Robert Lowell fue ampliamente conocido por
inspirar y enseñar a Sylvia Plath,
Ann Sexton y John Berryman. Debido a ello, y a que
era Dueño de complejidad poética y vida turbulenta, se le llamó “Padre del
Confesionalismo”, término utilizado para describir la tendencia estética de
Sexton, Plath y Berryman.
Se estima que los trabajos de Lowell nacieron
de su propia infelicidad y de los acontecimientos políticos, sociales e
ideológicos que ocurrieron en Estados Unidos luego de la segunda guerra
mundial.
Alcohólico contumaz -casado en tres
oportunidades-, desde 1949 su manía depresiva aumentó hasta el punto de
llevarlo a tomar la decisión de permanecer varias veces en hospitales
mentales.
Hijo de
Boston y del matrimonio entre Robert Traill Spence Lowell –oficial naval- y
Charlotte Winslow, Lowell comenzó a escribir en el St. Mark’s School, donde
tuvo como profesor a Richard Eberhart.
Luego de
estudiar literatura inglesa en Harvard, se movió en dirección al Kenyon
College donde conoce a Randall Jarrel y a Peter Taylor, con quienes tendrá
una prolongada amistad.
Conseguida su graduación, se instala en la Louisiana State University.
Aunque se
alista en el ejercito durante la segunda guerra mundial, cuando es convocado
decide declararse objetor de conciencia. Debido a ello tiene que pasar
varios meses en prisión.
Algunos
estudiosos de la vida de Lowell piensan que podría deberse a esto el colapso
en su salud mental.
En 1944
edita su primer colección poética: “Land of Unlikeness”.En 1946 “Lord
Weary’s Castle” con el que gana el Pulitzer. Amigo de Jacqueline Kennedy y
de Bob Kennedy, durante los 60as se involucra
tanto en
poesía como en política.
En tal
circunstancia escribe “The Union Dead”, trabajo donde se contempla la
posibilidad de un holocausto nuclear; la aniquilación de la humanidad y la
permanencia de una cultura que respalda semejantes proyectos.
Lowell
muere de un ataque al corazón el 12 de septiembre de 1977 cuando viajaba en
taxi por la Ciudad de New York.
En los dos trabajos
siguientes se puede observar el gusto de Lowell por la yuxtaposición. Su
necesidad de hacer presente el contraste entre dos mundos donde los valores
se desplazan en dirección opuesta, aparece
desde las dos líneas del
comienzo de “Relinquunt Omnia Servare Rem Publicam”.
“The old South
Boston Aquarium stands
in a Sahara of
snow now...”
“El viejo Aquarium del sur de
Boston permanece
en un Sahara de nieve
ahora...” es una metáfora utilizada con el fin de anteponer la sequía a la
humedad y el desierto a los terrenos fértiles donde el agua permite que se
muevan los peces que han ido a parar al viejo acuario.
La idea que tiene en mente
Lowell al contarnos de manera intercalada cuál fue la suerte de “Los 54 de
Massachussets”, un regimiento de voluntarios negros que luchara durante la
guerra civil, cobra importancia después de las dos primeras líneas que
relatan un hecho sencillo y concreto.
La hecho de conducirnos a
observar la diferencia entre dos momentos históricos - el presente y el
pasado -, le sirven para jugar con elementos que depositan en las manos de
Lowell la posibilidad de insertar detalles del presente( la destrucción de
Hiroshima) que se encontraba ocurriendo en momentos en que él escribe el
poema.
La imagen del fotógrafo en
las inmediaciones del edificio de la empresa constructora de monumentos,
Mosler Safe, aparece como ridiculizando amargamente la existencia de una
cultura que comercializa baratijas tanto como propaganda.
Es por ello que la voz de
quien relata es una voz sin sombra de dudas o sentimentalismo; se desplaza
de comparación en comparación
con absoluta comodidad,
dejando que percibamos su propia carga psicológica al ponerla en
consideración del lector cuando sugiere su tremendo pesar o su admiración
por la actitud del padre del Coronel Shaw cuando éste prefiriera como
monumento la zanja donde su heroico hijo fuera arrojado junto a sus
“Negros”(“niggers”- escribe despectiva y cariñosamente Lowell)
Si se amplifica la diferencia
entre el ataque de “Los 54” y el lanzamiento de la bomba atómica en
Hiroshima, se caerá en cuenta de la simpatía de Lowell por el antiguo
heroísmo y su desprecio por la barbarie de una cultura que permite
desastres ( solo por dar un ejemplo)al estilo Hiroshima - Nagasaki.
Relinquunt Omnia
Servare Rem Publicam.
The
old South Boston Aquarium stands
in a
Sahara of snow now. Its broken windows are boarded.
The
bronze weathervane cod has lost half its scales.
The
airy tanks are dry.
Once
my nose crawled like a snail on the glass;
my
hand tingled
to
burst the bubbles
drifting from the noses of the cowed, compliant fish.
My
hand draws back. I often sigh still
for
the dark downward and vegetating kingdom
of
the fish and reptile. One morning last March,
I
pressed against the new barbed and galvanized
fence
on the Boston Common. Behind their cage,
yellow dinosaur steamshovels were grunting
as
they cropped up tons of mush and grass
to
gouge their underworld garage.
Parking spaces luxuriate like civic
sandpiles in the heart of Boston.
A girdle of orange, Puritan-pumpkin colored
girders
braces the tingling Statehouse,
shaking over the excavations, as it faces Colonel Shaw
and
his bell-cheeked Negro infantry
on
St. Gaudens' shaking Civil War relief,
propped by a plank splint against the garage's earthquake.
Two
months after marching through Boston,
half
the regiment was dead;
at
the dedication,
William James could almost hear the bronze Negroes
breathe.
Their
monument sticks like a fishbone
in
the city's throat.
Its
Colonel is as lean
as a
compass-needle.
He
has an angry wrenlike vigilance,
a
greyhound's gently tautness;
he
seems to wince at pleasure,
and
suffocate for privacy.
He is
out of bounds now. He rejoices in man's lovely,
peculiar power to choose life and die--
when
he leads his black soldiers to death,
he
cannot bend his back.
On a
thousand small town New England greens,
the
old white churches hold their air
of
sparse, sincere rebellion; frayed flags
quilt
the graveyards of the Grand Army of the Republic.
The
stone statues of the abstract Union Soldier
grow
slimmer and younger each year--
wasp-waisted, they doze over muskets
and
muse through their sideburns . . .
Shaw's father wanted no monument
except the ditch,
where
his son's body was thrown
and
lost with his "niggers."
The
ditch is nearer.
There
are no statues for the last war here;
on
Boylston Street, a commercial photograph
shows
Hiroshima boiling
over
a Mosler Safe, the "Rock of Ages"
that
survived the blast. Space is nearer.
When
I crouch to my television set,
the
drained faces of Negro school-children
rise
like balloons.
Colonel Shaw
is
riding on his bubble.
he
waits
for
the blessèd break.
The
Aquarium is gone. Everywhere,
giant
finned cars nose forward like fish;
a
savage servility
slides by on grease.
Relinquunt Omnia Servare Rem
Publicam.
El viejo Aquarium de Boston
permanece
en un Sahara de nieve ahora. Sus
quebradas ventanas están enmaderadas.
El pescado de la veleta de bronce
perdió la mitad de sus escamas.
El tanque aéreo esta seco.
Una vez mi nariz se arrastró como
un caracol en el vidrio;
mis manos rascaron
hasta reventar las burbujas
errantes de las narices de los
intimidados, sumisos peces.
Mis manos retrocedieron. Muchas
veces continué
dando un vistazo por las oscuras
inclinaciones del vegetante reino
de peces y reptiles. Una mañana del
último marzo,
me apreté contra la cerca de púas
nuevas y galvanizadas
en el Boston Common. Detrás de su
celda,
las palas mecanicas gruñían como
dinosaurios amarillos
cuando recogían toneladas de musgo
y hierbas
al vaciar el bajo mundo de su
garage.
Estacionamientos de espacios
lujuriosos como cívica
almohada de arena en el corazón de
Boston.
Un cinturón naranja, calabaza
Puritana coloreando las trabas
de las vigas en la hormigueante
Casa de Gobierno;
sacudiéndose sobre la excavación,
como si las caras del Coronel Shaw
y su infantería de Negros con
cachetes como campana(1)
sacudieran la calle Gauden con el
consuelo de la Guerra civil;
extensa tabla apropiada para
servir de astilla contra el terremoto del garage.
Dos meses después de marchar a
través de Boston,
medio regimiento fue muerto;
en la conmemoración
William James casi pudo escuchar la
respiración de bronce de los
negros.
Las varas del monumento como
espina de pescado
en el cuello de la ciudad y
su Coronel como una delgada
aguja de brújula.
Tiene la encolerizada vigilancia de
un pájaro,
de un galgo dulcemente tieso;
que al parecer retrocede ante el
placer
y se sofoca por privacidad.
Está fuera de ataduras ahora. Se
regocija en el hombre cariñoso;
peculiar poder para escoger vida y
muerte;
cuando lideraba sus negros soldados
hacia la muerte,
no podía doblar la espalda.
En miles de pequeños pueblos de la
verde New England
las viejas iglesias sostuvieron el
pelo
de la desparramada, sincera
rebelión; raídas banderas
acolchando el cementerio de la Gran
Armada de la República.
Las estatuas de piedra de la
abstracta Unión de Soldados
crecen delgadas y jóvenes cada año-
cinturas de avispas, dormitan sobre
mosquetes
y meditan a través de las patillas
de ellos...
El padre de Shaw no quería un
monumento
excepto la zanja
donde el cuerpo de su hijo fue
arrojado
y extraviado con sus “negros.”
La zanja está cerca.
No hay estatuas de la última guerra
aquí;
en la calle Boylon, un fotógrafo
comercial
muestra una derretida Hiroshima
sobre Mosler Safe, la “Roca de las
Edades”
que sobrevivió a la explosión(2).
El lugar esta cercano.
Cuando me acuclille hacia mi equipo
televisivo
las secas caras de los niños de la
Escuela de Negros surgieron como balón.
El coronel Shaw
cabalga en su ilusión.
Espera
la bendición del descanso.
El Aquarium se ha ido. Por todos
lados
automóviles gigantes con aletas y
hocico como pez;
un bárbaro servilismo
resbala entre la grasa.
(Versión de Raúl Racedo)
Coronel Shaw
(1)El
Coronel Shaw nació en Boston, Massachussets. Su madre fue una destacada
abolicionistas pero su hijo no compartía tal inclinación. Luego de declarada
la emancipación, a Shaw le ofrecieron la oportunidad de hacerse cargo del
regimiento de voluntarios de color llamado “Los 54 de Massachussets.”
Su madre fue quien lo persuade a
aceptar.
Shaw fue severo en cuanto a
impartir disciplina a sus subordinados. De acuerdo con algunos oficiales,
cuando entrenaba a la tropa gustaba utilizar la coerción. A aquellos que se
negaban a obedecer, los hacia permanecer en un barril. Se dice también que
tenia por costumbre amordazarlos o balearlos.
Por sugerencia de Shaw, “Los
54” lideraron el asalto al fuerte Wagner, en Carolina del Sur. 272 miembros
del regimiento fueron muertos entonces, entre ellos Shaw.
(2) Uno de los inusuales
ejemplos del favorable impacto de la bomba sobre Hiroshima y Nagasaki, fue
el ocurrido en industrias como la Mosler Safe Company de Hamilton, Ohio.
En virtud de que sus productos
estaban en el lugar correcto en el momento correcto, Mosler se transformó en
LA compañía salvadora(Safe)para la era atómica. Antes de la segunda guerra
mundial, Mosler Safe había reemplazado la bóveda (“La Roca de las Edades que
sobrevivió a la explosión”-escribe Lowell) del Banco Teikoku en Hiroshima,
Japón. Después del lanzamiento de la bomba se descubrió que el contenido de
esa bóveda en particular estaba milagrosamente intacto. Gracias a esto,
pronto el gobierno de Estados
Unidos eligió a Mosler Safe para
construir un refugio atómico para que la Declaración de la Independencia y
la Constitución fuesen salvaguardadas durante un ataque u otro desastre.
Father's Bedroom
In my
Father's bedroom:
blue
threads as thin
as
pen-writing on the bedspread,
blue dots
on the curtains,
a blue
kimono,
Chinese
sandals with blue plush straps.
The
broad-planked floor
had a
sandpapered neatness.
The clear
glass bed-lamp
with a
white doily shade
was still
raised a few
inches by
resting on volume two
of Lafcadio
Hearn's
The clear
glass bed-lamp
with a
white doily shade
was still
raised a few
inches by
resting on volume two
of Lafcadio
Hearn's
Glimpses of
unfamiliar Japan.
Its warped
olive cover
was
punished like a rhinoceros hide.
In the
flyleaf:
'Robbie
from Mother.'
Years later
in the same hand:
'This book
has had hard usage
On the
Yangtze River, China.
It was left
under an open
porthole in
a storm.'
EN EL DORMITORIO DE MI
PADRE
En el dormitorio de mi
padre:
la fibra azul es delgada
como la escritura de una
lapicera en el cubrecama;
azules descoloridos en las
cortinas,
un kimono azul
sandalias chinas con
azules correas de felpa.
La ancha tabla del
piso
tiene una pulcra
lijada.
La claridad de la
lámpara de vidrio
con una pequeña
y blanca tulipa que fuera levantada algunas
pulgadas para
que descansen en el volumen
dos los oídos de
Lafcadio.
Reflejo de un
Japón no familiar.
Como el
escondite de los rinocerontes,
sus
combados olivos cubren
lo que
fue castigado.
En el marcador del libro:
‘ De
Mamá para Robbie’.
Años mas tarde en el mismo lugar:
‘Este libro ha tenido un duro
trato,
en el río Yangtsé, China.
En la tormenta él fue dejado bajo
una tronera abierta’.
(versión de
Raúl Racedo)
raular_35@hotmail.com