OBRAS DEL POETA JORGE FALCONE
JORGE FALCONE
HAY UNA PATRIA SIN SEGUNDOS
Usted se acuerda, Compay,
cuando el progresismo internacional
se dispuso a rescatar
para el mundo “unos viejitos
olvidados por Fidel”?
Allá en el trono que ostenta
en la memoria de América
recuerda,
no al Teatro Carlos Marx
sino al Carnegie Hall
agradeciendo a Ry Cooder
por el hallazgo de “esos abuelos
que el tirano ninguneaba”?
Y se acuerda, me pregunto,
de su presencia majestuosa
-tiempo después del estreno-
presidiendo la Fiesta Nacional del Habano
junto a su Comandante?
Quién dió vela en su propio entierro,
me sigo preguntando
a esos cuáqueros genocidas que exhibieron
a Jerónimo,
El Gran Apache,
disfrazado para delicia del turismo,
valerosos linchadores multitudinarios
de la raza que inventó el jazz y el blues,
decoradores del Enola Gay
que borró del mapa a Hiroshima
con dibujitos de Disney,
capaces de jugar foot ball para Life
con el cráneo de un arrocero vietnamita
y fotografiarse entre esos marines
que hoy mueren en Irak sin comprender su misión
con un pavo de plástico en Acción de Gracias...
Se acuerda, Compay,
insisto,
del enorme Ibrahim,
amo y señor de las Dos Gardenias,
extasiado ante la 5ta Avenida
después de haber sido entrevistado
junto a su heladera rota,
en un rincón de La Habana Vieja,
diciendo para el mundo su
“¡coño, éto también e beio, chico!”...
(nunca la palabra “también”
llegó tan alto
como a partir de esa escena).
Longevos y paridores, carajo,
a fuerza de socialismo y austeridad...
Quién tiene derecho a mirar
de frente al “largo lagarto verde”
desde su castrado World Trade Center
y decirle qué hay que hacer
a la Patria de Maceo y Agramonte.
De ningún modo,carapálidas,
desfoliadores,
homerosimpsons dispuestos a invertir
el sentido del Big Bang...
De ningún modo globales:
Ustedes están condenados
a morir de inanición
sosteniendo este bloqueo
desde la vecina orilla
de la dignidad.-
(11/2/06)
A la memoria de Francisco Repilado,
Ibrahim Ferrer,
y el Maestro Rubén González.
(C) JORGE FALCONE
DETRÁS DE AQUEL TREN, USTED
Me veo en la estación de nuestro sur
algo más tenso que de costumbre y a la espera
de que el convoy proveniente de la ciudad
en que vi la luz me despeje el otro andén.
Sigue viaje nomás
con rumbo a capital.
Y detrás de aquel tren
aparece usted.
El Director del Hospital de Don Bosco,
el médico sanitarista que murió de pena,
el hombre que ayudó a parirme,
peleando a la tristeza con el arma
de una sonrisa inventada
solamente para mí.
Ahora le estrecho la mano
-¿me explico?-
porque estoy clandestino y hemos resuelto
que hoy es usted mi tío.
Ahora me enfrento a un torno
más amable si está usted,
que pondera ante el odontólogo
a este sobrino guerrillero y
-por ende-
privado de obra social.
Al cabo volvemos al andén.
Yo parto,
usted se queda.
Le estrecho la diestra formalmente
porque la parca vigila,
y no es afecta a que porte su apellido
mi generación.
Pero ese apretón no traduce
el tanto amor que a buen resguardo
escondemos, papá.-
(12/5/06)
(C) JORGE FALCONE
CADETE DEL HORROR
Hoy mi parque amaneció
canoso como si hubiera
sufrido un susto atroz de la historia.
Desayunando, te descubrí procaz,
ufanándote otrora
de flagelar civiles maniatados.
Es curioso, Turco.
En una casa que ya olvidaste,
pese a las múltiples visitas
que le hicieron tus amigos,
vive tan feliz como puede
una maestra jubilada que acaba
de cumplir setenta y nueve
lúcidos años.
En este preciso instante
está a punto de despertarla
la militante de derechos humanos
que la cuida.
Descuento que la regañará por costumbre,
que exigirá su té
con edulcorante
-porque siempre fue golosa y eso
hoy le pesa más que antes-, sabes?.
Recibirá el Clarín en su bandeja,
irá sin duda directo a Viva,
guardará una receta.
Acaso reciba gozosa
un beso cierto de su segunda nieta.
Promediando la mañana,
afinará la voz
sin tapar a El Polaco,
para que el molesto vecino
que le pudre el techo
sepa al menos que está
mucho más viva que él.
Yo asistiré sin duda
a compartir su almuerzo
lo más despojado de quebrantos que pueda,
tratando de que ella sea
la misma que regalaba
soldaditos de plomo
cuando en invierno no hacía
veintiséis grados
como la semana pasada.
No me entendés, sorete...
Lo que digo es que esa vieja
no contribuye como vos
a hacer mierda este planeta,
que tiene estufa y sin embargo
la mitad de lo que merece
lo distribuye a principio de mes,
que no recuerdo haberla visto
matar ni siquiera a un bicho...
Eso apenas, lacra del mundo.
Que vos y ella caben
en la misma especie,
y no hay árbitro en el cielo
que elija quién conviene.
Avanzada la tarde,
con siesta o no,
después de repasar
los más gratos recuerdos
-vos no sabés, pero a esa edad
las dichas del pasado
acarician el presente;
no sabés porque afanaste
la condición humana en un descuido
de ese Dios más tuyo que mío,
y que por suerte no existe
(de lo contrario es seguro
que ya te hubiera salvado)-.
En resumen, que la vieja
tendrá un domingo dichoso,
lo prometo.
Que verá el sol si lo dispone.
Porque ningún candado
la retendrá como a vos.
Que acaso olvide el Sintrón
que la mantiene sin dramas,
más no a vos.
Eso
ni lo sueñes,
Julio Simón.-
(30/8/06)
(C) JORGE FALCONE
del poemario
"La gomera de David")
"TOMARSE LA VIDA A PECHE"- 2014
"DECLARACIÓN JURADA- 2015
"PACIENCIA DE LO QUE BROTA" - 2019
"FALCONE 2.O. Una década de poesía on-line. Antología 2008-2018"
"NADA QUE AGREGAR " 20222022