoy hoy dividido entre la lealtad
que debo
Al Estanco del otro lado de la calle, como cosa real por
fuera,
Y a la sensación de que todo es sueño, como cosa real por
dentro.
Erré en todo.
Y
como no hice ningún intento, tal vez todo fuese nada.
El aprendizaje
que me dieran,
Descendí de él por la ventana trasera de la casa.
Fui hasta el campo con grandes propósitos.
Mas allá encontré sólo
hiervas y árboles,
Y cuando había gente era igual a la otra.
Salgo de la ventana, me siento en una silla. ¿Qué pensar?
¿Qué sé yo lo que será
de mí, yo que no sé lo que soy?
¿Ser lo que pienso? ¡Pero pienso ser
tantas cosas!
¡Y hay tantos que piensan ser la misma cosa que no
puede haber tantos!
¿Genio? En este momento
Cien mil cerebros se piensan en sueños genios como yo,
Y la
historia no señalará ¿Quién sabe? , ni uno,
Ni habrá sino ensueño de
tantas conquistas futuras.
No, no creo en mí.
¡En todos los
manicomios hay quejosos locos con tantas certezas!
Yo, que no tengo
ninguna certeza ¿Estoy más cierto o menos cierto?
No, no creo en mí...
¿En cuantas buhardillas y no buhardillas del mundo
No están en
esta hora genios-para-si mismos soñando?
Cuantas aspiraciones altas
y nobles y lúcidas
Sí, verdaderamente altas y nobles y lúcidas -,
¿Y quien sabe si realizables,
Nunca verán la luz del sol
real ni encontrarán oídos de gente?
El mundo es para quién nace para
conquistarlo
Y no para quién sueña que puede conquistarlo, aunque
tenga razón.
Tengo soñado más que lo que Napoleón hizo.
Tengo
apretado contra el hipotético pecho más humanidades que Cristo,
Tengo hecho filosofías en secreto que ningún Kant escribió.
Mas soy,
y tal vez seré siempre, el de la buhardilla,
Aunque no viva en ella;
Seré siempre el que no nació para eso;
Seré siempre sólo el que
tenía cualidades;
Seré siempre el que esperó a que le abriesen la
puerta al pie de una pared sin puerta
Y cantó la canción del
Infinito en un gallinero,
Y oyó la voz de Dios en un pozo tapado.
¿Creer en mí? No, ni en nada.
Me derramé la Naturaleza sobre la
cabeza ardiente
Su sol, su lluvia, el viento que me encuentra el
cabello,
Y el resto que venga si viene, o tuviera que venir, o no
venga.
Esclavos cardíacos de las estrellas,
Conquistamos el
mundo entero antes de levantarnos de la cama;
Pero despertamos y él
es opaco,
Nos levantamos y él es ajeno,
Salimos de casa y él es
la tierra entera,
Más el sistema solar y la Vía Láctea y lo
Indefinido.
(Come chocolate,
pequeña;
¡Come chocolates!
Mira que no hay más metafísica en el
mundo sino los chocolates.
Mira que todas las religiones no enseñan
mas que confitería.
¡Come, pequeña sucia, come!
¡Si pudiese yo
comer chocolates con la misma verdad con que comes!
Mas yo pienso y,
al tirar el papel de plata, que es de hojas de estaño,
Tiro todo al
suelo, como tengo tirado la vida)
Pero al menos queda la amargura de
lo que nunca seré
La caligrafía rápida de estos versos,
Pórtico
partido para el Imposible.
Mas al menos consagro a mí mismo un
desprecio sin lágrimas.
Noble al menos en el gesto largo con que
arrojo
La ropa sucia que soy, sin rol, para el decurso de las cosas,
Y me quedo en casa sin camisa.
(Tú, que consuelas, que
no existes y por eso consuelas,
O diosa griega, concebida como
estatua que estuviese viva,
O patricia romana imposiblemente noble y
nefasta,
O princesa de trovadores gentilísima y ruborosa,
O
marquesa del siglo dieciocho, escotada y estilizada,
O cocot célebre
del tiempo de nuestros padres,
O no sé que moderno no concibo bien
el qué
¡Todo eso, sea lo que fuere, que seas, si puede inspirar
que inspire!
Todo mi corazón es un vacío despejado.
Como los que
invocan espíritus invocan espíritus me invoco
A mí mismo y no
encuentro nada.
Llego a la ventana y veo la calle con una nitidez
absoluta.
Veo las tiendas, veo las aceras, veo los carros que pasan,
Veo los entes vivos vestidos que se cruzan,
Veo los perros que
también existen,
Y todo esto me pesa como una condenación al
destierro,
Y todo esto es extranjero, como todo.)
Viví, estudié, amé, y
hasta creí,
Y hoy no hay mendigo que yo no envidie solamente por no
ser yo.
Miro a cada uno los andrajos y las llagas y la mentira,
Y pienso; tal vez nunca vivieses ni estudiases ni amases ni creyeses
Porque es posible hacer una realidad de todo eso si hacer nada de
eso;
Tal vez hayas existido apenas, como un lagarto a quien cortan
el rabo
Y que es rabo para este lado del lagarto cuando revueltos.
Hice de mí lo que no
supe,
Y lo que podía hacer de mi no lo hice.
El dominó que vestí
era errado.
Me conocieron luego por quien no era y no desmentí, y me
perdí.
Cuando quise tirar la máscara,
Estaba pegada a la cara.
Cuando la tiré y me vi en el espejo,
Ya había envejecido.
Estaba borracho, ya no sabía vestir el dominó que no había tirado.
Tiré fuera la máscara y dormí en el ropero
Como un perro tolerado
por la gerencia
Por ser inofensivo
Y voy a escribir esta
historia para probar que soy sublime.
Esencia musical de mis
versos inútiles,
Quien me diera encontrarte como cosa que yo
hiciera,
Y no me quedase siempre enfrente del estanco de enfrente,
Imprimiendo a los pies una consciencia de estar existiendo,
Como
una alfombra en que un borracho tropieza
O un ruedo que los gitanos
robaron y no valía nada.
Mas el Dueño del
Estanco llegó a la puerta y se quedó a la puerta.
Ojo con el
desaliento de la cabeza mal vuelta
Y con el desconsuelo del alma
mal-entendiendo.
Él morirá y yo moriré.
Él dejará el letrero, y
yo dejaré versos.
En cierto momento morirá el letrero también, y los
versos también.
Después de cierto tiempo morirá la calle donde
estuvo el letrero,
Y la lengua en que habían sido escritos los
versos.
Morirá después el planeta giróvago en que todo esto se dio.
En otros satélites de otros sistemas cualquier cosa como gente
Continuará haciendo cosas como versos y viviendo por debajo de cosas
como letreros,
Siempre una cosa enfrente de otra,
Siempre una
cosa tan inútil como la otra,
Siempre lo imposible tan estúpido como
lo real,
Siempre el misterio del fondo tan cierto como el sueño de
misterio de la superficie,
Siempre esto o siempre otra cosa o ni una
cosa ni otra.
Pero un hombre entró en
el Estanco (¿Para comprar tabaco?),
Y la realidad plausible cae de
repente encima de mí.
Me semilevanto enérgico, convencido, humano,
Y voy a intentar escribir estos versos en que digo lo contrario.
Enciendo un cigarro al
pensar en escribirlos
Y saboreo en el cigarro la liberación de todos
los pensamientos.
Sigo el humo como una ruta propia,
Y gozo, en
un momento sensitivo y competente,
La liberación de todas las
especulaciones
Y la consciencia de que la metafísica es una
consecuencia de estar mal dispuesto.
Después me hecho para atrás en
la silla
Y continuo fumando.
En cuanto el Destino me lo conceda,
continuaré fumando.
(Si yo me casase con la
hija de mi lavandera
Tal vez fuese feliz.)
Visto esto, me
levanto de la silla. Voy a la ventana.
El hombre salió del
Estanco (metiendo el cambio el bolsillo de los pantalones)
Ah, lo
conozco: es el Esteves sin metafísica.
(El Dueño del Estanco llegó a
la puerta.)
Como por un instinto divino el Esteves se volvió y me
vio.
¡Me gesticuló un adiós le grité Adiós al Esteves!, y el
universo
Se me reconstruyó sin ideal ni esperanza, y el Dueño del
Estanco sonrió.
FERNANDO PESSOA
En la noche terrible, sustancia natural de todas las noches,
En la noche de insomnio, sustancia natural de todas mis noches,
Recuerdo, velando en modorra incómoda,
Recuerdo lo que hice y lo que podía haber hecho en la vida.
Recuerdo, y una angustia
Se derrama por mí corno un frío del cuerpo o un miedo.
Lo irreparable de mi pasado: ¡ése es el cadáver!
Todos los otros cadáveres quizá sean ilusiones.
Todos los muertos quizá esten vivos en otra parte.
Todos mis propios momentos pasados quizá existan por ahí,
En la ilusión del espacio y del tiempo, En la falsedad del devenir
Pero lo que yo no fui, lo que yo no hice lo que ni siquiera soñe';
Lo que sólo ahora veo que debería haber hecho,
Lo que sólo ahora claramente veo que debería haber sido...
Es lo que está muerto más allá de todos los Dioses,
Eso -y fue al fin lo mejor de mí- es lo que ni los Dioses hacen vivir...
Si a cierta altura
Hubiese doblado hacia la izquierda en lugar de hacia la derecha;
Si a cierta altura
Hubiese dicho sí en lugar de no, o no en lugar de sí;
Si en cierta conversación
Hubiese tenido las frases que sólo ahora, en el entresueño, elaboro...
Si todo eso hubiese sido así, Sería otro hoy, y tal vez el universo entero
Sería llevado insensiblemente a ser otro también.
Pero no doblé hacia el lado irreparablemente perdido,
No doblé ni pensé en doblar, y sólo ahora lo percibo;
Pero no dije no o no dije sí,
que no dije; y sólo ahora lo veo
Pero las frases que faltó decir en ese momento
me surgen todas,
Claras, inevitables, naturales,
La conversación cerrada concluyente,
La materia toda resuelta...
Pero sólo ahora lo que nunca fue, ni será hacia atrás, me duele.
Lo que de veras fallé no tiene ninguna esperanza
En ningún sistema metafísico.
Puede ser que para otro mundo pueda llevar lo que soñé,
¿Pero podré llevar para otro mundo lo que me olvidé de soñar?
Esos sí, los sueños por tener, son el cadáver.
Los entierro en mi corazón para siempre, para
todo el tiempo, para todos los universos.
En esta noche donde no duermo, y el sosiego me cerca
Como una verdad de la que no participo,
y allá fuera la luna, como la esperanza que no tengo, es invisible
para mí
FERNANDO PESSOA
PORTUGAL -1888-1935